Partida Rol por web

-Vete de ahí cagando leches. No se cuanto tiempo tenemos antes de que vuelvan a intentar meterse en mi ordenador, pero auguro que es poco. Y si pasa volverán a conectar las cámaras.

-Esa boca -advirtió. Sanders no decía palabrotas y no le gustaba oírselas decir a los demás.

De todos a saber lo que le pasaba. Había las mismas posibilidades de que hubiera algún problema que de que se le hubiese desparramado un burrito ardiendo en el regazo. Y como no quería que los hábitos alimenticios de Fedora le detuviesen, así que cogió las cintas de vídeo y siguió husmeando.

Ah. Problemas entonces. Bueno, era el trabajo de Fedora controlar ese tipo de cosas.

-¡Ese lenguaje! -siseó-. No puedo salir de aquí. ¿Cómo esperas que saque cuatro trastos de estos sin que me vea nadie? Voy a buscar un vídeo donde pueda poner esto, y lo grabas o lo que sea.

Y apagó la linterna del móvil para seguir explorando la zona tan silenciosamente como le era posible.

-Pero a ver, mételas debajo de la camisa. A nadie le importa que parezca que hayas engordado algunos kilillos. ¿No llevas una chaqueta con la que cubrirlas? También puedes quitártela y llevarlas cubiertas al estilo camarero. Lo que sea, pero... ¿Qué parte no has entendido de "alguien está intentando entrar al ordenador de Control a través de esa red?". Copiar un vídeo analógico es un suicidio. Si la cinta tiene 120 minutos voy a tardar 120 minutos en volcarlo a formato digital. Lo que tarden en girar las bobinas. Así que... Sal-excretando-leches.

Al otro lado del micrófono se escuchaba un ruido leve y repetitivo. Fedora ya estaba jugando con el bolígrafo que tenía entre las manos; algo que solía hacer cuando estaba nerviosa. Sacar la punta, meter la punta, sacar la puta, meter la punta.

Sanders hizo una mueca. No iba a llevarse las cintas. Además, Fedora era una exagerada. Sólo tenía que grabar las partes en las que aparecía Linx, a su parecer. Además, eran VHSs. Dudaba mucho que en su guarida llena de la tecnología más puntera hubiera un vídeo.

-Eres la mejor, ¿no? -respondió entre dientes mientras continuaba internándose en la zona restringida-. Pues entonces ese hacker no tiene nada que hacer contra ti. Tienes mi total confianza.

Goldfield intervino en la conexión apenas durante un momento. - Aquí Operaciones. Número 8, ¡saca esas malditas cintas de ahí de una vez, es una orden, no podemos arriesgarnos a que entren en nuestra conexión! - rugió el veterano Centinela por el comunicador

Malhumorado, Sanders se dio la vuelta y obedeció.

Con las cintas escondidas en la chaqueta, Troy salió disimuladamente de allí asegurándose de que nadie le viera. Nadie pareció intervenir, así que Número 8 desapareció del lugar y se dispuso a llamar a Móvil para que le recogiera y le devolviera a la base.

Ahora tocaba comprobar qué había en esas cintas...