Partida Rol por web

Me concentro para intentar activar los Dones de Silencio y Ojo Nublado antes de entrar en la caverna. Aunque no he detectado nada extraño no por ello voy a dejar de tomar precauciones.

- Si alguien pretende tenderme una emboscada primero tendrá que localizarme. - pienso. Y luego pillarme pues en cuanto me sienta en peligro correré como alma que lleva el diablo con el Don de Velocidad de Vértigo.

Con ese pensamiento decido entrar en la Caverna atenta a todo lo que me rodea.

Oculta por los dones que te fueron concedidos para mayor gloria de tus funciones sagradas hacia la Nación, te adentras en la caverna. Caminas sin emitir sonido alguno, con tu cuerpo cubierto por un aura de vapor que te hace desvanecerte por instantes. Tus patas pisan sobre tierra y piedra, sobre polvo y musgo, sobre telarañas desperdigadas, hasta que un sonido te detiene. El de algo arañando roca, arrastrándose por algún punto de la gruta que no logras determinar. Los sonidos se desperdigan por el lugar, merced al eco reinante.

Los otros totems te han repudiado ¿no es así? -La voz es femenina, seductora y maternal. Ante su repentina presencia no te embarga el temor, sino un repentino calor- Búho te ha apartado de aquellos a los que apadrinará, alejándote de sus tierras de los muertos y la sabiduría que se oculta en ellas. Coyote ha jugado contigo sin guiarte hasta su laberinto, ignorando tus capacidades para seguir sus dictados. Oso no se ha molestado en ponerte a prueba en su cueva enferma. Júpiter no te ha considerado digna siquiera de depositar un ojo sobre ti. Los demás se mantienen ocultos, dejándote vagar sin rumbo por el laberinto de la eternidad solitaria...

Tus ojos se clavan en una de las varias aberturas que hay en el techo, donde ves algo moverse. Una figura de ojos brillantes que te observa oculta en la oscuridad.

Pero yo veo más allá de tu apariencia, de tu superficie. Como una madre, veo lo que hay en el corazón de su hija. Lo que es y, sobre todo, lo que puede llegar a ser. No necesitas ocultarte de mí, pequeña, pues no estás en mi caverna para saciar mi apetito, sino para ser uno de mis huevos en el mundo, a punto de eclosionar. Sagrada es la misión que debe llevarse a cabo, y sabio será el consejo que yo te ofrezca. Si decides aceptarlo.

- Todo va bien. - pienso mientras avanzo cautelosa sin emitir sonido alguno.

Mas a medida que avanzo la sensación de incomodidad se acrecienta en mi interior.

- ¿Por qué has entrado aquí sola Camina-veloz? - me pregunto varias veces a lo largo del trayecto hacia el interio de la caverna.

De repente algo suena sobre mi cabeza. Algo que se oculta en las aberturas del techo y que me habla como si supiera quién soy.

- ¿Como me ha localizado? - pienso. No emito sonido alguno, estoy oculta en las sombras y mi olor no puede delatarme.

- ¿Quién eres? - pregunto intrigada cuando termina la parrafada.

- ¿Un huevo en eclosión? - pienso. ¿Misión Sagrada?

Demasiadas preguntas que hacer y poco tiempo para formularlas.

- ¿Acaso no intentó Búho salvarme de la caida y evitar que cayera en las extrañas fauces?

Mis pensamientos vagaban sin cesar por los recientes acontecimientos intentando sin mucho éxito sacar alguna conclusión por mi misma.

Observas a tu alrededor. No has emitido sonidos, y tu imagen es vaga y desaparece por momentos. Pero en el suelo te fijas en las extrañas telarañas, en como vibran al menor roce. ¿Acaso es eso lo que ha alertado a ese ser?

Eso es...

Telas de araña ¿Cómo no te has fijado antes? Están por todas partes, cubriendo las rocas. Y donde hay telas de araña...

El ser de la cavidad se mueve, extendiendo fuera de su cubículo unas largas y peludas patas insectiformes, tan largas como varios báculos unidos. Sale una, luego otra, y les siguen dos más, antes de que una gran cabeza de araña, con múltiples ojos como esferas negras y grandes colmillos. El gran corpachón se arrastra fuera de la cavidad, empujado por otras cuatro patas más.

Mi nombre, pequeña óvida, es Ananasa.

Cuando la araña se presenta ante mi siento como un escalofrío recorre mi cuerpo. Desde luego su aspecto no es nada tranquilizador. Observo su forma y las telarañas que recorren toda la caverna.

- Así que me has localizado gracias a las telarañas. - musito. Bien, una lección aprendida.

Cuando me dice su nombre me quedo pensativa. Intentando recordar.

- ¿Ananasi? - me pregunto mirando en mi interior en busca de alguna respuesta.

Una parte en mi interior me impele a salir corriendo como alma que lleva el diablo pero otra me insta a seguir aquí. A averiguar porqué le intereso tanto a esta araña llamada Ananasi.

- Te escucho. - digo finalmente. ¿Cual es tu oferta?

Muestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespetomuestramásrespeto...

Una sinfonía de voces retumba por la caverna, voces diminutas, agudas, como de niñas pequeñas, que se reparten por todas partes. Te giras y observas, descubriendo a multitud de pequeñas arañas que surgen de los rincones rocosos de la cueva, caminando con sus largas patitas sobre las telarañas y observándote en el proceso.

¡¡Silencio, hija!!

La multitud se calla, haciéndose un tenso silencio en la cueva mientras la gran araña avanza un par de pasos con sus grandes extremidades. Sus ojos te observan, mientras por el lugar el ejército de arañas se despliega para concentrarse en un solo punto a su espalda, formando una pequeña montaña de arañas pisándose entre sí.

Mi "oferta" es la siguiente: yo te ayudaré a descubrir los secretos del mundo oscuro, las verdades negras que se parapetas en la negrura de la sombra. Verás las tinieblas como nadie más podría. Tendrás una madre que te aconsejará sabiamente, como ningún otro tótem haría, y sin la necesidad de cargar con el peso de otros compañeros de manada. A cambio, solo te pido que seas una más en mi causa de devolver el equilibrio a la Tríada, ayudando a mis Hijas cuando te lo soliciten. Y que seas, como corresponde, lo bastante sabia como para no afrontar ninguna situación sin al menos una vía de escape.

Enseño los dientes a las arañitas antes de que Ananasi intervenga.

- Así que esa es la propuesta. - pienso. No está mal. Cuando menos es interesante.

- No suelo afrontar situaciones a la ligera. - le digo a Ananasi.

- He de reconocer que la oferta es cuando menos tentadora. - prosigo. Incluso podría denominarse interesante.

Hago un pequeño parón antes de seguir con mi pensamiento en voz alta.

- Mas, hay un par de cuestiones que me gustaría me respondieras.

- ¿Cuantos habría como yo? - le pregunto. Antes de darle tiempo a contestar prefiero reformular la pregunta para que me dé mayor información en caso de contestarla.

- Permiteme que me exprese mejor. ¿De cuantos huevos dispones ahí arriba, en la superficie de Gaia y de cuantos bajo ella?

- ¿Ahí arriba tendría una manada o vagaría sóla por Gaia hasta que me necesitaras y me encontrara con algunos de tus huevos?

Realmente tenía que sopesar ciertos aspectos antes de dar el SI a Ananasa. Al fin y al cabo nunca había oido hablar de ella y Masacra-de-noche me habló de la mayoría de los totem. ¿Por qué no mencionó a Ananasa? ¿Acaso lo desconocía o lo ignoró a conciencia en sus enseñanzas?

Más y más dudas resuenan en mi cabeza. ¿Hasta cuando seguirán acumulándose las preguntas sin respuesta en mi interior?

El montón de arañas se agita nerviosa tras el cuerpo de Ananasa, elevándose desde el nivel del suelo hasta formar un gran cráter del que surge una figura oscura y brillante. La silueta de una mujer, en formación, aparentemente desnuda en un principio pero cuya piel oscura va clareándose y cubriéndose con un atuendo elegante a medida que las pequeñas arañas van fundiéndose con ella.

La mujer avanza un par de pasos, haciendo resonar sus tacones sobre la roca, y mostrando sus bellas manos sobre un bolso caro y su hermoso rostro bajo un sombrero propio de la alta sociedad.

Aprende a comportarte ante la Reina, loba, o nos servirás de alimento a sus hijas. En cualquier caso, ella siempre prevalece...

La gran araña no detiene la lengua de la mujer, lo que te hace asumir que no rechaza la idea de esta. En cambio, espera a que termine su amenaza antes de proseguir.

Pides mucho, hija, y no te has ganado una posición suficiente para conocer datos tan relevantes de mi plan. No te imagino preguntándole a Buho, a Unicornio o a Ciervo cuantos Hijos tienen en el mundo. Pero Ananasa es diferente... Solo te diré esto: no estarás sola. Nunca estarás sola. Ananasa estará a tu lado, sus otras hijas estarán a tu lado, y la Nación garou seguirá a tu lado. No tengo intención de pedirte que renuncies a tu pueblo. Al contrario, te necesito a su lado, ayudando al restablecimiento del equilibrio perdido, renovando a Pequeño Gran Azul. E informándome después del modo en que los hijos del Kaos afronten sus deberes. No tendrás manada, al menos al principio, es cierto, pero tu vida estará al servicio de algo mucho mayor.

Sonrío desafiante ante la amenaza de la mujer.

- Hace falta mucho más que tú para acabar conmigo. - pienso. Si pude librarme de las Fauces Siniestras no caeré ante tí.

Luego centro mi atención en Ananasa sin perder de vista a la recién llegada.

- Está bien. - le digo inclinándome ante ella en señal de respeto. Puedes contar conmigo. Te serviré tan fielmente como me sea posible y tendré una vía de escape abierta en todo momento.

- O eso espero por mi propia seguridad.

- Veamos si puedo ir cerrando algunas de las muchas cuestiones que recientemente se han originado en mi mente y a las que no he podido hallar respuesta.

- Madre, encontré esta copa en una sala llena de huesos. - le digo a Ananasa. Yo misma ví como dos Garou caían fulminados al ingerir el líquido que hay en su interior para luego simplemente desintegrarse y dejar sólo los huesos. ¿Sabes algo de la copa o su contenido? Es Plata, de eso estoy segura.

- ¿Y que era ese ser casi fantasmagórico que amenazaba con matarme y que controlaba mi mente haciéndome creer que no era más que un vulgar conejo?

La mujer al costado de Ananasa extiendo antinaturalmente su sonrisa, escapándose entre sus labios una risita sarcástica. La reina araña no le presta atención, aparentemente.

Hija, tanto la copa como el efecto de su contenido son solo retorcidas pruebas de este mundo umbral de locos -Dice con paciencia amorosa, como una madre adoctrinando a una niña pequeña- Los lobos que viste morir no están muertos, sino que han trascendido el yo individual para convertirse en un yo en la manada de la que formarán parte. El hecho de que no bebieras de la copa te dejó fuera de esa manada, y lejos de las zarpas del engañoso tótem que la preparó, evidentemente no para ti. Era él el ser fantasmagórico del que hablas, quien jugaba contigo para empujarte hacia su prueba. Ahora esos lobos son Hijos de Coyote, como tú eres Hija de Ananasa. Ellos hablarán abiertamente de su guía espiritual, como tú NO podrás hacerlo. -Esa afirmación te sorprende- El pueblo araña ha gozado de una horrible y equivocada fama entre los lobos, desde tiempos que se pierden en el albor de los tiempos. Hay muchos entre los tuyos que desconocen nuestra existencia, pero entre los que sí creen conocernos abundan quienes me sitúan, como a mis hijas, en las filas de la Tejedora, o incluso del Wyrm. Nunca debes hablar de tu relación con Reina Ananasa con ningún Óvido, salvo que sepas a ciencia cierta que también me sirve. ¿Lo comprendes?

- Así que Coyote... - murmuro. Tiene un Sentido del Humor un tanto peculiar y de mal gusto.

- ¿No podré hablar de mi Totem? - me pregunto. ¿Por qué?

Rápidamente hallo respuesta a mi pregunta.

- No será tan malo no hablar de Ananasa. - pienso. Así será más divertido.

- Se me hará raro guardar un secreto a Masacra-de-noche más si madre así lo dice tendré que hacerlo por muy duro que sea.

- Madre, si no podemos hablar de tí, ¿como voy a saber a ciencia cierta que es un hermano? - pregunto. Salvo ella. - comento señalándola con la cabeza. No conozco a ningún hijo suyo.

Por eso está ella aquí, hija mía -Dice la gran reina araña, al tiempo que la mujer hace un gesto de sumisión hacia ella con la cabeza- Es mi hija Zoe Depardie Hilo-del-Kaos, la primera de las que conocerás con el tiempo, si aprendes sabiamente. Con el tiempo, merecerás conocer la letanía que rige a mis hijas más antiguas, y podrías ganarte el privilegio de visitar uno de sus Nidos. Pero antes de eso, obtendrás conocimientos y secretos, incluidos Dones arácnidos que te enseñaré cuando seas merecedora. Buscarás mi consejo cuando te encuentres sola, y yo responderé. Zoe será tu mentora, te mostrará cómo debes comportarte para hacer honor al privilegio que acabas de recibir, y te transmitirá instrucciones si sus órdenes de mi parte te incluyen en mis planes. Pero de momento...

La araña gigante comienza a retroceder con sus largas patas, arrastrando su gran parte trasera en dirección a una apertura en la pared de la cueva, adentrándose en la oscuridad.

...Debes regresar con tu pueblo lobo. Las manadas están a punto de regresar triunfales, y seguramente deseen festejar y preparar las acciones que deben culminar en la liberación del espíritu del lago. Y tú deberás estar junto a ellos...

- Así se hará. - le respondo a Ananasa antes de que esta se retire.

Agarro el caliz y decido seguir mi camino para salir de esta cueva y llegar hasta el resto de la "manada".

- Espero llegar a tiempo. - pienso.

- Ahora tendré dos mentores. - divago mientras camino. ¿Como me afectará esto? Si entran en conflicto ambos puntos de vista se supone que debo escoger el que me indique Hilo-del-Kaos aunque decepcione a Masacra-de-noche.

Definitivamente si se da el caso deberé encontrar un equilibrio entre ambas opciones aunque sinceramente espero no tener que llegar a esos extremos.

- ¿Viajarás conmigo? - le pregunto a Hilo-del-Kaos. ¿O tendré que buscarte de alguna forma si necesito tu consejo?

La mujer araña sonríe levemente ante tu pregunta, lanzándote una mirada condescendiente. Sin embargo, tienes la impresión de que incluso ese simple gesto es algo calculado. Esa mujer es fría, muy fría.

Tengo un apartamento en Veytaux, a pocos kilómetros al norte de ese castillo que tu pueblo piensa controlar. Si no me encuentras allí, puedes dejar un recado al portero del edificio, y me lo hará llegar. No te voy a acompañar hasta la "agradable" compañía de tus amigos lobos, la Reina Ananasa me despreciaría por tamaña temeridad. Ahora vete, regresa al laberinto y camina de lado, te será permitido regresar al mundo físico... y a tu nación.

Te tiende una tarjeta de visita con la dirección. Cuando haces gestos de pretender agarrar el cáliz, la Ananasi carraspea ligera y falsamente.

No pensarás cargar con eso ¿verdad?

- En verdad pensaba hacerlo. - le digo ligeramente azorada. Mas puede ser que no tenga ningún sentido hacerlo. - admito.

Así que dejo la copa en el suelo y adopto la forma humana para coger la tarjeta que Hilo-del-kaos me ofrece.

- De acuerdo. - prosigo dándome la vuelta y saliendo de la gruta.

- Ya nos veremos. Supongo.

Empiezo a caminar por el laberinto meditando en los recientes acontecimientos.

- Aquí está bien. - pienso mientras me concentro en caminar de lado.

La última vez no salió nada bien así que espero que esta vez no sea así y todo discurra sin complicaciones.