Macarena como la niña que acaba de ser regañada agachó la vista y con la mano empujó la película hacia "el portugues" pero no sin antes mirar a Ricardo.
- ¿Podemos ayudarte a deshacer todo este lío?
Se dio cuenta que estaba hablando por todos, y es más que probable que no estuvieran de acuerdo en este punto, pero si habían llegado hasta allí juntos... Además era tarde para deshacer sus palabras. El que no estuviera de acuerdo no tardaría en expresarse, como recordaba su abuelo hablando siempre de tiempos peores "estaban en un país libre".
Levantó la vista tímidamente esperando una respuesta para su penitencia.
El viejo Domingo dio un respingo ante la aparición del Portugués. Miró alrededor varias veces como si buscara una justificación a la inesperada aparición del hombre y su imponente guardaespaldas.
Pronto recompuso la figura e intentó controlar el exceso de sudoración que el dislate estaba produciéndole. Sacudió la cabeza y se apretó los ojos cerrados con los dedos pulgar e índice de la mano derecha antes de decidirse a hablar.
—¿Y si no te creo? —dijo en un improvisado todo desafiante—. Exiquio...
Valoró unos instantes las palabra que iba a decir. Se mesó la barbilla y volvió la mirada hacia Macarena antes de volver a hablar.
—¿Qué hay del mensaje de tu abuelo? ¿No irás a creer todo lo que dice este...?
Dejó la frase en suspenso y sólo el viento se atrevió a colocar la palabra ofuscada por la prudencia.
Delincuente, quiso decir el policía.
Los cuentos del portugués hacían que los sentimientos de Agustín se confundieran, por una parte el misterio de quien mato el gallego estaba resuelto, y por otra aun quedaba la posibilidad de que volviera a morir, y esta vez de verdad... quien demonios tiene esta clase de conflictos morales?
Pero pese a las ganas de su sentido común de levantarse el irse, se quedo, con miedo en su corazón, pero deseos en su fría lógica de ver el final de todo esto, después de todo lo que vivo hasta ahora ya lo iba a seguir hasta que muriera, al menos iba a morir sabiendo como acabo todo esta historia.
-Y si no le crees que mas nos queda? antes que llegara el, estábamos en un callejón sin salida, yo tampoco me fió mucho, en especial luego de ver con que clase de... criaturas se junta en su mansión
Hablándole directamente a Domingo como si no estuviera el portugués presente y por primera vez su vos no parecía agresiva o a la defensiva, parecía una voz comprensiva
Turbado, con imaginaciones de poder ser camaleón o invisible, atendía con las facciones apretadas y la cabeza gacha las sucesivas intervenciones.
Arrastró entonces la mirada junto con la película, alzándola justo para reprimir un ups escandalizado cuando Domingo mencionó el mensaje del Gallego.
Sondeó de soslayo al Portugués. No era de extrañar que el guía al que tanto parecía apreciar se hubiese guardado algún as en la manga, teniendo que lidiar con semejante elemento.
Contrariado, entornó los ojos ante el comentario de Agustín de haberse encontrado encenagados y comprendió que el policía tenía razón en rebelarse. Entresacó un poco de dignidad de sus costuras y mirando con determinación a Mauricio Soares, reivindicó:
-Estoy un poco harto de escuchar que metimos la pata, como si vos, como si vosotros hubierais hilado muy fino con todo el asunto. ¿Por qué tanto interés en la carta de tarot, nomás? Fuimos nosotros quienes te la proporcionamos.
Se calló, se le veló la vista: aún trataba de concluir si la insistencia en su concernencia, con la oportunidad peregrina de asomarse al enigma de Ignacio Aldecoa, era preferible frente a poner ahora mismo pies en polvorosa, en pos de William Cornellius.
- No me crees...- el Portugués sonrió. Volvió a su rostro ese aire de depredador inmisericorde - ¿Y por qué no vas a creerme? O mejor dicho: ¿para que iba a tener que engañarte? Pobre ciego en el país de los tuertos, ¿qué me importa a mí si me crees o no? Esto es lo que hay: os vengo a pedir que no sigáis jodiendo más la cosa. Ya bastantes problemas habéis causado. Si por mi fuera...- hizo un gesto con la mano, un aspaviento como quien aparta a una mosca - En fin. Pero estoy seguro de que Exiquio no estaría de acuerdo con mi parecer, y yo soy un sirviente fiel.
Luego miró a Elías:
- ¿La carta? Sólo un golpe de fortuna. ¿Qué pretendías hacer tú con ella? Eres un magucho de tres al cuarto, un titiritero. Sigue mi consejo: no intentés aprender trucos que te resulten grandes.
El desprecio se reflejaba en el rostro del Portugués. Para él aquella conversación no parecía demasiado interesante.
- Y mis compañías no son peores que las de otros- contestó finalmente a Agustín - Vosotros tratáis con sombras, yo he entrado en la caverna y Exiquio... Exiquio ha encendido la luz. No sabéis lo mucho que está en juego. Lo que podéis hacer - contestó finalmente a la Maca - es entrevistaros con el maldito Holandés y darle una pista falsa. Apartarlo. Él cree que no sabéis nada y no anda muy desencaminado. Usemos su mismo truco: desinformación. Hacedle un último favor al viejo y no dejéis que los perros infernales sigan su pista.
Macarena fue siguiendo la conversación con la mirada; las opiniones, las puyas, los reveses, los insultos velados... Prefería no intervenir, ya que la situación era bastante tensa y no beneficiaba a nadie echar más leña al fuego o ponerse en medio. Dejó que la fricción se fuera enfriando, estaba claro que tenían que comulgar con ruedas de molino para seguir adelante. No esperaba hacerse una gran amiga de El Portugués y que los tratara como iguales, o al menos como personas. Pero tenían que conocer sus opciones y ante el hermetismo o falta de conocimientos de William y Elías parecía que el mafioso jugaba en casa y estaba dispuesto a darles la información barata (al fin y al cabo tenía razón en que la película ya era suya).
Decidió evitar los diferentes desplantes, continuando con el tema que a ella le interesaba que era lo último que había mencionado Soares:
- Pero creo que tenemos claro que el Holandés es alguien poderoso, casi me atrevería a decir que prácticamente ya no es ni humano... ¿cómo podríamos nosotros engañar a ese ente? ¿Cómo conseguimos que no nos pille?
La mirada de Domingo recaía continuamente sobre Macarena mientras El Portugués continuaba con su perorata. No volvió a contestarle y por la expresión de su rostro tampoco parecía escuchar lo que decía. Y es que a Domingo no le interesaba la opinión del fanático que había resultado ser Mauricio Soares.
—Demasiada mierda —fue lo que pensó el viejo policía.
Era la mejor justificación. Ese tipo se había pasado de mierda y venía a contarles los extraños acontecimientos que tenían lugar en su mente corrompida por la droga. En cierto modo le compadecía y quizá por eso no le siguió el juego.
La mirada seguía firme sobre La Maca a la espera de su deseo.
- El Holandés nunca fue humano, pero eso no lo hace omnipotente. Están tan perdidos en la Mentira como nosotros, por lo cual podemos jugar las mismas bazas que ellos. El único problema es que si se da cuenta nos podemos dar por jodidos. Creo que es hora de sacrificar algunas cartas de la baraja.- el Portugués sacó de su bolsillo la carta del tarot y la puso sobre la mesa: el Ahorcado - Por algún motivo este palo fue a caer en vuestras manos. Todavía no sé que papel juega en este drama pero hace mucho que he dejado de creer en las casualidades. Tenemos que despistar la atención del Holandés de Madrid y desviarla hacia otro lugar... pero para eso debe creeros. Si le entregáis esta carta fingiendo que no sabéis que es puede que el farol cuele... Sólo nos queda encontrar un cebo para la atención de los Poderes.
El Portugués se recostó en la silla. Sobre la mesa el naipe y la película compartiendo la atención de todos.
- Tolito es un objetivo tan bueno como cualquier otro. Ha huído de la ciudad, por lo que a efectos prácticos se puede pensar que oculta algo. Ha intentado jugar el Mundo pero le ha salido invertida. Que el Holandés vaya tras él... eso nos dará el tiempo necesario para fortificar la posición del maestro y jugar la carta de la Templanza.
Ante la pasividad de los demás Ricardo cogió la carta de la mesa:
- Yo iré. Después de todo parte de lo sucedido ha sido culpa mía. Los demás no tenéis por qué seguir cargando con mis errores. Y aunque sé que fue él quien... todavía recuerdo...- se ahogó su voz al pensar en lo que había hecho aquella noche. Cuando pudo recobrarla sólo añadió :- Esperadme aquí si queréis... No veo necesario que si pasa algo malo tengamos que arriesgarnos todos.
El Portugués se recostó contra la silla, satisfecho:
- Nada saldrá mal muchacho... uno de los defectos de los Guardianes es que siempre subestiman a los humanos.- sonrió - Dile simplemente que la carta era de Tolito pero se la dejó abandonada en su precipitada huida de Madrid. Coméntale que Tolito había hablado de ciertos rituales místicos pero no seas demasiado específico. Probablemente confundirá tu miedo con la turbación que provoca a un no-iniciado el presenciar hechos místicos. Eso debería bastar para que los Poderes vayan en pos de Tolito. Cuando lo encuentren y se den cuenta del engaño nosotros ya estaremos listos para recibirlos y el Maestro estará a salvo.
El Portugués sacó de su bolsillo un sobre cerrado y se lo tendió a Ricardo:
- Aquí tienes la carta. Ya sabes lo que debes hacer. Cuando acabes de hablar con el individuo vete al pub Babel... entra por la puerta de atrás. Daré instrucciones para que esté abierto. En cuanto tengamos claro que no te han seguido nos reuniremos contigo.
Miró al Toro, que seguía en la puerta:
- Toro: acompaña al neno a su reunión. Espera en la furgoneta y si pasa algo intenta sacarlo de allí cuanto antes.- ante la mirada de preocupación del Chapas se apresuró a añadir :- No debería pasar nada, descuida. Los Poderes no van a montar alboroto a plena luz del día en Madrid... y tú no vas a darles motivo para hacerlo.
Mientras el Chapas salía por la puerta acompañado por el enorme mejicano se volvió a los demás.
- Ahora vamos a esperar a que el chaval llame cuando llegue al Babel. Y luego, con un poco de suerte, nos separaremos y esto se habrá acabado.
Domingo se encogió de hombros. Una vez más la situación le superaba y no tenía un argumento mejor para rebatir la locura que acababa de proponer el Portugués.
Esperaba que la Maca se interpusiera, que tuviera algo que decir pero no fue así y lo entendía. La situación les había superado a todos. Durante unos días habían estado tanteando en un mundo que no es el suyo, un mundo que Domingo todavía dudaba que existiera. Esperaba que el sueño acabara pronto y el despertador indicara un nuevo día de trabajo.
Esperaba la lógica realidad como él la conocía.