El sacerdote acompañó a Domingo hasta la puerta tras tomar nota del teléfono de su busca y de la central donde lo podrían localizar.
En el exterior el viejo policía miró su reloj. Ya era hora de comer...
Te pongo en pause mientras resuelvo las acciones de los otros ;)
Llegó puntual, como siempre, al local indicado. Lo malo ahora iba a ser aparcar. Redujo la velocidad buscando el milagro del sitio libre. En ese momento vio a los chicos que, al otro lado de la calle, venían a la carrera y le hacían gestos para que parase. Parecían alterados y uno de ellos, el chulapas alto, cojeaba ostensiblemente. ¿Le habrían dado una paliza? No le extrañaría nada de nada. Detuvo el coche y puso las luces de posición mientras el grupo cruzaba la calle...
Pasas a la escena Pongamos que hablo de Madrid: Macarena