De nuevo volvió a rascarse el mentón pensativo.
—Sí, supongo que no habrá ningún problema en ir al almacén ahora —respondió encogiéndose de hombros.
Rápidamente volvió la mirada a Elías.
—¿De verdad? ¿Y que supones que hay en esta cinta? —acabó diciendo mientras la cogía de la mesa.
“¿El sacrificio de Exiquio, de casualidad?”, estuvo a punto decir, aunque finalmente contestara:
-Por nada en el mundo les jodería la sorpresa. ¿Nos vamos?
El grupo se puso en marcha nuevamente. Se subieron en el coche de Domingo y, tras un momento de duda, el viejo policía decidió que era mejor que Elías montase en el asiento del copiloto mientras los jóvenes se sentaban atrás. Sobre todo para mantener a Agustín alejado del mago.
Media hora más tarde estaban en el almacén de la policía. Tal y como Domingo había supuesto el guardia de noche no puso ningún impedimento a que entrase allí, pese a la extraña compañía que traía. Por desgracia para el guardia y para Domingo cosas más raras habían pasado en aquella comisaría, sobre todo cuando había agentes de Velez por el medio...
Pasamos a la siguiente escena: Proyecciones.