Montando en su coche Domingo condujo hasta la comisaría. Tenía la esperanza de que, pese al papeleo que le esperaba por el tema del tipo de la pensión, en un par de horas estaría libre al menos para acompañar a la chica con Javier hasta ese misterioso apartado de correos. La virgen, que aspecto más extraño estaba tomando todo. Se sentía como si estuviera viviendo en una película de terror barata.
En la oficina todo era movimiento, como siempre a esas horas. Javier estaba sentado en una de las mesas de administración. Varias personas saludaron a Domingo felicitándolo por su buena salud mientras se acercaba a su compañero. Al parecer todo el mundo estaba ya al tanto de lo sucedido.
- ¿Que tal Callahagan? Ya está todo el mundo al tanto... Joder, un psicópata en Carabanchel. Esto es la hostia... He ido cubriendo parte del papeleo más funcional para ahorrarte un poco de burocracia. Velez está en su despacho esperándote.
- Menudas ganas tengo... - sonrió mirando al techo - Acabemos con esto rápido. - suspiró arreglandose la chaqueta y caminando hacia el despacho - Sigue con ello socio, ahora estoy contigo. - terminó guiñando un ojo al joven policía.
Se paró frente a la puerta del despacho de Velez y tras inspirar y expirar el aire fuertemente golpeo la puerta y entreabrió la misma. - ¿Se puede señor? - preguntó antes de entrar.
- Coño, John Wayne.- saludó el sargento Velez con una sonrisa mientras mostraba una silla a Domingo :- Anda, cierra la puerta y cuéntame de donde coño salió ese psicópata de película y que pintabas tú en la pensión.
Contra la mayoría de los jefes que Domingo había conocido a Velez le sudaba mucho el que un policía usara su arma reglamentaria. Todos sabían que él en su juventud había sido un gatillo fácil y algunos hablaban de un pasado falangista del que no se podía librar del todo. Aparte de su oscuro pasado estaba su turbio presente. Domingo lo conocía bien porque formaba parte de esa red de policías que aceptaban ciertas ventajas que su vida les concedía. Aún así, con sus malos hábitos, Pablo Velez era bastante respetado. El veterano sargento de policía intentaba mantenerse en forma pese a su trabajo de oficina. De hecho estaba en mejor forma que muchos de sus hombres que patrullan, desde luego. Con su barba recortada y su aspecto de maduro misterioso todos decían que tenía un aire a Sean Connery, aunque quizás aquella comparación fuera excesiva.
Sonrió al primer comentario y se sentó en la silla con un suspiro - Como le he dicho por radio sargento, - comentó cruzando sus brazos - fuí a ver si el nieto de mi amigo había pasado a recoger las cosas de su abuelo. - suspiró negando con la cabeza - Quien iba a imaginarse que iba a encontrarme con ese... Ser. - susurró aun algo alucinado - Le dí el alto y se giró con esas extrañas garras en las muñecas, - explicó gesticulando - y acto seguido se lanzó sobre mí, así que dispare mi arma... - suspiró nuevamente - Cuatro disparos para abatirlo, nunca había visto algo así. - terminó meditabundo.
- Y tanto que nunca habíamos visto nada así... El forense que estuvo con el juez para levantar el cadaver me comentó que no llevaba guantes de cuchillas, como pensábamos. ¡Se había incrustado las cuchillas sustituyendo a varias falanges de sus dedos! Por no hablar de los cristales que se había cosido delante de los ojos... Menudo individuo. Alguien así, sin duda, ha dejado un rastro que seguir. No se topa todos los días uno con un paisano de esa guisa y pasa inadvertido.
Revisó una montaña de papeles que estaban encima de la mesa:
- No te preocupes Domingo, que esto está bajo control. No sé de donde ha salido ese hijo de puta pero estoy seguro de que lo mejor que le podía pasar es que le metieras cuatro balazos. Así lo he dejado ver a los de asuntos internos. No hay muchas dudas, porque además tenemos a la pobre vieja rajada como un cerdo. Simplemente redacta un buen informe, ya tienes costumbre, y entrégalo para pasarlo a instancias superiores. El caso del Gallego se está volviendo realmente extraño... ¿Pudiste hablar con ese tarado antes de darle matarile?
- No, - negó con la cabeza - como le digo sargento se me lanzó encima en cuanto se giró. - suspiró encogiendose de hombros - ¿Le importaría si paso por el instituto forense? - preguntó al sargento levantándose - Quiero resarcir mi curiosidad sobre ese tipo... - continuó - Por supuesto, antes haré el informe. - terminó esperando respuesta de su superior.
- Claro, no hay problema.- contestó Velez - Por cierto, hay un asunto del que te tendrás que ocupar, pero ya te llamaré para el tema.
Haciendo un gesto con la mano despidió a Domingo, que salió del despacho con una nube negra sobre la cabeza. Cuando Velez tenía un tema pendiente significaba que Domingo se iba a enfangar un poco más en los trapos sucios del departamento.
Llegó hasta su mesa, frente a ella la de su compañero Javier rebosante de papeleo igual que la suya, con un suspiro se dejo caer sobre la silla sonriendo a su compañero en silencio, recogió un folio y comenzó a introducirlo en la maquina de escribir
-Hago el informe rapidito y nos vamos a patrullar.- comentó aun sonriendo a su compañero pero sin mirarle - Tengo un asunto que investigar... - sentenció poniendose un tanto serio mientras comenzaba a teclear en la maquina.
No me olvido de ti, eh ;) Es que los otros están acabando su turno y quiero enlazaros en cuanto terminen :D
Domingo, ayudado por Javi, cubrió el papeleo con una velocidad febril. Aún quedaban cosas en el informe por pasar a limpio cuando, sin quitar la vista del reloj de pared, vio que estaban a punto de dar las cinco. Sabiendo que más pronto que tarde le reclamarían más datos dejó el documento en la bandeja de entrega y haciéndole una seña a su compañero fueron a por el coche patrulla.
Diez minutos más tarde se acercaban a la Pérdida. Javier ya bromeaba con que iban a pasar más tiempo en esa zona que en sus propias casas cuando Domingo, extrañamente serio, vio venir por la avenida cercana a los chicos. Una cuarta figura se había sumado al grupo. Reconoció al argentino que el día anterior había mencionado que también conocía al Gallego en la Pérdida.
Domingo condujo el coche hasta aproximarse a la acera. ¿De donde venían los chicos?
Pasamos a la escena A vuelta de correo.