Quiso negar la evidencia, justificar que el viejo Exiquio no esta metido en esos líos de sectas pero no pudo. El argumento de Elías era irrebatible y así tuvo que admitirlo Domingo asintiendo.
- Sí, Elías. Por más que intente pensar otra cosa creo que lo que dices es lo más cabal - dijo meneando la cabeza.
- Viejo loco... - llegó a decir para si mismo.
Volvió a mirar el reloj y apuró la copa. Era fuerte, muy fuerte como había pedido y eso le ayudó a olvidarse un poco del oscuro pasado del gallego.
- Vamos. A ver si tu primo y ese gamberro de Agustín han sacado algo en claro.
Estoy de vuelta.
Todos miraron hacia la puerta del baño. Era cierto que no habían llegado a ver si Pausanias salía del mismo durante el espectáculo. Sólo por cerciorarse Domingo se aproximó a los lavababos para constatar algo que ya sospechaba: el otro aprendiz de mago había desaparecido. No era un gran truco: pudo hacerlo mientras iban al backstage.
Por su parte Elías contempló decepcionado la entrada y el público. Ni rastro de Rafael. Y, sin embargo, parecía tan sincero cuando dijo que iba a venir.
Apurando sus copas el grupo se dirigió hacia la Torre de Babel para ver si Agustín y Ricardo habían descubierto algo en aquella casa...