-También votaré por la General, es la opción que veo actualmente. También intentaré hoy interrogar a Adam, aunque me gustaría poder inmovilizarle hoy, pero es difícil teniendo en consideración nuestro aislamiento.- Dijo mientras simulaba fumar lo ultimó de su cigarro.
Pese al frío y al agobio del encierro, acabaron tomando la decisión de esperar, sin dejar que la locura afectase el juicio de sus acciones... O al menos así fue hasta que surgió la idea de acabar con la vida (si es que así podía llamarse) de la general Véctor. Algunos posiblemente habrían cuestionado la decisión de asesinar a alguien que ya era prácticamente un cadáver, e incluso los más heroícos posiblemente habrían insistido en que aún era posible salvarle la vida.
... Pero esos muy probablemente murieron durante el primer día, y ahora mismo las acciones valían más que las intenciones. Así que allí, dormida como se encontraba, la General Véctor fue asesinada por segunda vez. No con un arma de fuego, pues no había ninguna a mano, sino que la ejecución debió ser llevada a cabo con un objeto mucho más accesible: un bisturí, el cual acabó clavado en la garganta de la General.
El cuerpo convulsionó, se agitó, aún respondiendo a algo tan fuerte como una puñalada... Y finalmente cesó de moverse para siempre. Ahora solo quedaba esperar a que los rescatasen...
La decisión de asesinar a sangre fría y sin compasión alguna a la inocente General Inés Vector quien tan solo se tomaba una siesta fue tomada de forma unánime.