Año 1945 - Invierno
Pocas son las personas que no han oído hablar alguna vez del imponente Briggs, aquella barrera alzada en medio de las montañas para cortar completamente la ofensiva del ejercito de Drachma y que a día de hoy se mantiene como un muro poderoso, impenetrable. Sin embargo una cosa es oír rumorse, imaginarlo, y otra estar frente a frente con el enorme muro de metal negruzco en su totalidad, salvo por unas cuantas pintas blancas causadas por el hielo y la nieve. El frío era infernal, al menos para todos aquellos soldados que no estuviesen acostumbrados al frío.
Tal era el caso de la guarnición del este, la cual se movilizaba a pie a través de la planicie blancuzca que se encontraba al sur del fuerte, debiendo atravesar en fila un estrecho camino de nieve un tanto menos profunda que la nieve que lo rodeaba. Se notaba que estuvo nevando hasta hace poco y, por las nubes que cubrían totalmente el cielo, se notaba que en cualquier momento volvería a nevar. El clima no era nada permisivo en un lugar como ese.
Por suerte no tardarían en llegar al muro, donde la guarnición del Norte les esperaría con las puertas abiertas, contando ya con la presencia de la recientemente ascendida General Inés Vector, la nueva encargada de mantener la paz en la región norteña. A partir de ahí, las formalidades de la instancia seguirían como siempre: Un discurso de bienvenida, un apretón de manos entre el Coronel del Este y la General...
Y entonces se rompería formación, dando un tiempo a los recién llegados de socializar y conocer un poco mejor a los habitantes del muro.
Ya pueden postear. Esta es una escena de prólogo para que aquellos que ya han terminado su personaje puedan roleando un poco entre ellos. No es obligatorio poner nada aquí, aunque sí es recomendable.
Y para aclarar... Los soldados "Del Este" han venido acompañados del "Coronel del Este". El general se ha quedado allá, que está viejo.
El Mayor Pip Pip era conocido por tres cosas completamente distintas y a su vez fuertemente entrelazadas entre sí; una brillante calva que reflejaba el sol, los únicos pelos que había en su cabeza se encontraba en su bigote cubierto de algunas gotas de alcohol y finalmente un fuerte aliento a licor. -A Pip Pip le gusta, -Comentó a sus subalternos al ver aquel muro negro- estaría mejor con un poco de decoración allí y allá para que el fensui fluyera, pero no me quejaré... me quejaré igualmente... -Glub-Glub.
Bentley suspiro al ver aquel imponente muro.
-Me estoy helando el culo, no me aliste para esto.
Dijo de bastante mal humor.
Walter era un soldado Leal, cumplía las ordenes que se le asignaban y nunca cuestionaba a su mando, bueno, eso no es del todo cierto, lo solía cuestionar a menudo, pero aun así, hacia lo que le mandaban, que al final era lo importante en todo esto.
Aunque eso no le impedía soltar improperios constantes ni decir lo que pensaba a quien fuese, sin importar el rango.
-Creo que por mucho Fensui que le añada, este muro seguirá siendo un montón de mierda helada Mayor. Para que narices hemos tenido que venir a este paraje helado. Nunca me ha gustado el frio.
Levanto la mano y con un movimiento ligero, meto mi mano al interior de mi abrigo y saco una pipa. Fumando en la parte superior del muro y viendo lo que mas puedo, antes que la nieve me lo estorbe No era alguien muy serio y los que me conocían, sabían que era persona relajada y serena con los demás. Solo soy duro cuando mi trabajo lo pide. Con las mujeres tuve suerte, especial con las civiles pero al final solo tuve relaciones amorosas con mis compañeras por el tema de la guerra y estar el medio de la nada, solo en el pasado fueron mis glorias de pasado. Ahora estaba arriba en mi hora de descanso para relajarme. -Otro cigarro, otro día aburrido. Me decía esto cada vez que entraba de nuevo al interior de la muralla.
Cuando termina mi hora de trabajo, camino y vigilo los estrechos pasillos del Muro. Las paredes estaban para congelarse y algunos tubos estaban calientes porque se trasporta el agua caliente que provenía de las caleras, todo para mantener "caliente" la base. Así que ir tocando la pared no era la mejor idea, por eso siempre tenía mis manos en los bolsillos, para no quemarme o se me congelen los dedos, eso me hacía caminar algo inclinado y curvado, rompiendo mi formación de diclina, aun que eso no lo hacía cuando estaba afrente de un mayor. Caminando, me tope con el Mayor Pip pip, sin pesarlo dos veces, mi puse firme y le di el saludo que correspondía. Cuando se retiro, regrese a mi rutina, el viejo Pip era una persona relajada pero nunca mostraría falta de respeto a mi superior.
Claudia Falman es, a pesar de su apariencia frágil, una chica del Norte.
Pertenece a la segunda generación de su familia nacida en las tierras próximas a Briggs después de que, tiempo atrás, su abuelo, el aun entonces futuro Capitán Vato Falman, llegase a aquellas tierras y es quizás por eso que consigue mantener una actitud risueña en aquel frío extremo que prácticamente impide toda vida y alegría.
Sea como sea, el caso es que su actitud energética, positiva y cálida ha conseguido sobrevivir al helado clima y al áspero comportamiento propio de los norteños.
Todo esto le hace parecer engañosamente débil, cuando es evidente a poco que alguien indague en su carrera profesional que no lo es en absoluto. Después de todo, ha conseguido sobrevivir todo una infancia y escalar en una vida profesional militar hasta el puesto de teniente primera en un ambiente como Briggs, donde sólo los más fuertes sobreviven.
Es de complexión delgada, tez pálida, ojos azul hielo y cabello platino tan claro que parece blanco. Un aspecto tan frágil como un cristal, pero que esconde una resistencia propia del diamante. Quizás lo único que destaca en su aspecto para conferirle cierta imagen de fuerza sea su brazo izquierdo, ya que se trata de una prótesis de automail, aunque normalmente no es visible debido a los guantes blancos de su uniforme.
Aquel día, como tantos otros, su sonrisa se encargaba de aportar algo de calidez al clima.
¡Oyo, oyo, Teniente Bentley! - Exclamó en tono alegre irrumpiendo en la conversación del teniente segundo - ¡Han venido para demostrar su fuerza! ¡Esto es Briggs! ¡Aquí solo los más fuerte sobreviven!
Respondió sacando la lengua y llevándose el índice derecho al ojo en una mueca de provocación. Las palabras eran las de siempre, las que llevaban oyendo de todo el mundo desde que pasasen aquel gélido lugar, pero el tono era todo lo contrario. Más que una lección de superioridad era una provocación chistosa.
Resultaba un poco difícil ver pequeño al Primer Teniente sin confundirlo con la nieve, de no ser por el uniforme azul que llevaba, confundirlo con un montón de nieve no hubiese sido para nada difícil. No solo su piel era mas blanca de lo normal, si no también su cabello era prácticamente del mismo tono que la nieve, sus ojos amarillos tampoco resaltaban con nada. A la distancia solo se podía ver el uniforme, y luego de que se acercase mas era que se podía ver un atisbo de el pequeño Teniente Primero del Este, Daisuke Akihiko.
Un joven alquimista con un futuro prometedor, esa era la frase que todos usaban para describirlo, era a lo que llamaban un genio, y haber alcanzado tal rango en el ejercito con tan corta edad lo demuestra. Con Aby, su pequeña quimera Gato-Tigre al hombro y su complexión frágil y delgada, Akihiko llega junto a sus compañeros del Este a Briggs, era una fortaleza imponente y el chico se sentía de lo mas pequeño e insignificante con solo ver esos muros, incluso desde la lejanía.
Akihiko nunca podía evitar sentirse un poco fuera de lugar en las reuniones de este tipo, no por ser inseguro ni nada por el estilo, era una cuestión de tamaño, el era como un enano en comparación a sus compañeros, casi todos allí eran del doble de su tamaño. El pobre Akihiko sentía que en cualquier momento lo podían pisar sin darse cuenta y aplastarlo, no era una sensación agradable para tener en un lugar como Briggs, "donde solo sobreviven los fuertes", el siempre se pregunto porque el dicho solo habla de los fuertes y no de los inteligentes, si simplemente también mencionasen a los inteligentes el podría estar mucho mas tranquilo de lo que está.
Después de las palabras de la General, Akihiko se dedico a dar unas cuantas vueltas por el campamento con Aby en brazos en esperanza de encontrar algún rostro conocido. Por allí estaba le teniente primera Claudia Falman, una chica que había conocido solo por tener su mismo rango hace unos cuantos meses, también estaba el teniente segundo Arman Lukyan por allí. Akihiko decidió ir con Arman, La teniente Primera Claudia parecía estar ya entretenida con otro grupo de personas y no quería interrumpir, así que se acerco a paso rápido y con una sonrisa delicada a Arman, llamando su atención mientras se acercaba a el.
- ¡Arman! -Le gritó al teniente segundo que caminaba por los pasillos con su delicada voz- ¡Como estas! Tiempo sin verte.
Los ojos de Akihiko tenían un brillo particular cuando encontraba a alguien que consideraba como un amigo.
El Bentley saludo a la Teniente, después de todo era de un rango superior, así que tenia la obligación de saludar.
Lo de plantarse y demás, ya no entraba dentro del protocolo, así que después de eso volvió a meterse las manos en los bolsillos, después de todo, el frio era horroroso.
-Mi Teniente, pero una demostración de fuerza en tierras frías, jugáis en terreno con ventaja, al igual que si nosotros lo hiciéramos en el desierto.
Dijo cabizbajo.
-Lo mejor hubiese sido un clima templado, que todos hubiéramos podido disfrutar.
Tras otro suspiro de hastió volvió a mirarla
-Además, que son mas fuertes es algo que no debería de dudar nadie de nuestro ejercito, esta claro que se enfrentan a unas duras condiciones, pero no todo es fuerza en el ejercito, también necesitamos inteligencia, o estaríamos en problemas, y eso es algo que en el ejercito del este no nos falta.
Se froto las manos y se las calentó con el aliento.
-Creo que cada uno debería de dedicarse a lo que mejor sabe, ustedes a usar la fuerza bruta y su físico superior, y nosotros nuestro intelecto y todos estaríamos mas contentos, y a los que no nos gustan los climas frios, pues no sufriríamos el riesgo de coger un catarro, nuestro mayor ya no esta para ir a climas como estos, que ya tiene una edad.
Quizás fuese bueno que siguiera las recomendaciones y ejemplo del resto de mis colegas, demostrando que el frio Norte no era sinonimo de tener que cerrarse en un iglú emocional para poder sobre llevar el inhóspito ambiente que se manejaba, pero.... llevaba un par de día sin poder beber ni un sola copa, sumando además el tener que estar casi toda una jornada solo firmando permisos y similares... no ayudaban en nada a que mi humor de perro se relajase.
Siempre es un grato placer contar con la presencia del interior y mas allá - haciendo un saludo formal mientras miraba a las nuevas caras, solo para quedarme unos instantes mirando con ojos casi entrecerrados la petaca del Mayor a lo cual solo di media vuelta - Espero que puedan Perdonar a Briggs, se emociona cuando a sus oidos llegan las noticias de visita - Para empezar a caminar por el lugar mientras miraba por encima a mis compañeros del muro - Aunque... si por casualidad aun necesitan un poco de ayuda para sobre llevar todo este ambiente, no duden en preguntar, pues aunque es cierto que prima la ley del mas fuerte... no es divertido si no se juega con un tablero igualado.
Ahí estaba yo, una pequeña Capitana del Este llegando a su destino.
Me encontraba un poco nerviosa, nunca antes habia visto a tantas personas juntas en un mismo lugar con todos esos rangos que me superaban por bastante, mientras tanto yo estaba ahi, quietecita y sin hablar, vigilando muy de cerca a mi objetivo, tratando de evitar que este se le congelara la boca en la cantimplora o algo asi.
Gildun aprovecho que no tenia que hacer nada de papeleo por el momento, para subir a lo alto del muro y contemplar el otro lado, Drachma no parecía mas que un páramo helado y muerto, preguntándose mas de una vez si merecía la pena gastar tantos recursos en un lugar como ese, donde ni los pájaros sonaban.
Resoplo amargamente, ahora que no le veía nadie, después de todo esperaba que estuviera el general con ellos, pero ese viejo lleno de achaques utilizo la escusa perfecta para su edad y dejo todo el duro trabajo en sus hombros, hombros que se golpeo ligeramente para quitar la nieve acumulada en ellos y continuo mirando inquisitivamente el otro lado.
Y ahí estaba, desde lo alto del a lo que el se refiere "el más hermoso muro del mundo", toma eso muralla china. A medio vestir mirando el páramo helado donde los tonos blancos se mezclan para mostrar una completa y paradisíaca imagen del perfecto silencio, la soledad y la tranquilidad que ofrece sólo el norte.
- . . . Un largo y suave suspiro junto a un vapor blanco sale de entre sus labios para luego dar un sorbo a una taza llena de caliente café negro que dice "la mejor general del mundo" junto a un perrito que mueve la cola y su mirada inexpresiva que había tenido por días cuando parte de la división fue a traer al grupo de los débiles del Es...
- (Espera...) Olfatea Olfatea
Junto al olor frio de la nieve el viento le habría traído el aroma de desconocidos y... ¡Compañeros! Si tuviera cola seguro la movería... muy despacio.
- (Ya llegaron?...) Caminaría por la parte superior del muro mientras busca con la mirada para ver esos puntitos a la distancia que se acercan por el camino hacia la entrada y al ver ese puntito blanco y negro (Claudia) y el punto azul (Ines) asentiría al ya estar seguro de que el olor y los colores coinciden, lamentablemente junto a olores nuevos y no tan fríos como deberían...
Se sacude la nieve que cae sobre su franela blanca y comienza a bajar las escaleras de la muralla, como su turno empieza en un rato apenas llevaba el pantalón y las botas ya que no había necesidad aun de ponerse la chaqueta y su taza cof cof la taza de la general iba con el hasta la entrada de la muralla donde esperaba la llegada de todos.
Miré a todos los presentes y escuché en silencio las conversaciones mientras con estoica actitud trataba de que no se notara el frío que sentía. Si bien mi abrigo me daba el suficiente calor el frío seguía filtrándose por cada rendija de mi vestuario. Sin duda prefería las temperaturas cálidas de donde veníamos. Sin embargo, las órdenes eran las órdenes.
- Mmmmh - aunque las conversaciones despertaron mi interés, no entré en ninguna de ella y me limité a escuchar en silencio. Después de todo, no era muy habladora y ¿qué podía decir una simple teniente de segunda ante sus mayores? Por lo tanto, preferí mantenerme en mi posición, al menos de momento.