Val y Arabelle te esperaban a mitad del pasillo. El peliblanco lucía exhausto, mucho más pálido de lo que era su color de piel. Sus ojos estaban un poco caídos y sonreía con debilidad. Arabelle lo tenía abrazado de un brazo, mientras parecía regañarle. Ella, a diferencia del peliblanco, se encontraba en perfecto estado.
Al lado de ellos estaba Baruch, fumándose un cigarrillo. Cuando te vio venir por el pasillo junto a Arcardia y Kiba se quitó el cigarrillo de la boca y exhaló una gran bocanada de humo que se perdió en la oscuridad del alto techo.
―Me alegra ver que estás bien, Umimori-san ―te dijo Val, con un suave tono de voz, mientras intentaba hacer de su pequeña sonrisa algo más grande―. Baruch-sama ―el peliblanco se volvió débilmente hacia el demonio afilando su cansada mirada―, poner en duda a Umimori-san no se quedará así. Esperaré en los próximos días las retribuciones.
El demonio llamado Baruch le miró de reojo, reaccionando sin mucha gracia ante las palabras de Val. Metió las manos los bolsillos de su saco y se volvió hacia ti, sin desprenderse de aquella incriminadora mirada.
―No se crean demasiado listos, mocosos. Las investigaciones seguirán su curso. Si descubro algo que los incrimine iré por ustedes yo mismo y los erradicaré con mis propias manos ―el tono con el que Baruch hablaba, así como su rostro, decían que iba completamente en serio.
Kiba entonces dio un paso al frente, sonriendo con cortesía.
―¿Está seguro de querer dirigirse de esa forma ante los protegidos de Rias-sama? ―a pesar de que Kiba estaba sonriendo su tono de voz era más que amenazante. Baruch no flaqueó y, mientras le daba una calada a su cigarro, sacó una de sus manos, retirándoselo de la boca.
―Dígale a Rias-sama que de ser necesario iré a por ella también ―luego exhaló una gran bocanada de humo hacia el techo.
―Espero que esté preparado para asumir las consecuencias de su amenaza ―Kiba se volvió hacia ti, sonriendo aún y hizo un ademán para que te adelantases―. Adelante, Umimori-san.
Val y Arabelle te sonrieron, mientras se giraban para empezar a caminar hacia el otro lado del pasillo. Una vez Kiba se unió a ustedes, los cuatros empezaron a caminar. Val caminaba con cierta dificultad, siendo ayudado por Arabelle. Mientras tanto, Kiba los miró con una sonrisa, devolvió su mirada hacia el frente, caminando con firmeza.
Poco a poco las figuras de Arcardia y Baruch se desvanecieron en la lejanía, entre los opacos focos amarillos y el humo de cigarrillo.
...
―Sayaka... No quería que pasases por esto. Lo siento, Sayaka. Espero sepas perdonarme.
Y con la brisa de abril... todo se desvanecía.
Aquí acaba el prólogo de Sayaka. ¡Enhorabuena y felicidades!
En la escena de Ophis, como quedamos, podemos narrar algunas escenas de Sayaka en su estancia con los Gremory. Te dejaré un post por allá.
El segundo OST tiene una letra hermosa, lo he usado para cerrar el prólogo por una razón en específico; te recomiendo ponerle los subtítulos.