- Kiki, por favor transfórmate en un vestido o en una manta para cubrir a Mei mientras le encontramos ropa - fue lo más que pudo decirle mientras seguía reaccionando y repitiéndose que no estaba soñando.
La aparición de Shiori y compañía hizo que suspirase de alivio. Sonreí de forma genuina al ver que nuestra compañera se encontraba, aparentemente bien.
- ¿Estás bien, Shiori-san? - pregunté acercándome a la espadachina.
Entonces miré donde había llegado Sayaka, estaba hablando con la princesa Yokai, que parecía estar despierta, luego miré a la tercera en llegar. Si tenía que llevar a un tercero inconsciente sobre mi, no habría problema, pero sería demasiado incómodo.
Los ojos de Shiori estaban fuertemente cerrados y su cuerpo tenso, era como si estuviera lista para recibir alguna especie de impacto mientras caía y se daba de bruces, haciendo que abriese los ojos por lo mismo y el saber que había caído pero a un lugar seguro. Le dolió, pero eso no era lo importante para la pelinegra, pues rápidamente inspeccionó que Mei y el ángel caído estuviesen con ella, pues Aoi yacía en sus brazos temblando. Al darse cuenta de lo que había pasado, la mirada de la joven brilló rápidamente para después derramar una pequeña lágrima que cayó sobre la cabeza de su felina, a quien luego llevó a su mejilla para consolarla.
-Ya pasó, ya pasó. Estamos a salvo, Aoi-le dijo, frustrándose un poco porque no todos habían vuelto. Fue así que le asustó el grito de Kiki, brincando un poco para topárselo en su forma humana y, por extraño que pareciese, le sonrió con alivio mientras intentaba levantarse-. Kiki, necesito... necesito hablar contigo.
Luego vio a Sayaka correr hacia Mei, siguiéndola para toparse que la kitsune estaba desnuda otra vez y el saco que ella le había dado salió volando. Su sonrisa se tornó más afable porque se daba una idea de por qué la sirena le pedía perdón y como estaban a una distancia corta, Shiori estiró su brazo para poner la mano sobre el hombro de la oji-ambarina en una especie de apoyo silencioso. Luego vio a Urena acercerse a ella y retiró su mano para centrarse en la castaña.
-Físicamente, sí-contestó limpiándose sus ojos para luego suspirar y hablarle de nuevo a su compañera-. Me alegra que esos tipos no les hubiesen hecho nada malo. ¿Ese por qué lo tienes, Urena-san?-señaló con la cabeza al ángel caído de Shemhazai que Urena traía al hombro, pensando cómo podía soportar con facilidad el peso de dos hombres haciéndolo parecer sencillo. Luego miró el pasillo y se tensó un poco-. ¿Dónde está el cuerpo de Donna? Era... la compañera de él-movió su mentón hacia al ángel caído que cayó con ella inconsciente. Había muchas cosas que quería decir y contar de lo que había visto, pero no sabía por dónde empezar-. Hay que volver al refugio-y luego miró a Kiki, notándose que quería algo con él.
- Nos lo hemos llevado para interrogarlo - dije.
Miré a mi alrededor buscando el cuerpo de la enviada de Penemue que había fallecido.
- ¿Crees que las moiras podrían haber hecho algo así? - le pregunté a Sayaka - Digo, haberla matado, parece que fue la única, pero sospecho que nuestros "amigos" de Shemhazai tuvieron algo que ver, en un intento de volver al resto en nuestra contra, y no parece que las moiras fueran capaz de tomarse tan a la ligera la muerte - hablaba con ambas para exponer mis ideas -. Sin duda nos vendrá bien el pobre desgraciado, aunque ya sepamos que Shemhazai está contra las cuerdas, al menos Penemue sabrá lo que pasó con su enviada.
Sayaka seguía abrazada a Mei, mas se alejó un momento como si estuviera esperando algo. Sin embargo, las palabras de Shiori hacia su familiar sacaron un amargo gesto en su rostro. La miró con algo de enojo - ¿Qué quieres de él? - y aunque fuera su amiga, sonaba ligeramente amenazante.
Tomó una decisión y se alejó un poco de la kitsune, aunque la verdad se sentía muy agotada y pesada, así que se movió quejándose un poco por su estado. Se quitó el vestido negro que había llevado todo el día, el cual estaba arrugado, sucio y manchado de sangre, pero era lo único. Se quedó en ropa interior y le ayudó a Mei a colocárselo, quedando solo en su ropa interior, la cual se encontraba algo sucia y maltratada también.
La pregunta de Urena no le pasó desapercibida, pero seguía bastante seria - Han pasado doce horas desde el ataque y ya se retomó el control de las instalaciones. Lo que creo es que ya recogieron los cuerpos de los caídos en la batalla, así que esa ángel caído debería estar entre ellos. Creo que Átropos-sama la mató para que no sufriera. De seguro habría caído en esta batalla - y se acarició la cabeza de Mei con cariño para volver a mirar a Shiori, sin quitar la expresión seria -. Este traidor suplicó por su vida y decidimos salvarlo para mantenerlo como testigo y que declare contra Shemhazai. Sí que intentaron lastimarnos, pero no les dimos la oportunidad - y aunque estaba en ropa interior, la sirena no parecía incómoda, solo preocupada por su amiga recién aparecida.
Miró a Urena y luego a Kiki - Kiki puede ayudarte a llevar al ángel caído - y miró a su amiga con una sonrisa más amable que como había estado mirando a la caballo -. Mei, ¿puedes ponerte de pie? - y le extendió la mano. Ella no estaba precisamente en su mejor forma, pero tal vez podría ayudarla a caminar.
Shiori se quedó callada esperando las respuestas del resto aún acariciando a Aoi para consolarla luego de todo lo que había pasado. Asintió al ver que llevaban a un traidor para interrogar y de las ideas de Urena, pero con la reacción de Sayaka respecto a Kiki y las miradas venideras hacia ella no pareció sorprenderse ni molestarse, era lógico que la sirena se mostrase así luego de todo lo sucedido. Sin embargo, el vacío que surgió luego de sus experiencias le hizo meollo en su interior aún sintiendo que algo faltaba, pero seguí sin dar con eso.
-Tienes razón, Sayaka. Ella habría muerto de una manera bastante horrible. De hecho, era la única que de verdad creía en nosotras y Átropos prefirió tomar su vida a como habría sido si ella no hubiese aparecido; esa ángel caído estaba destinada a morir-aunque había cansancio en su tono de voz, la pelinegra observó brevemente a su acompañante desmayado y lo miró con bastante pena. Había seguridad en sus palabras, indicando que parecía saber más. Y eso no tardó mucho en confirmarse.
La joven miró a todas tardes esperando que no hubiese nadie alrededor y por mera precaución, invocó sus llamas rojas y comenzó a escribir en letras pequeñas en katakana para que solo ellas pudiesen entender.
"Tuve visiones. Ustedes deciden si creerme o no. El más relevante es que hay una manera de salvar la vida de Val, pude verlo vivo en el futuro y Kiki es la clave. Por eso quiero que volvamos al refugio y hablemos de eso en privado".
Una vez que leyeron lo borró rápidamente. Debían atender a Mei, a Colt, indagar en el traidor y ella contar parte de su experiencia. Había muchas cartas sobre la mesa y aún no sabía por cuál empezar.
Las palabras de Shiori en verdad no sorprendieron a Sayaka, solo miró al compañero de esta con algo de lástima para luego volverse hacia la caballo otra vez.
Por el contrario de lo que su amiga podría esperar, la sirena no mostró sorpresa ni alivio. Por el contrario, bajó la mirada aún más enojada. Miró un momento a Kiki y luego de un círculo mágico, aparecieron pequeñas corrientes de agua que dibujaron la respuesta de la sirena:
"Es el Santo grial el que puede salvarlo, no Kiki. Se debe devolver a su forma original y Kiki moriría. Val me pidió que no lo hiciera para no ponerlo en riesgo".
Tras esto, arrojó el agua lejos y ayudó a Mei a ponerse de pie con despacio. Ella tampoco se encontraba en las mejores condiciones. Luego miró a Kiki y le indicó con la cabeza que tomara al ángel caído restante para llevarlo él.
Shiori suspiró al leer lo que había escrito Sayaka y cerró los ojos un momento. Estaba muy cansada y por más que entendía a la sirena, prefirió aclarar algo porque no pudo evitar sentirse dolida con la actitud de su amiga. Podía comprenderla, pero el vacío en su pecho se acrecentó aún más. Chasqueó sus dedos con fuerza y escribió algo rápido con sus llamas rojas.
"Vi a Kiki vivo y sano en ese futuro junto a un Val adulto".
De nuevo esfumó sus llamas a la brevedad, lista para irse de ahí con los demás.
Kiki, por primera vez en mucho tiempo, no sabía realmente qué hacer. Miró a su ama por un momento, como si esta le hubiese dicho algo, pero no reaccionó al instante porque Shiori se dirigía a él. Su expresión, normalmente estoica, aunque estaba afligida en ese momento se mostró algo desconcertada. ¿Por qué Shiori querría hablar con él?
Mientras una Mei que parecía luchar por despertar comenzaba a quejarse, Aoi, en los brazos de Shiori, se encontraba demasiada asustada como para dejar de estar enrollada como una bolita de pelos blancos; no podía dejar de temblar, y tal vez no era para menos. Después de todo, Aoi tenía la mentalidad de un niño pequeño.
El zorro, ahora en su forma de humano, se quedó paralizado al ver lo que su ama hacía para cubrir la desnudez de su preciada amiga. Aunque no solo por eso, sino también al ver la actitud de su ama para con su amiga. Una expresión algo complicada se formó en el rostro del zorro, quien se limpiaba las lágrimas y miraba distraídamente hacia el suelo. Estuvo tan ausente por un momento que no escuchó a Sayaka mandarlo a ayudar a Urena una vez más.
La desnudez de Mei quedó cubierta por muy poco; Sayaka tuvo que encargarse de colocarle el vestido lo mejor que pudo, dado que la kitsune estaba tan aturdida que ni siquiera parecía escucharlas; todavía no abría los ojos.
Entonces, Kiki comenzó a notar el intercambio que Sayaka y Shiori parecían mantener. Las miró de forma extraña antes de volver a estar ausente por un momento más. Solo un quejido de Mei lo hizo levantar la mirada de nuevo. Y, para sorpresa de todos, mientras Sayaka la ayudaba a levantarse, Mei por fin abrió los ojos.
Los ojos de la kitsune se apretaron varias veces antes de que sus parpados subiesen muy poco a poco, dando tiempo a que su vista se enfocase. Débilmente, su mirada se giró hacia Sayaka, quien cargaba con ella, y luego a Shiori, quien estaba cerca también.
―¿Sayaka...? ―su voz ronca se escuchó apenas como un susurro― ¿Shiori...? ¿Dónde está Koa...? ―intentó mirar por un momento también a Urena, mientras su pecho se movía rápidamente de arriba abajo, pero justo en ese momento el poco brillo que había recuperado su mirada se disipó, y su cuerpo se recargó por completo en el de Sayaka. Al parecer, se había quedado de nuevo inconsciente. ¿Sería debido al cansancio o algo así? Después de todo, Mei se veía en el mismo estado que la última vez que la habían visto.
Para ese momento, y viendo que su ama tendría que cargar con Mei, finalmente Kiki reaccionó. Se levantó del suelo y se acercó a Sayaka. Entonces, puso su mano en el hombro de la chica y su cuerpo fue cubierto por las llamas del zorro. Un momento después, Sayaka vestía exactamente el mismo vestido que le había dado a Mei, solo que este estaba en perfecto estado.
―Deje que yo me haga cargo de Mei, Sayaka-sama ―sin duda parecía haber recuperado algo de control sobre sí mismo, dado que había comenzado a hablar con el mismo tono de siempre.
Se lo permitiese o no, Kiki tomó de los brazos de la sirena a Mei y la cargó como una princesa. Después de mirarla por un momento, miró fijamente a Shiori, y luego a Sayaka.
Entonces, aquello que lo había tenido absorto hasta el punto de no escuchar a su ama salió a relucir:
―Eso puede estar equivocado, Sayaka-sama. No es la única manera ―dijo el zorro, mirando a su ama sin vacilar ni un poco. Luego, miró a Urena rápidamente y terminó por mirar a Shiori―. Lo estuve pensando... Puede que... ―entonces, bajó la mirada, absorto de nuevo en algo― Creo que hay una manera ―y volvió a subir la mirada, mirando esta vez a ambas chicas―. Puedo hacerlo ―dijo, con una extraña determinación.
Después del post de Urena, cerramos life.
Como a mis compañeras, a mi no se me había ocurrido aprender a escribir de una manera en la que nos pudiéramos comunicar en ocasiones en las que parecía que necesitábamos mantener silencio por si había alguien escuchando, en vez de contestar, simplemente asentí con la cabeza.
- Volvamos y hablemos con calma - dije entones respondiendo por Sayaka a Kiki -. Mei-sama necesitará descansar, y aunque haya acabado el combate, aquí no estamos tan seguras - advertí.
Después de toda la conmoción vivida con las moiras, probablemente ninguna quería quedarse mucho tiempo en aquel despejado pasillo.
Por lo anterior, con Kiki cargando a Mei y Urena encargándose de los dos inconscientes, se pusieron en marcha. Ya tendrían tiempo para hablar después... tal vez.
La que en mejor estado se encontraba era Urena. Sin embargo, las tres resentían un profundo cansancio. La llegada de la calma, y poder relajarse por un momento aunque fuese un poco, comenzaba a sacar a relucir todas las horas que llevaban despiertas y luchando. Además, de forma extraña, sentían que haber estado en aquel lugar extraño les había drenado mucha energía, casi como si de verdad hubiesen estado 12 horas allí.
Volvieron por ustedes mismas al refugio, lugar donde encontraron decenas de cansados y heridos guerreros de más de una facción. Apenas las vieron, muchos de ellos las reconocieron, y unos tantos se alegraron. Las dejaron entrar al instante, dándoles a saber que Azazel había tomado el control de Grigori provisionalmente.
Una vez dentro del lugar se le dio una habitación a la princesa Mei. Por lo mismo, sus amigas tuvieron que despegarse de ella. Cada una tuvo tiempo de hacer lo que quisiera las horas siguientes, siendo informadas de que irían al castillo cuando fuese completamente seguro un traslado. El porqué de eso era simple: los ataques a Lilith y el Inframundo seguían. Y no solo a esos lugares, sino a muchísimos más del mundo sobrenatural. Por la información que escuchaban o que les decían, era un ataque masivo. El más grande hasta la fecha. Y estaba comenzando a pasar algo que nadie se podía explicar: las personas que habían quedado vegetales a causa de aquella extraña maldición estaban comenzando a morir.
No vieron a Azazel hasta muchas horas después, enterándose de la situación de Shemhazai. Hasta ahora las pruebas de que era un traidor no eran muchas, aunque las pocas eran contundentes. Además, convenientemente el prisionero que Sayaka había capturado había explotado apenas unos minutos después de entrar al refugio. Eso ya hablaba mucho por sí solo.
Unas ocho horas después de llegar al refugio por segunda vez, Arabelle llegó junto a una sombría Akeno al lugar. Para ese momento, unas dos horas antes, la princesa Mei ya había sido llevada con Kunou, la emperatriz de los yokais.
Después de eso, todo el grupo de Val, incluido él mismo, fueron transportados al castillo durante tres días. Durante ese tiempo, no tuvieron que salir a luchar. Sin embargo...
... con el mundo desmoronándose allí afuera, ¿con qué tiempo cambiarían el destino?
Capítulo 8: terminado.
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¡Bien! Este es el final de este capítulo. Anuncio que este es el último capítulo con ophis. Por lo mismo, si quieren hacer algún ophis, este es el momento.
Seguiremos hacia el siguiente cap cuando todos sus ophis terminen.