Partida Rol por web

Aoi seguía llorando y tirando de tu ropa, rogándote que volvieras. Sin embargo, en esos momentos sus palabras se te hacían ajenas, ¿no? Mientras contemplabas el cadáver de Itomi, algo más que se te hacía llegó a tu oído también. Después de todo, Sayaka volvió a comunicarse.

Ya hice sonar la caracola de Anysia dos veces antes, la haré sonar de nuevo. Ellos iban tras Kiki. LU y 4. Pero eran copias de los originales. Le hicieron algo a Kiki... Le dispararon unos rayos extraños y ahora parece aturdido, pero tengo un mal presentimiento. Necesitamos ayuda. 

Sentías a Kiki, literal y metafóricamente, encogerse en tu pecho. El broche se movió un poco mientras el mal presentimiento que tenías se acrecentaba. Kiki era muy fuerte; ni siquiera ser golpeado por el dragón una vez lo había dejado fuera de combate. Y claro, el ataque de Cassiel ni siquiera podía compararse al de "LU". Sin embargo, este ataque que a simple vista había sido débil había sido suficiente por sí solo para hacer que Kiki comenzara a comportarse de una manera completamente extraña.

―Sayaka-sama... mi pecho duele. No me deje solo, Sayaka-sama. Por favor...

Por más que intentaste, no pudiste percibir nada raro en Kiki. Su energía vital estaba intacta. ¿Cuál era la razón por la que estaba así, entonces? ¿Qué había hecho LU? Ahora no podrías preguntárselo ni a él ni a la pequeña. Después de todo, decidiste acabar con su miseria. Souma no apartó la mirada, aunque sí que se mostró levemente afectado al ver a la niña retorcerse y llevarse las manos al cuello antes de dejarse caer en el suelo con los ojos abiertos mientras un charco de sangre se formaba debajo de ella. Solo entonces Souma bajó la mirada, una mirada realmente oscurecida que solo desapareció al escucharte gritar y llevarte las manos a la cabeza. Preocupado, rápidamente se movió a donde estabas y descendió, abrazándote sin dudarlo de forma protectora.

―No te preocupes, Sayaka. Kiki estará bien. Algo como esto no te lo quitará; él no te abandonará y lo sabes ―mantuvo ese abrazo un poco más, muy preocupado, antes de separarse sabiendo la situación en la que estaban―. Necesitamos movernos, Sayaka. ¿Pudiste comunicarte con Anysia... o alguien más?

Mientras Souma los instaba a moverse y sentías toda tu inmensa preocupación por Kiki, algo más llamó tu atención a la lejanía. Algo. Un algo preocupante. Una premura... una angustia que no sabrías explicar inundó tu pecho. Era como si lo supieras, como si supieras qué pasaría.

El suelo bajo sus pies comenzó a temblar.

―¿Qué caraj...?

La chica lloraba pensando en que podría perder a Kiki y mientras lo escuchaba, habló en voz alta - Estoy contigo, Kiki. Te protegeré de lo que sea. No te dejaré solo. Solo dime qué sientes. Háblame, ¿de acuerdo? - decía con voz temblorosa y asustada.

El abrazo de Souma la sorprendió, por lo que relajó un poco la presión en sus sienes y aún temblando, escuchó a Souma para luego mirarlo con ojos llorosos pupilas contraídas y temor en su faz. Negó con la cabeza - Anysia le pidió a Shiori que... me dijera que sonara la caracola, así que... no le llega mi llamado y Shiori no me contesta - seguía transtornada.

Miró el broche - Algo le hicieron, Souma. Algo malo. Le duele el pecho. ¿Y si... le hicieron algo a su centro? ¿Y si me lo quitan y es mi culpa? No puedo... No puedo perderlo de nuevo - y se llevó la mano a la boca entre sollozos. Luego, ese fuerte presentimiento de que algo terrible venía. Eso que no la había dejado tranquila en ningún momento. El suelo empezó a temblar y aquella fuerte opresión en su pecho la hizo girarse a donde sentía que se avecinaba esa energía. Ella tenía los pies fijos en el suelo por el pánico de Kiki, el haber matado a esa niña que se veía como 4... Así no fuera ella, eran iguales, como dos gotas de agua. No podía no verse afectada. Todas esas emociones, además de lo que le despertó ver a LU, hicieron que la normalmente serena Sayaka fuera en ese momento un mar de nervios. Claro que a todo eso sumándole la terrible sensación de eso que se avecinaba.

Sin perder su cara de pánico, miró hacia donde venía la energía y dijo con un hilo de voz - Algo sagrado se acerca. En la lejanía. No viene hacia aquí, pero se acerca... Eso es. Debe ser su arma. El Armagedón - y la normalmente fuerte sirena, ahora era frágil y vulnerable. Tenía mucho miedo, pero más que de morir ella, que algo le ocurriera a Kiki.

Las palabras de Urena no parecían surtir efecto en Shiori por el momento, pues seguía mirando a Itomi con esa oscura intensidad y quijada tensa por lo que se había revelado. Volteó a verla nada más cuando ésta le dijo que no lo perdonaría y fue cuando vio que fue a ella para abrazarla. Cuando lo hizo se quedó con los brazos abajo porque aquél gesto le tomó desprevenida; sin embargo, poco a poco los alzó para rodearla y de cierta manera consolarla. A pesar de ello, sus ojos negros continuaban con esa emanación de odio que volvieron al pelinaranja cuando éste habló otra vez. El corazón de Shiori poco a poco se calmaba hasta que volvió a un ritmo normal, mirando sin perder detalle cómo el alfil moría luego de no mostrar arrepentimiento alguno. Fue ahí que lo miró con total desprecio y Urena pudo sentir que temblaba de ira, aunque intentaba controlarlo lo mejor que podía.

-Púdrete-susurró a sabiendas que él no la escucharía. Al final de todo, él había traicionado la confianza de todos por perseguir unos ideales que acabaron con la vida de cientos de inocentes, cuestión que ella no perdonaría. Los recuerdos de sus pláticas y convivencias con Itomi quemaban su pecho, pero no había momento de lamentaciones. Cuando Urena le asintió sonriendo, ella hizo lo mismo moviendo su cabeza una sola vez. Su rostro indiferente contrastaba con su mirada que ardía de odio-. Tenemos trabajo que hacer, Urena-san-luego miró a Anysia-. Sayaka está usando la caracola, en cuanto haya un espacio ve con ella, nosotros podemos...

Pero entonces Rossweisse gritó y miró cómo el enemigo se aproximaba además de sentir esa acumulación de energía de Itomi. Comprendió lo que sucedía y tomó a Gao sin darse cuenta si respiraba o no.

-¡Aoi! Conviértete en humana de nuevo y abrázame y sujeta a Gao entre nosotras. ¡SU CUERPO VA A EXPLOTAR!-gritó a su alrededor para que los más cercanos pudiesen protegerse, esperando que Anysia cambiara de dirección su escudo. Sus reflejos eran rápidos y podría irse rápido de ahí, aunque miró el cuerpo del pelinaranja una vez más y apretó sus labios por coraje-. Urena-san, hagamos esto rápido-y sin dar más tiempo, Shiori se abalanzó contra esos clones o lo que fueran para matarlos. Quiso invocar uno de sus fuegos pero éste no acudió, cosa que la molestó más y así con furia realizó unos cortes agresivos con poca técnica de su familia. Lo único que quería era matar y solo haría eso hasta que su cuerpo no pudiera más. Pero en medio de todo  hizo aparecer el sello de comunicación de los Gremory para hablar rápido con Sayaka-. Estamos rodeadas de cientos de enemigos que nos atacan al mismo tiempo. Itomi ha muerto, estaba coludido con el enemigo... nos traicionó.

Souma te veía realmente preocupado. No era la primera vez que te veía un estado similar, pero eso no era algo que pudiera tranquilizarlo. Por eso mismo, de hecho, se preocupaba más; por saber lo afectada que estabas. Si no lograba hacer que recuperaras la compostura pronto, estarías en peligro. Él podía protegerte hasta cierto punto, pero si le pasaba algo... Souma estaba preparado para que así fuese, pero necesitaba que si algo así pasaba, Kiki te ayudara y escapasen... y eso se veía bastante complicado en esos momentos. No sabía qué le sucedía a Kiki, pero solo por ver cómo le hablabas daba una idea de lo grave que podía ser.

Kiki no te respondió esta vez aunque le pediste que te hablara. ¿Qué era lo que le sucedía? ¿Qué estaba viendo o sintiendo? ¿Era algo que ni él mismo podía entender?

―Sayaka-sama...

Saber que Anysia no respondía a tu llamado preocupó más a Souma. Contaba con ella para que pudiera protegerte en caso de que él no pudiese. ¿Y ahora qué? Comenzó a sentirse angustiado y algo inseguro, pero sobre todo ansioso. Necesitaba pensar en algo, y rápido. Necesitaba ponerlos a salvo. Mientras comenzaba a pensar en algo, lo que dijiste sobre Kiki y cómo te pusiste rompió su corazón. Llevó una mano a tu mejilla con una mirada realmente triste.

―Todo estará bien, Sayaka. Te lo prometo. Pensaré en algo. Debo pensar en algo.

Pero nada de lo que quisiera hacer Souma importó. Cuando miraste aquel lugar de donde provenía aquella energía, no tardaste mucho en darte cuenta de lo que iba a suceder. Souma te miró alarmado ante tu declaración.

―Esto debe ser una broma.

Y antes de poder decir algo más, aquello sucedió.

La tierra retumbó. El aire, la escasa vegetación y un par de aves que murieron al instante volaron por los aires. Souma y tú vieron perplejos cómo a la lejanía un gran pilar de luz entre dorado y rojizo se alzaba, desintegrando todo a su paso a la lejanía. Un momento después, y una vez hubo tomado la altitud de un par de cientos de metros, el pilar tomó la forma de una cruz. Y apenas unos segundos después...

―Esto no puede ser real... ¡¡¡Mierda!!! ―Souma se puso frente a ti e invocó no solo un escudo, sino tres. Sin embargo, apenas la onda expansiva llegó a donde ustedes estaban, hizo volar coches, escombros y todo lo que había a su alrededor, levantando una gran nube de polvo que lo inundaba todo. Ustedes no salieron volando por los escudos de Souma. Sin embargo, no se mantendrían así por mucho. Souma tenía los pies clavados en los escombros con los brazos bien extendidos hacia adelante, gritando y poniendo todo de sí para protegerlos. Pero eso no sería suficiente. Sus dos primeras defensas no tardaron nada en romperse, y ahí los ojos de Souma se abrieron en sorpresa. Sin pensarlo dos veces, mantuvo el último escudo en el aire unos segundos más y se giró hacia ti con premura abrazándote con fuerza de forma protectora― Hagas lo que hagas, no te sueltes ―apenas el último escudo se rompió, los dos no tardaron nada en salir volando presas de una fuerza a la que no podían sobreponerse. El aire caliente quemó sus pieles, y Souma solo pudo cerrar los ojos y apretar los dientes―. Lo siento, Sayaka. No pude protegerte.

Las palabras lastimeras de Kiki no ayudaron a la sirena a serenarse. De hecho, se preocupaba más con cada segundo que pasaba. ¿Qué le estaba sucediendo a Kiki? Sayaka estaba aterrada de pensar que era su culpa y que lo perdería solo por su culpa. No podía proteger a nadie. No podía salvar a nadie. En ese momento, llegó el mensaje de Shiori a sus oídos. ¿Rodeados? ¿Por qué los habían separado así? Aún no le era del todo claro. Aunque la noticia de la muerte-traición de Itomi no le pudo afectar menos. Después de todo, él ya la había traicionado. La muerte del pelinaranja le habría dolido un poco si no hubiera sido un traidor.

- Itomi era un traidor… Y murió… - dijo abstraída sin reaccionar, aún preocupada por su familiar. El suave tacto de la mano de Souma la hizo mirarlo aún con el pánico apoderándose de su expresión – Souma… - dijo con suavidad. Podía sentir la preocupación en él. Ella no era más que una inútil -. Lo siento, Souma. No sirvo para nada – y siguió llorando mientras todo el casi se desataba y miraba hacia donde la energía sagrada parecía crecer.

Vino el enorme estallido y la visión de Shiori se hizo real. Era el Armagedón. Sayaka contempló cómo este arrasaba todo a su paso y pronto le tocaría a ellos. La sirena se cubría los ojos como mejor podía de la onda expansiva y miró a Souma sobreponerse con esos tres escudos. Estaba preocupada por él, pero sobre todo porque esa cosa los mataría. No debía morir aún. Ellos no debían morir. El último escudo cayó y el rubio la abrazó. Sayaka se aferró tan fuerte como pudo a él y dejó que el cuerpo de ambos protegiera a Kiki. El dolor de las quemaduras que el aire caliente le producía la hizo gruñir, pero no se soltó.

- Perdónenme. Te amo, Souma – si era el fin, al menos morirían juntos.

También te amo, Kiki.

La voz de Rossweisse me devolvió, en cierto modo, a la realidad, tras el abrazó con Shiori. Los enemigos no darían tregua, estarían aprovechando aquel momento de supuesta "debilidad".

Giré rápido y blandí el bastón en dirección a aquellos enemigos, sabía que podría esquivarlos y que buscaría la mejor forma para golpearlos, iban a pagar muy caro haber querido aprovecharse.

Las masas se movilizaban. Ustedes, quienes hasta ese momento solo habían sido atacados, por fin tomaban las riendas del contraataque. Si bien la primera línea no estaba, todos lo que aún estaban allí eran lo suficientemente fuertes como para barrer con todos los enemigos que se acercaban y a los que ustedes mismos se acercaban sin mayor dificultad. Seres como Sona Sitri, Sun Wukong, Sairaorg y el dragón oscuro demostraban su valía, así como el mismo Kiba, quien cortaba con su espada uno y a otro enemigo en tan solo menos de un parpadeo. Sin embargo, bien era cierto que cada uno tenía sus propios problemas.

Apenas Shiori gritó aquello, las barreras de Rossweisse y Anysia desaparecieron, dado que ambas también esquivaron. Por suerte para ustedes, no necesitarían las barreras dado que contaban con una ventaja considerable sobre aquellos enemigos. Por tanto, en tan solo un momento, Aoi reaccionó torpemente volviendo a transformarse y se colgó al cuello de su ama muy asustada. Al tener a Gao con ella, lo tomó con uno de sus brazos y puso más fuerza en su único brazo para no soltarse. ¿Shiori iba a luchar entonces con Aoi en brazos? ¿No era eso algo arriesgado? En ese momento la advertencia de Shiori se hizo realidad: el cuerpo de Itomi explotó, y a pesar de que ambas estaban bastante alejadas aún, algo de su sangre y vísceras las manchó. No hubo tiempo para sorprenderse o asquearse, los enemigos atacaban.

Convenientemente, el pequeño grupo decidió usar ataques sagrados. Los primeros en abalanzarse hacia ustedes eran los tres que atacaban cuerpo a cuerpo con armas como espadas y hachas que si bien parecían normales podían sentir un extraño pulso sagrado salir de ellas. Algo que les llamó la atención de ellos fue ver aquellas extrañas marcas negras que parecían tatuajes asomarse por sus cuellos. Los pobres tontos, desprovistos totalmente de miedo, las atacaron con todo lo que tenían, pero ni de lejos fue suficiente: con cortes limpios y certeros, Shiori asesinó a dos cercenando partes de su cuerpo, y a Urena solo le bastó un par de golpes para asesinar al que restaba. Antes de caer al suelo, tres de los cinco que los atacaban ya estaban muertos. Rossweisse y Anysia fueron atacadas de forma individual por unos cuantos más que se dirigieron a ellas a la distancia, por lo que se mantuvieron bastante ocupadas. Anysia en especial estaba realmente preocupada y ni siquiera tenía tiempo para procesar por qué no podía transportarse hasta Sayaka. Fue entonces que los dos magos del pequeño grupo hicieron su movimiento. Manteniéndose a más distancia, lanzaron ráfagas y cadenas hacia ustedes, pero fácilmente pudieron esquivarlos. Mientras veían más enemigos venir hacia ustedes y escuchaban las explosiones en todas partes, no obstante, el suelo y el aire comenzó a temblar. Los enemigos se abalanzaron hacia ustedes y los asesinaron sin dificultad. Sin embargo, como si estuviese amaneciendo, todo el lugar se llenó de un cegador brillo. Cuando miraron a sus espaldas, lo vieron: aquello que Shiori había visto en su visión.

La tierra retumbó. El aire se oprimió y pudieron percibir un gran cúmulo de energía sagrada justo en ese punto. A la lejanía, un gran pilar de luz entre dorado y rojizo se alzaba, desintegrando todo a su paso. Un momento después, y una vez hubo tomado la altitud de un par de cientos de metros, el pilar tomó la forma de una cruz. Aquello no llegaría a ustedes, dado que se hallaba a kilómetros de distancia, quizá el centro del domo. Sin embargo, eso no las libraría del retumbar de la explosión y de la onda expansiva que llegaría a ustedes unos pocos segundos después. 

Entonces, mientras los enemigos seguían atacando sin miedo a morir y todos veían con terror aquello que se alzaba en los cielos retrocediendo y buscando la forma de protegerse, más y más enemigos se unieron a aquel grupo que las atacaba. Fueron rápidos, realmente rápidos. Anysia no tuvo tiempo de ayudarlas, tampoco Rossweisse. Mientras ustedes se defendían y hacían caer a uno y otro de esos clones como moscas, algunos las emboscaron y un par de ellos lograron abrazarse a sus espaldas. En ese momento, vieron como las primeras líneas comenzaron a volar por los aires junto a escombros, coches y enemigos. La onda expansiva había llegado hacia ustedes, arrasando todo a su paso. El aire caliente quemó sus pieles y las mandó a volar por los aires sin que pudiesen quitarse de encima a aquellos enemigos aun así. Escucharon las voces de Rossweisse y Anysia, pero todo se perdió en medio de una gran nube de polvo. Sintieron que a sus espaldas, ajenos a que estaban rodando por los aires, aquellos enemigos susurraban cosas ininteligibles. ¿Acaso pretendían explotar? ¿Por qué no podían liberarse de ellos? ¿Ese... era su fin?

Y entonces Shiori gritó desgarrando su garganta para desafiar a la muerte una vez más.

Con Aoi y Gai, además de partes del cuerpo de Itomi, la pelinegra peleaba blandiendo Mikasuki de maneras erráticas pero firmes, pues antes de imponer técnicas familiares o su estilo personal, sus tajos estaban direccionados con odio puro, lo cual se complementaba con la mirada de sus ojos que despreciaban el escenario en el que combatía junto a Urena. No le importaba mancharse de sangre ni que sus llamas no pudiesen ser invocadas, era consciente que no estaba bien y a cada movimiento su ira crecía de manera cruel.

Y entonces Shiori gritó desgarrando su garganta para desafiar a la muerte una vez más.

Cuando vio los ataques sagrados bramó;  su corazón quería escapar pero su odio era mayor al miedo, por eso pudo seguir peleando a pesar de todo intentando esquivar los ataques. Gruñía, gritaba; era ver a un demonio pelear en vez de alguien que alguna vez fue humana. ¿Shiori sufría peleando? Ni ella misma lo sabía.

Y entonces Shiori gritó desgarrando su garganta para desafiar a la muerte una vez más.

Pues cuando la emboscaron intentó liberarse, pero cuando vio aquella cruz en el firmamento como en su visión no pudo evitar paralizarse, cuestionándose si sus visiones alguna vez serían útiles. Si morían, ´¿de qué habría servido ver a Val vivo entonces? Llegó la onda expansiva y sintió el dolor en todo su cuerpo, sobre su piel y parte de su carne, abrazando más a Aoi como si con eso pudiese protegerla. Shiori llamó a Urena en medio del caos, pero cuando escuchó los susurros de quienes la sujetaban, comenzó a moverse desesperada para liberarse lanzando cortes que no acertaban con su katana e incluso sus llamas aparecieron, pero aunque lograron quemarlo un poco no fue liberada. Luchaba por vivir, no quería que todo acabara así y no entendía cómo es que esos humanos eran más fuertes que ella. Unas lágrimas de frustración por fin se liberaron, aquellas que había acumulado con Itomi. Sin dejar de forcejear y mirando lo que parecía su inminente destino, la caballo maldijo con todas sus fuerzas...

Y entonces Shiori gritó desgarrando su garganta para desafiar a la muerte una vez más.

Eran muchos, parecía que, con cuantos más clones acabábamos, más aparecían. La explosión del cuerpo de Itomi había sido desgarradora, pero entonces creo que no habíamos procesado aquel hecho, los enemigos tampoco nos habían dado esa tregua.

Con la ropa llena de vísceras y rajada en partes gracias a los ataques de nuestros enemigos, continué luchando contra ellos, codo con codo con Shiori quien se ocupaba de sus clones por su parte.

Repartíamos a diestro y siniestro sin parar, incluso cuando vimos aquel resplandor en el cielo, todavía nos zafábamos de algún que otro enemigo. Entonces, como si se multiplicasen en aquel mismo momento, sentí la presencia de un nuevo enemigo a mis espaldas, sin tiempo a reaccionar, este se agarró a mi cuerpo y, mientras lanzaba bastonazos hacia adelante con una mano, con la otra intentaba apartar el brazo del desgraciado que se me había pegado como una lapa. Era imposible soltarse de el, incluso llevándose bastonazos, parecía recitar algo, un conjuro.

Sentí la onda expansiva de la cruz que acabábamos de ver y como esta nos empujó en el aire, justo cuando estaba consiguiendo que el malnacido comenzase a ceder terreno en el agarre, parecía que finalmente no podría soltarme. Pensé en el conjuro que seguía recitando, no podía ser que intentase hacer que la onda expansiva nos dañase a pesar de que se sintiera en la piel, pero entonces caí en la cuenta de la explosión de Itomi, quizá pretendían morir de la misma manera, matando a todo lo que pudieran.

¿Quizá había llegado nuestro final?

Por el rabillo del ojo, contemplé que Shiori volaba por los aires con otro enemigo agarrado a ella, extendí mi bastón con intención de golpear la cabeza de aquel enemigo, si yo no era capaz de detener a mi captor, quería intentar salvar a mi amiga, pero erré el golpe, el movimiento que llevábamos era suficiente como para no lograr apuntar de forma correcta, y el agarre también entorpecía mis movimientos.