Estaba claro que Anysia no estaría de acuerdo con tu decisión, en lo absoluto. Sin embargo, cuando iba a mostrar su desacuerdo, el gran estruendo de Poseidón estrellándose contra el suelo la interrumpió. Se notaba muy preocupada por él... pero muchísimo más por ti, sobre todo al ver el estado en el que te encontrabas. Por lo mismo, apenas vio que te tambaleabas, por encima de su propio dolor y debilidad, Anysia se incorporó para sostenerte.
―Ya ha hecho demasiado, Sayaka-sama ―Anysia te abrazó un poco, tratando de no soltarte. Como pudo, se volteó para mirar a sus compañeros, haciendo una desesperada señal con la cabeza. Inmediatamente, volvió a mirarte―. No se preocupe por nada más. Me encargaré de sacarla de aquí no importa cómo, también a Kiki ―te abrazó un poco más, con lágrimas en los ojos, al mismo tiempo que tu mirada se hacía mucho más borrosa. La voz de Anysia, los estruendos, las voces de los tritones... todo se hizo muy lejano. Antes de darte cuenta, todo tu peso cayó encima de Anysia, quien no pudo hacer más que ponerse de rodillas para lidiar con él. Apenas pudiendo mover su brazo herido te acarició el cabello, sin dejar de hablarte. Ya no podías escuchar nada; poco era lo que podías ver. Aunque bien es cierto que hubo algo en lo que se perdió tu mirada antes de que perdieses la consciencia: los cabellos azules de Anysia. Por breves momentos, y como si te vieses movida a algún espacio brillante en tu cabeza, el rostro de Anysia se convirtió en el de Mizu. Su mirada era dulce; curiosa.
―¿Te desperté? ―retrajo la mano con la que te estaba acariciando la frente. Todo era demasiado brillante, te obligaba a cerrar un poco los ojos. Era como si pudieras ver y a la vez no el rostro de Mizu― Vuelve a dormir ―acercó su mejilla a la tuya y la frotó por un momentos antes de levantarse―. Buenas noches, Sayaka.
Y con esa imagen, todo se apagó para ti.
Por más que luchaba, no lograba recomponerse. Por más frustración que sentía, el sobreesfuerzo le ganaba la batalla. ¿Y cómo no? En el mismo día masacró inocentes en Asgard, escapó de su madre, casi muere en la montaña, se enfrentó a Hela y a su madre y luego luchó por regresar. Kyra había hecho todo eso, pero era el mismo cuerpo, solo que diferentes mentes. Perdió a Kiki, mató a Kyra y a su madre... Su pena era mayor que sus ganas de levantarse.
Apenas y notó cuando Anysia se abrazó a ella. Cerró su puño con fuerza - El... mechón de... cabello - no quería perderlo. Era su último lazo con su madre, lo único que podría tener de ella. Después de todo, una traidora no tendría una tumba en ninguna parte. Sin poder evitarlo, su peso se recargó en Anysia, quien cayó junto a ella de rodillas. Se sentía terrible de tener que molestarla tanto, pero no tenía las fuerzas de evitarlo. Su vista borrosa y sus brazos se aflojaron, soltando a Kiki cuando ya estaba cerca al suelo, pero logrando sostener con todas sus fuerzas aquel mechón de cabello.
Mientras caía en el sopor de la inconsciencia, se quedó mirando el cabello de Anysia detenidamente, casi como si fuera un mar en calma que le permitiera descansar sobre él. La luz intensa cubrió su vista y dejó su mente en blanco mientras el suave tacto de su madre le indicaba que podía descansar. Ya había terminado su batalla y había triunfado. Sonrió y cerró los ojos dejándose derrotar por el agotamiento extremo - O... kaa.. san - y cayó en la profunda oscuridad.
―¡¡¡Muere de una vez!!! ―aquel miasma que Hela había dejado escapar para convertir en zombies a todo ser vivo, ahora se convertía en algo sólido, pero sin perder su forma de miasma. Un par de brazos gigantescos fueron materializados por la diosa. Con ellos, agarró a Poseidón para estrellarlo contra uno de los muros de roca. Otro gran cráter se formó en el lugar. Las grietas creadas por el impacto, como parte de un rompecabeza, se fueron uniendo con otras grietas más grandes, haciendo que el colapso del domo fuese inminente.
Los compañeros de Anysia, algo menos heridos que esta, se acercaron poco después de que Sayaka se desmayó. Los dos tritones la miraron con una mezcla de profundos sentimientos encontrados.
―Es imposible que una niña haya hecho algo como eso. ¿Acaso es un monstruo?
―No te atrevas ―Anysia, quien hasta ese momento acariciaba la frente de la demonio, se volteó con una afilada mirada al más veterano de los tritones. En su mirada había la más turbia de las hostilidades. Tras la pequeña cortina de lágrimas, un odio profundo se escondía. No dejaría que nadie le hablase de esa manera a su amiga― a hablar así de ella.
Aunque algo vacilante, el tritón dio un paso hacia atrás. Su expresión se deformó en puro reproche y molestia.
―¡Por culpa de ella fuimos masacrados! ¡Todo esto ha sido para salvar a un monstruo! ¡Deberíamos dejarla morir aquí, junto a su madre!
La sangré fluyó con fuerza en el cuerpo de Anysia.
―¡Te dije que no hables así de ella! ―gritó, pero antes de poder atacar, cosa que era su intención, el menor de los tritones, un joven de cabello azul turquesa, se agachó a un lado de Anysia, tomando con delicadeza a Sayaka del hombro derecho. Esto hizo que abruptamente Anysia se detuviera, y que tanto ella como el otro tritón lo mirasen con sorpresa.
―Pero toda esta misión ha sido por ella ―dijo, con una voz suave, cansada. Ese mismo chico también había mostrado repulsión y miedo, pero ahora estaba accediendo a ayudar. ¿Por qué?―. Y ella consiguió acabar con una de las deshonras más grandes del Olimpo, por ella misma. Vale mucho más que cualquiera de nosotros.
Al verse acorralado por opiniones adversas, el otro tritón dio un paso atrás.
―¿¡Acaso ambos se volvieron locos!? Podía esperarlo de ti, criada. ¿Pero tú también? ―el tritón los miró a ambos con miedo, repulsión― ¡Están tan locos como Poseidón! ¡No tengo intenciones de seguir colaborando en esto! ―y, haciendo que su cuerpo se convirtiese en agua, a la mayor velocidad que pudo, comenzó a replegarse.
Anysia lo miró con odio, pero el tritón que se había quedado a ayudar negó con la cabeza.
―Reconozco tu fuerza... y la de ella también. No debemos enfocarnos en cosas innecesarias. Te ayudaré en lo que me ordenes para que podamos sacarla de aquí.
Anysia una vez más volvió a mirar al tritón. Sus ojos mostraban desconfianza y desconcierto. Miró a Sayaka una vez más y, luego de unos segundos, asintió.
―Tienes razón. Debemos retribuirle lo que ha hecho ―luego de limpiarse los ojos, volvió a mirar al tritón, esta vez más decidida―. No creo poder hacerlo sola. Necesito tu ayuda para llevarla fuera del domo, y a él también ―su mirada fue hacia el cadáver de Kiki; el tritón también lo miró―. Es su deseo que lo llevemos con ella.
―Puedo llevarla solo si eso deseas. Tus heridas son mayores que las mías.
Anysia negó con la cabeza.
―Es mi responsabilidad cuidarla hasta las últimas instancias. Es lo que se me encomendó, y es lo que quiero.
Respetando los deseos de la sirena, el tritón simplemente asintió. Cuando extendió su brazo para tomar el cuerpo del pequeño zorro, una de las patas de este sufrió un espasmo. El tritón se detuvo.
―Se movió ―dijo, algo sorprendido. Anysia también se contagió de esa sorpresa.
―Es imposible. No detecto ninguna energía vital.
―¿Tal vez se está convirtiendo en uno de esos muertos vivientes?
―Aunque así sea, debemos sacarlo de aquí también.
El tritón asintió y se dispuso a tomarlo. Sin embargo, fue en ese momento que se escuchó el crujido de algo desprendiéndose. Cuando miraron por encima de sus cabezas, advirtieron que una de esas grandes rocas estaba a punto de caer encima de ellos. No había tiempo para dudar o planear algo más. Ambos asintieron.
―Saldremos de aquí, Sayaka-sama.
Anysia se abrazó a Sayaka. Aunque inconsciente, quizá como reflejo de su propio cuerpo, la demonio también se convirtió en eso. El tritón se abalanzó sobre Kiki, tomando la misma forma. El cadáver del zorro, sin embargo, no se convirtió en agua. Quedó flotando dentro del tritón.
De esa forma, ambos se pusieron en marcha.
Hela seguía arremetiendo contra un exhausto y herido Poseidón, dejándole pocas posibilidades de esquivar sus mortíferos ataques. Un ser normal, bajo esa clase de ataques, moriría al instante. Sin embargo, un dios tampoco podría resistir por siempre. Poseidón estaba llegando a su límite. Su armadura estaba toda abollada, así como él mismo. No obstante, su espíritu no se quebraba, y eso era bastante notable al ver cómo también arremetía de forma inclemente contra la diosa de la muerte. Era un punto en el que ambos estaban tan débiles que cualquiera de los dos podía ganar.
La piedra que había amenazado aplastar a Anysia y Sayaka cayó. Los pedazos de escombros volaron en todas las direcciones, al mismo tiempo que el tritón, como una sola masa, se unía a Anysia. Por irónico que pareciese, ahora esa masa más grande de agua se movía a una velocidad mucho mayor, probablemente varias veces más de la velocidad en la que su compañero cobarde huía.
Poseidón se alzó del suelo una vez más entre pilares de agua, yendo directamente a por el cuello de la diosa de la muerte. Esta rápidamente contraatacó, lo que obligó a Poseidón a maniobrar en el aire con más pilares de agua.
A esas alturas, tanto Anysia como el tritón ya habían dejado atrás al tritón cobarde, acercándose a la pared en donde estaba la cueva creada por Poseidón, una salida al exterior.
Aprovechando una abertura, y viendo en ella su oportunidad, Poseidón se impulsó por completo hacia el techo. Una vez llegó a él, se dio vuelta y, como si el mundo estuviese desprovisto de gravedad, se impulsó en el techo para atacar a Hela, con el tridente preparado. Una vez más, como si se tratase de una bala, Poseidón se llevó a Hela al suelo, con su tridente como punta de lanza. Puede que ese fuese el ataque que faltaba para que todo comenzase a ceder.
Bajo el cuerpo de Hela, otro gran cráter se había formado. Y, de forma increíble, Poseidón seguía haciendo fuerza para hundirla más y más en el suelo. Su mano izquierda estaba alrededor del cuello de la diosa, mientras que su tridente estaba firmemente clavado a un lado de la cabeza de esta. La sangre caía de la barbilla del dios sobre la cara de su contrincante, quien, en ese punto, hacía todo lo posible para librarse, pero nada le estaba funcionando, ni siquiera intentar morderlo. Para ese punto, mientras todo comenzaba a derrumbarse de forma uniforme, Anysia y el tritón ya estaban escalando por la pared hacia la cueva. Sin embargo, el tritón cobarde iba a mitad de camino.
Los estruendos quebradizos y los grandes pedazos de rocas caían en todas partes. A ese paso, también sepultarían a Poseidón y a Hela.
―¡Si me matas, desencadenarás otra gran guerra! ¿¡Lo harás solo por dos niñas estúpidas!? ―gritó Hela, aún intentando zafarse del agarre de Poseidón. Ante sus palabras, los ojos de Poseidón se abrieron más, presas de un brillo parecido al que Mizu y Sayaka tenían. Las rocas bajo el cuerpo de Hela temblaron más.
―Haré que seas incapaz de decir algo más ―la mano de Poseidón, asida con fuerza al cuello de Hela, se hundió con mucha más fuerza en su pútrida piel. En ese punto, tanto Anysia como el tritón ya recorrían la cueva, seguros del colapso del domo. Sin embargo, todos los que estaban allí dentro...―. Te debí haber matado hace mucho tiempo.
La diosa de la muerte, quizá viendo lo determinado que estaba Poseidón para, incluso, sepultarse a él mismo bajo todas esas rocas de ser necesario, sintió, por fin, algo de pánico.
―¡No puedes matarme! ¡Soy una diosa, así como tú!
―Es verdad, somos iguales. Solo eres basura, así como yo. Los dioses no somos más que basura con la fuerza suficiente para hacer que nos teman o nos respeten. Sin esta fuerza, solo quedarían un par de patéticos seres ―algo se quebró entre la mano de Poseidón. Hela ahogó un grito―. Pero esta fuerza no lo es todo. No importa lo que intente hacerse, solo trae desgracias.
―Vas... a morir aquí también ―con fuerza, y viendo que serían sus últimos recursos, tomó con ambas manos la muñeca de Poseidón, haciendo una presión comparable a la que el dios hacía en su cuello. Pese a eso, la expresión de Poseidón no cambió.
―¿Y quién lo dice, tú? ―una media sonrisa, algo burlona, rompió la expresión seria de Poseidón. Sin embargo, sus ojos seguían brillando de esa forma... sádica y ansiosa de sangre.
Sin vacilar, Poseidón sacó de un tirón el tridente clavado en la roca. Y, mientras Hela veía próxima su muerte, lo clavó en su cabeza. La cabeza de la diosa estalló en ese momento. Poseidón se vio bañado con esos fluidos pútridos, al mismo tiempo que su sonrisa desaparecía poco a poco. Los fluidos de Hela seguían saliendo en todas las direcciones con mucha presión. Era como si, al mismo tiempo que la vida abandonaba a Hela, la sed de sangre de Poseidón disminuyese cada vez más, como si recordase lo esencial.
―Hay alguien esperándome. Es la última persona que lo hace. Debo vivir un poco más para verla crecer.
El techo del domo colapsó por completo. Los fluidos de Hela seguían saliendo; el tridente de Poseidón estaba fijo en su cabeza. El Dios de los Mares la miraba con aburrimiento.
―Adiós, estúpida hija.
Todo se vio sepultado por las rocas.
Capítulo terminado.
Los días transcurrían inmersos en aquella burbuja medio surreal. Tener que lidiar con la condición de Val, el secuestro de Mei y la propia desaparición de Sayaka, por no contar todo lo demás, era extenuante, no solo para ti sino también para tus compañeros. Arabelle se podía notar más cabizbaja y cansada, aunque su rol en público era el de la digna reina de Val. Aunque Itomi se mantenía indiferente a todo, al menos aparentemente, sí dejaba ver destellos de preocupación al preguntar de tanto en tanto por el estado de Val y Chisa. Ikutsuki se la pasó algo apartado, pero sin dejar de estar realmente atento por el estado de Val. Y Spike... no se pasó por la mansión Gremory en ningún momento, ni siquiera cuando Rias los convocó. Su deber era para con Val; eso era lo único que les había comunicado al respecto. Si recibir esa respuesta molestó a Rias, no lo demostró, al menos no a ustedes.
Tal y como había prometido, al tercer día Yari se había puesto de pie. No hicieron falta palabras para saber que ya estaban saliendo. De hecho, desde que se habían confesado no hacía falta más. La mejoría de Yari, al pasar de los días, era bastante buena. Desde luego, entraba en juego algo que Azazel te había dicho posteriormente: Yari sí había muerto, pero había sido reencarnado. Quien lo había reencarnado había sido nada más y nada menos que Ajuka, uno de los mahous. Estaba más que claro que esa era la razón por la cual Yari mejoraba tan rápido, aunque también estaba más que claro que el chico no era consciente de ello. No recordaba nada; seguía creyendo que era un humano... y que su familia lo visitaría pronto. No pasaría mucho hasta que la verdad le tuviese que ser revelada.
Lo que estuviste investigando, por otro lado, en líneas generales, dio buenos frutos. Rossweisse no estaba enterada del todo a detalle. Al parecer, ella no estaba trabajando con eso, así que se interesó bastante en lo que le contaste. En cuanto a sus conocimientos, y lo que investigó en un corto periodo de tiempo, creía que esos sellos podría funcionar como Sacred Gears artificiales... aunque de otra naturaleza completamente diferente. De alguna forma, te explicó que aquello podría funcionar gracias a una gigantesca red, aunque solo eran conjeturas suyas. "Una red que usa un banco de poder común", esas fueron exactamente sus palabras. No pudo descifrar la raíz de la magia, pero estaba segura de que se trataba de una magia perdida.
Tu investigación se extendió a Grigori, donde tuviste mucha menos suerte. Con un Azazel ausente, tuviste que indagar entre el personal de los laboratorios, encontrándote con una gran negativa en darte alguna información al respecto del tema. Entre lo poco que pudiste indagar por un par de científicos bondadosos ante tu interés, y lo que pudiste ver en un pabellón abierto únicamente para personas en un extraño estado vegetal, era que muchas de esas personas, día tras día, veían drenado su poder demoníaco y energía vital. No había forma aún de romper la maldición de la que eran presa, por ningún medio. Una vez más, puede que fuese gracias a una magia perdida.
―○●○―
Antes de acudir al llamado de Rias, enviaste un mensaje a Samuru que, para tu sorpresa, sería respondido poco antes de que entrases a la reunión.
Es bueno saber que Yari-kun se ha estado recuperando y que tú has estado entrenando. Yo también estoy en una misión ahora mismo.
Cuídate mucho. Estaré esperando tu aviso.
Fue un mensaje corto, algo más secos que los demás. Sin embargo, te había contestado. Eso ya era un progreso, ¿no?
Volvemos al 3 de diciembre.
Sin previo aviso, apenas todos desayunaron, Rias los llamó a su despacho. Teniendo cuatro miembros menos en el lugar, se podía palpar el vacío que dejaban. La pelirroja se encontraba más seria que de costumbre, y es que precisamente la situación lo ameritaba. Sin Val para liderarlos, Rias tomó suplencia de ello, dado que indiferentemente pertenecían al que era su clan. Como era de esperarse, Rias tenía todas las herramientas que podías esperar de un líder. Durante los minutos que duró la reunión, la escucharon ser tajante, firme, certera y clara con sus órdenes. En esencia, lo que debían hacer era bastante sencillo: acompañar a los más veteranos del equipo de Rias en sus propias misiones. Probablemente esto no fuese algo necesario. Sin embargo, las razones detrás de esta orden estaban bastante lejos de ser vacías.
Cada uno de tus compañeros fue enviado con alguien distinto. Urena con alguien que no se mencionó, Ikutsuki con Akeno, Spike con Rosweisse, Itomi con Asia... y tú fuiste enviada con Kiba.
Exploraron diferentes zonas del mundo humano, juntos. Las zonas que exploraban eran lugares en donde se sospechaba y podía estar Sayaka. En resumidas cuentas: no la encontraron. Sin embargo, de lo que se enteraron en su búsqueda... fue, cuanto menos, desconcertante.
Por varios medios de comunicación corría una foto... y videos. Todos eran de Sayaka. La chica, con lágrimas en los ojos, estaba asesinando gente inocente. Nada más y nada menos que a las afueras de Asgard. En esos momentos, Sayaka estaba siendo vista como una terrorista.
Kiba y tú se encontraban muy lejos del lugar en cuestión. Además, no eran los únicos investigando. No se precipitaron a ir a Asgard, principalmente porque les era difícil de llegar al lugar. Sin embargo, siguieron investigando lo que pudiesen por su cuenta, teniendo una investigación bastante infructífera.
Las horas siguientes que transcurrieron a esa noticia se vieron predominadas por un silencio y una gran falta de información... al menos hasta que se supo algo: Urena había dado con Sayaka. No se había entrado en detalles, pero Sayaka ya estaba a su resguardo. Un problema menos del cual preocuparse, ¿no?
Capítulo terminado.
Pese a que le aseguraste que ese tal LU también estaría bien, la niña, inquieta, apenas perdía la distracción con Peter Peter, volvía a preguntarte por Kyra, su mamá y LU. Los minutos transcurrieron así, mientras su curiosidad también se acrecentaba gracias a los recurrentes temblores que venían desde el interior de la montaña.
Sun Wukong se mantenía calmado, mirando también hacia la montaña. La nieve de los árboles caía con cada estruendo; podía darse una avalancha en cualquier momento. En cualquier caso, eso no hacía que el mono milenario se agitase. únicamente se mantenía mirando, atento, la montaña, quizá siendo capaz de sentir lo que sucedía en el exterior, mientras mantenía aquella barrera.
Y es que él no era el único capaz de sentir lo que podía estar sucediendo. Aunque de forma tenue, eras capaz de percibir las auras de Hela y Poseidón agitarse con mucha fuerza. Era increíble que, aun a través de las gruesas paredes de piedra y la distancia, fueses capaz de sentir sus auras. Desde fuera podías estar segura de que no pasaría demasiado hasta que las paredes interiores de esa montaña colapsasen, y lo peor era que Sayaka, Anysia, o cualquier superviviente que pudiese haber quedado, no salían de la montaña. ¿Por qué se tardaban tanto?
La insistencia de la niña, para ese punto, se hizo quizá demasiado intensa. Sun Wukong miró a Peter Peter, haciéndole un ademán con el rostro. El mono se volvió a la tarea de intentar distraer a la niña, esta vez sin demasiados resultados. Por un momento se llevó la mano al cascabel, pero Wukong negó con la cabeza. Por alguna razón, no veía conveniente que durmiesen a Cuatro a la fuerza. Solo les restaba tener paciencia con ella... y mantenerse expectantes... Al menos fue así, hasta que sintieron la presencia de Anysia, uno de los subordinados de Poseidón y Sayaka salir de la cueva.
Al mismo tiempo, más fuertes fueron los ecos de los estruendos que sintieron venir de dentro de la cueva. Y, sin haber sido algo difícil de predecir para ustedes, pudieron escuchar los sonidos lejanos de la roca desquebrajándose, tal y como si se tratase de graves quejidos. Una nube de polvo y escombros se levantó en donde se suponía estaba la entrada de la cueva. Y, poco después, Anysia y los demás llegaron adonde ustedes estaban.
En un principio, estaban convertidos en agua. Sin embargo, apenas los vieron levitando, tanto el tritón que venía junto Anysia, así como ella y la propia Sayaka, volvieron a su forma normal. Apenas llegaron, notaste que Sayaka estaba inconsciente y Anysia al borde del colapso, así como el tritón. Sin embargo, había algo más que los acompañaba. Un pequeño borrón, negro como el vacío mismo, estaba en los brazos del tritón. Su cuerpo estaba lleno de tierra y sangre, deformado en una forma antinatural. Sin embargo, aun así, pudiste distinguir a quién pertenecía esa forma de zorro: era Kiki. No tenía sus usuales llamas espirituales cubriéndole el cuerpo, y sus ojos estaban cerrados. Pero había algo más: no podías sentir ni la más tenue energía vital venir de él.
Apenas pudieron hablar, Anysia te dijo que Sayaka estaba bien, solo inconsciente por el agotamiento. Sin embargo, mirando de forma lastimera a Kiki... te dijo que estaba muerto, o que al menos eso creían. Lo habían visto mover la pata no hacía mucho, aunque se suponía que no había energía vital en él y, aun habiéndola, de ser el caso contrario no se encontraba en el estado de hacer eso.
Sun Wukong no prestó mucha atención a lo que decían, mirando fijamente aún la montaña, mientras la niña en tus brazos comenzaba a alarmarse por ver a Sayaka así, preguntando, con lágrimas en los ojos, dónde estaba su mamá y LU. Había alguien que no estaba: Poseidón. No mucho después de que se preguntasen por él, la entrada de la cueva, que hasta ese momento estaba bloqueada por el derrumbe de rocas, se vio destapada por un gran chorro de agua. Aunque de forma más tenue, volviste a sentir la energía de Poseidón. En cambio, la de Hela, se había extinguido por completo.
Todavía habían muchas preguntas por responder, pero en aquel escenario nevado, triste y gris, quedaron los supervivientes de aquella batalla. Sayaka estaba a salvo, con ustedes... ¿pero a qué costo?
Capítulo terminado.