Siento como aquella falsa piel se desprende de mi cuerpo y agradezco a mi esposa y a mi hermano que me sostengan. El regreso era agotador y el precio elevado... Una oferta que no pude rechazar, pues no hay opción para los muertos.
- Estoy de vuelta, amada mía. - abrazo a Perséfone con ternura.
Tras reconfortarme entre los brazos de mi esposa me giro hacia el resto de dioses, aunque mi mirada solo se posa en los titanes confesos y en quienes parecían haberlos ayudado.
- Que divertidos sois. - sonrío. - Se os llena la boca con tanta grandilocuencia. No fuisteis lo suficiente valerosos como para plantear una guerra directa, sin subterfugios ni engaños, y tampoco sois capaces de admitir la derrota con dignidad. Ahorrarnos vuestros lamentos.
Una sonrisa se dibujo en su rostro tras la muerte de Iris, y el regreso de Had. Aunque ya era hora de cortar las raices de la traicion.
El poder de Morfeo no es tal cosa de unirse a tres dioses. Su poder es unirse a los traidores, por ello sabemos que se unió a Afrodita y Hefesto, y no pudo hacerlo conmigo y Hera si es que en verdad lo intentó. Conspiró con ellos para tratar de conquistar el Olimpo.
Ares, Tu atacante es uno de mis esclavos, ambos inocentes, y tu muerte un error. Perdona y pide disculpas por tu amenaza.
Hécate sonrió con la muerte de Iris y el regreso de Hades. Tras ello, miró a Morfeo.
Es muy bonito tu relato Morfeo, se nota que tienes experiencia contando cuentos. Pero yo sé lo que vi ayer, y sé como han ido cambiado los dones que uno recibió el primer día que llegamos aquí. Yo fui responsable de un cambio, y está claro que ha habido más. También vi a Hipnos antes de morir, y su muerte sólo tuvo sentido con el regreso de Asclepio, pues tu padre formaba parte de la Tríada, y esta no puede estar muerta puesto que las muertes de ese día no fueron mayores. Aunque está claro que si así lo desean, ellas podrán confirmarlo que aún están entre nosotras sin ser estatuas de bronce...
Negó de forma clara y tajante. - Ni perdono, ni eres nadie para decirme que pida disculpas. Que quien intentó matarme se descubra, se arrodille ante mi por dudar y atacarme a traición y quizás entonces me piense si soy lo suficientemente magnánimo como para perdonarle. Mientras tanto, para mi hay un asesino, cobarde y rastrero escondido entre nosotros y tú Zeus lo estás protegiendo, lo que no te deja en buen lugar. -
Tras eso miró a todos los que allí estaban. Estudió sus rostros uno a uno desconfiando de ellos, mientras en su cabeza pensaba en las posibilidades de que alguien le traicionara. Los conocía a todos, algunos quizás tuvieran motivos, otros simplemente celos, pero daba igual. Únicamente quería un nombre.
De nuevo palabras vacías, sin contenido. Solo acusaciones que, a falta de pruebas, llevaban cargada la desconfianza.
Nunca he contado cuentos Hécate, aunque muchos han sido escritos por soñadores. No, mi experiencia es con los sueños, algunos muestran la verdad, otros el futuro, otros los temores y otros los deseos. Lo cierto es que ya he asumido mi condición de estatua. Y sé que soy el que será votado hoy. Puede ser la verdad, el futuro, un temor o un deseo. Pero no es falso.
Puedes ver las pruebas que ya he ido nombrando, día tras día. Y verás que no he mentido, no he tenido necesidad de ello.
Zeus es previsible, nunca ha entendido los sueños y nunca ha deseado que los humanos soñaran. Sólo que adoraran a los dioses.
Zeus, mi poder, repito, es unirme a alguien para poder hablar con él. Pero, al igual que los sueños, su funcionamiento es confuso... Pero justo. No sólo me uní a traidores, aunque todos fueron transformados en estatuas sin motivo. Quizá mi poder, además de unirme a ellos, les lleve a transformarse en estatuas si pasan varias noches a mi lado. Que triste sería ¿verdad? Tener que hablar con esclavos de Zeus o condenar a alguien a transformarse en estatua.
Miró a Ares con pena. Su destino era infernal.
Ares, esta noche deberías votarme. No para hallar venganza, sólo por que traicione a Afrodita. Me pidió que no fuera en contra de Zeus y se lo prometí antes de que la transformaran en estatua.
Era el momento de confesar mi traición.
Incumplí mi promesa para con tu amada, he votado por Zeus y seguiré votándole, y deberías hacerme pagar por ello. Sobre quién te ataco y la transformo a ella en roca, sólo puedo decir que tendrás que vivir con ello. Dudo que nadie confiese para vérselas contigo. Y, aunque lo hiciera, seguramente estaría protegido por el padre de dioses. O fuera uno de sus, ahora, esclavos. Como ves, no dejo de enfrentarme a él. Y, me temo, hice la promesa sabiendo que la incumpliría. Aunque no pensé que fuera tan rápido.
Inclupiré la promesa a lo grande.
Existe un dios que posee el poder de devolver a la vida y nunca ha sido atacado. Se ha confesado que su esposa era un titan, pero que como la había devuelto a la vida, él la controlaba. Se ha repetido ese hecho varías veces a lo largo de estos días, seguro que lo recordáis. Hemos atacado a otros dioses en base a lo que decía gente bajo el control de ese dios. Otros acusados no han reconocido a su esposa como si fuera un titan, por lo que hay algo extraño en las propias declaraciones. Por último, ya quedamos pocos que seamos libres, pero esto no durará, por que cada vez habrá más gente al lado del padre y pronto, si no ya, los libres serán minoría.
Es momento de prevenir a los que quedan libres, de momento.
Esta noche, cuando yo caiga, tratad de huir. Pase lo que pase, no será bueno. Si me he equivocado al decir que Zeus es Cronos, igualmente os gobernara en su beneficio como ha intentado hacer siempre, pero con más poder, al haber dominado las voluntades de aquellos que ha resucitado.
Pero si he acertado, el destino será el mismo. Tendréis que obedecer a otro tirano, pero además tendréis que vivir con la culpa.
Ya había hablado lo suficiente.
Se acercó lenta y a paso tranquilo hacía Ares. Le sostuvo la mirada unos cuantos segundos, de forma despectiva.- Eres una vergüenza para el Olimpo. No hiciste nada para salvarlo, ¿y vienes a exigirme cosas? Lo único que has hecho en esta guerra ha sido llorar la muerte de una traidora... Hazte un favor y toma asiento hasta que todo termine.
Luego volvió a su trono, dedicando una mirada cansada a Morfeo.
- ¿Cuanto planeas seguir con esto? Hablas de pruebas, y no has aportado nada más que excusas baratas y acusaciones sin sentido. Ten algo de orgullo y muere dignamente, en silencio.
- Tu poder no tiene que ver con sueños, ni es confuso, ni nada. Tu poder es simple: reunirte con los traidores. Y si ellos cayeron fue porque Cronos fue incapaz de elegir a sus aliados con un mínimo de inteligencia, no porque tu poder lo haya hecho Y esa será la condena del titán, rodearse de bufones, como tu y los asesinos.
Luego, no pudo evitar reir.- ¿Reviví a mi esposa, confesa traidora? ... Oh Morfeo, casi siento lastima por ti.
Ares mantuvo la mirada a Zeus, firme y orgulloso como era el dios de la guerra y escupió a los pies de este cuando lo tuvo frente a él. - Tú eres la vergüenza para el Olimpo, muchos han muerto porque no supiste retener a Cronos de forma correcta la primera vez, esta guerra se ha librado por tu fallo y muchos han muerto por eso, has sentenciado a muerte a gente, inocentes han caído y no contento con eso proteges a alguien que ha intentado matarme y te niegas a decir su nombre ¿así tratas a los que te son fieles? Protegiendo a los que han intentado asesinarles, lamentable y patético. -
Una mueca de profundo desprecio se pudo ver bajo el casco del dios de la guerra - así será tu reinado protegiendo a intentos de asesinos traicioneros, ten cuidado pues cuando te rodeas de gente así pueden apuñalarte por la espalda. -
Tras oir a Zeus y a Ares, sabia que la disputa estaba asegurada.
Ares era orgulloso...siempre lo había sido. Zeus no era el dios mas paciente y no toleraría esta ofensa. ¿Cambiaría a Ares por Atlas como castigo? Me temía lo peor, así que tuve que interceder.
-¡¡Zeus, Ares!!! Luego buscaremos y solucionaremos viejas rencillas... Mi señor Zeus... Ares esta dolido por lo de Afrodita... incluso el dios de la guerra necesita amor. En toda batalla hay lugar para el amor. Yo he sido testigo de como el hombre mas débil rompía en pedazos el escudo de un hombre solo por poder ver a su amada. O con solo el recuerdo del amor esperando en su patria, hombres como Ulises estuvieron a nuestra merced solo para nuestra diversión... ya sabemos como todo termino. El amor es único y nubla la mente mas que el vino de Dionisio.
Esperando que mi padre aplacara su ira, deseaba mas que nada, que mi hermano Ares se calmara. Ya habría tiempo para juegos hormonales. Es posible que si todo esto acababa bien organizase una arena para liberar tensión en la pelea...todo era posible.
Luego me vuelvo a Morfeo y le apunto con la punta de mi lanza.
- Morfeo...aun siendo un titan eres débil. Corrígeme si me equivoco cuando pienso que no estas de parte de ellos aunque al principio empezastes a su favor. Con Afrodita temo que haya sido así. Empezó del otro lado y después, por amor, intento hacer el menor daño posible. Dime que es lo mismo que te pasa a ti y quizás, solo quizás , mi padre tenga indulgencia contigo. -Apoyando la lanza en su pecho continuo.- Di que te arrepientes de tu traición y ayúdanos ... o de lo contrario te matare yo misma, no por ti , si no por como dice Hécate, hay alguien en tu interior intentando usar mis poderes. ¡¡¡Y eso es algo que detesto!!!
Las discusiones continuaban y mientras todo sucedía, el sol volvió a brillar con gran intensidad.
No sabían cómo pero una pequeña esperanza aparecía en los rostros de todos. Entonces, los rayos de sol se dirigieron a una estatua en especial, la cual parecía haber sido olvidada en los mares del tiempo. La estatua de Atenea se resquebrajaba mientras su inmortal esencia parecía ser liberada, mostrando a una diosa sabia y fuerte una vez más. Se tambaleó por un instante, pero ella nunca se permitiría ser débil, por lo cual buscó la ayuda de su escudo para ponerse de pie y luego buscó la mirada de su padre.
Tras unos segundos de debilidad, Atenea volvía a tener la misma fuerza con la cual contaba a cada momento.
Rea parecía tratar de decir algo desde su prisión pero no podían escucharle y no tardaron en saber el motivo de sus advertencias.
El Dios del Tiempo volvió a aparecer frente a todos los allí presentes y sin temor en su rostro, los miraba desafiante, como siempre había estado. Entonces sonrió y los miró a todos - Vaya, vaya, vaya. Se las han arreglado para terminar con la mayor parte de mis hermanos. Bien por los Olímpicos - dijo esta última palabra con un notable desprecio en su voz. Parecía extraña la actitud que tenía al verse tan cerca de la derrota una vez más, pero eso no parecía importar al dios.
- Saben bien que la única razón por la cual me vencieron es porque mis hermanos, los Hecatónquiros, lucharon de su lado. Ahora que me he deshecho de ellos, seguro que podré derrotarlos - entonces, miró las estatuas de los caídos y desenfundó su hoz. Morfeo y Eris se acercaron al dios del tiempo tras sentir su mirada en sus pechos y dijo - ¡Devuélveme mi trono! ¡Usurpador! - tras esto, solo se pudo escuchar el choque de espadas con Zeus, blanco natural de su padre pues era él quien había ocasionado todo en primer lugar.
Hera intervino furiosa al ver cómo atacaban a su amado esposo y tras coger un trozo de columna entre sus manos, lo arrojó con toda la fuerza de la cual hacía gala. Zeus, sintiendo la acción de su esposa, logró esquivar a tiempo, antes que recibiera él mismo el impacto, aunque su padre no tuvo tanta suerte. Se tambaleó por unos cuantos segundos mientras los gemelos hacían gala de su sincronía y tras tensar sus arcos, atacaron, lanzando una flecha tras otra a Cronos. Este parecía lo suficientemente veloz para deshacerlas en el aire pero al ser una lluvia de flechas, no todas podían esquivarse.
Una Atenea recién despertada se levantó furiosa y deseosa de mostrar sus habilidades en batalla pero hubo alguien que detuvo su andar. Eris, usando la misma espada que su hermano Ares utilizaba, bloqueó los ataques que iban hacia el mago del tiempo, ayudándole a recomponerse y permitiéndole estar listo para continuar recibiendo ataques. A su vez, Asclepio tomó su mazo y se dirigió a la diosa de la discordia para atacarle, aunque esta parecía brillar con una intensidad que tal vez solo Tea podría reconocer. Este gran estallido de luz alejó a los dioses de sí por un momento, dejándoles aturdidos y enceguecidos, pero Ares quería venganza y lucharía con quien tuviera que hacerlo para obtenerla. Se dirigió a su hermana para pedirle explicaciones pero esta solo le sonrió y le atacó, atravesando su pecho con cierta facilidad, pero esto no era nada para el dios de la guerra, quien había sufrido incluso la cercanía de la muerte en carne propia. Si bien su poder divino no era el mismo, seguía peleando incluso a pesar de la sangre que manchaba el suelo. Así, Eris logró brillar una vez más pero su hermano era muy veloz, impidiéndole ser contundente con su actuar. Con esto, Ares derribó a Eris, haciendo que Atenea y Asclepio pudieran darle varios golpes, dejando a una Eris muy malherida.
La figura de Atenea se hizo cadavérica, mostrando un rostro de ultratumba, mientras con su lanza y su escudo luchaba por vencer a Eris, quien no se rendía a pesar de sus heridas. Pero entonces Asclepio, quien parecía decidido a derrotarle para llegar a Cronos, alzó su mazo al cielo, haciendo que este rugiera como solo lo hacía con un dios y un relámpago cayó sobre este, el cual lo tomó entre sus manos y lo unió a su mazo. No permitiría que Eris ganara. Tras el ataque de la lanza de una cadavérica Atenea y del mazo electrizado de Asclepio, Eris cayó en el suelo incapaz de dar más guerra.
Morfeo trató de convocar su poder sobre los sueños sobre aquellos que atacaban a Cronos para que cesaran su actuar, pero hubo alguien cuyo poder se equiparaba al suyo. Hécate comenzó sus rezos, haciendo que las ilusiones se desvanecieran incluso antes de ser creadas. Por esto, Morfeo la miró y trató de competir con ella, mientras la manzana aparecía entre sus manos. Este se la ofreció generosamente a Hécate, quien la contempló tentada y se fue acercando a ella, pero antes de poder tocarla, Eros la derribó con una de sus flechas, la atravesó haciendo que cayera al suelo y Morfeo miró al dios del amor con odio. Con una lanza que aparecía en su mano, Morfeo apuntó varias veces al alado dios quien se movía con mayor rapidez y mientras más se desplazaba, más imágenes se iban distorsionando a su alrededor, mostrando fragmentos de sueños humanos, de muerte y destrucción, de anhelos, de pesares, de temores, de todo aquello que era tan humano y que Morfeo parecía amar tanto. Mientras tanto, Hécate brillaba con tanta intensidad como había hecho Eris antes y con ello, terminó de deslumbrar a Morfeo, quien parecía fascinado con las visiones de los sueños humanos. El dios del sueño lloraba ante tanta hermosura, oportunidad que el dios del Averno aprovechó para bañar su arma en fuego y luz. Su lanza se convirtió de repente en una saeta de fuego gigante, la cual tomaría su energía de la luz que desprendía Hécate. Hades apuntó con serenidad y calma mientras la arrojaba con la misma precisión que solo un arquero podía lograr. La lanza atravesó su pecho y Morfeo solo respiraba con dificultad, tratando de comprender cómo, en esa maravillosa visión, le había ocurrido algo así. Pero entonces, vio a la dulce y reservada Perséfone frente suyo, mientras tocaba la lanza ardiente de su marido con ferocidad. Parecía sentirse familiarizada con ella, como si fuera una buena amiga. Morfeo le miraba algo asustado pero creía que ella no le haría daño, al menos era su esperanza. Tal vez ella le dejaría vivir. Su esperanza se esfumó al sentir cómo las llamas ardientes se apagaban pero la lanza se veía cubierta por las enredaderas que se despegaban del cuerpo de la diosa de la primavera. Estas se convertían en diminutas espadas que atravesaban salvajemente el cuerpo de Morfeo, dejándole completamente débil en el suelo.
Si bien todo parecía perdido para el padre de los dioses, él no parecía rendirse, incluso a pesar de la derrota de Eris y Morfeo, los últimos dioses peleando a su favor.
La jaula de Rea parecía debilitarse, lo cual le permitió a la titánide romperla con facilidad. Las musas cantaban la canción de Cronos, la cual parecía ser poco optimista para este dios. Miró a Apolo y corrió hacia él, esperando tomarle desprevenido pero Artemisa parecía estar preparada y disparó una flecha, la cual Cronos cambió de trayectoria para dirigirla a ella, haciéndola retroceder lo suficiente para atacar a su hermano gemelo. A pesar de ello, Apolo parecía tranquilo y, con seguridad, comenzó a recitar los rezos que solo a Hécate se le habían escuchado, cambiando la velocidad de Cronos, cambiando su tiempo, haciéndolo sumamente lento y dándole la oportunidad a Hera de correr hacia él, atestándole un fuerte golpe con una columna que ella misma había cubierto de oro. El arma de la diosa fue tan potente que lo envió lejos pero el titán, al liberarse del influjo de Apolo, logró detener su avance en el aire y evitar chocar. Lanzó su hoz girando hacia el dios del cielo mientras sentía cómo avanzaba pero hubo dos dioses que pararon su avance. Hades corrió desde su lugar inicial y Artemisa se movió tan rápido como pudo para proteger a Zeus, quien salió ileso del temible golpe. Cronos, frustrado, detuvo el tiempo para correr hacia sus hijos, pero su dominio terminó antes de tiempo al notar que tenía una cadena atada a sus tobillos. Su fuerza parecía irse a través de esa cadena y al ver quién la llevaba, pudo ver a Zeus, quien le halaba de ella. Al lado del dios del cielo, apareció una figura enorme que atemorizó a todos aquellos que se encontraban en el Olimpo. Cerbero, el guardián del Averno, había aparecido bajo las órdenes del dios del rayo.
A grandes zancadas, este alcanzó a Cronos, hiriéndolo con sus terribles garras, pero este pudo defenderse igualmente, haciendo que Cerbero soltara un lloriqueo fuerte, cosa que Zeus no perdonaría y le atacaría con su nueva arma. El choque hizo que el Olimpo temblara mientras ninguno parecía ceder, aunque la debilidad estaba adueñándose del titán, cosa que Artemisa y Apolo aprovecharon para atacarle, nuevamente en sincronía, golpeándolo y retirándolo del alcance de Zeus.
Hera lo miró con odio por un momento y todo aquel rencor que era característico de la diosa del matrimonio parecía regresar mientras un arco como el de Eros se materializaba entre sus manos, pero este estaba cubierto del oro que a la diosa tanto le llamaba la atención y tras cargar tres flechas a la vez, las disparó a Cronos, clavándolas en su pecho y haciendo que el bronce cubriera su torso. A pesar de todo, detuvo su curso.
Cronos hincó una rodilla y su voz jadeante mostraba su estado actual - ¡¿Creen que pueden encerrarme?! - reía frenéticamente - Ni siquiera son capaces de encerrarme en una estatua. ¡Mucho menos podrán hacerlo en el Tártaro nuevamente! - Rea terminó de liberarse y caminó hacia donde su esposo se encontraba. Se arrodilló en el suelo justo frente a él y este la miraba desafiante, esperando que hiciera aquello que le permitiera vengarse.
- No me has encerrado, solo me aislaste. ¿Por qué a nuestra madre? - tomó su rostro con ternura y le besó, esperando mostrarle algo al dios que tal vez solo ellos entenderían. Entonces, la estatua de Gea se rompía, poco a poco, dando a entender que era una prisión más fuerte que la de los demás, mostrando la fuerza que la tierra requería para ello. De repente, el Olimpo tembló mientras la tierra parecía recuperar su esplendor y el agua parecía correr otra vez.
Su figura se condensaba una vez más, tomando un tamaño acorde al Olimpo para luego hablar - Me has mantenido presa para torturarme con la barbarie que provocaste - miró a Cronos y luego a Rea.
- A pesar de todo, he aprendido algo durante mi cautiverio. Sé cómo contrarrestarlo ahora. Has perdido, acéptalo. Tus últimos aliados fueron derrotados. Solo deja que tus hermanos se encarguen - la madre tierra giró su mirada y, tras de sí, notaron cómo un agujero negro parecía abrirse, algo que se llevaba todo a su paso pero que también parecía ser atravesado por un gigantesco pie, el cual solo les llevaba a imaginar la magnitud del resto del cuerpo. Así, los Hecatónquiros se liberaron y pisaron el Olimpo una vez más.
- Mis hijos han sido liberados. Cumplirás tu condena, al igual que aquellos que te han ayudado - miró a Eris y a Morfeo - deberán una eternidad como prisioneros mientras cumplan con su misión -.
Entonces, Rea abrió sus brazos y todo en el Olimpo parecía brillar con una luz especial, una luz cálida y amorosa que solo una madre podría brindar, haciendo que todo volviera a la normalidad. Las esencias volvieron a su lugar mientras todos recuperaban su identidad original.
Gea se acercó a las demás estatuas y todas se rompieron, incluyendo aquellas cuyo destino había sido decidido por voto popular. Todos los Olímpicos estaban de vuelta en el Olimpo y Cronos era llevado por sus hermanos a la prisión donde había sido condenado a pasar el resto de sus días. Entonces, Ceo, Crios, Menecio, Hiperión y Jápeto fueron revelados. liberando a Morfeo y Eris de su yugo. Fueron apresados igualmente por los Hecatónquiros, quienes siguieron su rumbo al Tártaro.
- Con esto todo ha regresado a la normalidad. Por esto, espero que la armonía pueda regresar a nuestro reino - miró hacia abajo, hacia el mundo humano, donde el tiempo volvía a correr y los humanos parecían tan gloriosos como siempre. Parecía ser que Gea había perdonado a los Olímpicos que habían ayudado a Cronos y todo volvía a ser paz en el Olimpo.
- FIN DEL DÍA 6 -