Partida Rol por web

La explicación de Alice seguía sin convencerme, sobre todo cuando mostró sus cicatrices, pero como ya había prometido me mantuve en silencio, no tenía intención de volver sobre el mismo tema. Me distraje observando las reacciones de los demás, no parecían muy convencidos, algunos habían expresado en palabras y otros lo demostraban en su rostro, aunque no podía estar segura. Sin embargo, cuando Liam explicó el efecto que habría tenido la votación si Vanna hubiera tenido un protector, volví a enfadarme. El pulso se me aceleró y respiré hondo para controlarme, a mi lado Saskia gruñó, nuestro vínculo hacia que fuera sensible a mis emociones, pero no me moví ni dije nada. En mi mente imaginé un enfrentamiento entre las dos, yo tendría que caer pero ella no saldría bien parada, igualmente su treta no había funcionado por lo que decidí ignorarlo y continuar adelante, tenía el apoyo de algunos y eso era lo que debía sacar en claro.

De repente una niebla surgió de la nada, me levanté de un salto y me puse en guardía ante lo que pudiera venir, pero no paso nada, o al menos nada peligroso, cuando la niebla se retiró Zagam estaba de vuelta, le miré con sorpresa. ¿Cómo era posible? Si Tetsuo no había sido... Me moví en dirección al oriental, tenía algo que decirle, al pasar junto a Zagam me detuve.

- Como sabrás soy una de las que dudó de tu poder, no tengo nada en tu contra, pero me parecía peligroso. Lo que yo quiero es salir de aquí viva y con el sello reforzado, por tanto si mantienes tu palabra... bienvenido- dije con un asentimiento de cabeza. Continué hasta llegar a Tetsuo y me coloqué a su lado.

- Supongo que esto soluciona en parte tu dilema sobre a quién traer de vuelta y, dadas las circunstancias, no sé si me vas a creer, de todas formas ahí va. Creo que deberías traer a Syd, si aún puedes, sería algo correcto. No quiero decir nada más para mantenerme en la linea de Marceline, no sería justo para él.- sin esperar respuesta volví a mi lugar en la pared y me senté de nuevo.

Miro a Annie con resignación y suspiro. - Sí, algo tengo entendido, alguien puede cambiar lo que eligen los demás, ¿no? En fin... No te guardo rencor. Ni a ti, ni a ninguno de los que me votaron, ya que quiero pensar que fue más azar o descarte que otra cosa.

Escucho atentamente el discurso del chico. - Guau... Eso sí que no me lo esperaba. ¿Él estuvo en este "juego" antes? Bueno, entonces supongo que podrá decirte si lo que muchos han dicho es cierto, y las reglas han cambiado para muchos de los poderes. No voy a elegir a nadie. No quiero que nadie llegue a allí. Y si el poder me controlara y no pudiera evitarlo, aceptaré mi muerte como parte del trato.

Tetsuo seguía metido en su ensimismamiento, del cual solo pudo salir cuando Alexia se le acercó. Dibujo una sonrisa en su rostro y asintió con la cabeza. 

- Ro traere de vuerta apenas amanezca, si es que sigo vivo. Ra única opción rógica para ros traidores sería acabar conmigo esta noche.- Su sonrisa era triste, le alegraba saber que Syd podría ser un aliado, pero quizás ahora era demasiado tarde para corregir el error. Solo esperaba tener un poco más de tiempo para lograr reparar su fallo de este día.

Sentió cómo las hojas de la tijera rasgaban los tendones de Vanna, haciéndola caer. Por un momento el arma pareció cobrar vida, sus filos brillaron con aquel preciado líquido y ella sonrió levemente, parecía que había quedado satisfecha pues lo que restó de combate lo observó sin apenas parpadear. Apoyada en aquella columna fría, vio cómo el último haz de luz de Vanna desaparecía en los brazos del gatito. El ceño de la pelirroja se arrugó ligeramente, no entendía ese final ¿Qué había entre esos dos? Negó con la cabeza levemente, dejando pasar ese curioso detalle. Los ojos de Ira se clavaron en el cuerpo sin vida de la rubia, sin poder evitarlo ladeó la cabeza lentamente cómo quien escucha atentamente."Azote para los traidores... Una pena no poder haber jugado más con ella."

Cada uno de los presentes, tuvo una reacción muy distinta, pero ninguna le llamó realmente la atención a excepción de las palabras de Gabriel hacia el gatito. Sin poder evitarlo lo miró callada ¿Seguían igual? Levemente soltó una sonrisita traviesa, pero la escondió otra vez bajo ese rostro marfil y delicado. Los largos cabellos rojos ocultaron la mirada cuando ella bajó la cabeza un poco, cerrando los ojos. No era más que un gesto de descanso, pero este duró poco pues Yormund pareció reaccionar rápido y entonces se dio una acalorada conversación entre ambos. La mujer volvió a mirarlos, fijando sus grandes ojos en el hijo de Melkhan. Lentamente llevó una de las manos hacia el pelo, apartándolo suavemente, dejándolo colocado detrás de la oreja, por más que lo pensaba, nunca entendería las reacciones de la gente, ni muchas de las conversaciones que allí se daban. Por un instante no tenía la menor idea de por qué estaba allí, de por qué había segudo al llamamiento de su interior. Tenía demasiados sentimientos contradictorios.

Cómo si aquello no hubiera sido suficiente, la aparición del primer caído la sorprendió de forma grata. Esperó a que se levantase, para hacer un suave gesto con la cabeza, acompañado de esa dulce voz que poseía.- Bienvenido otra vez, Zagam.-A veces hasta ella sabía que sus gestos o forma de ser era bastante chocantes al escuchar esa voz endulzada y suave. 

Separándose de la columna, llevó el arma nuevamente a su lugar, sujetándola perfectamente, cómo hacía cada vez. Para ella era como un auténtico ritual del cual disfrutaba pues con cada movimiento la segadora de almas susurraba . Tiró de las correas y tras eso dio un paseo por toda la sala, sentía las piernas cansadas de estar en el mismo lugar sin hacer ejercicio. Mientras caminaba de manera despreocupada, seguía a cada persona con la mirada, pero nada llamaba demasiado su atención, por esa misma razón volvió a su lugar, sentándose despacio. Flexionó las piernas y llevó su mano hacia el tobillo, acariciando con aquellos largos dedos el tatuaje que en algunas ocasiones se volvía ardiente.

Quedo asombrado por la vuelta de Zagam, sobretodo por el bello Corcel que llegó con él; sin embargo estaba vivo el recuerdo de lo que pasó con Verona años atras.

-Zagam... bueno, estas devuelta y eso es bueno por las votaciones... pero.... te voy a ser franco- hago una pausa y continúo, siempre mirándolo a los ojos- vas a tener que morir... quizas no hoy, pero si antes que termine todo... eres peligroso si sigues controlando ese lugar... lo lamento... pero si te roban ese poder, el que lo tenga puede ser peor incluso que los traidores y todo el sacrificio que estamos haciendo contra de ellos, será para beneficio del dueño de la ilusión que controlas... me entiendes?... pareces un buen chico, pero esa es la verdad- mis palabras son sinceras y trato con la mirada de así parecerlo.

luego me giro a Liam y le quedo mirando:

- volvió tu forma estúpida de referirte a los demás...- suspiro profundamente y me siento en el suelo pensando- que raro... todavía no se manifiesta el legado de Eve en mí-.

Al escuchar la respuesta de Gabriel, Ivhone enarcó una ceja y se quedó durante unos segundos en silencio. Yo no te condené por tu relación con Seele... Era tu altivez, tu prepotencia lo que hizo que me pronunciara... 

- Yo no te... - En ese momento, la aparición de una espesa niebla que lo inundaba todo retuvieron las palabras que iban a salir de sus labios. Se volvió, confusa, y vio aparecer un hermoso corcel. Pero... El animal se acercó, majestuoso, pasando muy cerca de donde ella encontraba. La joven no pudo hacer otra cosa que admirar tan bello ejemplar. Observó como se acercaba al cuerpo de Zagam y éste abría los ojos. 

- Bonito espectáculo... - Murmuró y una suave sonrisa se formó en sus labios. Asintió en dirección al resucitado y se quedó en silencio, escuchando las palabras que se iban cruzando. 

Ella ni había conocido ni, mucho menos, había estado en aquel lugar... Así que muchas de las cosas que decían le sonaban completamente a chino. Prefería mantenerse en silencio e intentar comprender qué estaba ocurriendo. Zagam se defendió e hizo la promesa de no utilizar su poder con ellos. Confesó que podía encerrar sus almas en algún lugar que él creaba. El rostro de Ivhone se ensombreció y una mueca se formó en sus labios. 

Los que ya habían vivido aquello, parecían no estar muy conformes con las palabras de Zagam. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la joven y se arrebujó en la chaqueta de Yormund mientras volvía a sentarse en el suelo, apoyando la espalda en el frío cristal.

Miro a Nil, con una sonrisa. - ¿Qué peligro corréis si no meto a nadie en ese mundo? Los únicos que ahora deberían tener un poco de miedo en ese sentido son el que me robó el poder y a quien metió en mi mundo junto a sí mismo. No puedo encerrar el alma de nadie que no esté allí. Ellos no entraron porque yo lo quisiera, así que poco puedo hacer por salvarles en caso de que lo que tú dices sea cierto, cosa que no termino de creer, ya que todos decís cada día que las reglas del juego han cambiado. ¿Resulta que han cambiado para todos menos para mi poder? ¿Tan mal lo hizo el bastardo que lo tuvo en el pasado para tener que pagar yo por su error? Es una lástima, pero bueno... Como ya dije, no confío en sobrevivir mucho tiempo aquí, por mucho que intente ayudar y demostraros que sois de fiar.

Ignoré deliberadamente las palabras de Yormund, provocaciones vacías y un lenguaje soez que quizá pensaba que le hacía parecer un tipo duro, o algo así, y sin embargo solo era un triste gatito que se afilaba las uñas y maullaba de forma estridente para llamar la atención... -Sigue meneando la colita -Añadí únicamente mostrandole una sonrisa como respuesta a esa especie de ladrido.

La aparición de aquel caballo entre las brumas resultó ser un espectáculo a la altura de un ilusionista como Zagam, como suponía parecía con ganas de hablar, y no dejó indiferente a nadie con sus explicaciones. Estaba claro que la mayoría consideraba a Zagam peligroso, pero precisamente por eso podía tener más valor como aliado que muerto.

-En eso tienes razón, Zagam, no debemos juzgarte por el uso que hicieron de tu poder en el pasado. Si realmente quieres ayudar será bueno tenerte como aliado. Me alegra que estés de vuelta. - ¿Quien querría estar muerto?... -Recuerdo justo antes de girarme para caminar por aquella sala.

Me acerco a Ira, que como siempre parecía pensativa y observando todo lo que ocurría a su alrededor, muchos de entre los presentes se habían revelado como grandes oradores, sin embargo también era importante saber escuchar y no perder de vista los pequeños detalles.

-Deberías hablar un poco más, Ira, si no esta gente no tardará en pensar que estás conspirando, o que eres rara por que no hablas y mereces morir por ello, la mentalidad de alguno de los presentes puede llegar a ser muy simple, como has podido comprobar. -Hablaba en tono bajo y pausado, y al decir mis últimas palabras desvié ligeramente la mirada hacia Yormund, después dediqué una sonrisa amable a Ira, me gustaba la mirada de aquella chica, era profunda y transmitía más fuerza de la que podía preverse únicamente observando su cuerpo. Aunque quizá ella no quisiera hablar conmigo, o me rechazara como habían hecho Alexia y otros cuando traté de acercarme a ellos, después de todo no iba en cabeza en el "ranking" de popularidad, muy probablemente estaría entre los últimos puestos junto a Liam y Yormund.

Sus ojos nuevamente se abrieron, pero no solo eso, despacio levantó la cabeza al ver que alguien se había parado frente a ella. Desde los pies, pasando por todo su cuerpo, dejó la mirada clavada en los ojos de Gabriel cuando los alcanzó. Por un instante se vio confundida, pero en su rostro no se vio ninguna señal de ello, sobre sus labios apareció una línea curva parecida a una sonrisa y entonces, de forma suave se levantó de su lugar para poder quedar a la altura de él. La Segadora de Almas titineó con el movimiento del cuerpo de la mujer, pero ella no le dio importancia, llevando las manos hasta la parte trasera del pantalón se sacudió un par de veces y entonces, sí, posó toda su atención en el hombre que le hablaba. Ira arrugó ligeramente la frente a la par que ladeaba levemente la cabeza, cómo quien escucha con gran atención, sus ojos bajaron apenas unos instantes hasta los labios de él, pero nuevamente acabaron en aquello intrigantes ojos.

-¿Conspirar? Bonita palabra... ¿No te parece? Extraño de aquel que no aparente no estar haciéndolo.-Respondió ella con una pequeña sonrisa aún dibujada en sus labios, la cual tardó poco en desaparecer, dejando aquel delicado rostro cómo el de una muñeca de porcelana.-El problema no es estar callada o hablar... Si hablas, te sentencian. Si permanecer callada... También.-La lengua de la joven se deslizó sobre los colmillos, para después pasar sobre los labios, humedeciéndolos, dejando ese brillo tan natural en ellos. Suavemente y sin dudarlo, retiró unos mechones rojos del rostro, dejándolos posados tras la oreja.-Hablar por hablar. Desperdicio de saliva y tiempo... Prefiero el silencio. Que no con ello te estoy invitando a irte... ¿Gabriel? -Susurró para que aquella conversación quedase entre ambos. Su última palabra fue más una pregunta, pues dudaba del nombre. Y la verdad era que a ninguno de los allí presentes los conocía por el nombre. A excepción de la rubia que la había “auxiliado” en aquella crisis de pánico.

Se quedó callada nuevamente, desviando la mirada hacia otro lugar unos instantes. Lentamente deslizó la mano sobre el vientre propio, hasta el costado, tirando de las correas del arma de forma distraída, sumiéndose en ese pensamiento perdido. Aunque esta vez se obligó a abandonarlo, para mirar una vez más al hijo de Melkhan. Sus ojos se clavaron en los de él, no era una mirada tierna, ni tampoco amenazante, era más bien una mezcla de coqueteo y diversión.-Deberías dejar de pensar en el Gatito... Le das más importancia de la que en realidad tiene.-Terminó diciendo en un susurro, refiriéndose a esa mirada que él hacía unos instantes había lanzado hacia Yormund. Sus largos dedos acabaron en la barbilla de él, sosteniéndola para que no desviase la mirada hacia ningún lugar que no fuese ella. Un gesto de dominación que apenas duró unos segundos, pues ella volvió a apartar la mano, cruzando los brazos sobre el pecho. Ya había hablado, él ya había escuchado esa dulce y suave voz que se marcaba aún más con cada susurro.

De un humor inmejorable, Eko escuchaba las palabras de unos y otros, aún sentado al lado de Zyllah. Puso especial atención a lo que Zagam tenía que decir, pero no añadió nada al respecto. Todos parecían tener claras las condiciones impuestas sobre esa especie de acuerdo.

Sin embargo, después su mirada se desvió hacia el coqueteo entre Gabriel e Ira. Al parecer Seele no era la única que olvidaba rápido. Dedicando una mirada a Zyllah se puso en pie y comenzó a andar por la sala con un objetivo claro: Andrew. Se acercó a él, tranquilo, y al llegar a su altura comenzó a hablar.

- Hemos hablado poco. - Le dijo - Pero quiero que sepáis que si necesitáis algo podéis contar conmigo, tanto tú como Azhariel.

Durante un rato permanecí en silencio, tan sólo escuchando y moviendo en ocasiones los labios en silencio, como si tararease mentalmente una canción. Noté un movimiento a mi lado cuando Eko se levantó y se acercó a Andrew y salí de mi ensimismamiento para detener el movimiento de mis labios con una pequeña sonrisa.

- Quizá el voto que fue cambiado estaba dirigido hacia la misma persona a la que el afectado iba a votar, en este caso tendría que ser hacia Vanna, y simplemente por eso nadie lo notó. - Comenté distraídamente con voz suave hacia Liam, que parecía interesado por el tema de los cambios de votos.

No pude evitar enarcar una ceja al ver a Gabriel flirteando con Ira y a ella seguirle el juego, pero no dije nada al respecto. Tan sólo observé el encuentro en silencio con una pizca de curiosidad. Me preguntaba cuál de los dos esperaba sacar tajada de ello en esta ocasión. No hacía ni dos días que el Melknhar había perdido a la única persona que lo había tratado bien en la vida, según él, y ya estaba tanteando el terreno con la siguiente. - Vaya con el cambio de actitud... - Susurré para mí misma mientras apartaba la mirada de ellos. Desde luego si algo tenía claro era que no pensaba dejar que se me acercase a mí.

Después suspiré cansada. Las noches se me hacían cada vez más largas. Durante los días las acusaciones volaban de un lado a otro llevando información útil con ellas. Pero durante las noches todos parecíamos tener miedo de lo que podría suceder si hablábamos de más y prácticamente la conversación se limitaba a peleas y encuentros sin demasiado sentido.

Cuando el amiguito del rubito habló del poder ese de encerrar almas y "el veterano" lo confirmó tuve un escalofrío. Le dediqué una mirada desconfiada al ilusionista, si ya de por sí me creía poco su tregua, ahora menos, pero en cualquier caso ni me molesté en dirigirle alguna palabra amenazante o mordaz.

En cambio, y no podía ser de otra forma, sí tenía algunas palabras "encantadoras" para la Grovehn que ahora era el centro de atención, y eso no era muy buena señal en una situación como ésta.

- Mira que he sido desagradable con el recienllegado, pero tú esta vez me has superado pelirrosa. Y ya que estoy, me gustaría dejar una cosa clara contigo , me caes de puta pena, pero si te voto, es por mis sospechas, y ya has comprobado que no soy el único que tiene sus dudas sobre ti. - Le dirigí unas palabras en tono bastante seco, incluso desagradable. - Si luego se descubre que eres inocente - Hice una pequeña pausa para tomar otro trago más. - puede que te pida disculpas. Puede. - Remarqué la última palabra, dando a entender que aunque existía esa posibilidad realmente podría ser remota. Por raro que pudiera parecer no tenía muchas ganas de discutir por ahora.

Entonces Zyllah se dirigió a mí, la distancia entre ambos era bastante evidente, no era de extrañar teniendo en cuenta nuestras personalidades tan opuestas, pero no me importó su actitud, pero sí su razonamiento.

- O quizás no le conviene quejarse para no levantar sospechas visto lo visto. - Añadí mi postura a lo dicho por ella en su mismo tono distraído.

El acercamiento de Gabriel que iba en plan capullo-zen a Ira fue extraño, y descarado. Levanté una ceja sorprendido y en voz baja solté mi ocurrencia. - Con qué pulpo ¿eh?, muy apropiado. - Sonreí ante mi propio comentario y lo dejé correr mientras seguía ocupado, bebiendo. Era una buena forma de relajarme.

Observé a la rusa con detenimiento que por un momento se alteró, ignoré el motivo pero decidí intervenir con voz tomada y algo más calmado, sin duda el alcohol estaba funcionado. - Cálmate lobita, ahora es momento de descansar, reserva tus energías para mañana. - Tuve mis reservas, pero finalmente busqué de mi chupa otra petaca y se la ofrecí a la morena. - Es vodka.

Después de todo esto, ya no tenía ninguna intención de intervenir más salvo excepciones, ya que cada vez que lo hacía no pasaba desapercibido para casi nadie.

Un suspiro fue mi única respuesta. ¿Es que este gilipollas no se cansaba nunca? Volví a hacer caso omiso de sus palabras. No quería volver a discutir otra vez sobre lo mismo. Ninguno de los dos teníamos nada más que aportar, al menos por esta noche, pero parece que él seguía teniendo ganas de bronca. ¿Qué interés tenía en llamar todo el rato la atención?

Escuché atentamente las palabras de los demás, reflexionando. Ya faltaba poco para el amanecer. ¿Qué nueva sorpresa nos depararía la luz del sol? Y así me retiré a un sitio cómo para cuando las dos hijas de Satán decidieran dormirnos.

Esta vez la primera en actuar fue Mêredy, y con paso lento se adelantó hacia el cuerpo de Vanna, y sin ningún escrúpulo introdujo su mano de forma afilada por su piel hasta sacarla llena de sangre, se relamió los dedos y dijo mirando a varios de vosotros: Me encanta cuando el odio me prepara la cena...

Pego una patada al cuerpo de Vanna que la movió de su posición hasta dejarla tendida boca arriba y dijo: Se notan vuestras huellas de demonio, es algo que nunca podréis borrar.

Y sin más volvió a su posición.

Andrew asiente a Eko. Gracias, Eko. Azhariel ya me ha hablado de ti. No termina de entender porque estás aquí y no con tu padre... En fin, tus razones tendrás, a mí no me tienes que dar explicaciones. Tu también puedes contar con nosotros, al fin y al cabo tu padre le dijo a Azhariel cuidara de ti.

Mira a Eko, agradecido por sus palabras y con su habitual sonrisa en el rostro.

Juliette sonrió al ver como poco a poco Mêredy volvía a ser la misma de antes y dijo apostillando su rostro contra su piel: Son dignos merecedores de su estirpe...

Es nuestra mejor carta a nuestro favor... Comenzó a reír y a hablar, pero las palabras se hacían inaudibles entre un murmullo encantador, y sin saber como volvisteis a caer presos de la noche, mientras aquellas niñas seguían en pie esperando su mejor apuesta y mejor oportunidad.