Andrew abrió mucho los ojos y miró a Zyllah mientras hablaba. Con cada palabra todo empezaba a cobrar sentido a su alrededor. No lo hacía por capricho, era la única posibilidad. Si mandaba a Yormund a hacer el trabajo y el poder de Ira era real todos y cada uno de ellos acabaría muerto... incluida Alexia. No iba a permitir eso.
Yo... lo siento. La mirada de Andrew fue al suelo, arrepentido. Había sacado conclusiones precipitadas y había entendido las intenciones de Zyllah mal. Creía que pretendía reírse de su desgracia, dejándole disfrutar de cierta intimidad con Alexia para después mandarlo a la muerte y dejarla a ella sola. Pero ahora sabía la verdad No sabía nada de eso.
Cuando levantó la vista una sonrisa apareció en su rostro, alegre, tranquila. Volvía a ser el de antes después de descubrir la verdad. Lo haré. No solo porque me lo ordenes. Si de esa forma salvo a Alexia lo haré una y mil veces si hace falta.
Miró a Alexia y la sonrisa se ensanchó un poco. Se sentó a su lado y juntó sus labios con los suyos en un beso lleno de sentimiento. No te dejo decir que no quiero estar contigo a solas, Alexia. No hay nada que desee más ahora mismo, nada. Sé que tú no pretendías convertirte en lo que eres... En lo que somos. Nada ha cambiado, Alexia, te lo he dicho antes. Mis sentimientos hacia ti son los mismos. La miró a los ojos mientras le agarraba la cabeza con una mano y apoyaba la otra en su cintura. Solo quería evitarte un mal trago cuando me fuera, al verte así de triste y escucharte decir esas cosas... Me he dado cuenta que ha sido un error. Lo siento, pretendía ahorrarte sufrimiento y solo te lo he causado. Déjame arreglarlo.
Volvió a acercarse a ella para darle otro beso mientras acercaba el cuerpo de la joven hacia el suyo. Pero no estarás sola, nunca más. Si todo sale bien yo viviré. Podrás conocer a mis hermanos y podremos irnos a Siberia. Todo estará a nuestro alcance con nuestros nuevos poderes. Si sale mal... Andrew no perdió su agradable sonrisa, aunque si que bajó en intensidad. Colocó un mechón de pelo de Alexia tras su oreja y siguió hablando. Bueno, tu seguirás con vida, es lo que importa. Si les dices donde has estado y lo que hemos vivido mis hermanos te aceptarán como una de ellos, estoy seguro. Si yo llego a morir y tú te sientes sola o perdida, ve con ellos y cuídalos bien.
Las lágrimas brotaron sin control, le devolví el beso con todo lo que tenía dentro de mí, disfrutando del dulce sabor de sus labios que se mezclaba con el de mis lágrimas. Me apreté contra él como si no pudiera estar bastante cerca y aun así no era suficiente, nada lo era, solo la certeza de una larga vida juntos lo sería… y eso no lo tenía. – Quisiera poder hacer algo, si yo pudiera… me cambiaría por ti sin dudarlo, además a ti te esperan y a mí no me espera nadie. - El dolor de perderle había sido intenso, pero sabía que ahora sería brutal y desolador, sin embargo aprovecharía al máximo el tiempo que nos quedara y guardaría su recuerdo en mi corazón por el resto de mis días, pues sería lo único que me quedaría.
Asentí a sus palabras sin poder dejar de llorar, enfadada conmigo misma traté de frenarlas secándolas con las manos, no quería que Andrew se sintiera peor, pero seguían fluyendo sin que pudiera hacer nada por evitarlo. –No tenía muy claro qué podía hacer al salir de aquí, dudo mucho que pueda volver a Siberia, he cambiado demasiado y creo que no sería capaz de aguantar el desprecio de la mayoría de la aldea, algunos se alegrarían de mi regreso pero son pocos. Había decidido viajar, al menos un tiempo, pensé en buscar a tu familia y hablarles de ti pero ahora ya sé lo que haré. Si salgo de aquí y tú no, les buscaré, si me aceptan les cuidaré como si fueras tú mismo y si no… lo haré igualmente, aunque sea desde la distancia, te prometo que jamás permitiré que les pase nada.- una pequeña sonrisa asomó a mis labios, si nos quedaba poco tiempo no podía estar llorando constantemente, eso solo lo haría más difícil. –Tu león es precioso, aunque sea un felino. ¿Te imaginas lo que dirá tu familia, si vuelves con un león y una loba enormes, además de con una rusa con colmillos?- me quedé callada y seria de golpe mirándole a los ojos, me sentía feliz y desgraciada por igual, pero no estaba dispuesta a perder el tiempo. Me pegué a él de nuevo besándole con pasión y enterrando mis dedos en su cabello dorado, deseando desde lo más profundo que ambos salieramos de allí con vida.
Asentí a las palabras de disculpa de Andrew arrugando el ceño. - Ojalá hubiera otra forma... - Musité más para mí misma que para ellos y me quedé en silencio varios segundos, mientras ellos por fin parecían reencontrarse como esperaba que hiciesen. Suponía que pronto aceptarían la propuesta de alejarse para tener intimidad.
Finalmente me puse en pie y caminé por la sala pensativa, antes de girarme hacia ellos para dedicarles una sonrisa triste. No deseaba interrumpirlos, pero tenía que preguntarlo antes de que fuese tarde. - Andrew, ¿tu tatuaje no se ha despertado aún? ¿No te ha otorgado nada que podamos usar para que las cosas no tengan que ser así?
El pequeño gato de Yormund se acercó al gran león pétreo olfateando su pelaje, curioso, como su propia raza le exigía ser. Pero Yormund ni se levantó.
Miró hacía atrás y dijo: Parece que ya no vendrá nadie más... Tras escuchar las palabras de Zyllah dijo: No esperes, más de ella, al menos yo nunca lo haría...
La miró con desafió y volvió a esconder la mirada.
Ignoré las palabras de Yormund con la tranquilidad de quien ya está acostumbrado a hacerlo. Y ante el silencio de Andrew empecé a caminar para salir de la sala, con las manos en los bolsillos, rozando a Irad con la muñeca en cada paso.
- No, no vendrá nadie más. - Dije, aludiendo a las palabras de Yormund mientras salía del lugar. - Voy a estirar las piernas. Ya es tarde para que tu tatuaje nos permitiese cambiar los planes, Andrew, pero me gustaría saber igualmente si te ha otorgado algo y qué. Si necesitáis algo, avisadme, os escucharé aunque no esté aquí... Tratad de pasar una buena noche, creo que será la última. Si todo sale como debe... pronto seréis libres.
Con mis últimas palabras les dediqué a cada uno una última mirada acompañada de una pequeña sonrisa desde la puerta y me alejé para relajarme y caminar un poco antes de que nos indujeran al obligado sopor de cada noche.