El frio de aquella sala, recuerda el frio de tu corazón, el cuál dejo de latir con fuego desde la primera vez, que vejaron tu cuerpo, y vejaron la inocencia de aquella niña inocente de la cual nada queda, ni siquiera el nombre, pues incluso él te recuerda tu horrible calvario y tus heridas.
Todos piensan que estás loca, que la sangre es lo único que te hace sentir bien, pero si hubiera vivido tan solo uno de los cientos que tú sufriste sin dilación, no le quedaría ni siquiera aliento para enloquecer.
Ellos temen, el averno, a aquellos que se llaman demonios, y de los cuales una parte se encuentra en vuestro ser. Pero tú sabes que no hay más que temer que al propio demonio que esta por nacer. Aquel que llevas en tu sangre y que pagara con odio y sangre, las heridas que dejaron a tu cuerpo libre de cordura, y exento de corazón también.
Ellos conocerán ahora lo que es el infierno, y conocerán el poder de mitigar el alma, antes de que la Parca asuma su verdadero ser.
Eres una de las Traidoras, y tendras acceso a la sala común de la Traición, donde podreís orquestrar vuestros planes y estrategías para derrocar el antiguo mundo y dar paso a vuestro pago por tanta humillación.
Como grabado a fuego aquel signo parece hacer mella en ti despertando un instinto algo al parecer nacido de todas tus heridas y todo tu dolor. Huellas y cicatrices que dieron luz a tu nuevo cuerpo, y a tu nuevo yo...
No permitiras que nadie salga indemne de una nueva herida sobre tu piel... nadie proclamará la muerte sobre tu alma y dejara un estela sin repercusiones ni razón.
Pues ahora estas segura de al menos una cosa, con tu muerte, te llevaras contigo a uno de los que te hagan caer... no sabes a quien, pero al menos, uno pagará