La noche llegó rápido como el viento y los cuatro presentes se vieron solos en aquel edificio, sin nadie que los protegiese de ellos mismos... Aún así, ningún ghoul se arriesgaría a tentar la suerte demasiado asesinando a todos los humanos restantes. O quizás sí. Fuere como fuere, las miradas nerviosas iban de rostro en rostro, quizás sin saber qué decir o pensar, pero nunca sin saber qué hacer. Todos sabían lo que debían hacer: eliminar a sus propios enemigos.