La noche había sido más larga que las anteriores. Quizá se había debido a que la Tierra había decidido girar más lento, quizás se trataba de un duradero eclipse solar o tal vez aquel enorme cuerpo celeste había decidido apagarse brevemente por mero capricho. Pese a ello, la verdad era que si la noche se había hecho más larga era porque todo estaba llegando al final, un final amargo para muchos y dulce para pocos o para ninguno. Si para alguien no era uno dulce era para Muto Koyomi, quien había visto con sus ojos como la victoria se le arrebataba de las manos en el último instante. Su cuerpo, hasta ahora aparentemente intocable, yacía en el suelo con numerosos agujeros que lo atravesaban de lado a lado, todos ellos hechos por la espalda, evitando así su asesino cualquier clase de inconveniente con el problemático aspirante que, hasta entonces, había demostrado buenas capacidades de supervivencia.
Nimura llegó a la sala en la que se encontraban los últimos dos aspirantes con vida y el escurridizo Muto ahora sin ella. El investigador parecía, pese a todo, bastante calmo. Traía en sus manos unas flores que con cuidado depositó sobre el cadáver del joven aspirante.
El accionar del investigador había sido un misterio incomprensible para la enorme mayoría de aspirantes sino para todos ellos, pues así como demostraba preocupación porque todo saliera bien también dejaba ver una clara indiferencia que se contradecía con el que se suponía era su propósito. Aún así, después de todo había sido él quien había sugerido y dirigido aquel macabro "entrenamiento", con lo cual sospechar de sus verdaderas intenciones a primera vista inentendibles era más que normal.
—Que en paz descanse —dijo con serenidad—. Parece que sólo quedan ustedes dos, pero las pautas del entrenamiento deben llevarse a cabo a rajatabla, así que como de costumbre haremos votaciones. Puesto que no tengo idea de qué le ha ocurrido a Juuzou, seré una vez más yo quién haga el conteo. —Nimura se dio la vuelta y pese a que se disponía a dejar solos a los dos últimos aspirantes de forma breve para que hablasen de sus cosas, se vio en la necesidad de decir algo—. Hiroshi, me he enterado de que has intentado escapar con el ahora difunto Muto Koyomi, o eso es lo que me dijo un pajarito... Creo que las reglas estaban claras desde el inicio. Por hoy y sólo por hoy me temo que no podrás votar. Me pregunto qué sucederá —susurró antes de dedicarle una media sonrisa a Fukusei.
Viendo como todo ya habia terminado, ahora solo quedaba el momento de votar y porque yo era el unico que quedaba para hacerlo lo hice contra la otra persona que aun seguía con vida en el lugar. Lancé una mirada de odio y de asco a Hiroshi Okamura por todo lo que había hecho a nuestros compañeros, me repugnaba casi tanto como el pestazo que soltaba. Asi que tu eras el ghoul que faltaba. No sentia ningun tipo de compasion por semejante criatura, aun asi me fije con cierto alivio al jefe de todo eso. No se si esto cuenta pero, señor Nimura, Hiroshi Okamura no dijo nada en la noche anterior y tampoco voto en la anterior votacion. Creo que eso merece dos votos negativos en su contra. Si el jefazo continuaba con sus normas y penalizaciones el resultado ya estaba decidido, pero aun asi vote contra Hiroshi y no creia que hacia falta alargarlo mas. Ya sabemos quien es el ghoul que queda. No hace falta esperar mas.
—No creo que él lo tenga tan claro como tú, Fukusei. Y quién sabe qué opinaría el resto —respondí, cruzando los brazos. Dos aspirantes, con todos los que habíamos sido—. Pero cierto pajarito me ha dejado las manos atadas. Algo me dice que no voy a convencerte de que te votes a ti mismo, así que supongo que solo me queda esperar a ver qué pasa.
Crucé los brazos y me senté en el primer asiento que pillé, cerrando los ojos. Después de una vida tan larga, uno empieza a estar preparado para todo. Aunque, a decir verdad, la resignación nunca ha salvado la vida de nadie.
Pese a que posiblemente no fuese necesario, Nimura cogió un marcador y anotó en la pizarra los resultados.
Linchamiento
Hiroshi Okamura: ll
Fukusei Chito: l
Privado de su voto y con dos en contra, uno de ellos por descuido y otro porque Fukusei no tenía a quién más votar, Hiroshi Okamura se convertía en el último aspirante sentenciado a muerte.
Hiroshi Okamura permanecía con los ojos cerrados, esperando un milagro que lo salvase del pronto destino que le aguardaba, un destino lleno se sangre que quizás no merecía pero que alguien había impuesto en él. La hoja del investigador cortó el aire e hizo lo mismo con el cuello del joven, quien instantes después había caído al suelo y comenzaba a desangrarse. Nimura sacó un pequeño y cúbico dispositivo negro de su bolsillo, uno que entraba a la perfección en la palma de su mano. Presionó un botón y tras unos largos segundos una luz verde se encendió en el dispositivo, a lo cual Nimura sonrió.
—Ya no queda ningún ghoul —declaró aún manteniendo los ojos cerrados—. Felicidades, Fukusei Chito, has sido el único capaz de superar esta gran prueba, así que supongo es mi turno de explicarte qué es lo que ha sucedido... Yace en los pisos inferiores del subsuelo de las instalaciones un ghoul un tanto particular. De hecho, si recuerdas la sala en las que los cuerpos de tres de tus excompañeros se restauraron, habían no tres sino cuatro cápsulas. En la cuarta se encuentra el cuerpo de Kaneki Ken, Eyepatch. El objetivo de los ghouls infiltrados era sin dudas recuperarlo, aunque no previeron lo que sucedería con Tsubame y que se revelaría tan pronto que se encontraban entre los humanos. Habría sido idóneo que lo hubiesen rescatado sin tener que hacer yo del malo de la película, pero supongo que ahora es demasiado tarde. —¿Demasiado tarde? ¿De qué hablaba?—. Kijima comenzó a desconfiar de mí al cabo de un tiempo, y tras decidir que teníamos que llamar a Tokyo para cancelarlo todo pues las cosas se estaban "yendo de nuestras manos" no tuve más opción que asesinarlo... —confesó en un tono que aparentemente mostraba arrepentimiento—. Y por qué quería, quiero y lograré que lo rescaten, te preguntarás... ¡Es algo que morirás sin saber! ¡Considera esta pincelada de la verdad tu premio por la victoria, Fukusei Chito!
Instantes después, el filo del quinque de Nimura Furuta cortaba el aire nuevamente, pero esta vez su objetivo era la cabeza del último aspirante con vida.
Justo en el último momento, cuando el cuello del indefenso Fukusei frente a un ataque fulminante por parte de quien se suponía era su propio instrctor estaba por ser cercenado, unos ojos brillaron con intensidad y un quinque se blandió con fuerza, evitando así la muerte inmediata del aspirante. En el último segundo Nimura había bloqueado un golpe que habría sido mortal, aunque la fuerza del impacto lo había enviado lejos.
—Me ha costado salir de esa celda en la que me has metido, Nimura... Pero ya estoy aquí —dijo Suzuya, mirando entonces a Fukusei—. Al parecer justo a tiempo. —La chica presentaba bastantes heridas a lo largo de su cuerpo así como numerosos moretones. Pese a ello, parecía ser capaz de moverse con bastante agilidad—. Ríndete, Furuta. Ya he contactado con Tokyo y no tardarán en llegar... Es hora de que este juego macabro termine, tu objetivo nunca fue entrenar a nadie... —Suzuya parecía haberse percatado de algo muy obvio muy tarde. Quizás si alguien le hubiese indicado que el comportamiento de Furuta Nimura había sido un tanto sospechoso todo habría sido muy distinto. Instantes después las cortinas metálicas que bloqueaban el lugar comenzaron a abrirse y tras los vidrios ahora descubiertos un sinfin de luces pertenecientes a numerosos investigadores dispuestos a irrumpir en las instalaciones se pudieron ver.
Entre ellos se encontraba el mismísimo Arima Kishou, el líder de la CCG, a quien ningún ghoul había sido capaz de eliminar hasta la fecha. Nimura dejó caer su quinque y sus piernas cedieron ante la fuerza de la gravedad, haciéndole caer de rodillas. Los ghouls no acudirían; los enviados del Árbol de Aogiri habían sido vencidos por meros aspirantes y agachar la cabeza aceptando la derrota sería probablemente lo único en lo que su líder estaría pensando. Luego de que arrestasen al investigador, Arima se acercó a Fukusei.
—¿Es él el único superviviente? —le preguntó a Juuzou, quien asintió—. Has hecho bien. Estoy seguro de que debes estar muy confundido ahora mismo, pero no te preocupes, ya todo está bien. Gracias por haber aguantado esta pesadilla; aunque no lo sepas, sin ti y tus compañeros las cosas podrían haber sido muy diferentes. Me aseguraré de convertirte en el mejor investigador que la CCG haya tenido jamás, sus sacrificios no habrán sido en vano.
Y tras aquella extraña, incomprensible, confusa, difusa, bizarra, enredada, ambigua y caótica explicación que quizás luego cobraría —o no— sentido, Fukusei suspiró de alivio, pues ya no quedaban traidores en la CCG.
En alguna parte de las afueras de Kyoto, un hombre encapuchado miraba con desdén desde un alto edificio las oficinas de la CCG, distinguibles desde la lejanía y rodeadas de luces y camionetas llenas de agentes de la organización anti-ghoul.
—La misión ha sido un fracaso; nuestros agentes no han sido capaces de infiltrarse en la CCG sin levantar sospechas. La misión ha sido un fracaso; Tsubame ha enloquecido el primer día y expuesto el plan. La misión ha sido un fracaso; nuestros agentes no han sido capaces de eliminar a un puñado de aspirantes supuestamente inexperientes. La misión ha sido un fracaso; han asesinado a todos nuestros agentes. La misión ha sido un fracaso; Eyepatch no ha podido ser rescatado. La misión ha sido un fracaso.
Y tras aquellas palabras, el líder del Árbol de Aogiri abandonó el edificio en el que se encontraba, sumido en la frustración y con un mal genio palpable.