Partida Rol por web

- ¿Para qué quiero una posición? - preguntó de forma retórica. - Estoy bien siendo discreta, no quiero la amante de un poderoso político que sería capaz de venderme si con eso consiguiese suficientes votos para aprobar sus leyes. Y creeme que sé de lo que estoy hablando... - su padre le atravesó el vientre con una espada por el mismo motivo. - Fui hija de un político, esposa de un político... y ahora soy la amante de otro político - se rió divertida por la ironía de la situación. - Y fíjate, odio la política, y que me hablen de ella. 

Se aproximó a una de las callejuelas contiguas a su refugio, que divisó desde dónde estaba. Las luces estaban apagadas, seguramente todos se habrían ido a descansar ya. Miró al vástago a modo de despedida. 

- Tú has hecho más en una noche que cualquiera de mis esclavos: a ninguno de ellos le permito hacer lo que tú me has hecho. Son fuertes, pero no tan resistentes - volvió a reírse. - Pero, estoy pensando, que la próxima vez no te lo voy a poner tan fácil. Perderías el interés en mi demasiado pronto... No quiero que pienses que soy una mujer fácil.

"Que para qué quiere una posición" la miró como a una cabeza loca, divertido, pero no dijo nada, después ella le habló de los políticos de su familia y él recurrió a una expresión automática.

- Tranquila, yo no soy un político, soy un Vorenus.

Le dijo sin pensarlo demasiado y después de eso su semblante se tornó serio, como si esa frase tuviera algún significado. Trató de apartar ese tema para no perderse en sus pensamientos, que rememorarían ciertos hechos de los últimos días.

- Da igual - dijo de un modo abrupto - Te quedas aquí al parecer - comentó cuando se detuvieron - Pero sabes, yo no te considero una mujer fácil, me tengo que deshacer en elogios para llamarte la atención - le dijo animado de nuevo. - No te puedes ir sin un largo beso de despedida.

Se acercaría a ella y la besaría sin darle tiempo a responder, pero si estaban cerca de su local no sabía si iba a suponer un inconveniente dejarse llevar.

- Me gustan muy largos - dijo dándole tiempo a reaccionar sin que se notara demasiado su prudencia.

Si aquella palabra debía tener algún significado, a Lucrecia se le escapaba debido a su gran desconocimiento del mundo vampírico y sus costumbres. Sin embargo, Tulio no dio muestras de querer seguir hablando de ello, así que la Daeva tampoco insistió. Cuando se aferró a su cintura reclamando un beso de despedida, Lucrecia sonrió de forma sensual.

- Toda mujer responde a tres cualidades: somos voluptuosas... somos ambiciosas... y somos golosas... - enumeró cada palabra depositando un beso húmedo en los labios del cainita, para finalmente, ofrecerle el mejor beso de la noche, uno largo y apasionado que no pudiera olvidar en lo que restaba de noche y que estuviera presente en sus recuerdos incluso durante el día.

Respondió al beso tratando de mezclar pasión y ternura por igual. Cuando ya estuvieron satisfechos de este juego se separó y la miró con intensidad.

- Nos vemos con la próxima luna.

Se giró para localizar a Aulio con la mirada, el gul no lo debía estar pasando nada bien y seguro que le gustaría ser como Cicerón, ignorante de las aventuras de su señor.

- Buenas noches Anuket.

Le dijo con una sonrisa divertida y agarrando la toga hizo ademán de alejarse.

- Nos veremos...

La vampiresa le dedicó una bonita sonrisa a Tulio, mientras lo veía alejarse por la calle escoltado por el fornido hispano.

- Buenas noches, Eros - murmuró antes de que él desapareciera tras uno de los edificios. Resueltamente, la Daeva retiró hacia su refugio.