Mantuve mi expresión severa, ligeramente preocupada por el fallo, si fallo era la palabra, en la seguridad del templo. No porque realmente temiese por mi seguridad en este preciso instante o creyera que fuesen a subir a por nosotras. No, la verdad era que, simplemente, si quería que reaccionasen tenía que interpretar el papel.
- Siento irrumpir de este modo - Comencé pese a que realmente no había hecho tal cosa - pero la gravedad de los hechos me obligan. Comuniqué a este sirviente que había intrusos en el templo y, no solo eso, que han profanado el altar de Minerva. - hice una pausa - Solo conozco el nombre de uno, que me amenazó mientras realizaba unas simples abluciones. Se llama Siberic y, diría, no respeta en absoluto a los dioses y sus representantes. - hice otra pausa dramática, dudando si confirmar las sospechas que tenía Flabia sobre mis visiones, pero opté por no hacerlo - Creo que es bastante obvio que es un enemigo del templo y que los guardianes deberían dar cuenta de él, así como de sus aliados.
Dicho esto permanecí en silencio, esperando el veredicto de Flabia.
Flaviana atendió en un siniestro silencio a su pupila. Sus ojos reflejaban la llama del brasero a su lado y parecían arder, cosa que contrastaba con su sereno semblante.
-He oído hablar de ese Silberic, y lo que he escuchado no me gusta nada: agitador, saqueador de tumbas, bandido... se ha escapado de las garras de la justicia de la Camarilla por demasiado tiempo. Ahora ha conseguido meterse en el Templo y por lo que decís ha profanado un alta de Minerva. ¿Como lo ha hecho?-
La explicación no fue muy satisfactoria para Helvianus Bassianus, ya que carecía de detalles para que el centurión pudiera rastrear a los rebeldes. Solo le habíais mostrado su lugar de reunión. Sin embargo os agradeció la ayuda igualmente antes de marcharse con sus oscuros legionarios a la garita de donde los habíais sacado.
El día estaba cerca, la próxima noche esperaba.
Aquila se despidió del jefe de Legionarios, antes de ir junto a Helena a un lugar más propicio a una charla rápida y tranquila:
- Bueno, ha sido una noche larga y de muchas emociones, joven Helena. ¿Donde nos reuniremos mañana?
Le apetecía algo de charla con la joven, pero no iba a importunarla estando tan cerca el amanecer. Por otro lado, le revolvía la vitae el pensar en lo que habían presenciado en la cueva, ¿Estaban ante el fín de la Camarilla?
Cerramos escena, os pillais 3 puntos de PX cada uno.