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La Caida de la Camarilla I: Noches de Gloria

Primer interludio

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12/02/2011, 11:17
Director

Un cadáver en la noche

La noche en los campos cercanos a Roma suele ser apacible y oscura, solo suelen escucharse los murmullos de los animales nocturnos ya veces ni eso, sumido en un silencio solo cortado por el rumor de las hojas de los arboles al ser mecidas por la brisa.

Sin embargo se ve una luz, la tímida luz de una candela, y un sonido de tierra removida. Dos personas, una un anciano y otra un joven fornido y moreno de piel parecen enfrascadas en una clandestina tarea. A veces miran desconfiados temiendo ser descubiertos por algún testigo imprevisto, pero mantienen las cabezas bajas, sacando tierra con una pala cada uno.

-Aquí está.- Murmulla el más joven. Han tocado algo solido, una sabana de lino manchada de tierra, parece envolver algo.

-Está donde dijeron las rameras.- Dice algo jadeante el viejo. Abre la sabana con frialdad y descubre a una joven muy pálida, de cabello revuelto y oscuro y esbeltas facciones, está claramente muerta, con dos monedas de latón con la imagen del Emperador Severo estampadas en estas como ojos. -Dicen que encontraron a una de las suyas degollada sobre la hierba. Pero solo había sangre sobre la hierba...- La faz curtida del anciano parece hecha de cuero, parece haberse endurecido en vez de arrugada por la edad. El viejo saca una aguja de su cinturón, que parece llevar varias cosas aparte de un arma, bien visible en su funda. Pincha con la aguja el cuello de la joven. LA aguja sale limpia.

-Como sospechaba, es obra de ellos. Dicen las otras prostitutas que vieron a una joven rubia rondándola la noche anterior a su muerte. Es quizá la que buscamos...- Dice frunciendo el ceño el anciano.

Enteraron otra vez el cadáver, no sin decapitarlo antes con una hacha que enérgicamente, para que durmiera el sueño eterno en paz y sin posibilidad de alzarse como no muerto. Los dos partieron en la noche en silencio, prosiguiendo con su sagrada tarea, la venganza que ambos prometieron sobre el altar de Minerva y su sagrada lechuza.

La de exterminar a todos los Propinqui.

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12/02/2011, 11:44
Director

En Roma todo sigue más o menos igual, el Cesar Licinio ha ordenado una nueva purga de los cristianos, renegando el mismo del Edicto de Milán. Ha ordenado eso a pesar de estar casado con una cristiana. Parece que su intención es más provocar a su cuñado Constantino que gobierna en Bizancio, parece que se ve otra guerra civil en el horizonte.

Por su parte Crispo, el hijo mayor de Constantino el Grande, derrota claramente a los francos en el Rin, manteniendo a ralla a las hordas germanas. Quien sabe por cuanto tiempo más.

El tiempo pasa más apaciblemente para los no muertos, como si la tumba contagiara su paz y silencio a los sucesos de la Necropolis. Solo es digno de mención el asesinato de Caius Julius Comitor, chiquillo de Tertia Julia Comitor, a manos de su esclava de sangre y amante Julia Severina. La sirviente había matado a Caius y bebido toda su sangre tras una discusión. La enloquecida ghoul es juzgada por el Senex en un acto abierto a los ojos de todos los vampiros de la Necropolis. Severina muere desafiante hasta el final, burlándose con un sonoro "me meo en los pútridos cadáveres que gobiernan la Necropolis, vosotros no podéis hacer esto" seguido de un levantarse de sus faldas y mearse delante de todos los presentes. Es apaleada, crucificada y su cabeza descansa ahora en una pica.

Muchos de los asistentes murmuran, eso es lo que pasa cuando se le deja demasiada cuerda a un ghoul.