Un poco más calmada, Lucrecia depositó un último y ardiente beso sobre los labios de Servius y nadó alegremente hacia un extremo del baño para alcanzar una bandeja con dos copas de cobre que contenían un líquido rojo. Con una de las copas en la mano volvió al lado del vástago y se la ofreció con adoración en la mirada.
- No es el hecho de que tu información vaya a serme de mucha ayuda para lograr que Cicerón sea como yo, sino el hecho de que la hayas conseguido... Me encanta que las cosas hayan salido bien. Aunque antes, tengo que regañarte, por haber hecho más de lo que te pedí. ¿Cómo es que has venido estas pintas? ¿Qué fue lo que ocurrió? No hacía falta vertelas con ese personaje... Tullius y yo estabamos planeando una forma de atraparle y dejarle expuesto ante los demás antiguos. Pero... parece que nuestras discusiones han sido en vano.
Sonrió y se recogió el húmedo cabello para acariciarselo.
Carmesi, un excelente color, el mismo que los labios de Lucrecia al recompensarme devorando mi boca, y el mismo que la copa de vitae que se me ofrece, los cuales ambos acepto y consumo con fogosidad y ansia. Doy un gran trago a mi copa, y cuando retiro mi copa de mi labios, respiro una vez mas, recuperando el calor de los vivos. Creo que me voy a arrepentir de derrochar la vitae que se me ofrece, en sentir el placer carnal de los mortales, pero hoy era una noche especial, me podia permitir un pequeño lujo como este.
-Delicioso, no hay nada como una copa de sangre para celebrar una victoria. A menos, que juntemos compartir esa copa, junto una de las mujeres mas hermosas de Roma.- Sonrei contento, mientras dejaba la copa y mi ropa en un borde, desnudandome como era apropiado para un baño. Pasando a limpiarme cada poro de suciedad y barro en mi piel, una tarea que quizas iba ser algo ardua pero necesaria, ser pulcro era una de las pocas cosas que me diferenciaban de los demas nosferatus.- Volviendo al tema, supongo que me he excedido en mis responsabilidades, pero por egoista que suene, lo he hecho mas por mi, que por ti, Lucrecia. No creo que lo comprendas, pero soy un hombre de desafios, alguien que solo puede descubrirse a si mismo, sobreviviendo y superando obstaculos. Y he descubierto muchas cosas en aquella persecucion, es algo largo de contar. Pero si tuviera que empezar desde cero, empezaria relatando a mi mismo, Helena, Augustus, y mi peor enemigo, una pared...- Me pare en seco, y me lleve una mano a la espalda molesto y torciendo el gesto.- ¿Si no es mucho pedir, Lucrecia, podriais limpiar mi espalda? Se me hace dificil limpiar por esa zona.
Lucrecia le escuchó como si le interesase sobremanera lo que le estaba contado; su atención estaba a medias, empezaba a sentir que el agua estaba demasiado caliente y sus necesidades más básicas bullían esperando ser saciadas. Solo tenía que esperar un poquito más y se entregaría por completo a sus pasiones.
- Me gustan los hombres orgullosos - murmuró con una sonrisa divertida. Nadó hacia él, como una ninfa, situándose a su espalda para hacer lo que le pedía. - Bueno, pues cuentame qué ocurrió, con todo detalle, para saber cómo debo pagaros este enorme favor a ti, a Helena y a Augustus. En especial a ti, por haberme traído tan valiosa información - deslizó las manos por sus hombros y le dio un suave masaje. No es que lo necesitara, pero resultaba igualmente placentero. - Me gustan los hombres valientes - le susurró al oído de forma sugerente.
-A mi me gustas tu.- Respondi ante sus palabras con una media-sonrisa, ciertamente, quizas no era tan valiente como ella pensaba. Pero no era momento para decirlo, me habia ganado ese masaje y el tacto de esas sedosas manos recorriendo juguetonas por mi espalda, ahora mismo, era Hercules, si me preguntaban.- Es una larga historia, me temo que te aburriras antes de que siquiera llegue a la mitad, pero intentare hacerla lo mas entrenida posible.- Comente con una mano en la barbilla, sopesandola pensativo, mientras miraba hacia el techo, y dentro de mis memorias.- Todo comienza, cuando yo, Helena y Augustus, siguiendo furtivamente a nuestra presa, le perdimos de vista en un aparente callejon sin salida...
"Pero las aparencias engañan, como sabras muy bien, y descubrimos que tal callejon, no era sino, una puerta oculta a los subterraneos de Roma, con mi ayuda, no tardamos mucho en descubrir como abrirla, y nos adentramos en la oscuridad. Lo que vimos, fue inquietante, pasillos oscuros, repletos de simbolos e historias en sus paredes !De los propios fundadores de Roma, los gemelos Remo y Romulo¡ y de la creacion de los Julios, a manos de Remo. Pasos mas tarde, fuimos sorprendidos por una figura misteriosa, creiamos que era Silberic que nos habia descubierto, pero no era sino una sacerdotisa de un templo de nuestra estirpe, pues los pasillos estaban conectados al territorio del templo, Claudia Corvina. Y no acaba ahi, la sorpresa, cuando descubro que es mi sobrina, creia que me iba volver loco, Lucrecia, no recordaba tener una sobrina, hasta esa noche, toda mi vida dedicada a vengarme de mi propia familia, y olvido a los pocos que me han importado. Sin embargo, ella me recuerda bien, y me temo, que siente cierto rencor pues fue vendida por su padre, a una edad muy temprana, al templo, obligada a una vida recluida y casta, siguiendos las exigentes deberes y ordenes que dan sus superiores. Al principio reticente, decidio unirse a nuestro grupo, y avanzar tras el rastro del barbaro, ahora recorriendo pasillos de piedra desnuda, huecos y grietas mas alla de la mano de la Camarilla y todo mortal, hasta que topamos con toda una secta de extranjeros, Propinqui que se creian lobos con piel de cordero. Ocultos, oimos sus gritos y aullidos, revelando sus planes por una ciudad sumida a la anarquia, con la Camarilla destruida, empezando por un plan para emboscar a un gran numero de miembros del Senex, de camino a sus reuniones privadas en el edificio subterraneo conocido por "La Camarilla". Fue entonces, al intentar salir y avisar a los demas, cuando nos descubrieron y notaron nuestra presencia desde la sombras, yo me dispuse a sacrificarme por el grupo y distraerlos, mientras los demas huian y se salvaban, por poco no lo cuento y me convierto en alimento diabolizado, pero logre despistarlos y despues de una larga noche y aun mas largo amanecer, resurgi de la tierra, como vos me encontrasteis. Aun no tengo noticia de los demas, pero si no han anunciado su muerte o desaparicion, sospecho que estan de camino a avisar la Legion, y terminar este asunto, de una vez por todas."
-...Y esa es toda la historia.- Conclui, mientras me daba la vuelta, y miraba frente a frente, a Lucrecia, levantando una mano para acariciar su melena, notando sus rizados pelos enredandose entre mis dedos.- Como dije, soberanamente aburrida, sin duelos a espada en un tejado a luz de la noche, pero lo importante, es que no habido bajas, y pronto todos recibiremos una recompensa, por nuestro duro trabajo. Incluida tu.
Cerrando escena, Lucrecia pilla 2 puntos de px. Lucia, siento no poder darte nada, para futuras veces, si puedes postea mas, aunque solo sea para hacer acto de presencia.