Finalmente harto de tanta tontería me lanzo hacia delante pateando la silla con todas mis fuerzas en dirección a Mark con la intención de cuando menos derribarlo.
Todo ello sin perder detalle de Kura, la cual ha acabado son problemas con Savera, cosa por otro lado bastante lógica si tenemos en cuenta las armas de una y otra.
Tirada oculta
Motivo: Patear Silla
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+3)=7
Tirada oculta
Motivo: Fuerza de la Patada (para derribarlo)
Tirada: 1d20
Resultado: 17(+3)=20
No perdió el tiempo en contemplar el cadáver de Savera en el suelo aunque le dirigió una mirada de asco que no había experimentado hacia sus otros contrincantes. Sin más, se agachó a coger su cuchillo y sin disimulo alguno se lo lanzó a Marcus, apuntando al cuello.
Motivo: lanzar cuchillo
Tirada: 1d20
Resultado: 6(+1)=7
Motivo: daño por si
Tirada: 1d6
Resultado: 4(+3)=7
Viendo como las acciones se precipitaban decidí dejarme de tonterías. Como supuse, Marcus se lanzó de cabeza contra mí de nuevo, de modo que le lancé la silla, esperando entorpecerle o incluso herirle al tiempo que lanzaba un tajo de arriba a abajo con mi arma.
Tirada oculta
Motivo: Ataque con arma
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+3)=7
Tirada oculta
Motivo: Lanzar silla (Fuerza)
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+3)=14
Aviso que estaré out como mínimo hasta el domingo.
Como si de un grupo de mancos se tratara, los tributos, más que luchar unos contra otros, parecían luchar contra el aire.
Kura, que acababa de acabar con Savera con gran destreza, se agachó para coger la navaja que la recién muerta había intentado lanzar. Intentando hacer una gran muestra de su destreza, la lanzó contra Marcus... Y acabó a escaso un metro de ella, en el suelo. Pero las torpezas no acababan ahí. Marcus y Mark seguían enzarzados en combate... Contra una silla. Marcus intentaba patearla, mientras Mark se la quería lanzar. Si este mueble hubiese cobrado vida, les hubiese dado una buena lección a ambos. Pero, como no era el caso, la silla acabó a un lado, volcada en el suelo. Ya no había nada que se interpusiera entre ellos.
* Espero que no os moleste, pero es que las tiradas han sido pobres xD
Iniciativas
Kura: 21
Marcus: 6
Mark: 4
Feliz año nuevo!
Y posteadme, que os voy a ir arrancando dedo a dedo si no lo hacéis XD
- Pero que diantres... - pienso al ver que soy incapaz de patear una simple silla.
Por lo menos esta acaba en un lado y ya no hay nada que se interponga entre ambos así que me lanzo hacia Mark con la intención de ensartarle pero sin perder de vista a Kura pues aunque sea torpe con los cuchillos, no ha llegado muy lejos el que ha lanzado contra mi, con la lanza es mortal.
- Venga Marcus, acaba con él de una puta vez. - pienso mientras acerco el estoque hacia el cuerpo de Mark.
Tirada oculta
Motivo: Ataque a Mark con el Estoque
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+3)=22
Miró la daga caer a escaso un metro de ella, saltando de su mano a causa del sudor y no pudo evitar soltar una carcajada que contenía un claro dejo histérico. Meneó la cabeza, gesto que podía permitirse teniendo en cuenta que el enfrentamiento de los otros dos seguía siendo primordial y que ella, por el momento, estaba a salvo.
La daga estaba a casi nada así que dio un paso, se agachó para cogerla y volvió a lanzarla, esperando una mayor precisión con este segundo lanzamiento.
Tirada oculta
Motivo: lanzar
Tirada: 1d20
Resultado: 9(+1)=10
Tirada oculta
Motivo: daño por si
Tirada: 1d6
Resultado: 4(+3)=7
La cosa estaba chunga. Pero mucho. Por un lado, una lanzadora de cuchillos con temblera en la mano, su primer lanzamiento no había sido certero, pero eso no garantizaba que el segundo le fuera peor. Por otro lado, una especie de armario humano con un estoque que se ha librado de su prima lejana de madera...
Problemas delante, problemas a un lado, ante la duda... Traté de agacharme al tiempo que hacía un barrido horizontal con el machete buscando las tripas de Markus. Con un poco de suerte, quizás viera de color son sus intestinos sin que me trinchase como a un cerdo.
Tirada oculta
Motivo: Ataque con machete
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+3)=7
Tirada oculta
Motivo: Agacharse (defensa cac)
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+3)=11
Iniciativas
Kura: 21
Marcus: 6
Mark: 4
Kura, a pesar de la caída de la navaja que había robado a Savera, no se rindió. Dando unas zancadas, alcanzó de nuevo el arma arrojadiza y, apuntando algo mejor, consiguió acertar en el brazo de Marcus. La navaja le atravesó el brazo, hiriéndole, aunque no de gravedad. No dejaba de ser una herida más, quizá algo profunda, pero nada que detuviera a Marcus.
Con un gruñido de furia, Marcus hizo un rápido movimiento con su estoque. Mark hizo lo posible para esquivar el ataque, pero no podía contra la ira de su antiguo compañero. ¡Zas! un corte en el estómago, ¡Zas! un corte en el brazo, ¡Zas! el último fue en el cuello. Mark se llevó la mano a la garganta, donde la sangre no dejaba de manar. Cayó de rodillas, donde sus ojos se volvían vidriosos, anunciando la muerte que en pocos segundos le cubría con su manto oscuro.
Tirada oculta
Motivo: Daño
Tirada: 1d6
Resultado: 4(+3)=7
Mark ha muerto, lo siento, bien jugado y enhorabuena por llegar a los tres últimos.
Una vez liquidado Mark mi mirada se centra en Kura, la cual había osado atacarme, cosa obvia por otro lado pues seguro que prefería tener que enfrentarse a Mark que no a mi.
- Parece que sólo quedamos nosotros. - digo pasando el estoque a la mano izquierda manteniendo la distancia que nos separa.
Rápidamente agarro un Shuriken del interior del brazo izquierdo y se lo lanzo a la chica esperando acabar rápido con esto.
Tirada oculta
Motivo: Lanzar Shuriken
Tirada: 1d20
Resultado: 5
Venga Kura, que sólo queda este combate para acabar!!
No tuvo tiempo de alegrarse por su éxito cuando Mark cayó al suelo, sujetándose la garganta por la que manaba su vida, escapándose por entre sus dedos en forma de sangre. Sus dedos se aferraron con mayor fuerza a su lanza mientras miraba a Marcus, quien ni corto ni perezoso decidió que era digna de por lo menos dedicarle una frase.
Quiso sonreír con fanfarronería y soltar algún comentario ingenioso y mordaz, algo que recordaran para la posteridad todo el pública que estaba mirando aquel momento conteniendo la respiración a la espera de quién sería su campeón. Pero la sonrisa murió en sus labios sin llegar a formarse, seria del todo por primera vez, sin atisbo de rabia, cinismo o desdén. Los juegos se acababan y, estaba segura, la cámara estaba filmando al vencedor, fuera cual fuera de los dos.
Podía ser que aquel fuera un momento de epifanía en el que debiera darse cuenta de que Marcus estaba asustado, como ella, consumido por aquella ansiada supervivencia que los había guiado a lo largo de los juegos. Dicha epifanía no llegó, su mente no se distrajo en ese tipo de pensamientos, no evocó en su cerebro la injusta deuda que anualmente pagaban los distritos, no pensó en los muertos ni en los campeones de otros años. No pensó en nada más que en Marcus y en cuál sería el próximo movimiento de ambos.
Eran los dos últimos campeones, cansados, malheridos y como evidenció el ataque de Marcus, con ganas de terminar. Bien, ella también lo estaba deseando. Aferró la lanza con ambas manos, encogiéndose sobre sí misma. Aquel gigante le sacaba un buen trecho de alto y ella estaba dispuesta a aprovechar aquella ventaja. Con un gesto ágil dirigió la lanza hacia su abdomen, dispuesta a ver como sus tripas se desparramaban con velocidad en els uelo manchado por la sangre de Mark y Savera.
Motivo: clavar lanza
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+3)=19
Motivo: daño por si
Tirada: 1d6
Resultado: 6
Mi intención, si tengo que esquivar, es ir dirección al cuchillo enterrado. Perdón por la tardanza :(
Era el último combate. Los espectadores, tanto del Capitolio como de cada uno de los distritos, no podían dejar de mirar la pantalla. Las familias, amigos y conocidos de Kura y Marcus, habían dejado de respirar. Uno de los dos no podría volver a casa nunca; en cambio, el otro volvería, pero con las manos llenas de sangre. ¿Era eso mejor que la muerte? Si algo bueno podrían sacar de toda esta locura, era tener una vida cómoda, aunque fuese llena de remordimientos.
Las cámaras mostraron los rostros de cada uno de ellos. Tenso era la palabra que más se aproximaba a la expresión de sus miradas. Las cámaras enfocaron a los cuerpos de los caídos Savera y Mark, mientras la sangre seguía brotando de sus heridas. Cada uno de ellos asesinado a manos de su compañero de género.
Las cartas estaban echadas, el destino estaba cerrado.
Kura fue la primera en moverse. Agarrando su lanza con fuerza, dio unos pasos firmes, pero llenos de temor y dolor, hacia la posición de Marcus, que la esperaba con ansia. Quizá con demasiada... A gran velocidad, un shuriken apareció entre sus dedos y lo lanzó sin pensárselo un segundo. La mirada de Kura podía haberse convertido en terror en estado puro, pero el arma arrojadiza ni siquera se la acercó. Se alejó de ellos, perdiéndose en el fuego que les rodeaba.
Y era el momento del golpe de la muchacha. Sus movimientos podían parecer inseguros, pero sabía qué hacer y dónde dirigir la punta afilada de su arma. Tanteó varias veces, buscando encontrar el punto débil de Marcus. Pero, a pesar de la robusted del tributo masculino, conseguía zafarse con rápidos movimientos, complicando la cosa. Pero Kura no había dicho su última palabra. Lanzándose con todas las fuerzas que pudo reunir, clavó la punta de su lanza al joven, que, sorprendido, lo único que pudo hacer fue abrir mucho los ojos. Kura no perdió su fuerza y profundizó con su arma, haciendo estragos en el estómago de Marcus. En la comisura de sus labios empezaron a salir pequeños hilitos de sangre, pero él se mantenía en pie. Agarró con fuerzas el mango de la lanza, allí donde las manos de Kura no la sostenían, y tiró de ella hacia fuera, para librarse del ataque. Pero, en el último segundo, cuando parecía que se iba a librar de la muerte con ese golpe, Kura giró el arma, consiguiendo hacer que la herida se abriese más y la sangre corriera por el cuerpo de Marcus.
Sacó de golpe el arma, y Marcus se mantuvo en pie sólo unos segundos. Cayó al suelo de espaldas, llevándose las manos al estómago, intentando forzar que no siguiera saliendo sangre... Pero a la sangre no se le puede poner barreras, y el joven comenzó a llorarla antes de que su vida escapase completamente.
Kura se había quedado sola, había ganado Los Juegos del Hambre.
El fuego se convirtió en serpentina, que saltaban de un lado a otro, rodeando el cuerpo de los muertos y el de la muchacha. Los cañones sonaban en el cielo, mostrando a Kura con un gran brillo alrededor de su imagen, mientras la rodeaban el resto de tributos caídos, pero estos con tintes oscuros.
En su distrito, su gente lloraba. Lloraba de alegría, porque Kura volvería a casa. Lloraba de tristeza, porque Kura ya no podría volver a ser del todo feliz.
Al daño hay que sumarle la fuerza, que no estaba.
Lo siento por tu muerte, Marcus, has jugado bien hasta el final, pero los dados estaban con Kura.
Kura, tu post final y se termina la partida. Enhorabuena! :)
El sudor corría a borbotones por su rostro, arrastrando tras de sí las capas de mugre que el polvo de la Arena le había pegado como una segunda piel. Transpiraba tanto que temía que pronto sus ojos se llenaran de aquel líquido acuoso y la cegaran para siempre conduciéndola a una muerte más que segura. Empezaba a temer la oscuridad aplastante que significaría morir a sus diecisiete años, sin plantearse todavía lo horripilante que iba a ser la luz del día si lograba sobrevivir.
En aquel momento sólo importaba Marcus. Marcus, con su aspecto feroz, Marcus con el shuriken saliendo disparado de su mano. Marcus...¿tenso? Tan tenso como ella, aunque en él se evidenciaba en los tendones marcados de su cuello, tan tensos que parecían a punto de romperse. Hubiera sentido pena por el muchacho si no se estuviera comportando como un profesional bravucón más, algo que ningún tributo del doce debería ser, algo a lo que ningún tributo en general debería aspirar.
Una gota de sudor le corrió por la nariz mientras hacía el gesto de esquivar el proyectil que, de todos modos, estaba lejos a darle. Si en algún momento los remordimientos la asaltarían no sería en aquel, ella tenía que preocuparse por su supervivencia actual y la de los demás poco le importaba. Quizás fuera aquella verdad la que guiara su lanza o tal vez el simple hastío, el caso es que cuando por fin la hundió en el abdomen de Marcus sintió la satisfacción de haber borrado aquella sonrisa de su rostro. Satisfacción que la atormentaría durante el resto de su vida.
Con la lanza todavía sujeta entre sus manos sintió como el cuerpo de Marcus perdía la tensión, convirtiéndose en un amasijo fláccido de músculos que cayó al suelo, partiendo su lanza, su amuleto, su salvaguarda, lo que la había mantenido con vida. Tardó muchos segundos antes de darse cuenta de que ya no la necesitaría nunca más, de sentir que el calor proporcionado por el fuego se había convertido en un estallido de colorido confeti que llovía sobre ella.
Soltó una risa liberadora que pronto se transformó en el cacareo histérico de alguien que llevaba tiempo consumido por la tensión, a pesar de que en su caso sólo habían sido dos días. Las lágrimas arrasaban todavía su rostro y la risa restallaba en sus oídos cuando el aeroplano vino a buscarla y aún tenía estallidos de risa al día siguiente cuando la tenían bajo observación, antes de que la condujeran bajo el brillo de las cámaras y la adornaran con motivos feroces para simbolizar el éxito de sus juegos, hablando de su aparición en el año próximo como mentora.
Fue sólo entonces cuando se dio cuenta de que aquello nunca terminaría, que nadie escapa de la Arena, algunos sobreviven a ella, sí, pero siempre serían prisioneros de Los Juegos del Hambre.