Partida Rol por web

Estás en una nube.

Mejor dicho, estás como en una nube. Sentado, mirando al frente, con una mano en el volante y otra ocupada con un móvil que apoyas en tu oreja. Poco a poco la sensación de estar en otro mundo desaparece. Te notas cansado, casi roto. Notas pinchazo por todo tu cuerpo, como cuando terminas agotado de jugar al frontón.

Bajas de tu nube.

No estás conduciendo. Sólo estás dentro de un coche, apoyado en el volante. De hecho, el coche ni siquiera es el tuyo. Es un coche viejo, un Renault de a saber que año.

La bajada se convierte en caída.

Miras a tu alrededor. Estás en un erial, en el campo, en... en algún lado. A tu derecha hay una especie de cobertizo, podría ser alguna especie de taller. Tiene las ventanas tapiadas con tablones de madera, aunque a través de un hueco ves que está a oscuras.
Detrás del coche puedes ver el camino por el que... ¿has venido? ¿te han traído? En cualquier caso, ese camino lleva al polígono industrial. No estás demasiado lejos de la ciudad.

"¿Que diablos hago aquí?"

La caída es vertiginosa.

Ahora notas que vas cargado de cosas. Todos los bolsillos te pesan... tu mano libre palpa un poco, y antes de que puedas saber que contienen, una voz suena desde el teléfono móvil.

- Hey, tío... despierta... joder, ¿no me digas que te ha dado un rollo de esos mientras me llamabas? ...joooooder... David, tío, ¿no recuerdas nada, verdad?

Es la voz de Miguel, y su tono no denota tensión o nerviosismo, que es lo único que tienes ahora mismo en el cuerpo. Tan sólo tedio.

¿Que vas a hacer?

Trago saliva aún notando los sudores fríos que descienden por mi cuello creando un leve pero molesto estremecimiento. Me percato entonces de la voz de mi colega en el teléfono y me la poso en la oreja, si... eh... ¿que decías, tío? No te he prestado atención, digo mientras extiendo mi cabeza al asiento del copiloto para mirarme la cara por el espejito. Doy pena..., pienso una vez compruebo que no recuerdo la última vez que comí o dormí. Me vuelvo a colocar bien en el asiento del conductor y con un rápido cacheo a mis bolsillos con la mano izquierda, compruebo qué es eso que pesa tanto.

La voz de Miguel se nota cansada, como si estuviese recitando una letanía.

- Venga, está bien. Deberías tener más cuidado con las notas que... bah, déjalo, ya lo arreglaré... - su voz baja a un susurro - ...puto Lolo...

- A ver, apúntalo en algún lado y llévalo siempre contigo: hemos quedado a las tres de la tarde en el burguer que hay aquí al lado de mi curro, en el centro comercial... bueno, eso si lo recuerdas, claro. Tu no te rayes, vente para acá en cuanto puedas. Pero primero apunta eso. Y apunta también que a veces pierdes la memoria. - vuelve a mascullar- joder, debería tatuárselo o algo, siempre lo mismo, coño...

- ... bueno, ¿estás bien? Estoy en el curro y no puedo estar pendiente de ti, tío. Tu tranquilo, que hasta ahora has ido bien, nunca te ha pasado nada. ¿Vas a apuntarte eso? Hazlo ya.

Que sí, que sí... repito aburrido de escuchar siempre la misma letanía por parte de mi colega, nos vemos luego. Cuelgo la llamada y aprovecho para escribirme un SMS sin enviar "Ir al Burguer con Miguel. 15:00.", creo que con esto servirá, pienso mientras me pongo una alarma a las 2. Bajo la ventanilla y echo un ojo al camino de rodada intentando recordar si había estado aquí anteriormente. Al cabo de pocos minutos desisto y, tirando el móvil al asiento del copiloto, coloco las llaves en el contacto. Veamos si este cacharro arranca, pienso.