Partida Rol por web

MARTES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2098.

HORA: 12:10 (GMT-6).

LUGAR: HELIPUERTO DE LA VIEJA COMISARÍA. - CONDICIÓN: PASANDO A AMARILLA (PRECAUCIÓN).

CLIMA EXTERIOR: TEMP.: 26 ºC. 1026 MBAR. VIEN: 7 KM/H, N. VIS: 16 KM. HUMEDAD: 82%. NUBLADO.

Cuando el teniente tomó la palabra el poco murmullo reinante ceso, el discurso del alférez no se desvió de lo que se podía esperar, un discurso con alusión a los caídos dándoles el homenaje que se merecían.  Por otro lado las palabras de Branaghan trataban de levantar la moral de la tropa que sin duda había pasado por varios altibajos durante un año duro.

No hubo un discurso trasgresor aunque quizá no fuera el momento, era el momento de centrar los pensamientos en aquellos que ya no les acompañaban, Robert aplaudió al finalizar el discurso, un aplauso por cada uno de los compañeros perdidos.

El hostigador pudo ver la cara del resto, pudo distinguir una mezcla de sensaciones, desde la tristeza pura del momento hasta la más absoluta indiferencia, sin duda llegarían tiempos mejores, o era así o sería el final de la NEMA.

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Cuando todo volvió al silencio previo a que Branaghan comenzara su discurso, carraspeó un poco para aclararse la voz.

- En cada organización, es fundamental reconocer y premiar el arduo trabajo y el compromiso que demuestran nuestros miembros. Hoy, nos reunimos para conferir ascensos bien merecidos. Ya saben cómo va esto - dijo en un tono algo más distendido. - El nombramiento oficial será en un "despacho oficial" y se les entregará un documento en papel con los sellos de la NEMA, mi firma, y mi validación electrónica, además de la firma y el sello de la General. Pero cualquier ascenso será efectivo desde el momento en que escuchen sus nombres aquí - aclaró.

El Teniente volvió a ponerse firme mientras empezaba a recitar. No le hacía falta leer de ningún documento el listado pues lo había repasado mil veces y se lo sabía de memoria.

- El Cadete Eduardo Buendía Baroja, además de ser el nuevo líder del equipo Delta, es ascendido a Alférez.

El Cadete Jesse Woodrow James, además de ser el nuevo segundo del equipo Delta, es ascendido a Alférez.

Los Agentes Tobías Hatchetman y Jack Woods ascienden ambos a Cabo.

El Cabo Leman Lebowsky asciende a Sargento.

Los Cadetes Montgomery Reid, Jamalang Khan, Arturo Riddenhauss, la Piloto Adriana Acasta y Nikita Flowers ascienden a Alférez.

Los Sargentos Mayores Christopher McArthy y Jason Blamister ascienden a Suboficial Mayor.

James Mallory asciende a Sargento.

Y los agentes Sarah Palson, Robert Mercio, Matt Afrikanen, Sandra Flaw, Angus Andrew McNyvel, Lion Samuel Parker, Spider Jerusalem, Jean Pierre Dumont y Devon Lavant ascienden a Soldados de Primera.

Por último, se otorga una Mención Honorífica a los agentes Flowers, Baek por su actuación en la operación contra la base del Joker. También a los agentes Jerusalem, Dumont y Lavant por su actuación sobresaliente en diversas operaciones.

Y para finalizar... -

Branaghan sacó una caja y la depositó sobre la mesa, girándola y abriéndola con varios distintivos de tela blanca en la misma. 

- Se concede el Águila de Bronce a Buendía, James, Lebowsky, Hatchetman, Woods, Palson, Mercio, Afrikanen, Flaw, McNyvel, y Parker. Pueden ir pasando por orden para recibir sus galones y sus condecoraciones. -

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Un momento de reflexión, y un aplauso cuando los demás subían a recoger sus nuevos puestos. Siempre era un honor. Algunos de los condecorados lo merecían especialmente.

El viejo de Afrikannen se había esforzado mucho para su edad, desde luego, y su rendimiento había sido estupendo.

Sin embargo, el bueno de Spider no había estado especialmente fino últimamente. Era extraña esa mención... pero Walter no sabía a qué se debía, ni iba a preguntarlo.

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—Hostia pu... es se ha puesto un bonito día, —dijo Afrikannen cuando se enteró de que se iba a llevar una puñetera medalla. Meneando la cabeza se acercó a por ella. Tenía calorcito en la barriga y se había puesto rojo. Le quitaba importancia pero...

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En posición de firme escucho las palabras del teniente sin variar mi gesto. Siempre he preferido que la procesión vaya por dentro en estas situaciones, y la verdad es que ahora mismo la procesión es una tan larga como las de las procesionarias del pino. Oficialmente segundo de los Delta, no es precisamente algo baladí en la situación en la que estamos.

Dejo que pase primero Buendía antes de subir yo también, recibiendo no solo los galones de alférez sino también la medalla. No sé si la merezco o no, pero tampoco es decisión mía concederla o no. Me giro hacia el resto y les hago un saludo militar con la mano antes de volver a mi sitio.

Quién me iba a decir hace un año, cuando estaba bajando de la estación intermediaria de la luna, que iba a estar aquí. Pero no puedo evitar pensar si lo próximo que sabrán de mí es que estoy en Colombia.

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Aplaudo como el que más a todos los compañeros que se llevan condecoraciones y ascensos. Estoy feliz por ellos pues sin lugar a dudas se lo merecen. Especialmente tras la misión del Joker.

Aunque reconozco que la vista ha seguido el carrito del champán, por ahora permanezco esperando para ver si el teniente quiere decir algo más. Aunque supongo que tocará alguna especie de brindis o algo así.

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Escuchar las palabras de Branaghan sorprendió a medias a Hatchetman. A medias porque no se esperaba ningún ascenso o condecoración por lo que había hecho y porque tampoco sentía especial emoción. En su mente estaba orgulloso de sus compañeros en mucha mayor medida que de sí mismo.

Se puso detrás de Jack y mejoró su postura para mostrar mayor elegancia aprovechando su porte y sus ropas de gala, asintiendo y ofreciéndole su mejor y más sincera posible sonrisa a su compañero y mando de equipo si se giraba para mirarle. Igualmente, observó al resto de sus compañeros y les asintió sutilmente, tratando de mantener la formalidad.

Después de Woods, Tobías caminó hasta posicionarse frente al teniente para recibir su "premio" y luego continuó el camino que siguieron el resto de los compañeros condecorados.

«No lo entiendo. No, no lo entiendo. Es lo que toca, supongo, nos quedaremos con eso...», pensó.

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El corazón de Parker empezó a latir deprisa. Nunca había entendido la importancia que se le daba a las condecoraciones, pero en ese momento cambió de opinión. En realidad simbolizaba el reconocimiento de un trabajo bien hecho, y eso hizo que se sintiera muy orgulloso. Aplaudió fuerte, torpe, pero fuerte. Estaba orgulloso por él, por sus compañeros, por lo que habían logrado hasta ese momento contribuyendo a la seguridad de Baton Rouge y por las vidas que habían salvado.

Y cuando se acercó a recibir su medalla en su turno lo hizo sonriendo ampliamente.

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Branaghan esperó pacientemente a que todos fueran subiendo en orden a medida que iban siendo mencionados.

Saludó a todos y cada uno de ellos y les dio la enhorabuena, y dejó unos segundos más, casi un par de minutos de hecho, para que todos volvieran a acomodarse en sus sitios y se hiciera el silencio de nuevo.

Volvió a carraspear para llamar la atención.

- Y por último... se concede el Águila de Bronce póstuma - indicó mostrando tres tiras negras que aun quedaban en la caja - a la médico Megumi Shaeki, la ingeniero Karla Theresa Bowler, y al Alférez Sun Wukong. 

- Sus familias serán informadas como corresponde.

Tras sus palabras se cuadró, se puso firme, e hizo un saludo militar al aire en memoria por los compañeros caídos.

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Al escuchar la mención a los compañeros caídos, la postura de Moro fue mucho más rígida.

Un sonoro golpe de tacones acompañó a un saludo perfectamente cuadrado. No habían sido pocos los caídos para lo que se esperaba de un equipo, supuestamente de élite. Y Walter se sentía responsable en gran parte, pues su posición, como fusilero del equipo, hacía que la protección de los civiles fuese una de sus responsabilidades.

MARTES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2098.

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No esperaba las condecoraciones, se había imaginado los ascensos, no el suyo, claro, pues era la época en la que se daban y no pudo evitar darle una palmada en el hombro a su segundo, cuando mencionaron sus nombres. Subió al estado y se cuadro junto con los demás de su equipo par que terminara el discurso. Trataba de mantenerse serio, pero una ligera sonrisa boba pugnaba por apoderarse de su rostro. Sonrisa que detuvo su avance cuando Branaghan mencionó a los compañeros caídos. Y cuándo éste le brindó un saludo a los que ya no estaban le imitó. Quizás la posición más firme que había hecho nunca. 

Tocaba ahora que no se volviese a repetir. Que no volvieran a perder a ninguno más. 

MARTES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2098.

HORA: 11:55 (GMT-6).

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Eduardo había pasado los últimos meses reconcentrado en su propio dolor, en un palpable malestar. Todos los motivos por los que había decidido ir a la Nema habían resultado ser un error. Él era un hombre de familia, y precisamente estar con la familia, evitarse el continuo desplazamiento propio del ejército del aire y, ¿por qué no decirlo?, el riesgo inherente a una siempre cierta posibilidad de ser llamado a filas o a operaciones especiales, había pesado en su decisión.

Quería estar más tranquilo. Aposentarse. Ver crecer a sus hijas y disfrutar de su vida marital. No era tanto pedir.

Pero había sido un inmenso error. Ni siquiera en sus días de operaciones especiales, cuando había estado con los aviones y los primeros modelos experimentales de águilas de plata, había visto tanta acción. Eso, sumado a la traición de Petrov, y a la pérdida de compañeros, a lo que él estaba poco acostumbrado por las ventajas de estar en el ejército del aire que, desde el inicio de la edad de oro, había tenido muy pocas bajas comparativamente con otras épocas y otras ramas militares, le había ocasionado un profundo dolor que había preferido callarse. Como no era poco, también, el derivado de la mucha sangre que ahora cubría sus manos. Cada uno de los hombres que había matado era necesario acabar con su vida. Cada uno había salvado muchas vidas. Pero eran muertes cercanas. Era matar viendo los ojos de quien moría. Era personal.

No, no habían sido meses fáciles.

Y luego, claro, estaban las discusiones con su mujer, Alice. ¿Cómo explicarle que ya daba igual? ¿Que al estar la guerra a las puertas estar en la Nema, al menos, le permitía servir para algo si había que protegerla a ella, o a los niños? Las vacaciones, lejos de evitar esa situación, la habían exacerbado. Por primera vez en su vida había vuelto de las vacaciones mucho más cansado de cuando se había ido.

Pero hoy era un día distinto. Se había vestido de gala. Se había arreglado. Y se las había ingeniado para sonreír incluso. Como durante los primeros meses, cuando se empeñaba en conseguir que la Nema tuviera un espíritu de casi familia.

Tras saludar a los presentes e intercambiar algunas palabras con ellos, se puso atento a la ceremonia, adoptando la posición de firmes cuando se dio la orden, y escuchó atentamente al director. Aplaudió y dio el ¡viva!. ¿Creía que lo merecían?

Ningún hombre merece ser llamado héroe. Pero ellos habían arriesgado sus vidas por salvar las de otros. Y habían matado cuando otros habían puesto las vidas de terceros en peligro. Eso era heroico. Su trabajo, sí. Pero heroico.

Pero, ¿un ascenso y condecorarlo? ¿ser jefe del equipo delta?

Ahora sí que no puedo no reaccionar. No puedo dejarlos en la estacada.

Se las arregló para subir y para cuadrarse y saludar cuando le pusieron el águila de bronce y cuando se le nombró alférez y jefe del equipo delta. Y sí, se alegró por las condecoraciones póstumas, aunque no pudo sino lamentar que entre los nombres no se encontrara el del primer fallecido, el cadete Ramiro de Maetzu, y el del director, el coronel Coronel Simon Berkeley. Por otro lado, comprendía que no podían condecorar a todos los fallecidos pero...

No, no dejaría su mente vagar.

- Gracias, señor. - Murmuró al director al recibir la condecoración, antes de regresar a su sitio.

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Angus se pasó la mayor parte de la concentración distraído. Abstraído en diversos pensamientos que lo embargaban desde que volviera de Minnesota. Apenas logró prestar atención a lo que decía el teniente, pese a que captó la intención del hombre por imprimir ánimo y optimismo a los agentes. El ingeniero no era de los que un llamamiento al deber, al amor patrio o a la responsabilidad por el puesto que desempeñaba lo estimulara en exceso. Era más bien una persona dada a buscar lo correcto en un sentido más amplio y luchar por ello, desde su visión personal de las cosas. Y en aquel momento sus dudas sobre el correcto funcionamiento de la NEMA no se habían disipado del todo.

Los aplausos hicieron que se sobresaltara levemente al devolverle a la realidad y de manera mimética aplaudió levemente sin saber si estaba de acuerdo con el discurso, concediendo el beneficio de la duda a Branaghan. El hombre ponía las mejores intenciones y sin duda había que reconocérselo.

En ese momento llegó el momento de ascensos. El que él fuera promovido a soldado de primera hizo que enarcara una ceja. Algo así como si le era extraño y ajeno. Como agente civil, MacNyvel no estaba acostumbrado a nada por el estilo y le pareció gracioso por lo anecdótico que resultaba. Enarcó la segunda ceja cuando escuchó su nombre, junto a otros, para recibir una condecoración. Aquello, por lo inesperado, hizo que el ingeniero parpadeara incrédulo. Como no comprendiendo a santo de qué tenían que condecorarle. Él no era un héroe ni había hecho nada heroico. No recordaba haber hecho nada excepcional en el desarrollo de sus funciones. Quizás era un simple reconocimiento por intentar hacer las cosas lo mejor posible. Por estar ahí. Eso sí podía aceptarlo. Y por primera vez aplaudió con sentido cuando sus compañeros pasaron a recoger las insignias. Lo habrían hecho mejor o peor, pero habían dado la cara en los difíciles momentos que hacía falta que alguien la diera. Eso era indiscutible.

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Para el momento del llamado, Sarah se encontraba de mejor humor que en las horas anteriores. Había llegado del cementerio directo a darse un baño y de nuevo a cambiarse con traje de gala, ya refrescada. Se acercó a donde estaban todos, algo más sonriente, aunque contagiada del nerviosismo de los Bravo. No podía evitar pensar en lo peligroso que era estar reunidos de ese modo, especialmente si había por allí algún fanático seguidor del Joker que quisiera venganza por lo ocurrido en Octubre...

Pero trató de tomarse ese momento con alegría. Aunque el discurso le hizo torcer el gesto y aplaudir un poco a medias, la idea de recibir condecoraciones ayudaba a fortalecer el lazo. Ser más unidos entre todos, para sanar las heridas. Subió a recibir el águila de bronce con el rostro en alto, y con la punta de sus dedos recorrió la superficie del objeto, y volvió a su puesto haciéndole un guiño a Jesse al pasar frente a él. Su rostro volvió a enseriarse al escuchar las condecoraciones póstumas, y realizó ese momento de silencio con la mente en los que habían partido.

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Ya en su puesto no paraba de subir la mano al pecho para tocar aquello. Joder... En ese momento, al calor, tomó una decisión que... Bueno, le hizo reír mucho. ¿Se le notaría? Los ojos brillantes al menos si. Y el meneo de su flequillo por los golpes que su diafragma daba al pecho desde abajo. Respiró hondo ensanchando bien las narices, que no tenía pocas. Una decisión, si señor. Una buena decisión. Enseguida se puso nervioso. ¿Saldría mal? Oh, joder. Si había pasado mil veces por esto. ¿Por qué los nervios?

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Robert era un militar de carrera, sus años como Navy Seals le habían hecho participar en muchas ceremonias de aquel tipo.  En su mente no pudo evitar que los recuerdos de su anterior servicio volvieran a su mente, pasando por cada una de las grandes amistades que había perdido por el camino, pues en algunos casos más que amistades se trataban de verdaderos hermanos.

Aquel tiempo ya había pasado, dejo los Navy Seals como sargento y fue después cuando ingreso finalmente en la Nema.  Desde su llegada se había sentido con confianza mucha de ella depositada por Petrov, desde aquel incidente que acabo con la deserción de su máximo valedor, la posición de Robert había sido poco a poco relegada, pasando de llevar el mando en alguna de las misiones a ser uno más.

Mercio estaba cansado de toda aquella historia, había dejado los Navys Seals tras la muerte de sus padres, en aquel momento se echaba en cara haber estado tanto tiempo alejado de los suyos, acabo en la unidad de emergencias con la autopromesa de que se dedicaría a salvar vidas en lugar de quitarlas, ahora se daba cuenta de que quizá seguía haciendo lo mismo... Los protocolos y los reconocimientos de la jerarquía habían perdido valor para él a lo largo de los años, palabras y reconocimientos vacíos de los que eran incapaces de reconocer sus propios errores, había visto poner muchas medallas inmerecidas y otras que fueron denegadas a verdaderos héroes, era el reconocimiento de los hombres de armas lo que verdaderamente importaba, la gente que ponía su vida en tus manos con la confianza de que darías la tuya propia por la suya.

Robert se mostró impasible ante su recién ascenso, no le importaba, pues había renunciado a su posición al abandonar el ejercito en el que contaba con varias medallas de alto valor.  Aplaudió a sus compañeros, muchos de ellos eran civiles y aquel acto seguramente significaba para ellos mucho más que para alguien con el historial de Robert.

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El recuerdo de los caídos me pone un nudo en el estómago. Después de todo nuestro equipo ha sido el que más ha sufrido en ese sentido. Los recuerdos de los compañeros que se han ido de una forma tan ridícula acuden a mi mente, y reconozco que una lágrima cae rodando por mi mejilla.

En cualquier caso me sumo por un momento en un silencio meditativo por los compañeros caídos y luego aplaudo por la concesión de las medallas. Un momento emocionante también y quizá más para el equipo Charlie.

MARTES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2098.

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Aplaudo más que nadie a Sarah, aunque también al resto de compañeros por supuesto. Su guiño me hace sonreírla y señalar mis galones de alférez con una mirada pícara.

Sin embargo luego llega el recuerdo de los caídos y aquí mi gesto se ensombrece un poco. Tres muertos del equipo Charlie que se suman a Ramiro de Maeztu. El recuerdo de todos ellos nos afectará siempre igual que el de todos los caídos que haya desde ahora. Pero la vida sigue y tenemos que seguir adelante.

Espero en posición de descanso a ver qué hacemos ahora.

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Dejé de concentrarme en el uniforme y lo estrecho que estaba, para centrarme en las cosas verdaderamente importantes, los compañeros caídos. Escuché en silencio, como la mayoría de mis compañeros y me obligué a recordar la cara de cada uno de los caídos desde que yo había llegado a la base.

El tiempo pasaba volando, casi era capaz de recordar mi primer día en las instalaciones de NEMA igual que la primera vez que pensé en unirme. Todo había transcurrido con velocidad y sin embargo casi había pasado un año. Habían muerto compañeros y habían matado a mucha gente. NEMA no era lo que yo pensaba que era en un principio, pero no iba a echarme atrás.

Contuve la respiración al recibir mi nuevo empleo y asentí como agradecimiento. Un ascenso implicaba también la posibilidad de un aumento de sueldo y eso era lo que más agradecía. Tenía una hija que alimentar y parte de mis motivos para ingresar en NEMA había sido el dinero. 

MARTES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2098.

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Una vez que todos los ascendidos, condecorados y mencionados hubieron pasado ante el Teniente Branaghan, se acercó al atril el Alférez Petre, el miembro del Equipo Alfa en activo más antiguo con vida, y le saludó militarmente.

- "¡Señor! Hay un ascenso más.

Por Resolución Extraordinaria de la Asamblea de la Alianza Norteamericana se le concede el ascenso a Capitán NEMA por circunstancias extraordinarias.

Generalmente, no son posibles dos o más ascensos en un mismo año, salvo circunstancias muy especiales, como es el caso de guerra.

En este caso, la NEMA le confirma en su puesto como Director de esta base en el Estado de Luisiana, dejando por tanto de ser Director Interino a serlo de forma oficial y por nombramiento. Sin embargo, el rango mínimo para ser oficialmente Director de una Base de la NEMA es el de Capitán." -

El Alférez se acercó al Director Branaghan, le entregó los galones de Capitán NEMA, junto con los documentos de su ascenso y nombramiento como nuevo Director oficial de la NEMA de Luisiana. Saludó de nuevo militarmente, y después se retiró unos pasos, hasta donde estaban el resto de miembros del Equipo Alfa.