Partida Rol por web

En esta escena continuan:

- Lady Kate.
- Lady Marian. 

En la sala redonda de la Rosa de los Vientos. Alli, junto a la puerta de la habitación de la dama, aguardaba un caballero. Era un hombre joven, con una perilla aún rala típica de los hombres jóvenes y el cabello oscuro y liso recogido en una corta trenza. Era alto, aunque no tanto como ser Minifer o ser Valin y estaba en buena forma física. Debía de ser unos años más mayor que Lady Marian y quizá de la misma edad que Lady Kate. O tal vez algo más joven. Iba vestido con los colores de la casa del Pajaro negro, gris y plata,  pero en lugar de sujetar su capa negra con un ave, esta se prendía al justillo de cuero con un broche de hierro en forma de ramas de espino.

- Buenos días mi señora, soy Jorah Blackthorn, de Bosquehierro. Lord Madul me ha encargado velar por vuestra seguridad mientras permanezca en nuestras tierras y guiarla donde le plazca.- dijo mientras se inclinaba ante la dama y le besaba la mano.- Mis señores ser Valin y lady Marian le esperan en el patio frontal, si desea acompañarme

Lady Ferah inclinó ligeramente la cabeza tras el saludo de Ser Jorah y sonrió con cortesía acostumbrada.

—Claro, Ser Jorah —respondió Kate a la sugerencia—. Aunque creía que eráis vos quien me acompañaba a mí y no viceversa —río entre dientes con una mezcla dulce y traviesa—.

El joven frunció levemente el cejo y al darse cuenta de sus palabras se sonrojó abruptamente y comenzó a balbucir escusas y perdones. Tuvieron que pasar unos instantes antes de que consiguiese recuperar la compostura, boqueó un par de veces más y finalmente cayó en un hosco silencio ultrajado. A todas luces se veía que estaba disgustado con su propia actuación, no con la de la dama.

Bajaron por la escalera de la torre y se internaron de nuevo en el bosquecillo del jardín, pero tomando una salida diferente a la que daba al salón de audiencias. Atravesaron más pasillos interiores, con sus tallas en la piedra blanca a penas perceptibles y las amplias ventanas que dejaban paso a la luz y la salvaje belleza del paraje donde se enclavaba el castillo. Al cabo de unas cuantas revueltas desembocaron en un patio de armas.

A su alrededor podía ver un barracón bajo de piedra gris clara, posiblemente para la soldadesca. Junto a él se alzaba la armería y la forja, siendo esta mucho mayor y más compleja que la de la mayoria de los castillos, con la puerta flanqueada por dos monumentales grifos blancos que parecían cobrar vida bajo el fulgor de la fragua y la ceniza que ya era imposible limpiarles. Frente a estas se encontraban las perreras, donde ladraban con voz grave unos inmensos sabuesos grises de pelo duro, barbas hirsutas y cejas cerdosas que miraban el paso de ser Jorah y lady Kate con sus ojillos oscuros como cuentas. Algo más allá se alzaba la halconera, que colindaba con las caballerizas. Al fondo se entrenaba un grupo nutrido de hombres de armas, con espadas, alabardas y arcos. Sirvientes corrian a traves del patio envueltos en sus tareas, un porquero arreaba a sus animales hacia la puerta del castillo para apacentarlos, una muchacha joven cargaba agua desde un pozo oculto fuera de la vista y, en general, el patio se movía con el trajín y dinamismo de todo castillo habitado aunque quizá todo pareciese algo mas sucinto, más eficiente y menos descuidado. La seriedad y sobriedad parecían formar parte integra de la idiosincracia de los Montañeses, como si la eficiencia y pulcritud en su trabajo, fuese cual fuese, fuese la manera de aquella gente de honrar a los dioses.

En el centro del patio, ser Valin montaba en ese instante en un caballo de despelujado pelaje gris. El animal, como todas las caballerias a la vista, era más bajo y recio que los caballos que podía estar acostumbrada a ver, con recios cascos cubiertos de pelo, espesas crines que le tamaban los ojos y un capa velluda en todo el cuerpo que incluso colgaba de la linea de la mandibula del animal, dando la impresión de que tenía barbas. Tras él aguardaban un par de caballeros, ya montados, así como un sacerdote y un comerciante montados en sendas mulas y un criado en un peludo borriquillo que sostenía las riendas de los animales de carga.

Cerca de ellos, estaba Lady Marian, vestida con un sobrio vestido gris con hojas verdes y amarillas bordadas en la parte baja y calzada con botas de piel negra, asi como una mujer que lady kate aún no había conocido. Se trataba de una mujer ya entrada en años y , sobre todo en carnes. Bajita, regordeta, con una cara amplia y redondeada, un busto exagerado y una larguisima melena morena rizada, daba la impresión de ser un barril de carne envuelto en lana gris.

- ¡Ah, Lady Kate! Agradezco al Triunvirato que hayais decidido venir. Siento comunicaros, mi señora, que nos han llegado noticias inquietantes, que debo investigar. Lord Madul se encuentra asi mismo ausente, pero sabed que os encontrais protegida y a salvo. Tan pronto como llegue a Isla Negra me pondre en comunicación con vos y Lady Marian, para comprobar si todo es de vuestro agrado.

—Era broma, era broma —confesé al joven caballero mientras intentaba pedirme disculpas—. No hay nada que perdonar, Ser Jorah.

Kate quedó impresionada por el tamaño del castillo y la cantidad de gente que se reunía por ahí. Nada que ver con la pequeña fortaleza que poseía su hermano, unos cuantos sirvientes y algún campesino trabajando las tierras. Iba mirando a todos los lados con los ojos abiertos e sonrió tras ver a los perros.

—Os lo agradezco Ser Valin. Vuestra hospitalidad es generosa, no tengo queja alguna —dijo la joven dama con sinceridad—. Si alguna vez visitáis nuestra casa no podríamos competir con la vuestra... —añadió con una tímida sonrisa. Miró a ambas damas e inclinó la cabeza con cortesía—. Buenos días.

-Buenos días, Lady Kate.- dijo la muchacha Marel con formalidad. A su espalda la mujer gruesa evaluaba con severidad ambas nobles, como comprobando si su actuación era correcta y sus modales, esquisitos y castos. Se trataba sin duda de una aya o una septa triunvira, encargada de guardar a la joven heredera.- Espero que su descanso haya sido plácido y el servicio haya sido de su agrado.- continuó, sin levantar la vista del suelo. Sin embargo, no pudo disimular un ligero temblor de frustración en la ceja, estaba claro que su ánimo expansivo y alegre no se encontraba agusto con la formalidad de la situación.

- Marian.- Continuó el caballero tras aprobar con la cabeza las palabras de Lady Ferah y el cordial saludo de su sobrina.- En cuanto parta serás el Ave en Bastión Cernido, queda a tu cargo el gobierno de las Tierras Altas hasta que Lord Madul o yo mismo regresemos.- En el silencio subsiguiente quedó claro que no incluía a ser Minifer en la lista de los que retornarían pronto ¿o quizá si retornase antes que los dos Marel de mayor edad debería ceder el gobierno de la casa a la muchacha? Imposible saberlo.-La septa Praxus y Milom, el mayordomo de la casa y el maestre Ragnar te ayudarán en el gobierno de la casa, escucha su consejo. Y recuerda tratar a nuestra invitada como se merece.- al terminar las severas palabras, ser Valin se inclino sobre el peludo cuello de su caballo y plantó un ligero beso en la frente de la muchacha. Después, dando una orden que sonó como un graznido, volvió grupas y se dirigió hacia la salida, seguido de su sequito

Siguió con la mirada la marcha de Ser Valin preguntándose qué tenían qué hacer todos los señores de Bastión Cernido, tanto Lord Marel como su hermano habían marchado y Ser Minifer se encontraba en el torneo. 

—Lady Marian, si queréis yo puedo ayudaros en alguna tarea, —empezó Kate encogiéndose de hombros—, no estaría bien estar aquí sin hacer nada y que los demás trabajen mientras yo miro —continuó esbozando una sonrisa—. A propósito, ¿cuáles son las noticias inquietantes de Isla Negra? Ardo en curiosidad, ¿ha pasado algo malo? —parecía impaciente con tantas preguntas—.

La muchacha miró a un lado y a otro, observando a los que rodeaban a las dos damas: la septa parecía estar reprendiendo a ser Jorah por su gesto mohíno, lo que no hacía más que el joven caballero adquriese un gesto cada vez más hostil y más hosco. El séquito de ser Valin había ya atravezado la puerta y, aunque se aía el graznido del caballero elevando una plegaria a los dioses estaba demasiado alejado para escuchar a las dos muchachas. Los sirvientes y los hombres del patio o estaban demasiado lejos o se apartaban discretamente para dejar a sus superiores con sus asuntos. Lady Marian tomó la mano de Kate y la arrastró tras de sí, a la halconera. Era una sala relativamente pequeña, de techo bajo y suelo cubierto de ramas de pino, con un gran espacio abierto al frente que daba al patio, que podía cerrarse por la noche con grandes contraventanas de madera oscura. En dos barras de madera descansaban las aves de la casa: halcones y azores, principalmente, aves acostumbradas a cazar en los bosques. Al fondo de la sala, sin embargo, descansaban dos aguilas negras de patas calzadas con plumas blancas, unas aves de una envergadura considerable, que posiblemente sólo pudiesen ser acarreadas por ser Minifer y que bien podrían, sólo con su peso, derribar a un ciervo o una cabra montés. lady Marian se dirigió hacia ellas, cogió un recipiente con restos de carne y empezó a alimentar a las aves, que tomaban la carne con delicadeza de las pequeñas manos de la dama.

- Lady Maria Herbord vino a visitarnos recientemente . Parece ser que La Morsa ha capturado varios espias de la casa del Senescal. Según dijo el Senescal se dispone a atacar a las Casas vecinas, para someter cualquier intento de rebelión a espada y fuego, sea este real o no.- la voz de la muchacha sonaba monótona, impersonal, pero su rostro se veía pálido y la mano con que acariciaba al enorme ave de presa temblaba ligeramente. Dos de las casas más próximas a las tierras del gobernante de Tarida eran las tierras de Lady Kate, así como en las que se encontraban- Mi tio ha ido a comprobar si es verdad... en caso de serlo, me temo que iremos a la Guerra

La joven Ferah miró a ambas águilas con los ojos abiertos y con la boca en forma de "o". Y cuando recuperó la conciencia se acercó y las inspeccionó.

—Son... son preciosas —murmuró tras verlas desde distintos ángulos—. Envidio vuestro castillo, parecéis tener de todo: perros, caballos con barba, aves de todo tipo, hasta cucos gigantes... —río entre dientes pero luego tomó un rostro serio nada más escuchar las noticias, incluso frunció el ceño con rostro preocupado—. Espero que sólo sea un rumor para meter miedo... nuestra casa, ya bastantes problemas hay con los salvajes y saqueadores para que encima el senescal abuse de su poder y quiera someter a casas menores —protestó Kate apretando las mandíbulas, se podía ver cierta rabia e impotencia—. Y el descerebrado de mi hermano celebrando torneos en el este despreocupado de todo. Le voy a dar un golpe en la cabeza para que espabile... —se dio cuenta de que estaba expresando sus pensamientos en voz alta y se tapó la boca—. Estoo... ¿y La Morsa es de fiar? 

- Eran las águilas de Adalver, Cuco se ha empeñado en conservarlas, aún cuando él es el único que puede cazar con ellas. Padre las hubiese liberado cuando mi hermano murió, pero Minifer quería conservarlas, es una de las cosas con las que más disfrutaban los dos juntos. Él y mi padre estuvieron discutiendo sobre Hugin y Munin durante dos semanas completas, pero mi primo es demasiado testarudo y al final consiguió salirse con la suya.- La muchacha resopló y sonrió, recordando.- Bastión Cernido es una gran fortaleza, pero a pesar de todo está más poblado de fantasmas y sombras del pasado que de Marel de carne y hueso - dijo lady Marian, sin dejar de acariciar al ave. El águila clavó sus ojos en los de lady Kate, parecían de oro líquido, más sabios que los de un ave de presa normal.- En cuanto a la Morsa... ha atacado nuestras costas las mismas veces que se ha aliado con nosotros para defendernos, por eso mi tio ha ido a comprobar si sus palabras son ciertas, nunca te puedes fiar plenamente de los Isleños. Ojalá Minifer o mi Padre estuviesen aqui, todo sería mucho mas fácil.- susurró con tristeza

Torció los labios a un lado de manera pensativa.

—Espero que La Morsa no cuente esas mentiras para ponernos en contra del senescal, ya sabéis lo que les hacían a los rebeldes —concluyó también suspirando, se inclinó sobre las aves para verlas más de cerca, aguantando la mirada—. ¿Mugin y Hugin? —señaló con el dedo índice aleatoriamente mientras decía sus nombres—. O, ¿Hugin y Mugin? —sonrió como el que ve a un bebé recién nacido poniendo esa cara que a veces nos hace parecer idiotas—. Seguro que vuestra padre en cierta manera lo agradecerá, aunque no lo reconozca, pero estos animales serán uno de los buenos recuerdos materiales que pueden tener... —mencionó acercando el dedo al cuello del ave, lentamente, sin parecer hostil—. Sólo por curiosidad, ¿como es que Ser Minifer será el heredero cuando vos sois hija de Lord Marel? Muchas veces se ha visto a las hijas heredar el título de señora de la casa trasladándolo luego a su primer hijo.

y al acercar el dedo, el ave interpretó la señal como una amenaza y lanzó un picotazo que sobresalto levemente a la Dama, obligandole a retirar el dedo lo mas rápido posible. 

- La casa Marel sigue las c.... ¡CUIDADO!.- una de las águilas, sintiendose amenazada por el gesto de la dama que consideraba desconocida, le lanzó un picotazo de aviso, que resonó ferozmente a escasas pulgadas de donde se había encontrado la mano de Lady Kate.- Lo... lo siento... debí advertiroslo... cuando dije que sólo Cuco podía cazar con ellas no era sólo porque es él único que pueden llevarlas en el brazo. Son aves inteligentes y orgullosas que eligen a sus amos, y se tarda años en entrenarles. Ésa.- continuó señalando a la que había amenazado a Kate, que en esos momentos la miraba con los ojos entrecerrados y las plumas del cuello ligeramente erizadas.- es Munin, el águila favorita de mi hermano. Su nombre significa "Memoria" en la antigua lengua y desde la muerte de Adalver se volvió casi salvaje. Quizá si hubueses tratado de hacer lo mismo con Cuco al lado se hubiese comportado mejor.- terminó, a modo de disculpa.

La muchacha se lavó las manos de restos de comida de las aves en un cubo colocado a tal fin en una de las esquinas del aviario. Después, hizo un gesto a lady Kate para que se acercase a donde ella estaba, al lado de Hugin. La muchacha cogió la mano de la otra dama y la colocó con delicadeza sobre la espalda del ave negra. El águila, giró levemente la cabeza, y clavó  un ojo inquisitivo en lady Ferah, aunque no hizo ningún gesto de amenaza esta vez.

- Como decía... la casa Marel sigue las viejas costumbres, como la vuestra, supongo, ya que ha sido vuestro hermano y no vos o vuestra madre quien ha heredado el título. Si es varón, el heredero ha debido de vencer con honor a al menos diez caballeros en combate directo, no en torneos o justas y caballeros ungidos no ha soldados rasos, bandidos o campesinos. Si es una mujer, debe ser adulta y haber concebido al menos un hijo.- en ese punto lady Marian se sonrojó profundamente, y giró la cabeza, incapaz de mirar a lady Kate.- yo... yo aún no soy ni siquiera mujer, por lo que mi padre tuvo que elegir a Minifer como heredero tras la muerte de mi hermano. Cuando mi padre hubo de decidir yo era aún muy joven, no le culpo.

Apartó la mano con rapidez tras ver el aviso del pájaro. Casi se puso pálida del susto pero recobró la compostura y sonrió de forma nerviosa. Se acercó tal y como ella pidió acariciando al ave como ella me indicaba.

—No, no. Si ha sido culpa mía. —corregió a Lady Marian—. Me pasa por meter la mano donde no me llaman... —miré a Hugin, la de Ser Minifer y sonreí—. ¿Ves? Que yo estoy en el mismo bando...  —comentó llevándose la otra mano al pecho para señalarse. Luego miró a Munin con los ojos entrecerrados fingiendo un enfado—. Y tú, ave mala —sentencié, pero luego sonreí dando poca veracidad a lo que había dicho. Dejó de acariciar el águila alejando la mano con delicadeza para no sobresaltarla y miró a Lady Marian—. Ya veo... —fue diciendo mientras Marian explicaba el por qué—. Bueno, entonces ya no hay porque tener prisa, Lady Marian, miradme a mí. Aún no tengo marido y tampoco es que desee a alguno en particular —torció los labios de forma pensativa mirando a un lado—. La mayoría se preocupan más por si mismos, sus torneos y su gloria que con quién contraerán matrimonio. Y si ven a una mujer atractiva y de buena cuna, todos compitiendo entre ellos para ver quien gana la mano, como salvajes y primitivos —rió entre dientes y miró a la joven Marel con una sonrisa—. Preparaos cuando asistáis a un torneo, Lady Marian, traed un baúl con miles de prendas por que de seguro que os la pedirán.