Partida Rol por web

- Como bien sabreis, Lord Madul, el Caos es enemigo de la prosperidad. Mis tierras en el pasado adoraron a los viejos dioses, pero la anárquía religiosa socavaba a la población y a sus líderes enfrentándolos continuamente y debilitando la integridad del reino. Eso era terrible para las cosechas, el comercio, la diplomacia, el ejército y la misma minería. Una nación sin Orden es una nación a la deriva, condenada a la perdición y al sufrimiento de sus gente. Pero una Nueva Era me tiene como emisario, y mi misión no es otra que la de llevar la Palabra de Armonía a todos los reinos. Unirlos bajo la lealtad al Único, el Señor del Cosmos. Sus enseñanzas haran de estas tierras un lugar mucho más benigno para la vida, el orden, y por ende la prosperidad de sus habitantes. Adoptad mi credo, Lord Madul, y os aseguro que vuestro reino florecerá de la mano la sabiduría de Zedesthar. Se avecinan tiempos de guerra, y sólo los de fe inquebrantable saldrán victoriosos al final de la contienda. Los Viejos Dioses amenazan la unidad de cualquier población, confundiendo y enfrentando a hermanos de sangre. No podeis permitiros tal error, o será tarde para enmendarlo cuando suceda... -

Ahel-Daro sabía que para ganarse la simpatía de los señores de la guerra la palabra Religión debía unirse a Oro y Poder. Ningún lord, por muy demente que fuera, tomaría a la ligera la posibilidad de ascender en la carrera por el trono de Tarida. Si el líder religioso podía lograr que su nación fuera la sede de la Religión imperante, entonces ganaría inevitablemente un gran poder e influencia que harían temblar los cimientos de cada templo y panteón consagrado al culto de los Viejos Dioses y sus depravados seguidores.

En esta escena continuan: 

- Ahel-Daro
- Lord Madul 
 

El Lord enarcó una de las espesas cejas oscuras ante las palabras del cabeza de la Nueva Religión.

- Parece como si creyeseis que las tierras en mis fronteras se hayan sumidas en una anarquía. Nada más lejos de la realidad, la Ley del Hierro nos ha gobernado desde hace generaciones y se cumple sin excepción. Ya he oido vuestras palabras y las consideraré, del mismo modo que espero que considere mi oferta. Si no tiene nada más que añadir, milord, debo regresar a mis tierras, me queda un largo camino por delante.

El señor recogió el puñal y lo introdujo otra vez en su vaina, listo para partir.

- Regresad a vuestras tierras, y llevad mis palabras a vuestra gente. La tormenta se avecina  y es probable que las cosas que ahora son pronto dejen de serlo. El Orden de hoy puede ser Caos de la mañana a la noche, es por eso que mi misión de unificar la Fe va más allá de las luchas por la corona.  Los que entiendan esta idea quizás salgán más sabios del trance que nos acometerá pronto. Hasta entonces, espero su respuesta Lord Madul. Que su viaje de regreso sea en armonía y que los vientos de cambio le beneficien a partir de este instante... - Sentenció el monje blanco para ponerse de pie y asentir con su cabeza en señal de que la entrevista había concluído. Cuando el señor de los Marel se hubo retirado finalmente, Ahel-Daro se dirigío a uno de sus sirvientes preguntando por nuevas acerca de Lisandrhos y sus avances en la tarea que se le había encomendado.