No hice ni caso a los comentarios de Ryan.
Era como intentar comprender lo que decía un niño de cuatro años cuando quiere algo y no sabe explicarlo bien. La diferencia es que ni siquiera Ryan pensaba lo que decía. En este caso, y solo en este caso, preferí pasar de esas palabras. En otro momento quizá le hubiera empujado contra la pared al pensar... bueno, pues como todos los hombres, vaya. Con el cerebro de la Bestia, y no me refiero a la Super Nintendo.
- Cierra la puerta. - Me giré tan solo un momento cuando lo vi entrar después de mí.
Empecé a mirar en todos los cubículos del los aseos, hasta que en el último le propine un puñetazo de la rabia que sentía en mi interior, haciendo que se abriera del golpe y se volviera a cerrar.
-Yo...yo- Balbuceaba mientras daba vueltas en aquel baño como si fuera una fiera enjaulada. Una fiera con problemas mentales que no sabe ni hablar, ni que decir, mientras su amigo espera una explicación o una mamada, en el mejor de los casos.
- Lo pasé mal en pescadero, ¿sabes?- Empecé a decir intentando recordar las cosas.- Ese puto psiquiátrico de mierda. - Miré la pulsera de mi muñeca. Un nombre, una edad y la sala en la que me encerraron durante un tiempo. La llevaba como recordatorio, como el freno de un tren cuando iba demasiada velocidad. - Abusaron de mí. Hicieron lo que quisieron conmigo... y todo, ¿para qué? Para darles el gusto a mis padres de admitir que estaba loca y que maté a mi hermana.
Chasqueé la lengua molesta. De mi mano salió el cuchillo que había cogido de la mesa. Su brillo metálico me hizo quedarme mirándolo como una idiota. Como el loco que mira un lapicero y cree que las paredes son su lienzo. Introduje la cuchilla entre mi muñeca y la pulsera y la corté, dejando caerla al suelo del baño.
- No. Ya no más. No sé quién soy, Ryan... no lo sé.- Miré al chico con ojos inquisitivos, quizá con pena y ciertamente rabiosa.- ¿Crees que la locura se hereda? ¿Si estoy loca mis hijos heredaran mi locura?- Me acerqué de un solo movimiento rápido, hacia Ryan.- ¿Eh?-Insistí poniéndome tan cerca que podía oler mi aliento. -¿Crees que lo estoy?
Con una mano cogí a Ryan del pelo y con la otra puse el cuchillo en su cuello. Un cuchillo recién salido del Ikea y que no cortaría ni las magdalenas del Starbucks. La pulsera la cortó por pura suerte, creo pensar ahora.
- Respóndeme, maldito gilipollas, ¿Crees que sería capaz de matarte ahora mismo? Lo haré Ryan, voy a matarte ahora mismo, solo porque estoy loca...- En un arranque de fiereza acerqué mis labios a los de Ryan y le besé, con violencia, con ira... finalizando ese beso con una mordida de su labio, hasta hacerle sangrar levemente.
Le miré a los ojos, notando su respiración, su cercanía a mi cuerpo. En ese instante me arrepentí y empecé a llorar, silenciosamente, y dejé caer el cuchillo al suelo. Mis manos pasaron de su pelo a su rostro y nuevamente me acerqué a besarlo, ahora con delicadeza. Con suavidad agarré su pelo por la nuca, acariciándolo y disfruté de ese beso, de sus labios, de la tranquilidad que me producía el estar con él... siempre.
Y cuando me separé para mirarlo, para finalizar ese beso, con cierto aire triste, sollocé.
- Soy la hija de Dana Scully.-
Ryan estaba de los nervios y ver a Sam tan nerviosa, solo hacía que acrecentar aún más su ansiedad, por lo que se limitó a seguir lo que ella decía sin rechistar. Al dar aquél puñetazo en la pared, Ryan se sentía cada vez más preocupado ¿qué rondaba por la cabeza de su vecina?
Se acercó poco a poco a ella, para intentar calmarla, pero no le salían las palabras, tenía un cúmulo de emociones encima que lo soprendente era que no echara hasta la primera papilla. Fue entonces cuando ella llenó aquél incómodo vacío que se había generado con palabras, aunque fueron de todo menos agradables.
Ryan no tenía ni idea de todas las barbaridades que había pasado Sam, aunque ya imaginaba que aquél comportamiento tan duro que solía tener, era una coraza para protegerse de todo el daño que le habían hecho y el que le iban a hacer, pues Ryan sentía que en el fondo no era mala persona, no como Barbara, quien si parecía disfrutar siendo una perra.
Al ver aparecer el cuchillo y viendo como Sam se acercaba hacia él, Ryan retrocedió levemente, despacio, sin perder la calma tampoco. Estaba algo asustado, pero aún así no podía huir de allí, quería estar allí para ella, quería apoyarla, aunque sus instintos le dijeran lo contrario... Hasta que eventualmente alcanzó la pared y ya no se movió más, dejando así que Sam le arrinconase y le agarrara como si de un muñeco se tratara.
Podía sentir la respiración y el aliento de Sam, al igual que ella podía sentir su cada vez más acelerada respiración, su corazón latiendo a toda velocidad con la amenazante mano que tenía en su garganta, con el no muy afilado cuchillo. Fue entonces cuando pasó lo que menos esperaba, pues un violento beso culminó aquella terrorífica escena, beso que si bien Ryan no sabía como responder, intentó dar lo mejor de sí para recomponer a su amiga, quien se había desnudado ante él, metafóricamente hablando.
La noticia final habría dejado en shock a cualquiera, pero Ryan la aceptó con normalidad y la abrazó con fuerza, acercándola nuevamente a él. - Los malos no nacen Sam, se crean a lo largo del tiempo. - la agarró con suavidad de la parte trasera de la cabeza y la apretó hacia él, intentando hacer ver así que la aceptaba tal y como era. - Podrías ser la hija del mismísimo Hitler y aún así eso no definiría quien eres, ni quien vas a ser. Puedes venir a mí siempre que lo necesites.
La separó levemente de él, para que pudiera verle la cara y le dedicó una sonrisa, una sangrienta, pues aquél mordisco le había dejado una herida algo profunda, herida que a la que era incapaz de prestarle la más mínima atención. - Gracias por confiar en este salido. - se puso algo rojo, pero no apartó la mirada. - Y gracias por darle a Ryan Mui su primer beso.
Tras aquella escena llena de emociones, la voz de Diana sonó a través de la puerta del baño, menos mal que la habían cerrado. Ryan recogió el cuchillo y se lo devolvió a Samantha, no quería que alguien entrara y sospechara lo que allí había pasado. - Parece urgente... Deberíamos salir, aunque. - la volvió a abrazar con fuerza. - No quiero que acabe este momento, no quiero que vuelva el asesino, no quiero que muera más gente a la que en verdad quiero por los caprichos de un monstruo...
Diana, a través de la puerta pudo escuchar un fuerte golpe dentro del baño, al poco de aquello, pasos de dos personas diferentes. También reconoció la voz de Ryan y Sam, pero hablaban muy bajo como para si quiera entender lo que decían, incluso si hubiera puesto la oreja sería difícil saber lo que decían (aunque era normal que hablaran más bajo después de que Diana les avisara con un grito).
Lo último que escuchó Diana fue algo metálico cayendo al suelo, pues ni Samantha ni Ryan contestaron a través de la puerta del baño. Parece que a Diana solo le quedaba esperar un poco más.
Diana sintió mucha mucha pena. Por lo que aprovechó que todavía tenía unos segundos para escapar del baño y sentarse en la mesa donde estaban los cafés esperando por Ryan y Sam. Le hizo una seña al camarero.
- Café negro, sin azúcar ni edulcorante por favor.
Finalmente, Ryan y Sam salieron de aquél baño, rojos, con la respiración agitada, algo nerviosos e incluso se podía ver que el chico tenía sangre en el labio.
Al salir, pudieron ver como Diana se había sentado a tomar un café en la mesa donde estaban antes los dos chicos, a la espera de mostrar aquello tan importante que tenía que decir.
Ryan miraba de lado a lado al salir del baño... A saber que había pensado cualquiera que los viera salir de allí a los dos en tal estado, aunque él habría pensado exactamente lo mismo. Al no ver a Diana en la puerta, le preocupó que hubiera escuchado algo que le hiciera pensar cosas extrañas también, pero al verla sentada donde antes estaban él y Sam, se tranquilizó un poco.
Ho-hola Diana. - decía con la voz temblorosa, mientras buscaba algún papel para limpiarse la sangre que le salía del labio inferior. - ¿Qué ha pasado? ¿Qué era tan urgente? - revisó rápidamente su móvil para comprobar algunos mensajes que le habían llegado. - ¿Luego vais a ir al festival? - comentó algo más tranquilo por andar pensando en otra cosa. - Lazlo y River quieren que les recoja para ir, podemos ir todos juntos. - asentía.
Entonces se dio cuenta de lo descortés que estaba siendo y dejó su móvil en la mesa. - Perdona... - le comentó otra vez a Diana. - Te escucho atentamente, incluso voy a poner esto en silencio. - le dijo mientras con la zurda mantenía pulsado un botón de su móvil. - Cuéntanos lo que necesites Diana, estamos aquí para ti.
A Diana ciertamente no le preocupaba lo que hubieran estado haciendo en el baño. Seguramente Ryan se había lastimado torpemente y Sam le estaba ayudando a curarse esa herida. Si, eso era lo que había pasado allí dentro.
- Encontré esto en el despacho de mí padre. - dijo poniendo sobre la mesa un extraño teléfono móvil.
En él había mensajes de texto recibidos por su padre, enviados presuntamente por el asesino. En ellos se leían actos detallados de lo que había estado haciendo el asesino.
- No sabía que hacer con esto. Pensé en llevarlo a la policía, pero temo que mí padre quede pegado en este asunto si lo hago.
Os añado Ryan y Sam a la escena correspondiente a ese móvil.
Ryan estaba atónito. Cogió el móvil en su asombro y lo acercó para leerlo mejor. - Dios mío... Tu padre ¿ha estado colaborando con ese asesino? - se echó una mano al mentón, pensativo. - Eso explica por qué siempre parecía tener las noticias antes que nadie... Aunque bueno, no creo que anuncie la muerte de Matt Doe ¿verdad?
Dejó aquél móvil en la mesa y se echó la mano a la cabeza. - ¿Tú estás bien Diana? - preguntó, mirándola directamente. - Debe haber sido un palo muy duro para ti. - entonces se percató de algo. - Dices que no quieres que esto afecte a tu padre pero... Ahora que has descubierto este móvil ¿no es cuando más en peligro está?
Si el móvil tiene localizador GPS o algo así, podría saber el asesino que ya no está en su escondite e ir a por tu padre. - dio una ligera palmada a la mesa. Sus ojos se abrieron como platos. - ¡Debemos ir al baile! ¡Tu padre podría estar en peligro ahora mismo Diana! - respiraba de forma algo agitada, pero intentaba calmarse, resopló un par de veces. - No. No debemos correr. Si el asesino va a la fiesta y nos ve entrar de forma apresurada, va a sospechar de nosotros. Tenemos que arreglarnos e ir con normalidad a la fiesta, teniendo muy de cerca vigilado a tu padre. - fue entonces cuando buscó algo de confort en su vecina - ¿Qué opinas Sam? ¿O quizá esté exagerando ahora mismo?
Independientemente del plan de acción que decidieran tomar los jóvenes, el dueño de la cafetería decidió cerrar para acudir también al festival, por lo que, tras cobrarles los cafés a todos los clientes y echarlos educadamente del lugar, cerró la tienda.
El resto de clientes parecían dirigirse en su gran mayoría al festival, aunque los que no iban muy arreglados, avanzaban hacia sus hogares.
Busqué en mi bandolera un pañuelo y se lo di a Ryan, para que se limpiara el labio, mirándolo con cara de circunstancias
- Lo siento, no podía pegarle en público.- Me justifiqué ante Diana con cierto tono irónico en mi rostro.
Estaba pensando en los que había dicho Diana. Mirando el móvil de arriba abajo, con cierta sospecha, haciendo cábalas. Ryan empezó a ponerse nervioso con sus conjeturas y le miré con un geto que casi decía..."Ya, cálmate, majo, que te va a dar un chungo".
- Vale.- Dije para ordenar las cosas que quería decir.- Lo siento por lo que voy a decir en alto, algo que seguro tú ya has pensado, pero no lo quieres creer, Diana. Solo por si acaso resulta ser verdad.
Bajé un poco la voz antes de seguir, pero algo que empezaba a creer dadas las circunstancias.
-Creo que tu padre es el asesino o uno de ellos, al menos.- Lo dije completamente en serio.-En primer lugar, el asesino tiene pinchados nuestros móviles, chicos. ¿Por qué le haría llegar un móvil a tu padre pudiendo pinchar el suyo y mandarle un mensaje anónimo? Ese teléfono móvil es una vía de escape a la legalidad para tu padre en caso de que le pillen, es la excusa perfecta para decir "hey, mira, tengo un móvil que no es mío y que el asesino me ha enviado para que siga sus pasos". - Puse una mano sobre el brazo de Diana, para tranquilizarla, o al menos que me escuchara- Escucha al menos mi teoría: Tu padre es reportero, y quiere "LA" noticia. Cada vez que sale en la tele, se le nota a la legua su afán por obtenerla. ¿Qué mejor noticia que cubrir todo esto? El audio que envió para avisar a todos es como un reclamo. En ese móvil, el asesino suplica que tu padre le "cubra" a cambio de una "bonificación".- Miré Ryan.- Un asesino no suplica que le hagan caso. Y dudo que tu padre haya dejado el móvil... algo tan importante... por ahí para que tú lo encuentres.
Imaginaba que Diana quería a su padre, igual que yo al mío, pero ojalá que yo estuviera equivocada.
- De todas formas, el ocultar este teléfono a la policía, le hace cómplice, Diana. Entre otras cosas porque el asesino no le ha amenazado. Está haciendo esto por voluntad propia, tan solo para ganar audiencia. Y esto es solo en el mejor de los casos.- paré un segundo.- Lo siento, cielo. Pero tu padre es un poco capullo. Y no voy a dejar que te lleve por delante, amiga.
- Yo recibí una llamada antes de llegar a este pueblo, posiblemente del asesino.- Cogí el teléfono y marque mi número personal.- Veamos si es el mismo número que me llamó a mí.- Me llamé a mi móvil, para saber si era el mismo.
-Por cierto. Creo que Deberíamos hablar con Leslie.- Sonreí maliciosamente.- Una actriz, un reportero... no se... desde el día del lago ando mosqueada con esa enana.
Todos observaron atentamente el móvil misterioso mientras Sam realizaba la llamada... Pero no pasó nada. Era seguro afirmar que el teléfono extraño que había encontrado Diana no era desde el que se había llamado al de Sam.
La noche cada vez estaba más cerrada y el festival pronto cerraría sus puertas, por lo que cada uno se dirigió a su casa para ponerse sus mejores galas, además de ir a por el Ryanmovil.
Os dejo esta escena por si alguno quiere comentar algo más, sobretodo Diana que no ha dicho nada, pero seguimos avanzando.