Partida Rol por web

Los jóvenes se adentraron en la cabaña, estaba completamente en ruinas, parecía lo más insalubre del planeta y no tenía ningún tipo de electrodoméstico funcional. Solo se adentraron en el salón principal, en el cual se encontraba también la cocina, la sala de estar y el comedor, sin embargo no podían ver las habitaciones de los habitantes de aquél lugar.

Allí se encontraban los dos niños, pintando en el sucio suelo, encima de unos sucios papeles, en unas muy desgastadas hojas. - Jope. - mustiaba la pequeña. - Tus dibujos siempre salen mucho mejor que los míos... - fue entonces cuando Jennifer se percató de la entrada de los adolescentes.  - Chicos, chicos. ¿Qué decís? ¿Es mejor el dibujo que he hecho de mi mamá o el que ha hecho él de la suya? - cogió su dibujo y lo mostró. - ¡Vamos Jackie muestra el tuyo también!

Jackie, quien parecía tener la misma edad que Jennifer, pero ser bastante más tranquilito, suspiró al escuchar los comentarios de su amiga. - Si dibujo mejor, es porque practico más, mucho más. Tampoco es que hayan otras cosas que hacer por aquí... - miró a los recién llegados. - No sé que hacéis aquí, pero espero que os vayáis antes de que llegue Madre, no le gustan las visitas, menos aún las inesperadas. - agarró su dibujo y lo enseñó. - Os la presento.

Elba Ginaso echó un vistazo a ambos dibujos y sin lugar a dudas, respondió con sinceridad a aquella cuestión, ni se inmutó que el niño pequeño mostrara una imágen de Ghostface, a fin de cuentas, ella ya intuía desde el principio todo aquello, por algo le siguió el juego al niño.

-El suyo gana. -Comentó señalando al de Jackie- Tiene más color y el estilo de dibujo de hacerlo a cera sin que se vea los bordes, claramente lo borda. Lo siento Jennifer... en esta ocasión un punto va para Jackie. Ya le ganarás en otra cosa.

Elba Ginaso, colocó su gran bolso entre el niño y ella, y empezó a rebuscar algo.

-Por cierto, yo también traje pinturas para que podáis dibujar más cosas... Pero viendo que vives en el culo del bosque, será mejor que te deje aquí algunas y así no tenga que ir cargada como una burra para delante y para atrás... ¿Cuáles prefieres?.

Al entrar tragué saliva, aunque intente sonreír por lo que pudieran pensar los niños.

Desde luego era un nido de cucarachas, pero al chico no parecía importarle. Imaginaba que una persona acostumbrada a vivir entre la mierda, para él, sería como de lo más normal. Pero, ¿quién criaría a un niño allí?

-Si.- di la razón a Elba.- Es un dibujo muy chulo.- Aunque realmente me produjo ciertos escalofríos y lo que pensaba era otra cosa. Principalmente, que el/la asesina, nos iba a matar solo por estar allí. De todas todas. Y desde luego, era absurdo preguntarle a un niño por el nombre de su madre, ay que seguro que te dirá "mama".

Me senté al lado de los niños y cogí una hoja -¿Puedo?- pregunté al chico como si fuera una hermana mayor dispuesta a dibujar con ellos. - Yo también sé dibujar.- Cogí una pintura y empecé a dibujar, malamente, algo que pudiera entender.- Aunque regular-  En el dibujo me dibujé a mi misma como un monigote y a los dos críos.-¿Ves?- Dibuje algunos corazoncitos, dando a entender que éramos amigos. Algo fácil para que lo entendieran. -Somos nosotros tres siendo buenos amigos y sonriendo.- 

La verdad el chico tenía razón. Si alguien nos pillaba allí... las cosas podrían ponerse feas.

- Pero necesito mejorar bastante. Quizá...- Miré de reojo al resto.-... si quieres que seamos amigos, me podrías enseñar. Quizá pueda venir otro día. Si quieres, claro.

Sonreí amable, intentando empatizar con el chico. Por un lado, me daba pena que estuviera allí solo y en aquellas condiciones. Por otro lado, me recordaba a mi hermana. Quizá eso me hiciera intentar ser protector.

- Sabes, yo tuve una hermana pequeña también. Creo que podía ser como tú. ¿Cuántos años tienes Jackie?

Viendo el dibujo de Samantha, Elba Ginaso no lo dudó ni un momento, y aún mientras estaba trasteando con el bolso, dio un leve comentario acerca de la obra de arte de su compañera; aunque bueno, sin hablar de ello de forma directa, pues a diferencia de los niños de 9 y 10 años, la hostia que le podía dar Samantha le iba a doler.

-Enhorabuena, Jennifer... te llevas la medalla de plata.

Ryan se adentró en aquella cabaña, por alguna razón, no tenía tanto miedo como aquella vez que se encontraban en la fiesta y dijeron de ir al bosque. ¿Quizá porque era de día? ¿Porque ahora confiaba más en aquellas personas menos en la obesa mata-vacas? No, seguramente era porque si no estaba allí, estaría buscando trabajo, estudiando o haciendo deberes. Cualquier cosa era mejor que eso, incluso visitar una cabaña mohosa perdida en mitad de la nada, donde vivía mamá Ghostface, con su hijo el pintor.

Ryan se acercó a ver más en detalle aquellos dibujos. - Esta vez, aunque me duela, le tengo que dar la razón a Elba. - admitía, con cierta desgana el joven, para entonces darle un ligero codazo a Sam. - ¡Pero seguro que sabes usar muy bien las manos en otros ámbitos! - y aún en aquellas condiciones tan insalubres y peligrosas, allí salía su maldita vena adolescente incontrolable.

Se levantó rápidamente, se dirigió a cualquier rincón del lugar y fingió examinar la pared. - Pueeees, aquí hay mucho moho ¿no? Mi madre no me dejaría tener la casa tan guarra jé... - ya que de madres iba la cosa, intentó desviar su obscenidad al tema de conversación principal.

La puerta del lugar se volvió a abrir, apareciendo en escena Madison Montgomery.

¿Pero qué diantres hace ese ahí en la esquina? - se preguntó.

Si esperaban la llegada de la cigüeña lo iban a conseguir. El grado de disimulo de aquellos... seres llenos de granos, era como el de un hipopótamo caminando por un suelo lleno de globos. Y sí, el símil del animal se debía al parecido con la roca redonda de Indiana Jones (Elba).

-Entiendo que entre mugre os sintáis como yo en pleno resort- mentira. ¿Quién entendería eso? Sólo enfermos podrían hacerlo -Pero ya habéis oído al chico. A su madre no le gustan las visitas. ¿No os planteáis iros antes de que llegue y os vea aquí dentro?- dije pasando al centro de la cabaña. 

Betty la fea (Diana) y el último cutre superviviente (Matt Doe) seguían a lo suyo. Permanecer sola entre un silencioso bosque y encima sin escuchar nada a usar en futuros testimonios recriminatorios... sencillamente no.

River admiró boquiabierta la estancia, pensando en que una vez hace tiempo, Dana Scully había vivido entre esas cuatro paredes, y como su trágica historia la había llevado a ser Ghostface. Su vida había sido una de desengaños, traiciones y sufrimiento, tal y como una de las secuelas de la saga había descrito.

-Qué pasada.-susurró para sí misma mientras el resto hablaban de no sé que de dibujos. Cosa a la que debería haber prestado atención, porque en el momento en el que giró y vio la cara de Ghostface, una dosis de adrenalina le fue directa al corazón. 

-¡Joder!-se llevó la mano al pecho, comprendiendo al instante que era solo un dibujo, pero habiéndose llevado el susto igual. Casi otro susto igual se llevó cuando la puerta se abrió, pero por suerte no era Ghostface, solo Madison. 

-Pero Dana Scully y sus secuaces están muertos, vosotros os asegurasteís. Jackie no puede ser el hijo de Ghostface, a no ser que sea un imitador.-dijo River, incapaz de mantenerle la mirada a Madison. Todavía recordaba como se había comportado delante de ella y de la tumba de su madre, pero no podía callarse lo que estaba pensando.

Un grito de dolor una mujer se escuchó en el exterior y al poco, un grito de pánico inundó el lugar. Todos pudieron reconocer la voz, pues era la de Diana. - Madre ha vuelto. - aportó el chaval, con cierta desgana. Él los había avisado.

Todos salieron a investigar lo que había pasado allí afuera.