Poco a poco, los chicos fueron despertando para darse cuenta de que estaban en un lugar completamente en blanco, parecía la sala de algún manicomio, donde encerraban a la gente para que no se hiciera daño a sí misma, con la pequeña diferencia de que en vez de llevar una camisa de fuerza, estaban en ropa interior, atados a unas sillas que había en el centro, formando un triángulo.
También era destacable en aquél lugar la ausencia de Sam ¿donde habría ido a parar? ¿Por qué no estaba con ellos? Eran dudas que podían asaltar a los adolescentes, aunque la que más deberían tener en mente es ¿cómo van a salir de allí?
Ryan no entendió muy bien como ni cuando se había quedado dormido, pero al abrir lentamente los ojos, miró a su alrededor, aún completamente aturdido. Miró hacia abajo y vio sus pies desnudos, para ver a sus lados, otros dos pares de pies femeninos. Al ir subiendo poco a poco la mirada, pudo ver que esos pies estaban pegados a unas piernas, esas piernas a una cintura y fue subiendo y subiendo hasta que reconoció a sus dos amigas. - Jejeje ¡genial! - murmuró para si mismo.
Pero pronto se dio cuenta de que aparte de estar él esposado, ellas también lo estaban. - No, espera ¡esto no puede ser un sueño, estaría solo atado yo! - sorprendentemente, fue eso y no otra cosa lo que le hizo darse cuenta de que aquello no era un sueño, si no una pesadilla hecha realidad.
Intentó forcejear para librarse de sus ataduras, inútilmente, por lo que se resignó a mirar con preocupación el lugar y finalmente, mirar a sus compañeras. - ¿Estáis bien? - preguntaba con gran preocupación. - Joder ¿quién ha podido hacer esto? ¿Y Sam? - respiraba agitado. - ¿Creéis que... No. Imposible. - parecía no querer creer ni por asomo que ella fuera la culpable de todo aquello.
Cuando se descubrió atada a esa silla, River tuvo sensación de dejavú. No era la primera vez que soñaba algo así, pues tras verse una maratón de la saga de Saw, se había pasado semanas con problemas para dormir. Siempre el mismo tipo de pesadilla, en la que ella era la víctima de los distintos juegos de Jigsaw. Por suerte, sus pesadillas no duraban mucho una vez se daba cuenta de que estaba en una. Era como si el miedo la ayudara a despertarse. Así que recordando viejos rituales, cerró los ojos e inspiró profundo.
-Esto es una pesadilla, no es real. Es una pesadilla y me voy a despertar en tres... dos... un--.-alzó la mirada y parpadeó confusa cuando oyó a Ryan. Ahora veía que no era como los que solía tener. En sus sueños solo estaba ella. Y esta vez no habían trampas extrañas mortales, solo ellos tres en una habitación desconocida. De la que no podía escapar.
-Joderjoderjoderjoderjoderjoderjoderjoder.-River empezó a mover sus muñecas, intentando liberarlas de lo que las ataba a la silla. Los tirantes de su viejo sujetador deportivo, que se le había quedado pequeño hace ya años, se le clavaban con saña contra la piel, dificultando su respiración ya acelerada.
Ya sabía lo que iba a pasar. Reconocía la escena de Puñalada 1. Dos chicas secuestradas en el sótano del hospital psiquiátrico, esperando la llegada de Ghostface... River miró a su alrededor, buscando el casette y la cámara que faltaban para replicar la escena. No quería que estuviera pasando esto, no podía ser--
-¿Por qué nos estás haciendo esto?-gritó lo más alto que pudo. Si iban a morir, al menos que el asesino o asesina les contará el por qué. Era lo mínimo que podía hacer, pensó mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
- Me cago en la puta mierda! - atinó a decir Diana al despertar y esperar dos segundos a que se le acomoden las ideas. Tardó en hacerlo, pero entendió por lo menos algo de lo que estaba sucediendo. El auto, el gas.
Esto no podía estar pasando, pensó. Y rápidamente llegó a la conclusión de que si esto era obra de Ghostface, difícilmente saldrían de esta con vida. Lejos de temer por su vida, Diana se enojó, se enojó con ella, se enojó con Sam, se enojó con el mundo. Nerviosamente empezó a pegarse la cabeza contra la parte de atrás de la silla. Repetitivamente. Diana, eres una tonta. Como te has metido en esto?
Repetitivamente se golpeaba. Toc toc toc toc. Un dejo de esperanza se le apareció de repente. Este era el modo de operar de Ghostface? Lo dudaba. Lo suyo era perseguir con su cuchillo a sus victimas. Aquí había gato encerrado.
Lo último que se dio cuenta era de que los tres estaban desnudos, por lo que trató de girarse. - Ryan, como te pesqué mirándome te las vas a ver. - dijo mientras forcejeaba con la silla para darse vuelta
De pronto se oyó un portazo procedente de alguna parte de la sala. Una figura negra apareció en una esquina, encogida e inmóvil. Tras unos segundos en completo silencio, la figura se fue irguiendo y poco a poco a darse la vuelta. El siniestro rostro de Ghostface os miró desde el lugar en el que había aparecido.
Sin decir nada, dio un paso hacia vosotros, y luego otro. El sonido seco de sus pisadas resonaron en las frías pareces de la estancia mientras paso tras paso se acercaba cada vez más a vosotros haciendo del eco el presagio de un mal que se avecinaba. Los pasos de la enmascarada figura se pararon justo al lado de Diana, mirando a la pobre muchacha desde su aventajada posición. Se palpaba la tensión en el ambiente, Ghostface se giró a mirar a Ryan pasando luego a observar a River antes de ladear ligeramente el rostro. Las manos del asesino se alzaron sobre la cabeza de Diana sosteniendo algo que no podíais ver.
Y de pronto, ¡PLOF!
Se escuchó un pequeño estallido y una lluvia de confettis cayó en medio de los tres cautivos.
- Bienvenidos a la fiesta de pijamas del Tío Ghostface. - El tono de su voz era jocoso y alegre, pero algo hizo que un escalofrío recorriera vuestra espaldas. - ¿Qué os apetece hacer primero? ¿Unos aperitivos? ¿Qué dices, River? ¿Unos pastelitos de cannabis?. - Caminó hacia River y puso su rostro a su altura. - Oh, mierda, me los olvidé en el cuerpo de tu amigo Teddy. Qué pena... ¿Qué tal una película? Creo que dan Puñada 1 esta noche en vivo. ¿No es excitante, Ryan?. - Ghostface se acercó al chico del grupo por detrás y lo miró antes de seguir su camino. - ¿Y tu, Diana? ¿No te apetece? Entonces, juguemos al juego de las sillas, eso siempre es divertido.
El enmascarado os miró, sentados cada uno en una silla.
- Vaya, si ya habéis ganado, parece que soy el perdedor. - Su voz reflejó una tristeza fingida mientras se colocaba entre Ryan y Diana. - Ya que he perdido, ¿qué tal si ahora jugamos a algo a lo que sí pueda ganar?
Sacó desde dentro de sus ropajes negros una gruesa tela enrollada que extendió ante los tres con un seco tirón. En la tela había una hilera de puñales de hojas muy finas y afiladas. En total podíais contar hasta 30 puñales, desde el más pequeño de apenas 1 cm de largo hasta el ultimo de unos 15 cm, y de uno a otro iban aumentando en medio cm.
Era la primera vez que Diana era testigo del verdadero asesino. Pero lamentablemente estaba en la peor de las condiciones, completamente a merced de este. Diana trató de hacer fuerza y liberarse, no podía hacer otra cosa. Aunque todavía le quedaban muchas preguntas por hacerse. Por qué no los habían matado todavía? Que era este teatro? Los iba a torturar? Que quería de ellos?
Diana trató de reconocer a alguien en la manera de moverse de Ghostface, en su porte, en su estatura. Se trata de Madison? De Leslie? De Sam? De Jordan? Pensó en las personas que estaban metidas en esta historia y de machear la estatura del asesino. Hasta que lo vio abrir un arsenal de hojas afiladas.
No pensó mucho, simplemente trató de dialogar con el asesino. - Que es lo que quieres de nosotros? Porque no nos mataste rápido y simple como hiciste con el resto de los otros? Nos vas a torturar?
-¡Diana, un cuerpo es solo carne y vamos a morir!-explotó River contra su amiga, exasperada por sus prioridades en un momento como este. En cualquier otro momento de entendería mejor a su amiga, pero en este momento de miedo no tenía tiempo para empatizar con ella.
Apenas había acabado de gritar cuando llegó Ghostface y River volvió a verse en una pesadilla. Intentó apartar la mirada de Ghostface, pensar en otras cosas, pero era incapaz de no pensar en el enmascarado que los tenía a su completa merced.
-Estás mintiendo. Teddy está bien.-masculló. No le creía, pero por puro terror a lo que implicaba que sí fuera verdad. Buscó los ojos de Ghostface, como si a través del plástico pudiera descubrir la verdad-¡No te creo!
Apenas había visto el primer cuchillo cuando River sintió en su estómago que conocía bien, pero que solo sentía cuando se montaba en una montaña rusa vertical, en el momento exacto en el que los asientos se detenían y se dejaban caer . Una sensación de vértigo absoluta.
-Va a jugar con nosotros. Va a hacernos elegir entre nosotros, o que elija otra persona. ¿Vas a hacer elegir a Sam? ¿Es eso, no?-las posibilidades volaban por la mente de River, que las empezó a soltar sin filtro alguno, cada vez más aterrada con lo que se le ocurría, producto de películas de error acumuladas una tras otra.-Joder.
Ghostface no respondió a ninguna de las preguntas de River. Simplemente, se inclinó hacia ella y la miró en silencio mientras ella intentaba averiguar sus intenciones. No se movió ni dijo nada, pero juraríais que se estaba divirtiendo. La ausencia de una risa que así lo confirmara no era necesario. Definitivamente, se estaba divirtiendo.
- Mmmh, pobre River... - Dijo finalmente apartándole un mechón de cabello de su rostro y sin dar ninguna explicación más.
Luego, se giró hacia su compañera alejándose de River. - Dime, Diana, ¿has oído hablar de los entrantes? Son esos deliciosos platitos de casi un bocado que te comes para satisfacer momentáneamente tu hambre mientras esperas al primer plato y comenzar a disfrutar de tu comida. Siempre hay que disfrutar de los platos principales. Empezando por el primero...
Se irguió y respiró hondo, aspirando el aire como si disfrutara de un dulce aroma. - Aaaaah. - Dio un paso hacia los puñales y cogió el más pequeño. Era fino, casi tanto como una aguja gruesa, y no superaba el cm de largo. No era mortal, pero podía picar. - ¿Sabéis? La profundidad a la que se encuentra el corazón de un ser humano depende de muchos factores, la edad del individuo, su IMC, el tamaño del corazón,... Yo siempre me he sentido fascinado por el corazón, ese palpitante órgano que nos mantiene vivos y que nos delata cuando nos encontramos nerviosos, asustados, ¿enamorados?. - Se rio quedamente. - ¿Cuántos puñales de estos creéis que serán necesarios para apuñalar un corazón?. - De pie de nuevo frente a Diana, apoyó el pequeño puñal en el cuello de la joven estudiante y fue bajando lentamente hasta la altura de corazón. Allí, hizo brotar un poco de sangre antes de clavarlo de golpe. Ghostafe observó con gran interés las reacciones de Diana. - ¿Duele? No te preocupes, pronto te acostumbrarás e incluso lo disfrutarás. Es sólo el comienzo.
Cogió un segundo puñal, el siguiente que medía centímetro y medio y miró a River. - Siguiente.
Ryan se quedó completamente paralizado al ver aparecer de la nada a Ghostface. - No tiene sentido. - murmuró mientras rebuscaba con los ojos de arriba a abajo una posible entrada para el asesino mientras este parecía estar montando un pequeño show.
Por desgracia para el chico, no logró encontrar nada, pero si había entrado él allí ¡tenía que haber una forma de salir! Quería decirlo a sus compañeras, de verdad que sí, pero el miedo lo paralizó por completo e incluso le impidió hablar, sobre todo cuando mostró aquellos cuchillos.
Escuchó lo que decía River respecto a un juego. - Sí. Todas sus muertes han sido muy "espectaculares", como si de un show se tratara. - observó las esquinas ¿habría algún tipo de cámara por allí? - Esto lo tiene que estar viendo alguien... O tiene que verlo. - se autocorrigió.
Entonces el macabro juego que solo parecía tener un ganador, comenzó. - ¡Mamonazo, deja a Diana en paz! ¡Ven a por mí, déjalas a ellas! - su corazón iba a mil por hora, estaba muy nervioso y asustado, pero iba a intentar atraer la atención sobre él, con su temblorosa voz y su tembloroso cuerpo.
Ghostface se dirigió hacia River con la evidente intención de ver el color de su sangre, sin embargo, fue interrumpido por Ryan. El enmascarado detuvo sus pasos y se volvió hacia el insignificante joven. Lo observó durante unos segundos evaluándolo. Finalmente, rompió a reír de una forma tan cruel y ruidosa que el eco aún resonaba cuando comenzó a hablarle. - ¿Pero qué tenemos aquí? ¿El inútil y cobarde Ryan quiere hacerse el héroe? No me hagas reír muchacho. Pero si así lo deseas... - Sin perder de vista al estudiante, arrojó sin mucho interés el pequeño puñal que tenía en las manos y cogió el quinto puñal. - ¿Qué tal si aceleramos un poco el juego?. - Pasó el dedo enguantado por la punta del puñal y se inclinó sobre Ryan. La daga rozó el esternón dejando un arañazo sangrante y se lo colocó justo encima de donde debía estar el corazón. - Este tamaño no debería ser un problema, no morirás... aún, pero seguro que debe ser toda una experiencia sentir como una afilada hoja corta tu piel y penetra tu sangre. - La punta se hundió y fue desapareciendo bajo la piel de Ryan. En esta ocasión, se tomó su tiempo para hacerlo, lentamente, poco a poco, mientras tenía el rostro de su víctima a pocos centímetros de distancia para disfrutar de su sufrimiento. La hoja no era muy larga pero hasta que se hundió hasta la empuñadura pareció una eternidad. - ¿Aún crees que eres un héroe, pequeño e insignificante Ryan? ¿Crees que tus palabras vacías podrán salvarlas?
Diana estaba segura de que ya estaba condenada. No saldrían acá con vida, y esa seguridad la ayudaba a mantener la compostura. O eso sucedió al menos hasta que el terror se hizo realidad. Y la primer puñalada se hundió en su pecho.
Abrió grande los ojos y miró el puñal clavado en su pecho. El dolor era punzante y lo peor de todo, era real.
- Cobarde!! Ya nos tienes donde nos quieres, no hay posibilidades de que escapemos y aún así te sigues escondiendo detrás de esa máscara? Lo único que me da bronca es que no voy a poder ver el rostro de mí asesino, porque resulta que es un maldito cobarde!!
River se encogió cuando Ghostface se le acercó con la mano extendida, queriendo huir de lo que temía que le iba a hacer. Resultó que solo quería reírse de ella. River apretó los dientes y bajó la mirada. Odiaba estar dándole lo que quería, pero no sabía como no hacerlo. Ni siquiera fue capaz de mirar lo que le hacía a Diana. Esta vez no podía tranquilizarse pensando que eran actores con sangre y maquillaje falsos.
Su corazón dio otro vuelco cuando entendió que ella era la siguiente. Siguió encogida, sin atreverse a mirar. Si iba a ser acuchillada, prefería no ver nada. Pero Ryan, como no, tenía que salir al rescate. Le resultaba difícil sentir alivio por si misma cuando su amigo estaba sufriendo el castigo que era suyo.
Y lo que más le jodía es que para Ghostface, Ryan era el cobarde.
Diana tenía razón. Ghostface era quién se estaba escondiéndose detrás de máscaras y gases somníferos para tenerlos a su merced. Ryan estaba luchando por ellas, al igual que Diana. Y si Ghostface tenía que llamar a alguien cobarde, debería ser a ella. Que seguía callada, aguantando las lágrimas y los temblores como podía, totalmente aterrada. Empezó a agitarse en la silla como si hubiera perdido la cabeza, sin importarle que las ataduras le arañaran las muñecas. Con suerte, conseguiría romperlas. Sino... la verdad es que no tenía mucha más opción.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAADéjales en paz!! ¡¡Ryan es un sol, no te ha hecho nada!! ¡¡Diana tampoco, lleva aquí menos de un mes!! ¡¡¡Si tanto quieres limpiar el mal del pueblo, ve a por quienes hayan hecho algo y no a por nosotros, COBARDE HIPÓCRITA!!!
Ghostface rio suavemente y el sonido de su risa quedó flotando en el aire un largo rato. - Vamos, chicas, dejad los halagos o voy a sonrojarme. Por muy cosas bonitas que me digáis, no cambiará vuestro destino. - dijo mientras cogía otra de las dagas, esta vez la novena, dos cm más larga que la de Ryan.
Se volvió hacia River y jugueteó con el puñal dando un paso hacia ella. - No necesitas impacientar, River, también tengo una dosis de amor Ghostface para ti. - Como siguiendo con el jugueteo, trazó un par de círculos sobre la piel de River dejando algunos surcos de sangre. Luego, comenzó a clavárselo, disfrutando una vez más de su obra. Cuando terminó, tan sólo la empuñadura del puñal sobresalía. - Vaya... pensé que esta vez sí podría llegar. ¿Qué es lo que sientes? ¿Algún dolor en el corazón? ¿Alguna alteración en tus palpitaciones?
De pronto, Ghostaface puso una mano sobre su oreja y se giró con actitud alerta, mirando hacia una de las paredes. No hacía falta verle la cara al encapuchado para saber que aquello no entraba dentro de sus planes. - ¿Pero qué coño está pasando ahí? - cogió entonces el puñal más largo de todos. - Como sea, antes de que llegue la policía, que ya no debería tardar, os dejaré un último recuerdo antes de marcharme. - Sin previo aviso, empezó a clavar el puñal en el pecho de Diana, uno que estaba seguro de que llegaría al corazón de esta y terminaría con su vida.
Por suerte para la chica, un portazo detrás del propio Ghostface, le hizo brinca del susto y fallar en su apuñalamiento, haciendo que el arma blanca acabara insertado en el pulmón derecho de Diana, en vez de en el centro del corazón. Se giró, sobresaltado y todos pudieron ver una muy ensangrentada Samantha, a la cual le faltaba una mano y en la otra, llevaba un cuchillo en forma de sierra. No hacía falta ser un genio para sumar dos más dos y ver que ella misma había usado ese cuchillo en su propia mano. - ¡Loca de mierda! ¡No tendrías que haber hecho eso! ¡Joder, mi ruta de escape! - apresurado, se alejó de Samantha y aunque esta lo intentó perseguir, no parecía estar para muchos trotes.
Ghostface consiguió abrir una puerta secreta más, por donde se marchó, aunque a través de está se oyó una voz familiar.
¡Rendirse ante la adversidad es mostrate de tu parte! - pero parecía que Ghostface no iba a rendirse, pues se seguían escuchando pasos de alguien que corría, los cuales fueron acompañados por unos disparos, seguramente del arma reglamentaria de Jodie.
No parecía haber tenido éxito, pues apareció ella sola en aquella extraña sala de tortura. Hizo un par de pitidos con su Walie-Takie y empezó a examinar a todos los presentes. Dejó el cuchillo de Diana clavado, pues si sabía que lo sacaba, provocaría una hemorragia, hemorragia como la que tenía Samantha y a la cual decidió vendar con su ropa, apretando lo más fuerte que pudo. - Nadie es inútil en este mundo mientras pueda aliviar un poco la carga a sus semejantes. - dijo la detective, intentando hacer entender que los refuerzos estaban de camino.
No pasaron más de diez minutos hasta que empezaron a llegar policías y médicos que asistieron a los heridos. Mientras los médicos intentaban salvar a las dos chicas que estaban más graves, los policías registraron la habitación donde había estado Samantha, donde encontraron varias cosas interesantes que compartirían con los jóvenes durante un pequeño interrogatorio, eso sí, después de las operaciones.
Allison miró con satisfacción a Jodie, pues era una persona muy extraña, sin embargo, la única que había llegado hasta aquí por sus conclusiones. Si no hubiera llegado ella, seguramente Sam y Diana habrían muerto sin asistencia. Al igual que si Sam no hubiera perturbado a Ghostface, ahora estarían planeando el funeral de Diana.
A la escena del hospital