Ghostfase rio suavemente y el sonido de su risa quedó flotando en el aire un largo rato. - Vamos, chicas, dejad los halagos o voy a sonrojarme. Por muy cosas bonitas que me digáis, no cambiará vuestro destino. - dijo mientras cogía otra de las dagas, esta vez la novena, dos cm más larga que la de Ryan.
Se volvió hacia River y jugueteó con el puñal dando un paso hacia ella. - No necesitas impacientar, River, también tengo una dosis de amor Ghostface para ti. - Como siguiendo con el jugueteo, trazó un par de círculos sobre la piel de River dejando algunos surcos de sangre. Luego, comenzó a clavárselo, disfrutando una vez más de su obra. Cuando terminó, tan sólo la empuñadura del puñal sobresalía. - Vaya... pensé que esta vez sí podría llegar. ¿Qué es lo que sientes? ¿Algún dolor en el corazón? ¿Alguna alteración en tus palpitaciones?
De pronto, unos ruidos hicieron que Ghostaface se girara con actitud alerta. Chasqueó la lengua molesto y miró a sus víctimas. - Parece que nuestro tiempo ha acabado, una lástima... - cogió entonces el puñal más largo de todos. - Pero os dejaré un último recuerdo antes de marcharme. - Sin previo aviso, clavó el puñal en el pecho de Diana y salió corriendo hacia una esquina. Tan pronto como estaba en la sala, desapareció tras otra puerta secreta para no volver.