Partida Rol por web

Al llegar a casa, Ryan aparcó lo suficientemente sigiloso y subió a su cuarto sin hacer ruido para evitar tener líos con su madre, por lo que salvo el culo, tanto de ella como de la policía.

Ryan se había librado por los pelos de ser pillado por la policía y seguramente acabar castigado hasta que pudiera jubilarse... Por otra parte le sentaba fatal haber dejado atrás a Sam y River, más aún viendo las noticias. - Como mínimo debería escribirles... - mumuró mientras sacaba el móvil algo a escondidas durante el desayuno.

Ryan y Samantha fueron primero a la bolera, a recoger el coche de Ryan, para después que Sam lo condujera hasta la casa de este, aunque le venía bien, ya que vivían uno al lado del otro. Al llegar, la madre de Ryan estaba esperándolos en la entrada con los brazos cruzados, ignoró por completo a Sam, ya que su atención se centró completamente en Ryan. - Muéstrame la herida. - dijo casi en una orden y sin esperar demasiado, le examinó el brazo a su hijo adoptado. - No parece muy grave. Podrás estudiar hoy. - un suspiro de alivio salió por parte de Satsujin Mui. - ¿Qué hace aquí la hija del vecino? - comentó ahora sí, mirando a Samantha.

Negó con la cabeza. - No importa, siempre y cuando no te distraiga de tus estudios. - asentía la asiática mujer. - Tengo que irme a trabajar, pero mañana tendremos que buscarte un nuevo trabajo, ya me enteré de lo que le pasó a Benny, así que ya no es una opción trabajar para él. - se puso los zapatos e hizo una pequeña reverencia. - Ayuda a estudiar a Sam, repasando tu también estudias y según tengo entendido, le hará falta. - y entonces, cerró la puerta.

Sam le acompañó hasta el coche, a pesar el chico sentía que no había ninguna necesidad, sin embargo no se atrevía a decirle nada respecto al tema, sobre todo porque disfrutaba de la compañía de su vecina. Sin embargo el silencio era muy incómodo, por lo que el aún algo débil Ryan intentó romper el hielo. - ¿Por qué viniste a la bolera? ¿No habías quedado con Bárbara? Parecía urgente y complicado ¿fue todo bien? - se rascó la nuca con su mano buena. - Y bueno... No hace falta que vengas siempre a sacarme de detrás de puertas metálicas... Ya es la segunda vez en dos días. - bromeó.

Cuando subieron al coche, Samantha insistió en conducir, por lo que Ryan se resignó a ir en el asiento del copiloto. - ¿Sabes? Nunca una chica me lo había agarrado. - aquella broma, indicaba que poco a poco el joven salido ya estaba recuperando sus energías, aunque no tardó en arrepentirse de lo que había dicho. - El coche, Sam... El coche... _{Joder Ryan...} - murmuró.

Mientras iban de camino, se atrevió a abrirse un poco más a Sam. Siempre había dejado que los demás pusieran música en su coche, pero esta vez decidió poner una de sus canciones favoritas, sin decir nada. Se puso las gafas de Sol, para evitar esos últimos y molestos rayos del atardecer y se dejó llevar por Samantha.

Una vez llegaron a su destino, agarró a Samantha de un brazo. - Gracias Sam, por traerme y por venir en mi ayuda cuando te necesito. - se quitó las gafas de Sol y la miró seriamente a los ojos. Era la primera vez en muchísimo tiempo que Ryan era capaz de hablarle así a una mujer sin ponerse a temblar ni decirle guarradas. - A veces siento que tienes problemas que no cuentas, solo me ha hecho falta verte tan mal en el hospital para darme cuenta... Sé que un bueno para nada como yo no te los va a solucionar, pero a veces contarlo ayuda, así que si alguna vez lo necesitas.

Una vez entraron en casa, su madre adoptiva no tardó en chequearle, aunque Ryan sentía que más por preocupación por él mismo, era por preocupación de tener una mano menos que trabajara en casa. No tenían mucho dinero, Ryan lo entendía, es por ello que ayudaba siempre que podía... Pero también le gustaría sentir que no solo es un trabajador más en su hogar.

Como fuera, no iba a dejar que aquello le deprimiera, su madre adoptiva le había dado un techo, una buena alimentación y una educación. Cuando se fue, miró a Sam con una sonrisa divertida, preparado mentalmente para transformar esos pensamientos sobre su madre. - ¿Has oído? Te tengo que ayudar a repasar, así que si te parece, empezamos con lengua. - en pensamientos de pura vergüenza sobre sí mismo, ya que una vez más, lo había vuelto a hacer. - O puedes irte a casa... Que tendrás mejores cosas que hacer.

Ciertamente, le daba vueltas a las cosas. 

Ryan estaba bien. Eso si no pensamos en que casi lo desangran como a un cochino en San Martín. Pero era inevitable no pensar que casi podrían haberlo matado, al igual que a Matt y a Benny. 

No soy suficiente para él...para nadie.

-¿Barbará?- Pregunté de camino al coche de Ryan, volviendo a la realidad.- Se puso a discutir con el camarero sobre que su café no era de leche de soja o yo qué sé- Me encogí de hombros.- Me marché, aburrida de esperarla. Y como vi a la chica china esta... Verónica... ¿Park? La ex de...- Chasqueé los dedos. Aún no concia bien a toda la gente.- Bueno, no sé de quién era. ¿Jordan? Es igual. Vi que se marchaba de la cafetería cuando le llegó un mensaje al móvil y parecía importante.

Y lo era. Vaya si lo era. Si no llego a estar, la espichas, guapo.

- Bueno, espero no tener que hacerlo más- recalqué ante lo evidente de no tener que socorrerlo más mientras sonreía.

Aunque sonreí más dentro del Ryanmovil.

Parecía que todo lo que estaba pasando a nuestro alrededor no iba con nosotros. La música, volver a estar tranquilos, aunque fuera por ese breve espacio de tiempo, me hizo olvidarme del peligro que realmente había a nuestro alrededor. Canté la canción que me puso Ryan en el coche. Afortunadamente la conocía. Ahora mismo, era... extrañamente feliz. Siquiera conteste a la gracieta de Ryan, asumiéndola como algo parte de él, de su forma de ser. De su encanto... de su... ¿qué? Uggg. Debo de estar tocada.

- Soy una montaña de problemas, Ryan.- Admití a mi amigo de una manera algo monótona, como si fuera algo que repetía, una y otra vez, a todo el mundo. Eché el freno de mano al coche y apagué el motor. - Yo... no estoy segura de... es solo que... puede que necesite... tiempo.-

¿Tiempo? ¡Maldita idiota! ¡Si alguien puede ayudarte, ese es tu amigo! Sobre todo con lo de...

Ladeé la cabeza extrañada, mirando por encima del hombro de mi amigo, y descubrí a su madre esperando justo en la puerta, mirándonos. Suspiré pesadamente mientras le hacía un gesto a Ryan para salir del coche. La madre de Ryan, sin embargo, me hizo volver un poco a la realidad. No quería esa realidad. Aún teníamos algo de tiempo, de paz... no quería que la amargada china rompiera lo poco que quedaba del día estudiando.

- Ya. Lengua.- Dije negando con la cabeza mientras paseaba mi mirada por la habitación de Ryan- Dime una cosa. ¿A cuántas chicas has traído a tu cuarto? Espera... puede que sepa la respuesta.- Me acerque lentamente a su escritorio, pasando por la ventana y eché una ojeada, observando que dese allí se veía mi cuarto bastante bien.- ¿Quieres traer a Diana alguna vez? - Pregunté pícaramente mientras llegaba hasta el equipo de música y empezaba a trastear la radio.- Te daré un consejo...- Encontré la emisora que buscaba y cuando llegue a la música que quería, subí el volumen.- Estudiar no.- Solté una risilla tonta.- ¿Sabes bailar? ¿O necesitas que te enseñe?

La respuesta era más que evidente a la primera pregunta que Sam le había hecho. - ¿Mi madre asiática cuenta? - continuó. - Porque si no... Una. Tú. - admitía con cierta vergüenza. El chico se quedó un poco perplejo al escuchar la siguiente pregunta de su vecina. - ¿A Diana? - se rascó la cabeza ¿quizá era porque se quedaron ella y él juntos durante la fiesta. - Creo que si la traigo aquí alguna vez, sería para discutir sobre cual es la mejor triología de Star Wars, después de todo es de lo que más estuvimos hablando durante la fiesta... Eso antes de que se pusiera a vomitar. - admitió con una ligera risa nerviosa, aunque lo pasó realmente mal el chico cuando ella se puso en tan mal estado ¡sobre todo porque le costó un montón encontrar algo de agua para ella en toda aquella fiesta!

Ryan tenía claro que con Sam allí lo último que iban a hacer era estudiar y... La verdad, por una vez, ¡que le dieran el estudio! Su madre no estaba en casa, había buena música puesta, su preciosa vecina se encontraba en su habitación y casi muere hoy, por lo que evadirse un poco de la realidad le venía que ni pintado. - ¿Bailar? - comentó con una sonrisa. - ¡Para nada! Pero sé dejarme llevar por el ritmo de la música y dejar que mi cuerpo se mueva de forma algo aleatoria por ello. - en ese momento procedió a mostrar a lo que se refería.

Aquello para nada se podía considerar un baile, ni nada por lo que estar orgulloso, pero Ryan no sentía ningún tipo de pudor en realizar aquellos extraños movimientos, esperando así que Samantha le acompañara. - ¡Las montañas son inamovibles, pero deja tus problemas fuera y tránsformate en algo distinto! - aunque este comentario no tenía muy claro si se lo dijo solamente a ella o también iba dirigido a sí mismo.

Barbara llegó a casa de Sam, se dirigió a subir por la ventana hasta el cuarto de esta, tal y como había dicho por el mensaje del móvil, pero le llamó la atención que en la casa de enfrente, justo enfrente de la habitación de Sam, había música. Al echar un vistazo a través de la ventana, pudo ver a Samantha y a Ryan, teniendo a este "bailando" alrededor de ella, mientras ella reía.

- Oh- Dije cruzándome de brazos, y pasando el peso de una cadera a la otra- ¿Quizá River?- Negué con la cabeza riendo.

Vale, Ryan no tenía estilo ni para vestir ni para bailar, y eso quedo bastante patente, aunque me hizo gracia la forma de moverse que tenía. E incluso aplaudí, hasta que me dio cierta vergüenza ajena.

- ¡Por dios, Ryan, para!- Dije alarmada tomándolo por los brazos casi como si fuera su madre, en un intento por evitar que se moviera más.- Pareces un espagueti danzarín!

Puse los ojos en blanco y me adelanté. Que demonio, tendría que enseñarle algo, porque veía que este capullo, al final, iba a bailar con su madre en la fiesta de graduación

-Pon tu mano aquí...- Guíe una de sus manos a mi cadera y la otra a mi mano extendida, levantándola.- Y ahora... sigue mis pasos... despacio... uno... dos... uno dos... ouch! ¡Me pisaste!- Reí, pese a ello.

Podía haberme pasado así toda la noche. La canción se acabó y aun así no deje de sostener la mano de Ryan. No sabía por qué. Le miraba, con esa cara de pringao, y me sentía... bien, quizá. Tranquila, sobre todo. Y hacía mucho no me sentía así. Quizá algo acalorada... ¡Qué sé yo!

-Ryan yo... - me mordí el labio pues no sabía que más decir. Sentí que me ponía nerviosa y no sabía por qué. Hasta que mi teléfono móvil vibró dentro de mi bolsillo.

-Em...- Lo miré detenidamente, apenas sin pestañear.- Creo que... tengo que irme. He quedado con... Bárbara. Va a enseñarme unas bragas que...- Cerré los ojos fuertemente, suponiendo que con eso la había cagado.- Quiero decir, no sus bragas, es evidente. Aunque bueno, no me importaría- Nueva cagada. Chasqueé la lengua - O sea, en plan "aquí te pillo y aquí... te las enseño"- Mi voz era cada vez más baja sabiendo que no estaba ni pensando lo que decía. ¿Sería que las Rayan-tontunas se pegan? - Lo... siento. 

Pero antes de que ninguno de los dos pudiera abandonar la estancia, por la ventana apareció Barbara, quien con sus habilidades como animadora había logrado escalar no solo hasta la ventana de Ryan, si no también hasta la ventana de Samantha, desde donde había visto parte del espectáculo y había escuchado la música.

Ahora que Barbara había entrado en escena de forma inesperada... ¿Qué pasaría con aquél ambiente tan tranquilo que se había generado?

Ryan nunca había estado tan cerca de una chica, estaba muy nervioso y eso Sam lo podría notar, especialmente en su pie después de recibir el pisotón. - Mierda. ¡Perdona! - no sabía que más decir más allá de eso, no entendía por qué Sam querría enseñarle a bailar, ni porque había ido hasta su casa, ni porque le había traído en coche. Después de todo, no se conocían tanto, ni Ryan era alguien que se sintiera nada especial, pero no iba a negar sus sentimientos y en aquél momento se sentía puramente feliz ¡y le daba mucho miedo cagarla con alguna de sus tontería!

Samantha por otra parte, también se sentía nerviosa, al punto de no decir lo que tenía que decir, bien fuera por esos mismos nervios o al igual que Ryan, por miedo a romper aquél momento tan tranquilo, aquél momento que estaba haciendo que los dos últimos días no parecieran reales, más allá de tener una herida en el brazo que se lo recordara constantemente.

Aunque como todo en la vida, aquél momento tan bueno terminó, de forma un poco abrupta al escuchar a su vecina escuchar que había quedado con la bully de Barbara para ver ropa interior. No iba a negar que estaba sorprendido ante aquellas palabras, pero tampoco iba a quejarse, Sam podía ir con quien quisiera después de todo. 

Pero antes de que pudiera si quiera contestar, Barbara entró por la ventana. - ¡¿Pero qué araña te ha picado?! - exclamó sorprendido, ya que había entrado como si de Spiderman se tratara. - ¿No habías quedado con Sam? ¿Qué haces aquí? - se notaba que el chico andaba algo incómodo con su presencia, pero eso no evitó que sus tonterías con las chicas salieran a la luz. - No querrás mostrarme a mi también tus bragas ¿verdad? - pero rápidamente se echó las manos a la boca. - O-Olvídalo. - decía muy nervioso. - Llévate a Sam y haced lo que tengáis que hacer juntar. - empezó a mirar para otra parte, sabía que la había cagado, ya que si de normal tenía mil formas para meterse con él, ahora le acababa de dar una más. Maldita bocaza...

- Vaya vaya vaya - dije mientras me apoyaba en el marco de la ventana con una ligera sonrisilla - ¿quien hubiera imaginado que el pringadillo sabría marcarse esos pasos de baile?

Mi voz sonaba sarcástica, pero también se podía apreciar un ligero tono divertido y de curiosidad. Claramente no me había esperado aquel escenario, lo que lo hacía más interesante. 

- No me esperaba esto de ti, Sam - comencé a caminar hacia la parejita - mira que dejarme plantada para ir con Ryan - a pesar del tono jocoso de mi voz, mi actitud no era hostil, más bien pícara - ¿o es que querías enseñarle a él cómo te quedaba la ropa interior que te traía? No sabía que fueras tan picarona...

Mi sonrisa se acentuó al sacar unas bragas de encaje rojas.

- Vamos, Ryan, ¿acaso crees que puedes engañarme? - pasé por detrás del chico y le puse las bragas delante de los ojos - estoy segura de que quieres verla con ellas - le susurré al oído - si le pones esos ojitos de chico bueno seguro que incluso te deja que se las pongas tu - por encima del hombro de Ryan miré a Sam y le guiñé el ojo con gesto cómplice.

- ¡Joder! - puto susto el de mi querida amiga.

Y es que sabía que Barbara tenía que tener algún pariente cercano a los bichos, pero no sabía que fuera a las arañas. Afortunadamente (o desgraciadamente) interrumpió algo que se nos podría haber ido de las manos por un par de segundos. Su intervención en la ventana hizo que me apartara bruscamente de Ryan.

- ¡Yo no te he dado plantón, idiota!- Me quejé aún con el corazón levemente acelerado y no por la aparición de la rubia.- te dije que me esperaras en mi casa.- Gruñí encarándome con ella, aun con Ryan en medio de las dos.

- ¡Trae eso, boba!- prácticamente arranque de las manos las braguitas de encaje rojo- No ves que le vas a causar una hemorragia cerebral...- Sí, vale, era algo para esquivar el tema. Una especie de broma para quitarle hierro al asunto.

No quiere decir que las braguitas estuvieran guapas, pero no era el momento de usarlas. De hecho, era de las que pensaba que lo bueno de la ropa interior era cuando te las quitaban. Pero ahora mismo, y tras roto el clímax inicial, necesitaba ponerme en marcha.

Cogí de una de las manos a Bárbara y tiré de ella para salir de allí, ante un confundido Ryan. Con la adrenalina algo alta, y puede que las hormonas por los dos allí en una habitación también un poco desbordándose, casi salgo por la ventana, como Barbara. Recapacité y bajé por las escaleras sin dar mucha opción a Barbara. Pero antes de salir me volví a Ryan.

- Ryan... yo...- Me sentía ciertamente con la respiración, algo entrecortada, sobre todo por ese momento tan íntimo juntos. ¡Solo ha sido bailando, idiota! - ¿Confías en mí?- Quedé un par de segundos en silencio.- Si es así... vigila esa ventana- Señalé la de mi casa.- Mañana te lo explicaré todo.

Ryan estaba rojo como un tomate y sin saber muy bien que decir, sin duda Barbara había conseguido lo que quería que era hacer sentir intimidado al pobre friki. - Ya basta... - murmuró. El corazón le iba a mil por hora, no sabía a donde mirar, menos aún a quién después de las salvajadas que se habían dicho.

Pero finalmente Sam, que parecía bastante seria, se plantó delante de él y le pidió que mirara a su habitación. Por alguna razón, dejó de pensar en ropa interior y en ver desnudas a aquellas chicas y pensó que algo serio andaba ocurriendo, Ryan asintió con determinación.  - Confío en ti Sam.

No tuvo tiempo de decir nada más, pues las chicas se marcharon a gran velocidad hacia la casa de Samantha.

Al llegar a casa, Ryan tuvo justo lo que estaba esperando tener, un griterío por parte de su madre. - ¡Te dije que no te juntaras con esa gente! ¡Encima Sam es la hija de una asesina, muy mala influencia! - parecía muy disgustada. - Tendrías que haberte quedado en casa, estudiar y trabajar ¡y ahora me vienes con heridas! - empezó entonces a sollozar. - ¿Qué he hecho mal? ¿Qué he hecho mal?

Alzó el brazo, señalando escaleras arriba. - ¡Vete a tu cuarto! ¡Tienes mucho que estudiar, encima hoy has faltado a clase y tienes deberes! ¡Mañana además, empezarás a trabajar en un sitio que ya te he mirado! - hablaba muy en serio y parecía que la puñalada que había recibido, no era tan importante para ella.

Ryan ya tenía una muy clara idea de lo que le esperaba en casa. - Sí, madre. - comentó simplemente el chico tras los comentarios de su madre y cabizbajo, se dirigió a su cuarto con la intención de que aquella mujer no le siguiera presionando hasta el punto de que le hiciera estallar.

Tenía muchas cosas pendientes que hacer esa noche e iba a aprovecharla lo máximo posible para no dejar nada pendiente para próximos días.