Partida Rol por web

Diana llegó a casa y logró escabullirse sin hacer demasiado ruido, por lo que no despertó a nadie y pudo fingir que llevaba allí todo el día.

Diana no podía creer lo que estaba sucediendo. No podía ser cierto, no podía ser real. Que clase de desquiciado estaba allí afuera matando adolescentes? Nadie había creído lo de la foto, pero ahora que había resultado cierto el asesinato, Diana entraba en pánico. Comenzó a textear a Ryan. Deberían ir al hospital cuanto antes. 

Diana al llegar a casa escuchó a su padre hablando por el móvil. - ¡Joder nos vas a llevar al estrellato, eres todo un artista! - decía emocionado. - Pero necesito que me mandes la grabación que has hecho, así la podré publicar y seguro que dispara los índices de audiencia. - Alex se percató de que alguien andaba por la casa, por lo que cerró la puerta y empezó a hablar más bajo, de forma que Diana se quedó sin saber nada más de aquello, por lo que, resignada, se fue a dormir.

Diana llegó a su hogar, su padre parecía no estar, ya que seguramente anduviera preparándose para las noticias de la noche, que empezaban dentro de no mucho, además de prepararse para cubrir el festival de esta noche. ¿Dónde y qué miraría Diana?

Hogar, dulce hogar.

Diana necesitaba un baño urgente. Por lo que se preparó un baño de espuma, relajante. Tal vez así pudiera bajar toda la adrenalina que tenía rondando por su cuerpo. 

Se metió en la tina, pero no tardó ni 15 minutos en darse cuenta de que iba a poder relajarse hasta que Ghostface esté preso, o muerto. Lo que pase primero.

Salió de la tina, y se envolvió en un deshabillé de tela de peluche. Se abrazó dentro de la prenda y fue a husmear a la oficina de su padre. 

Cajones, notas, la computadora. Lo que sea que pudiera darle una pista de con quién y en qué estaba trabajando su padre. Que por cierto no le había ni dado las gracias a Diana por el audio de la grabadora. 

A Diana le sorprendió la seguridad que tenía su padre en su propio despacho, cajones cerrados con llave, el ordenador con contraseña para cada APP...

Parecía que todo estaba perdido cuando algo llamo la atención de Diana y es que detrás de un armario, había un teléfono, algo viejo y cascado, pero sin bloqueo. De hecho parecía solo permitir enviar mensajes a un móvil oculto, por lo que ver el número de teléfono era imposible.

Sin embargo, si era posible leer mensajes anteriores.

Diana se horrorizó con lo que vio. Tanto que casi soltó el móvil de sus manos, pero por suerte lo sostuvo para que no se estrellara contra el piso. 

Dios! Que hago? Que hago? - dijo mientras corría de un lado al otro de la habitación con ese móvil entre sus manos. Tendría que avisar a la policía? Su padre probablemente quedaría imputado como cómplice, o al menos sospechoso por tener ese tipo de contacto. Debería avisarle a sus amigos? Debería dejar el teléfono o llevárselo? 

Sacó su propio móvil y comenzó a textear, pero se arrepintió a medio camino. Ghostface, según ella entendía, tenía la capacidad de intervenir los teléfonos, o al menos de enviar mensajes a través de números ajenos. O se equivocaba? Diana estaba pérdida. Por lo que abrazó una idea y tiró para delante con ella. 

Tomó el móvil con el que su padre se comunicaba con el asesino. Lo guardó en su cartera y fue en busca de sus amigos.

Elba llegó a la residencia de los Eggers, era de noche pero aún así le llamó la atención que la puerta de la casa estaba entreabierta... Si se acercaba a curiosear, desde fuera podía escuchar varios gritos ahogados, uno de un hombre y otro de una mujer. No hacía falta ser un genio para darse cuenta que dentro habían amordazadas un par de personas, además de una tercera, que parecía estar andando por dentro de la casa.

¿Qué haría Elba ahora?

Elba Ginaso sabía que aquella situación era de todo menos óptima para su plan, a fin de cuentas encontrarse con gente amordaza no era lo idoneo, así no podían lamerle los pies allá por donde pasaba. Por lo que, girándose hacia la calle Elba Ginaso buscó un coche, probablemente del atacante por si estuviera por ahí y quisiera hacer una huida rápida.

El plan era sencillo, porque probablemente no pudiera hacer nada por los de dentro, al menos podía tratar de ponerle una patata en el tubo de escape para bloquearlo y que en algún momento petardeara o usar la navaja que había des-comisionado para rajarle las ruedas.

Puesto que estaba en una zona residencial, estaba toda la calle plagada de coches aparcados y como Elba no contaba con un centenar de patatas, se lio a rajar las ruedas de todos los coches que allí habían, tarea que le iba a llevar, gran parte de la noche.

Una gran parte de la noche bien invertida además. A fin de cuentas, tener las ruedas de los coches rajadas era un signo inequívoco de que alguien iba a estar pasando un muy mal rato, y mientras esta iba rajando ruedas de los coches, decidió hacer algo más, mandarle una foto a Barbara.