Partida Rol por web

—Señor Tsagoi —Orion se dirigió al hombre de Zarek tras escuchar las (malas) noticias que había traído Amethyst—. Un grupo de indeseables hindúes se dirige hacia aquí. Será mejor para todos que no le encuentren; podríamos arruinar los planes del señor Krawiek. Pepe le guiará hacia la salida de "emergencia". Si todo se tranquiliza es usted libre de regresar cuando quiera.

A continuación se llevó a Amethyst a la entrada del local. El sol se había puesto ya hacía más de media hora pero el vampiro salió fuera con gafas de sol y los cuellos de la cazadora subidos. Miraba hacia el principio de la calle como si de pronto fuera a aparecer un colorido desfile tipo Bollywood dispuesto a montar el número final ante su bareto.

—¿A quién te refieres con uno de los mamones que va detrás de Bayhas*? ¿A los rakshasa? Vamos a tener que sacar toda la artillería de la trastienda pero antes dejadme que hable con ellos. Todavía no hemos hecho nada malo —le guiñó un ojo.

-¡Draku, no!-exclamó el matón dando un puñetazo a la barra-Yo no estuve en el casino pero perdí a buenos amigos esa noche. Si los hindúes vienen hacia aquí, el "Gypsy" les estará esperando y sólo se irá con los pies por delante. 

Para ilustrar su punto de vista, sacó un cuchillo curvo de cada manga, un machete de la chaqueta y una pistola que casi parecía de juguete en comparación.

—Tú mismo; pero aquí nadie hace nada hasta que yo no lo diga —se volvió hacia su socia y el resto de ghouls—. Decidle a la gente que viene una redada de la policía, así se pirarán todos. No tenemos mucho tiempo.

Orion sacó sus dos Glocks y se aseguró de que estaban cargadas y listas para usar, tal y como le había enseñado Amethyst. Confiaba más en sus dotes vampíricas que en aquellos dos cacharros, pero tampoco era cuestión de desenmascararse delante de tantos desconocidos.

—Voy a salir a su encuentro antes de que entren. Si yo ataco vosotros atacáis. Si me atacan, vosotros atacáis. Usad el bar como defensa e impedid que entre nadie de ellos vivo.

El vampiro salió a la calzada y aguzó sus sentidos. Dudaba que alguien fuera a atacar por la entrada que daba a la playa, así que se concentró en ver más allá de la curva de Helen's Road.

Una furgoneta destartalada cargada de gente dobló la esquina. La puerta lateral estaba abierta y asomaban un par de cañones. 

Por el rabillo del ojo, Orion percibió movimiento en las alturas. 

Alguien venía por los tejados. 

Parece que no vienen a bailar...

Orion no se lo pensó dos veces y corrió por la acera hacia la furgoneta. Quería saltar a su interior y encargarse de lo que hubiera allí dentro. Antes de echar el primer paso advirtió a los suyos: —¡Vienen por el tejado! Confiaba en la habilidad táctica de Amethyst para organizar la defensa y, en todo caso, el bar estaba vacío ya de clientes, aunque todavía algunos remoloneaban por la calle y el paseo marítimo.

Cuando la furgoneta se aproximó más, el vampiro saltó dentro desde una distancia inhumana. Los dos pistoleros se llevaron la peor parte de su ataque ya que Orion los utilizó para frenar su aterrizaje. Había impedido que abrieran fuego pero ahora estaba dentro del vehículo con el resto de enemigos.

Los matones hindúes irrumpieron en gritos. Eran una tropa dispar que mezclaba trajes con camisetas de tirantes, pañuelos coloridos y aros en las orejas. Uno incluso llevaba un turbante. Todos eran de piel oscura y lucían bigotes.

Orion contó a cinco tipos, incluidos los dos que había desarmado. Y tres pistolas encañonándole. 

Oh, mierda. 

El copiloto de la furgoneta intercambió disparos con la barricada de The Killing Moon.

-¡Tú, ven conmigo al tejado!¡Vosotros dos, cubrid la puerta!

Amethyst rugía órdenes como un sargento. 

—SNIKT —dijo Orion imitando a Lobezno de X-men antes de iniciar un torbellino de golpes dentro de la furgoneta.

Los hindúes disparaban a bocajarro dentro del vehículo, pero solamente consiguieron matarse entre ellos. Orion agarró al copiloto que había disparado contra el bar y le rompió el cuello doblándoselo hacia atrás en el cabezal del asiento. Uno de los que había desarmado, echándole valor a pesar de tener la cabeza abierta del golpe anterior, se echó encima del vampiro tratando de hacerle una presa. Sin embargo, Orion reaccionó inmediatamente al notar el abrazo y le rompió ambas muñecas al tipo antes de lanzarlo fuera del vehículo. El conductor estaba ya en el cruce con la carretera de la playa y, al tiempo que manejaba, trataba de impactar a aquella figura que se movía a una velocidad asombrosa.

El vampiro no se lo pensó dos veces y saltó sobre él como un animal rabioso. Le golpeó brutalmente en la sien y el tipo perdió el sentido mientras la furgoneta seguía una trayectoria recta contra la valla del paseo marítimo. Orion tiró del freno de mano y sostuvo el volante al mismo tiempo, pero no pudo impedir la colisión y la caída de la furgoneta en la arena.

En el Killing Moon las cosas habían salido bastante peor. Amethyst se llevó a Tsagoi al tejado pero, nada más abrir la puerta de la azotea les recibieron los primeros tiros. La mujer abrió fuego con su escopeta barriendo la zona con postas del 12 aunque finalmente tuvieron que parapetarse dentro del edificio.

En la puerta del Connor cayó muerto con un impacto en la cabeza, fruto de uno de los disparos del copiloto de la furgoneta, con más suerte que puntería. Pepe vio caer a su compañero y apenas se atrevió a devolver el fuego desde dentro del bar. Por la acera se veían algunos cuerpos más de heridos provocados por los disparos indiscriminados de los hindúes.

Orion salió de la furgoneta limpiándose una mezcla de arena y sangre. Al menos, no era suya. Estaba sucio pero ileso. 

Casi podía notar en el calor del momento los latidos de su corazón en los oídos mientras la adrenalina corría por sus venas pero sabía que todo era puro reflejo: estaba muerto. Respiró hondo varias veces aunque sabía que no lo necesitaba. Los viejos hábitos tardaban en morir.

Miró a la azotea del edificio. Una puerta se cerró entre disparos mientras varias figuras no humanas se atrincheraban entre las chimeneas. Habían tomado el tejado.

Reparó en una columna de humo que salía de Helen Street.

Dios, ¿por qué era tan difícil tener un tiroteo en condiciones sin que se jodiera todo?

Aquí hay algo que no encaja, se dijo Orion. Esta gentuza nos estaba esperando. Nadie improvisa un grupo de ataque tan rápido y menos con demonios en la vanguardia.

Cruzó el corto trecho que le separaba de la puerta de su local, aquella que daba a la playa y que formaba el vértice del edificio. Entró como una exhalación, vio a Connor herido y a Pepe apuntando a la calle como un gilipollas. Les gritó CONMIGO y los ghouls le siguieron activados como un resorte, ignorando el pánico y las heridas. Subieron las escaleras donde se atrincheraban Amethyst y Tsagoi y compuso un plan de ataque totalmente suicida que, por supuesto, no salió bien.

—Yo me quedo guardando esta puerta con Tsagoi y atrayendo su fuego —informó a su socia—. Tú sube con estos dos y les cazas desde las ventanas del piso de arriba. Es una orden, teniente —concluyó a la vez que le guiñaba un ojo: si disparaban desde el refugio podrían tener una oportunidad pero Tsagoi no debía subir allí.

—Vamos a ver si sabes utilizar esa pistola —provocó al hombre de Zarek mientras él mismo desenfundaba y le daba una patada a la puerta de hierro que la hizo volar hacia el centro mismo de la azotea —VENID AQUÍ PAKIS DE MIERDAAAA…

El estampido de la puerta destrozando chimeneas sonó como un martillazo contra un yunque de pesadilla. Le siguieron una tormenta de disparos en todas direcciones. Se oyeron chillidos afuera que no podían ser humanos. 

Orion iba a salir a la carga cuando una sombra peluda y con garras se balanceó en el marco de la puerta como un mono y entró con los pies por delante, interceptándole. 

El vampiro recibió ambos pies en el estómago y salió despedido cayendo escaleras abajo hasta el rellano. 

Un rakshasa de pelaje oscuro y olor inquietante se descolgó dentro. Llevaba al cinto una espada curva de inquietante aspecto. 

-¡Draku!-rugió Tsagoi saliéndole al paso cuchillo en mano.

Orion oía gritar a sus ghouls. 

Ay, joder.

Orion se levantó con los ojos literalmente inyectados en sangre. Tenía todas las costillas destrozadas. De haber estado vivo no podría casi ni respirar.

Pero, afortunadamente, estaba muerto.

Casi no pisó más de dos escalones de todo el tramo de escaleras cuando las subió a toda velocidad, con una Glock en cada mano y rugiendo como una bestia con la boca llena de dientes afilados.

Abrió fuego sobre el rakshasa que había comenzado a luchar con Tsagoi antes de cargar contra él y lanzarlo al centro de la azotea, donde chocó con algunos de los atacantes que corrían a entrar tras él.

Desde arriba la escopeta manejada por Amethyst y algunos disparos de pistola lograron mantener a raya al grupo de asalto que trataba de escalar hacia las ventanas del refugio.

Tsagoi entró en escena con el machete en una mano y la pistola en la otra. Se colocó espalda con espalda con el vampiro y ambos comenzaron a pelear sabiendo que quizás sería la primera y la última vez que lucharían juntos.

—Tsagoi, si salimos de esta no pagarás más una copa en este bar ni en todo Swansea —afirmó Orion con la voz distorsionada por su estado. Aunque si salimos de esta soy yo quien va a necesitar beber mucho...

Ambos se lanzaron contra los oponentes de la azotea que, al mismo tiempo estaban recibiendo fuego desde arriba.

Cinco minutos después, todo había terminado. 

Los dos últimos rakshasas, dos desagradables criaturas simiescas, huían por los tejados. La azotea del edificio estaba destrozada: tuberías goteando, chimeneas destrozadas, media barandilla caída a la calle. El tejado se había hundido en la parte del fondo y eso no sería bueno cuando empezase a llover. El refugio de Orion iba a resultar mucho menos acogedor en los próximos días.

Y cadáveres. Rakshasas e hindúes muertos con agujeros de bala y las gargantas cortadas (Tsagoi había resultado ser una mala bestia cuchillo en mano). Y Connor. El gigantón había sobrevivido a un disparo en la cabeza (la bala sólo le había rozado la sien) pero dos de los monstruos lo habían acuchillado hasta matarlo. Pepe estaba tirado en un charco de sangre sujetándose las tripas con una mano mientras con la otra sostenía su navaja de siete muelles mientras soltaba unos juramentos en español incomprensibles pero que asustaban a las gaviotas. Amethyst había sido alcanzada en el hombro y en una pierna pero todavía podía sostenerse en pie aunque a duras penas. Tsagoi era el que había salido mejor parado de la pelea a pesar de que no se había cortado un pelo a la hora de sumergirse en la vorágine.

Cabrón con suerte.

The Killing Moon iba a necesitar reparaciones antes de volver a abrirlo. Orion tendría que buscar un nuevo sitio donde dormir hasta que arreglaran ese agujero en el techo. Pero todo eso podía esperar. 

Ahora, los supervivientes necesitaban atención médica.

Tras despedirse de Tsagoi, Orion y sus ghouls, incluyendo al fallecido Connor salieron pitando hacia la tienda de Yakub en el Land Rover de Amethyst. Nadie dijo una palabra durante el trayecto, solamente se escuchaba el ruidoso deglutir del plasma que el vampiro estaba devorando con auténtica desesperación. A la tienda de Yakub, fueron las únicas palabras en forma de orden que pudieron brotar de la garganta de Orion.

Cuando llegaron al local Amethyst se adelantó penetrando en el establecimiento con la escopeta discretamente disimulada al lado de la pierna. Detrás de ella entraron Pepe y Orion, que llevaba a su subordinado en brazos. Connor se había quedado en el vehículo...

Parecían un trío sacado directamente de un matadero donde no estaba claro a quién había que sacrificar.