Partida Rol por web

La plancha de metal era lo suficientemente dura incluso para frenar la impulsividad de Orion. La llama del Zippo también contribuyó a calmarle, paradójicamente. ¿Para que aporrear la puerta si puedo intentar asarlos vivos o hacerlos salir antes de que se cuezan?

—TÚ LO HAS QUERIDO, MIDORI, QUE ESA CRIPTA SEA TU TUMBA Y LA DE TU ENGENDRO.

Orion se dirigió hacia la pila que había formado sobre el cuerpo de Craig y le prendió fuego. Mientras las llamas cobraban fuerza, se permitió colocar algunos bancos como barricada en la puerta blindada. El calor y el humo no iban a asfixiar a los vampiros, pero esperaba que salieran por allí, presa del pánico y se encontraran con una barrera de fuego.

Cuando aquello comenzó a tomar visos de convertirse en un incendio, Orion salió a la calle y se situó estratégicamente para vigilar cualquier posible intento de fuga de Midori y Alfie...

— No — Dijo cuando Claudia nombro el hospital. La cabeza del viejo funcionaba a trompicones; estaba confundido por la pérdida de sangre y solo un nombre le vino a la mente. Uno que hacía tiempo que no pronunciaba o visitaba.

— Alun — La relación con aquel tipo  había sido realmente particular. Era el bibliotecario de la Orden de Merlin ni más ni menos; y un experto en remendar heridas jodidas. Pero sus servicios era realmente caros. No cobraba en dinero, o en antigüedades. Cobraba en favores... y no de los de dejar el coche. La última vez que lo fue a ver fue hace diez años cuando quiso hacer una serie de encantamientos sobre su taller para protegerlo. 

— Los hechizos perderán efectivadad pasados ocho años, y desaparecerán por completos a los diez o doce años*... Ya sabes como va esto Yakub. Un día necesitaré algo de tí... entonces me cobraré los servicios. — Los hechizos eran muy buenos; y habían mantenido alejados a ladrones hasta hace poco.Por otro lado no había vuelto a saber nada de él. Quizá se hubiera olvidado... o puede que realmente no necesitara ese favor. En cualquier caso era el único que le vino a la mente.

Yakub se desmayó segundos después de dar la dirección de Alun a Claudia... Fuere como fuere estaba en manos de esos dos.

El incendio se extendió por la iglesia a una velocidad asombrosa. La madera y el mobiliario tenían pinta de ser muy viejo y de estar bastante seco. A pesar de ello, las llamas parecían obedecer al deseo de Orion de que el edificio ardiera pronto y con furia.

El vampiro encendía y apagaba el Zippo, ensimismado con el grandioso espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. Se había quemado los dedos un par de veces, pero no pareció importarle. No había ni rastro del terror atávico al fuego destructor de los cuerpos muertos de los chupasangre. Aquello debía ser obra de la sangre de Owain.

La euforia mecía a Orion con la música grave procedente del incendio. Durante el tiempo que estuvo contemplando las llamas y deseando ver a Midori y a Alfie salir como dos teas corriendo por el jardín, todos sus problemas desaparecieron. Se olvidó incluso de Amethyst y de Yakub, que había escapado de allí con la garganta destrozada...

Los minutos pasaban y, justo cuando oyó las sirenas de los bomberos, todavía lejanas, vio al ghoul salir envuelto en llamas chillando. Se derrumbó a sus pies sin vida.

Su sonrisa de satisfacción le asemejaba a un puto psicópata.

Los servicios de emergencia habían hecho horas extra desde que media ciudad se hundió. Los incendios, los derrumbes y los rescates seguían siendo continuos. Swansea tardaría tiempo en recuperarse de las heridas.

Nadie más salió de las llamas. El nido de vampiros había sido reducido a cenizas. Orion sonrió al pensar que aquello le pasaba a muchos últimamente. 

Las sirenas de bomberos, ambulancias y policías se acercaban cada vez más. 

***

-¡Mierda, repite eso! ¡Joder, tú crees que hablas claro pero sólo oigo gorgoteos!

Claudia guió el coche a toda velocidad por las calles desiertas echando juramentos sobre estar harta de aquel trabajo y hacerse florista. Yakub no podía oírla. 

-¿Pero qué mierda de música tiene este tío en el coche?¡Otro motivo más para matarle cuando lo vea!

No podía quedarse mucho más tiempo allí, contemplando su obra. En su estado actual, con la mirada de un alucinado, empapado en sangre verde y hollín, no le convenía interactuar con los miembros de los servicios de emergencias de la ciudad.

Si el ghoul había abierto la puerta de la cripta para escapar, las llamas se habrían colado allí dentro, hambrientas de oxígeno como un puto huracán abrasador. Midori y el engendro debían estar muertos o, por lo menos, chamuscados. O eso quería creer. Lo deseaba con todas sus fuerzas.

Volveré, se prometió a sí mismo, pero dado que un vampiro consumido por el fuego no dejaba más que un puñado de cenizas, le sería muy difícil o imposible asegurar que aquellos dos habían perecido en la hoguera.

Pisó el cráneo achicharrado del ghoul con tanta fuerza que le costó quitarse los pedazos de sesos cocidos de sus botas militares. Torció el gesto, sacó el móvil y llamó a Yakub.