Partida Rol por web

Al ver las habilidades sobrenaturales del joven, la chica se quedó confusa. Bajó el arma un instante. La puerta del callejón se abrió dando paso a Yakub: su expresión al reconocerle se trocó en una de sorpresa.

Un instante era todo lo que Orion necesitaba.

El vampiro se coló por la puerta como una exhalación agarrando al anciano del brazo. Ambos cruzaron la cocina del restaurante chino dejando tras de sí un rastro de platos rotos y cocineros gritando. Cuando salieron a la calle principal notaron una cierta calma que no se respiraba en el callejón de atrás.

Miraron a su alrededor sin cruzar una palabra y siguieron calle abajo.

-Mierda, un coche de policía.

-¿Esos de ahí no son...?

El policía junto al coche soltó el botón del micrófono.

-Estamos al tanto, detective... Fergusson. Tenemos a seis unidades acordonando la zona.

Entonces reparó en el vendaje ensangrentado del codo de Bayhas. 

-Dios mío, ¿es eso sangre? ¿Le han herido? Pediré una ambulancia...

Bayhas vio por el rabillo del ojo a dos figuras familiares acercándose por la acera.

La South Wales Joint Scientific Investigation Unit, como todo el mundo sabe. Expertos forenses y analistas.

Me ha encantado esta. Pura bullshit.

Cuando a Cleo se le cayó la pistola, Bayhas la miró de reojo y, con voz fría, le dijo: - Detective Stanley, compórtese. - Miró después al agente y suspiró, con (fingido) enfado, mientras negaba un poco con la cabeza y susurraba al agente - Novatos... - Después, asintió con (también fingida) satisfacción al escuchar que se estaba acordonando la zona. - Perfecto, agente, buen trabajo. 

Al hacer referencia a su herida, Bayhas sonrió con aire de badass. - Esta herida es un vulgar arañazo. - Al ver que se acercaban Yakub y Orion, les hizo un gesto, indicándoles que se acercaran, y luego miró a Cleo. - Stanley, haga algo bien y dígales a Toshiba y a Miles que ya se está acordonando la zona y que vamos a salir del perímetro. - Señaló a sus compañeros y movió el brazo, animando a Cleo a que fuera a por ellos. 

Después miró de nuevo al policía. - Agente, pida refuerzos inmediatamente, no se quede aquí solo. E informe que el grupo de investigación de David Fergusson va a atravesar el cordón policial. - Miró hacia atrás y vio que Cleo ya se acercaba a su grupo. - ¡Vamos! - hizo un gesto. - Buen trabajo, agente. Recuerde, ¡pida refuerzos! 

Dicho lo cual, se marchó hacia el grupo y, todos juntos, se alejaron.

Las mejillas de Cleo se enrojecieron por la "regañina" de Bayhas, pero trató que la voz no le temblara al contestar. -Sí, señor.- Dijo, dándose la vuelta. Se acercó con largas zancadas hasta sus compañeros, susurrando la información y conteniéndose las ganas de preguntar qué había pasado con Orion.

Luego volvió hasta donde estaba Bayhas para continuar caminando apenas tuvieran vía libre.

Orion se mantuvo en silencio todo el camino hasta la tienda de Yakub. Continuaba al borde del frenesí, manchado con la sangre reseca de la bolsa de plasma que se había reventado, con la inmundicia y los olores del callejón pegados en su ropa. Para empeorarlo todo la inoportuna aparición de Yakub, cuando lo tenía todo bajo control (o al menos eso creía él), le había privado de poder averiguar quiénes eran aquellos dos pistoleros y de saciar su hambre y su furia con ellos. 

¿De qué coño conoce el viejo a esa hija de puta? La ha llamado Claudia... ¡Maldita sea su estampa! Le debo demasiado a ese mortal y no quería verlo envuelto en mis asuntos, de lo contrario no me habría contenido...

Cuando entraron en la tienda el vampiro se quedó en la puerta de entrada.

- ¿Podéis explicarme qué ha pasado esta noche? -preguntó mirando alternativamente a sus tres compañeros y luego a su penoso aspecto.

El policía les indicó dónde esperar a la ambulancia más allá del cordón policial y siguió hablando por la radio.

Una fina lluvia empezó a mojar sus cabezas mientras se dirigían al centro. Una voz grave y con un fuerte acento de los Valleys les sobresaltó desde una esquina oscura.

-Ah, jefe, aquí está.

Connor, el brazo fuerte de Orion, surgió de las sombras. Era grande como un toro y casi igual de listo. Incluso en Crickhowell, su pueblo natal, le tenían por un bárbaro aunque había hecho grandes esfuerzos por adaptarse a Swansea como raparse el pelo y ponerse camisas limpias.

-Policía bloqueando todas las calles, jefe. Pepe no ha venido, está totalmente pasado... he traído transporte.

Señaló por gestos una furgoneta destartalada con la ventanilla del conductor rota.

-Justo a tiempo, como siempre -saludó irónicamente Orion a su ghoul-. Y con una furgo mangada... Es que... Cada día te superas a ti mismo, Connor.

-Ehhh, ¿gracias, jefe? -el tipo parecía confuso de verdad y para salir del atolladero señaló con una reverencia al vehículo-: Servicio de taxi para los señores... y señorita.

-Espera un momento, Connor, ¿dónde está mi socia? 

-¿Amethyst? Pues idea. No la hemos visto.

Orion masculló algo ininteligible y su expresión se volvió sombría por un segundo. Luego volvió a mirar a Yakub, a Cleo y a Bayhas:

-Bueno, compañeros, ¿por dónde íbamos? Ah, sí. ¿Podéis explicarme qué ha pasado esta noche?

Yakub miró a Orion antes de subirse a  la furgoneta. No es que le gustará especialmente la opción, pero no parecía que realmente fueran a secuestrarlos. Si el vampiro se fiaba esperaba que todo estuviera bien... y lo estuvo. No tardaron demasiado en llegar a la tienda que el veterano abrió con parsimonia invitando al resto a pasar.

— Al parecer alguien no quería que aquella boda se celebrara — Dijo mientras activaba  unos interruptores sin que nada aparente sucediera. — Luego, aparentemente, todos hemos acabado en la casa segura de Joe y bueno... No tengo muy claro quien nos estaba dando caza o porqué la verdad — Yakub miró a Bayhas. No estaba seguro que fuesen los asesinos que lo persiguen, cazadores de vampiros o simplemente los que asaltaron la boda y querían dejar todo cerrado.

— La mujer con la que estabas en el callejón. — Dijo activando un interruptor adicional que provocó que se encendiera una luz tenue al final de la tienda, iluminando una estrecha escalera. — Su nombre es Claudia. Es una mercenaria. Cualquiera con unos miles puede hacerse con sus servicios. Es buena, y no traiciona a su contratante... pero por desgracia eso hace que no sepamos quien nos estaba dando caza —

Yakub esperaba que con sus palabras Orion se decidiera a entrar, quizá si el resto aportaba algo de información adicional podrían sacar algo más en claro. 

Los guió por una tienda llena de antiguedades, de libros y excepcionalmente limpia y ordenada hasta la escalera, que les condujo a la planta superior. Allí se abría una gran sala a modo de salón-cocina. Varias puertas cerradas daban acceso a diferentes zonas de la casa; pero Yakub solo indicó cual era el baño.

— Podéis coger lo que queráis de la nevera — Dijo a Bayhas y Cleo. — Siento decir que no tengo nada para ti ahora mismo Orion, aunque si te apetece cerveza sírvete libremente. —

Cleo pasó del pánico a la depresión en el transcurso de tiempo que les tomó llegar a la tienda. Silenciosa, con los hombros hundidos, sacó de la nevera una cerveza, jamón, queso, un tomate, y un paquete de pan cuadrado. Preparó cuatro emparedados y tomó uno, ofreciéndole el plato a Bayhas, antes de derrumbarse en el sofá.

Suspiró. Sus padres no la llamaban todos los días, pero si les escribía al menos una vez al día para que no se preocuparan. Pero no era eso lo que más le dolía. En su móvil tenía guardado todo lo que había grabado desde que había llegado a Swamsea, incluido aquella boda, y había sido tan tonta como para no hacer un backup en el ordenador. Se le ocurrió que quizás en las tomas que había hecho podrían haber hallado alguna pista sobre los que habían llegado disparando. Volvió a suspirar.

-Señor Yakub, ¿podría usar su teléfono?- Preguntó.

-Toma el mío, Cleo -Orion le ofreció a la chica su Iphone mientras le limpiaba algunas costras de sangre seca adheridas en la pantalla-. Perdona. Te lo limpio en un segundo. Es el plasma de la bolsa del piso de Joe, se reventó cuando la llevaba encima.

El vampiro trató de tranquilizarla con una sincera sonrisa. Le caía bien aquella chica. No..., no te cae bien, no es eso... Sintió un fuerte pellizco que no por conocido le dolió menos. El ansia... Si Amethyst no regresa, ella podría hacerse cargo del local, pensó y pronto sintió una arcada que le obligó a apartar los ojos de Cleo.

-Debemos averiguar entonces lo que ha pasado, Yakub -Orion trataba por todos los medios de parecer calmado-. Al parecer la boda, la alianza, no era del agrado de alguien. Tanto como para montar una especie de ataque terrorista con mercenarios. No puedo quedarme mucho más con vosotros esta noche. Tengo asuntos propios que resolver pero os propongo que volvamos a vernos de nuevo y nos pongamos al día sobre nuestras averiguaciones. ¿Qué os parece?

Bayhas había ignorado adrede la velada insinuación de Yakub sobre que las personas que les habían atacado podrían ser los Hashshashin. Él mismo quería creer que no era así, pero no podía evitar darle vueltas al asunto. ¿Podía ser todo una treta? ¿Atacar la boda como elemento de distracción pero en realidad ir a por él? No, no creía que fuera así, no tenía sentido. Demasiado esfuerzo; si sabían que iba a estar en la boda, sabrían también que estaba viviendo en Swansea y le habrían matado de forma más discreta.

Y aún así, aunque sabía intelectualmente que no podía ser... en su corazón no podía dejar de pensar que igual sí le habían encontrado, y que había pasado dos años escondido aquí para nada. Que había sido descuidado y que seguía siéndolo.

- Tenemos que averiguar quién ha hecho esto. Y por qué. ¿Enemigos de la Reina de Invierno o de Owain? Eso sería lo más lógico, pero en realidad, la pregunta, como siempre es... ¿qui prodest? - Miró a su alrededor y observó alguna mirada vacía. - Es decir, ¿quién se beneficia? 

Cleo le había ofrecido una bandeja con comida, pero no tenía hambre. Sentía que si comía algo lo vomitaría: estaba nervioso, aunque trataba de templar los ánimos. - Y más nos vale averiguarlo. Porque puede que a quien quiera que haya hecho esto no le interese dejar cabos sueltos.

Entonces lo recordó.

Ni siquiera sabía si Nina estaba aún viva.

ESCENA CERRADA