Partida Rol por web

-¡Mishka, fue Mishka, la Hija de Yurga!

Van Cliff se contuvo. Se acercó a la mesa a por su taza de café. Khao Khao aprovechó para hablar. 

-Ella lo ve todo y lo sabe todo. Dijo que tenías algo que pertenece a un dragón. 

- Si lo ve todo y lo sabe todo, te diría qué es lo que tenías que buscar, y dónde, ¿verdad? - La hija de Yurga. Otro actor más que añadir al teatro de las sombras. - ¿Qué te dijo que buscaras? Casi todo lo que hay en esta casa podría pertenecer al Tesoro de un Dragón.

-Un violín o algo así...-Lorna levantó la vista de su café-¡Es la verdad, lo juro! Yurga consiguió de unos vampiros el cáliz y la corona de Owain pero le falta la espada... Mishka habla con los espíritus... Le dijeron que aquí había algo importante para un dragón. Cree que es la espada. 

La policía echó un rápido vistazo al laboratorio. 

-¿Tienes una espada aquí? ¿Qué espada?

Luego sopesó la cimitarra que había incautado al demonio. La dejó contra la pared con un chasquido de lengua. 

Lo había sospechado desde hace un tiempo. Que en la funda de violín podía estar la espada de Owain. La jodida Excalibur. Tenía que comprobarlo. Porque si era así... si era así tenía que decidir si se la daba al Gorchymin Myrddin o si se la devolvía a Nina. No había visto una espada en el violín, solo un montón de joyas, pero podía estar allí.

Podía estar allí.

Ni siquiera miró a Lorna antes de contestar. - No sé si tengo una espada. No he abierto la funda. Ahora nos ocuparemos de eso. - Su atención estaba centrada en el rakshasa. - Muy bien. Te creo, Khao Khao. - dijo el mago. Encendió de nuevo el mechero. Dejó que la llama prendiera. Después, pasó una mano por encima del fuego, mientras cerraba los ojos y susurraba unas palabras. La llama se escapó del mechero y flotó alrededor de la mano del mano, como un satélite orbitando alrededor de un planeta. - Tengo una última pregunta para ti. Piensa muy bien la respuesta. - El mago se puso en pie, mientras la pequeña llama iba creciendo y se convertía en una bola de fuego que brillaba y aumentaba su calor y velocidad (*). - Dime, Khao Khao, has entrado en mi casa, has encontrado mi laboratorio secreto, y si te dejo libre, podrías volver y contarle todo lo que has averiguado a Mishka o a Yurga, así que mi pregunta es muy sencilla... ¿por qué debería dejarte con vida? (**)

Con dos ojos (de cuatro) morados y una nariz (de dos) sangrando, el demonio se encogió de hombros.

-Mi vida no tiene gran valor para nadie, gran señor, pero he vivido suficiente para aprender que en este mundo y en otros están los que sujetan la espada y los que se arrodillan. 

Se interrumpió para respirar entrecortadamente. Una cabeza se lamió la nariz. 

-Así que contestaré a tu pregunta con otra, gran señor : ¿qué quieres a cambio de mi vida?

El mago se acercó lentamente a Khao Khao. El rakshasa seguía atado a la silla y parecía que no le quedaban muchas fuerzas, después de haber sufrido por las trampas mágicas, el encierro en la botella y las delicadas atenciones de Lorna "Puños de Hierro" Van Cliff. Cuando Bayhas estuvo al lado del demonio, la bola de fuego empezó a moverse hacia su mano, concentrándose alrededor de su dedo índice. Las llamas fueron absorbidas en el interior del dedo del mago, que brillaba como si fuera incandescente.

Bayhas se agachó frente a Khao Khao, poniendo una rodilla en el suelo, y acercó el dedo al vientre del demonio. Comenzó a apretar contra un punto cerca de su hígado y pronto empezó a oler a carne quemada. Khao Khao aulló de dolor, mientras sentía como una puñalada en el abdomen a medida que el dedo del mago se hundía más y más en su carne. - Quieto. - dijo Bayhas. - Aguanta. - Bayhas cerró los ojos y comenzó a murmurar una serie de frases arcanas y exhortaciones mágicas entre las que intercalaba su nombre y el del rakshasa.

Finalmente, el mago extrajo el dedo. La herida de Khao Khao se había cauterizado, pero le dejaría una cicatriz imborrable, y un dolor que duraría mucho, mucho tiempo. - Escucha, Khao Khao. Tu vida no me importa en absoluto. Pero demuestras tener más cerebro del que pensé en un principio. Te voy a dejar libre. Podrás volver con Mishka. Y le dirás que encontraste la funda del violín, pero que ahí dentro no había ninguna espada, solo joyas brillantes. Es más, te llevarás unas cuantas. Tú verás qué haces con ellas, quédatelas o dáselas a Mishka, como prefieras - El olor a pelo y carne quemada era muy penetrante ahora mismo en el salón. - Insiste en que esta mansión es un lugar peligroso y que solo pudiste salir de aquí por pura suerte. Pero sobre todo, convéncela de que aquí no hay ninguna espada.

Bayhas se levantó. - He dejado en tu interior una bola de fuego. Durmiendo alrededor de tu hígado. Puede que tengas digestiones pesadas a partir de ahora. - El mago dio un par de pasos hacia atrás, lentamente, sin perder de vista al rakshasa. - Si me traicionas, se activará. Notarás primero un ardor que se irá extendiendo con demasiada rapidez por tu abdomen. El dolor quizá te enloquecerá hasta el punto de que querrás sacarte las tripas con tus garras. Pero tan pronto como el oxígeno se mezcle con la bola de fuego de tu interior, arderás. Arderás lentamente y nada podrá impedirlo. Morirás del modo más horrible que puedas imaginar, y tardarás bastante, bastante en hacerlo. ¿Lo has entendido, Khao Khao?

Dejó de hablar un instante, en el que solo se escuchó la respiración entrecortada y los gemidos del demonio. 

- Pero soy generoso, Khao Khao. Generoso y compasivo. Te extraeré la bola de fuego, en el futuro, a cambio de tu silencio ahora, y de un único favor en el futuro. Mishka no es la única que puede ver el futuro, no es la única que habla con espíritus. Yo sabía que entrarías en mi mansión, y preparé la trampa para capturarte. Puedo ver entre las brumas del tiempo y sé que necesitaré tu ayuda muy pronto. Soy un amo generoso, Khao Khao. Cumple tu parte cuando te toque, y quizá puedas volver algún día a ver la tierra de Sri Lanka.

-Sí, sí, mi poderoso y compasivo señor, se hará tu voluntad tal y como dices...

Bajó ambas cabezas, abatido. Una de sus orejas se alzó justo antes de levantar el resto de la testa. 

-Pero este humilde gusano que es tu servidor no es lo bastante competente para cumplir con sus otros deberes... Hay una tienda de aparatos electrónicos regentada por un hombre llamado Nish Kumar. Un buen hombre, piadoso y trabajador, padre amante de cuatro.  Pues bien, su tienda está siendo acosada por los sectarios del Dragón, que le odian por su color de piel y su fe. El señor Kumar trabaja duro pero no tiene suficiente para pagar la protección del poderoso Yurga. ¿Quizás mi compasivo señor pudiera dar una lección a esos matones?¡Con tu magia serían como insectos frente a un elefante!

No se puede decir que no se le pasara por la cabeza incinerar a Khao Khao. Los gritos y el olor serían molestos, pero tampoco durarían tanto. Cosas peores habían sucedido en esta casa.

Pero, al fin, no era mala cosa tener a alguien infiltrado entre los rakshasa, aunque dudaba bastante de la competencia de su prisionero. O de su capacidad para mantener la boca cerrada.

Aún así... valía la pena intentarlo.

Y, además, el rakshasa había tocado, probablemente sin saberlo, una de sus fibras sensibles: un hombre con hijos a su cargo, discriminado por su color de piel. Igual luego el honorable padre de familia era un hijoputa pero...

- De acuerdo, Khao Khao. Ayudaré a Nish Kumar. - Miró a Lorna, y le hizo un gesto. - Suéltalo, por favor. 

Antes de que el demonio se marchara, Bayhas le miró. - Khao Khao, si tú o alguno de tus amigos volvéis a intentar entrar en mi casa sin mi permiso, no seré tan compasivo. Ahora vete, rápido, antes de que me arrepienta.

Hasta que el rakshasa no estuviera fuera de los muros de Radcliff Manor, Bayhas estaría atento a cualquier traición. 

Si la mujer policía pensaba que el mago había dejado escapar a un demonio de su casa y que estaba haciendo una tontería se lo guardó para sí.

-Conozco esa tienda-dijo apurando el café-Antes era de unos rumanos. Suelen comprar móviles robados y cosas así. Hasta donde sé, ese Kumar no se ha metido en líos. Es hindú pero practicamente buena persona.

A pesar de la extenuación, el mago revisó rápidamente su laboratorio para asegurarse de que no se había desatado ninguna otra desgracia. Examinó el contenido de la funda de violonchelo: un montón de monedas de oro antiguas, joyería y piedras preciosas, todo auténtico por lo que podía apreciar Bayhas. Le llamó la atención un medallón metálico con la efigie de un caballo. No pegaba para nada con el resto de la chatarra de la funda. Intuitivamente, supo que aquello era lo que Nina había querido que guardase.
En la cocina, Lorna se desabrochó la pistolera. Extrajo su arma, le quitó el cargador y se puso a sacarle brillo con un trozo de papel de cocina.

-¿Van a ser todas las noches así en esta casa, Al Rashid?-preguntó mordiéndose el labio-Porque empiezo a pensar que prefiero largarme y probar suerte con Nina...

Sostenía el medallón frente a sus ojos, calibrándolo; ¿Epona, la diosa de los caballos? ¿Una Pesadilla, que podría cobrar vida con el ritual adecuado? Nina no se lo habría dejado si no tuviera importancia. Quizá debería examinarlo en su laboratorio. Estudiarlo...

Bajó el medallón al escuchar a Lorna. Otra propiedad de Nina que ahora estaba en su casa. Observó a la mujer con atención. Estudiándola...

- Eres libre de hacerlo cuando quieras. - dijo Bayhas con voz neutra. Se mantuvo en silencio un rato, mientras la policía limpiaba el arma. Solo se escuchaba el sonido de Lorna frotando y algún que otro crujido provocado por la madera de la casa, moviéndose, y los lamentos de los fantasmas, susurrando.

- Pero si quieres quedarte, puedes hacerlo también. El tiempo que quieras, hasta que las cosas se calmen. Aquí puede que oigas cosas, y también que veas cosas... raras; pero le diré a la casa que eres una invitada - Se permitió una pequeña sonrisa; eso tampoco garantizaba que estuviera del todo a salvo - También puede que mañana esto se llene de rakshasas buscando venganza. O qué sé yo... tienes razón, no es un sitio muy tranquilo - Se encogió de hombros y suspiró. Le dolía todo el cuerpo, como si le hubieran dado una paliza. - Pero igual es de los pocos sitios de Swansea donde es difícil colarse y salir con vida. Y si los descendientes de dinastías malditas de brujos no nos ayudamos entre nosotros, ¿quién lo hará?

Nadie, en realidad.

- Hay habitaciones libres, si te quedas. Ropa de cama, aunque igual huele un poco a cerrada, no suelo tener visitas. Comida en el frigo. Trampas contra intrusos. Tú decides. - Bayhas se levantó del sillón en el que había estado sentado. - Yo, personalmente, me voy a dormir.

Entonces, solo entonces, cuando estaba a punto de marcharse a dormir, mirando a Lorna y al medallón que sostenía entre sus manos... recordó algo de lo que habían hablado la policía y él al acercarse a la mansión.

- ¿Las versiones sobre el relicario de tu antepasado no decían algo de un medallón... - Bayhas levantó el medallón para que ambos lo vieran bien. - ... y de un caballo metálico? - Vaya. Vaya vaya.

- Esto me lo dejó Nina, para que lo custodiara. Lo tenía en su poder. - Miró a Van Cliff. Sonrió ligeramente - Y ahora lo tenemos nosotros...

Van Cliff negó con la cabeza. Su mirada denotaba incredulidad.

-Y también decían que, al tener ese relicario, el mago se convirtió en el siervo del dragón-dijo retrocediendo un paso-¿Y si es eso lo que quiere? ¿Tenerte de siervo? Ahora mismo se avecina una guerra por el poder y está reuniendo a sus fuerzas...

- Ah, pero yo no he aceptado tener el relicario. Solo he aceptado guardarlo. - El mago observaba con renovado interés el medallón. - En temas de magia, la intención y la voluntad, importan y mucho. De hecho, lo son todo. - Negó con la cabeza, mientras sostenía la estatua del caballo ante sus ojos. - Dudo que pueda esclavizarme simplemente por tocarlo. 

- Ven, vamos al laboratorio, examinemos esto con cuidado. - La idea de dormir había quedado atrás. Bayhas se levantó y fue hacia la estantería donde se encontraba la puerta secreta. No le importó mover el mecanismo delante de Lorna; ya había visto que la puerta estaba allí, y probablemente si se esforzara, la encontraría por su cuenta. Cruzaron por el estrecho pasillo (¿cómo habría entrado por ahí Khao Khao?) paralelo a la pared del salón y después bajaron por las escaleras de caracol hasta llegar a las catacumbas debajo de la mansión. Había salas con grandes barricas de vino convertido en vinagre, y hasta la sepultura de algunos antiguos Al-Rashid. Había raíces colgando del techo, y una cierta humedad. Pero al final del pasillo, estaba el lugar mas importante para Bayhas de toda la casa: su sanctasanctórum.

La botella en la que el Califa Negro había sido apresado de nuevo yacía en el suelo, donde Bayhas la había tenido que dejar. No era lo único tirado por cualquier sitio: el rakshasa lo había revuelto todo. Pero ya lo ordenaría todo después, cuando hubiera tiempo. - Angus Proinsias Finnegan Van Cliff, ¿verdad? - Bayhas rebuscó por las estanterías y sacó un par de libros, que le ofreció a Lorna. - ¿Sabes leer latín? Si no, busca primero en este otro, es una historia de Irlanda, quizá encuentres algo sobre tu antepasado. Pero si te defiendes con el latín, el primero puede ser más interesante: es el Historia ecclesiastica gentis Anglorum, pero no se detiene en el 731. Más de la mitad del libro está escrito a partir del 736, después de que muriera su autor. Le voy añadiendo páginas y se van añadiendo textos. Creo que lo sigue escribiendo el fantasma de Beda el Venerable. - Movió la mano, como quitándole importancia. A veces se entusiasmaba hablando de magia. - Bueno, busca algo por ahí, quizá encontremos alguna referencia interesante. Siéntate donde puedas.

Mientras hablaba, Bayhas se había acercado a su mesa con material alquímico y había comenzado a encender hornillos y a calentar compuestos. Había mucho que se podía averiguar sobre casi cualquier objeto mágico sometiéndole como mimo a ciertos experimentos. - Vamos a ver qué nos revelas tú, amiguito... - Sostuvo el medallón frente a él. Podrían empezar con un poco de luz, a ver cómo reaccionaba. ¿Le quedaría algo de rasgón que utilizar? Podía ser la clave...

Después de un rato sentada en el sofá con el libro, Lorna chasqueó los dedos:

-Aquí está, Angus Proinsias, hijo bastardo del pirata Arnoldus Van Cliff y Simparica Odette Finnegan, hija del cacique de... tatatá...gilipolleces de dejarla preñada, bienvenida al club, nena... blablabla... alumno de Tasaidón el Negro, Druida de... blablabla... ajá, se mudó a Britania después de envenenar a un rebaño de ovejas... mira que acabar en Gales... aquí, pactos demoníacos... Y dragones. Bosque de Nain, aquí... uuuh, una transcripción del pacto. 

Se acercó hasta la mesa de alquimia con el libro abierto en una página con una gran ilustración de un pergamino lleno de símbolos extraños.  

-Mi galés rúnico antiguo está algo oxidado.

Bayhas no le prestó mucha atención. El medallón tenía agregados unos cuantos conjuros menores pero interesantes para alguien del medievo: protegía contra los venenos (incluida la comida putrefacta), mover rocas marcadas con un glifo concreto, permitía hablar con ciertos animales y servía como catalizador en una fórmula para transmutar madera en hierro. Sin duda, todas estas minucias adaptadas a las circunstancias del viejo Van Cliff debían ser mucho más valiosas. La clave estaba en el pacto con el dragón. 

- No te preocupes, tengo un manual de...

El mago dejó de hablar. No, no lo tenía.

¿A quién se lo había dejado?

El mago dejó el medallón en la mesa y observó el libro. Galés rúnico antiguo. No era su especialidad, precisamente, y si quería encontrar un fallo en la fórmula del pacto o algún resquicio que poder usar, iba a necesitar traducirlo fidedignamente.

- Tengo un manual que nos serviría para averiguar qué dice la transcripción. Pero se lo presté a una persona. - Negó ligeramente con la cabeza. - Gabrielle Kovac, una wiccan. Adora la historia antigua de Gales. 

- Es muy tarde. Podríamos ir a hablar con ella mañana - Observó a Lorna con atención. Se había defendido muy bien con el latín (y Beda escribía con un estilo siglo VII bastante cerrado). No era una ignorante. - Quizá con ese libro y lo que aprendamos de la fórmula, podamos romper de forma definitiva el pacto. - Observó el medallón. - Si no para ti, al menos para Chloe.

Lorna asintió. Miró a lo largo del cañón de su pistola como si apuntara. 

-Se me ocurre otra forma de romper el encantamiento... pero ¿cómo se mata a un dragón?