Partida Rol por web

Le había citado junto a un restaurante indio. Incluso en Park Tawe, la conocida zona comercial, empezaba a resultar difícil encontrar otro tipo de comida. Las pizzerías, las hamburgueserías, los kebabs, los fish and chips... todo había ido cediendo terreno cada vez más ante el empuje de los negocios hindúes.

Diablos, sí que están por todas partes.

Orion esperaba fuera, junto a una farola. Se sentía mejor después de un día de sueño reparador pero todavía estaba lejos de sentirse bien. Demasiada mierda flotando en la atmósfera.

Gabrielle llegó puntualmente. Llevaba un shari indio que hacía difícil entrever su figura.

-¡Hola!-saludó alegremente inclinando la cabeza. Llevaba una bolsa de tela al hombro-¿En qué lío te has metido esta vez?

A primera vista, parecía casi inofensiva pero Orion sabía que la apariencia de la wikana ocultaba una serpiente muy venenosa.

Orion observó desde su posición unos segundos, en silencio y con una sonrisa torcida, a Gabrielle, con la intención de que se sintiera algo menos cómoda. Finalmente, cuando ella estaba a punto de decir algo la interrumpió.

—No esperaba que el humor chamánico fuese especialmente refinado, pero citarme aquí, después de lo que ha pasado... Jejejeje... 

El vampiro guardó silencio de nuevo y echó otro vistazo a su alrededor, para descubrir a algún posible acompañante de Kovak y para asegurarse de que ninguno de los pakis del restaurante le reconocía. 

-¿De veras?¿Qué ha pasado?¿Tiene que ver con lo que me pediste? He estado muy liada últimamente...

Miró el restaurante como si lo viera por primera vez:

-Qué raro, esto era un italiano hace dos días... 

Orion mantenía su sonrisa, pero estaba comenzando a calentarse: que Gabrielle se hiciera la tonta no ayudaba a mejorar su estado de ánimo y si era verdad que no sabía lo que había sucedido, eso le cabreaba aún más.

—¿Tienes lo que te pedí? Yo tambien ando "muy liado últimamente" —imitó a Kovak—. Reformas en el negocio y en el hogar, ¿sabes?

Se separó de la farola e invitó a Gabrielle a que andaran por la calle, lejos de los ojos y oídos de los establecimientos hindúes.

-Seis balas con núcleo de madera de Yggdrassil recubiertas con un baño de plata lunar, inscripciones rúnicas de Tir Na Nog, bendecidas por un arzobispo católico y hechizadas para que se puedan usar con cualquier arma de fuego.*

Gabrielle caminaba al lado de Orion. Estaba más animada que en la fiesta, más sonriente de un modo que Orion conocía bien: era la actitud de alguien que había follado recientemente. 

-Si con eso no puedes cargarte a alguien, probablemente correr tampoco te salvará. ¿Seguro que no prefieres resolverlo hablando? Tú tienes un don de palabra razonable y unos prontos terribles cuando te enfadas. 

—¿Sólo seis? —Orion se detuvo un momento e hizo un gesto de fastidio—. No sé si serán suficientes... 

Reanudó el paseo. Vistos desde lejos parecían una pareja de amigos bien avenida que iban o venían del centro comercial de Tawe.

—Creo que el tiempo de las palabras ha pasado, Gabrielle. Sabes de lo que te estoy hablando casi mejor que yo —la miró y en sus ojos se reflejó por un instante el miedo que sintió después de aquel asesinato —Ni siquiera me quedan chistes buenos que contar.

-Lo que no puede morir con seis balas es mejor dejarlo tranquilo, Orion. Recuerda que incluso con Setzer nos arreglamos con bastante menos. (1)

Kovac señaló un restaurante que todavía resistía frente al empuje hindú.

-¿Has probado la pizza con insectos? Es ecológica, sostenible y nutritiva. Y está hecha con bichos criados en granjas y sacrificados siguiendo las directrices de bienestar animal. (2)

La cara que puso Orion lo dijo todo. 

-Ni siquiera a un demonio hindú se le ocurriría buscar a un vampiro en un restaurante de comida entomológica. ¿Vamos? Lo hago por ti, yo no necesito esconderme. 

—Gabrielle, no soy Nosferatu... Además, te hacía vegana. ¿Qué es eso de hacer sufrir a insectos para que podáis comer pizza? En el fondo eres una burguesita pija con mala conciencia...

Orion se puso a leer la carta que había en la entrada entre puags, blegs y vengayanomejodas. 

—No debería ni preguntar pero, ¿qué sucedió con ese asunto?

Se sentaron cerca de la ventana. Orion estaba más pálido de lo normal.

-Verás... esto tengo que contárselo a alguien: he conocido a un chico. 

El vampiro, que no estaba de humor para chismes de vieja, abrió la boca para contestar de malas maneras cuando se cayó de la silla. 

-¿Qué coño...? Si ni siquiera estoy borracho...

Pero no era él.

El suelo estaba temblando. Las cristaleras temblaron y cayeron en pedazos. Las sillas del restaurante se derrumbaron. Las luces parpadearon y se apagaron pero no lo notaron inmediatamente porque durante unos instantes la noche de Swansea se convirtió en día. 

Cuando el temblor cesó, de la calle vino una mezcla cacofónica de cláxones, alarmas anti robo y coches chocando. 

-¿Qué ha sido eso?- Gabrielle se levantó de su silla que, por algún motivo no se había movido un ápice. Alrededor suyo, ni un vaso se había movido del sitio- Los terremotos no funcionan así...

Orion se incorporó, inseguro. Sospechaba que sus problemas no habían hecho sino comenzar.