Partida Rol por web

Doloridos y jadeantes, Bayhas y Yakub entraron de nuevo en la sala de baile. Habían notado movimiento de ghouls mientras bajaban y estaban seguros de que les buscaban a ellos.

Una pequeña multitud de gente trajeada les acogió. La sala estaba mucho más llena que cuando se habían ido pues habían ido  llegando más invitados. Las luces eran más suaves ahora y numerosos focos iluminaban la pista. La banda seguía en el escenario pero se estaban tomando un descanso. Ahora era un DJ el que ponía la música. 

Era difícil distinguir las caras desde la distancia con aquella iluminación. 

No había ni rastro de los otros dos. 

Yakub miró a Bayhas. 

— ¿Estás bien? — Aquella sesión de espiritismo y luego tener que escapar de los gouls debía ser agotador hasta para un mago como él. Miró la sala, la barra... y cuando iba a llamar la atención sobre la ausencia aparente de sus dos compañeros le llegó un mensaje. Yakub mostró su viejo teléfono de concha a Bayhas...

YAKUB, CLEO Y YO ESTAMOS EN LA ZONA VIP Y LA BOLA DE MIERDA NO PARA DE CRECER.

¿RECUERDAS A ALUN? SABE LO DE OWAIN Y SOSPECHA LO DE CRAIG. ME HA ATRAPADO EN UNA BARRERA MÁGICA. NO PUEDO MOVERME.

CLEO NO ANDA MEJOR.

— Tu eres el especialista en magia. ¿Sugerencias? —

El mago asintió. - Estoy bien. - Cansado, dolorido y un poco afectado por la maldad ambiental del lugar, pero bien. Miró a su alrededor. 

Después de ver el teléfono, Bayhas frunció el ceño. Miró a su alrededor, pero no vio a la persona que buscaba. Lo cual sugería que podría estar precisamente donde les vendría bien - ¿Sugerencias? Bien... si quieres llegar a la zona VIP, quizá tengamos que invocar a un dragón. 

Sacó su móvil y escribió un mensaje. Y hasta hizo una mínima llamada perdida. 

La dragona pelirroja surgio de entre la multitud y ando hasta Bayhas con paso tambaleante.

-Tienes mucho... mucho morro de... aparecer por aqui, Bayhas Alr...Alar... Rashal... ibrujo!

Mientras hablaba golpeteaba el pecho del mago con la punta del dedo. Bayhas sintio cierta aprension, no tanto por la bronca como por el dedo: aquella manita blanca como una paloma podia atravesar muros de castillos como si fueran de papel.

-Pues... ienterate de una cosa!... no te... no voy... yo... ¿tu te crees que... si pudiera estar en la... sala VIP estaria aqui espantando moscones? iY no te dejaria entrar porque te... te has portado como un... como un gilipollas, Alrac... Alor... Alyba... ibrujo!

Los golpecitos en el pecho retumbaron con fuerza. Ay, mis costillas. Pero no hicieron sino enfurecerlo aún más. - ¿Que yo me he comportado como un gilipollas? - La voz del mago rezumaba asombro. - ¡Yo no te he enviado un talismán maldito para esclavizarte, como has hecho tú! ¿Creías que no me daría cuenta, que caería en tu trampa? ¿Tan estúpido crees que soy? - Mantuvo su posición y levantó su dedo a su vez. Aunque no le dio en el pecho a la dragona. Todo tenía un límite. - Tú eres la que se ha comportado como una niñata: ¿querías mi ayuda? ¡Podías habérmelo pedido! ¿Te planteaste siquiera una vez que podría habértela ofrecido, así sin más? ¿O estás tan acostumbrada a jugar con tus marionetas que ni se te pasó por la cabeza que alguien pudiera ayudarte simplemente porque... ? - Se paró un momento y cambió, en el último momento, lo que iba a decir. - ¿... porque fuera tu amigo? 

La cabeza de Nina se tambaleaba. Estaba como una cuba.

-¿Perdooona?-se le saltaban las lágrimas.

Golpeó el pecho de Bayhas con el puño. Fue un puñetazo suave para ella aunque equivalente en fuerza a un tipo de metro y medio de hombro a hombro. El mago se quedó sin aliento pero sintió alivio al no sentir sus pulmones salir por su espalda.

-¿Tú sabes lo que es... mantener una relación cuando tu esperanza... de vida es de eones enteros? ¿Tener... a alguien a tu lado, verlo marchitarse y... morir? ¿No poder... confiar... en los tuyos porque son todos unos malnacidos sin excepción?

Se paró un momento. Sacó un pañuelo del bolso y se sonó la nariz. Tenía las gafas empañadas.

-¡Una dragona joven no... puede fiarse de nadie! ¡Los demás dragones la ven... como una rival y futura... madre de sus futuros enemigos! Los humanos... los humanos sois todavía peor... sólo buscáis el poder. Y cuando encuentras uno medio decente... lo único que puedes hacer es intentar... mantenerlo a tu lado durante el breve lapso que... es su vida. Y cuidar de los suyos... cuando se ha ido.

La luz del entendimiento se abrió camino en la mente de Bayhas. Quizás el viejo Van Cliff había sido un cabrón en su tiempo pero la historia se podía tejiversar y volver a escribir. Uno ve las ruinas quemadas pero no piensa en la bella ciudad que había antes.

Yakub observaba a la pareja, discutiendo como dos niños de parvularios mientras a su alrededor la guardería estaba a punto de venirse abajo. El anciano se acercó al brujo y realizó un saludo cortes a la joven dragona.

— Perdón por la interrupción. Bayhas, si no puede entrar en la zona VIP, quizá sería interesante que la señorita abandonara la fiesta cuanto antes. —

Miró a Nina Bowen.

— Le ruego me disculpe; pero a tenor de ciertas noticias este no será el mejor sitio para permanecer dentro de un par de horas. Y me temo que algunos de nuestros amigos están en problemas al... — Miró a la puerta que daba a la zona VIP. —... al otro lado. Ahora si me disculpan... el señor Jones creo que necesitaba nuestra presencia. —

Una nueva reverencia, e incluso en caso que la dragona se dejase un beso de cortesía en la mano después, Yakub se había dado la vuelta y comenzó a caminar hacia la barra.

Nina apartó la mano de Yakub de un manotazo que, por suerte, se perdió en el vacío. Si le hubiera dado, el anciano habría acabado esparcido por toda la sala de fiestas. 

-¡No me toque, viejo verde!

La revelación le golpeó con fuerza. Y se combinó con el puñetazo que le pegó Nina para lograr dejarlo sin aliento. Por suerte, Yakub intervino con sus modales del siglo XV, de cuando era joven y servía a su daimyo, y le dio unos segundos para reponerse. Asintió cuando el viejo dijo que había que ir a la sala VIP y trató de decirle que se adelantara, con un gesto ahogado. Bayhas supuso que lo había entendido, porque se marchó.

Se quedó mirando a la dragona. - Nina, escucha... - Solo le salió un hilillo de voz. Cogió aliento. - Mira, no sé lo que pretendías, igual te entendí mal pero... es un talismán que podía hacer que cayera bajo tu hechizo. Me lo diste en secreto. - Se pasó la mano por la cara. - Es que, ¡joder! ¡Es que no funciona así! Mierda, Nina, yo... ¡me lo podrías haber dicho! - No estaba siendo muy coherente en su discurso. Todos los que estaban en esta sala iban a morir antes de medianoche, Cleo y Orion estaban atrapados en la sala VIP y ya ni siquiera veía dónde estaba Yakub.

Todo estaba a punto de estallar y él solo podía pensar en la dragona borracha que estaba frente a él.

- Yo nunca te he pedido nada. Nunca te he usado en ninguna intriga por el poder. Siento ser un insecto efímero a tus ojos. Dices que no puedes soportar vernos morir, y yo digo que tendrás que aceptarlo o dejar de juntarte con los humanos. No podemos escoger a la gente que amamos, por muy absurdo que suene. - Ojalá pudiésemos. - Vete de aquí antes de medianoche. Ahora tengo que intentar salvar a mis amigos mortales. 

No tenía muchas esperanzas de lograrlo, pero lo tenía que intentar. Invocó su poder, giró su anillo y sacó fuerzas de donde no las tenía ya. De su sangre, de su renovado conocimiento de su mortalidad, y hasta de un pequeño hilo de fuego, rojo, que flotaba en el ambiente entre él y Nina.

Ahora, a la lucha 

Sorbiéndose los mocos, Nina se tiró contra el pecho de Bayhas. Fue como si un encantador tren pelirrojo de mercancías en miniatura, borracho y con un olor mezcla de lavanda, azufre y metano se hubiera metido entre los brazos del mago.

-¡He vivido ocho... siglos y es... horrible! !Estás solo todo el tiempo! No tienes amigos... ni nadie en quien... confi... confiar-se interrumpió entre hipidos-¡El talismán era para... protegerte! ¡Para que... estuviéramos... juntos! ¡Todo el mundo... se mete contigo... pero nadie se... NADIE SE METE CON EL DRAGÓN DEL BOSQUE DE NAIN!

La última parte no salió con la voz musical de Nina sino más bien con un rugido cavernoso y estentóreo que por un momento apagó la música del DJ. La multitud de la fiesta lo coronó con vítores y aplausos pensando que era parte del espectáculo.

Un olor desagradable llegó hasta la nariz de Bayhas: Nina acababa de vomitar en el suelo peligrosamente cerca de sus zapatos. Estaba apoyada contra su pecho poco menos que inconsciente con un hilillo de baba colgando de sus labios angelicales.

Bayhas miró a su alrededor buscando un sitio donde dejarla cuando vio a Yibul mirándole sonriente a poca distancia. El rakshasa le hizo un gesto de beber con una mano, les señaló con ambos índices, formó otro gesto obsceno con ambas manos y por último le mostró ambos pulgares en señal de aprobación mientras asentía con su sonrisa de tigre.

Con la dragona derrumbada en sus brazos y medio inconsciente, Bayhas tuvo un instante de estupor. Un par de segundos en los que simplemente sostuvo a Nina contra su pecho, dejando que su baba manchara su traje. Tenía que ponerla a salvo. Pero tenía que ayudar a Cleo y Yakub. Hasta a Orion. 

Situaciones desesperadas exigían medidas desesperadas. 

Se acercó al rakshasa. - Yibul. Necesito que me hagas un favor: que subas a Nina a un taxi y la lleves a una dirección que te indicaré. Y me tienes que prometer que llegará sana y salva hasta allí. Hazlo y te deberé una. - Sospechaba lo que le pediría el rakshasa. Ya lo había hecho una vez.

El rakshasa miró a la mujer que Bayhas depositó en sus brazos. Su sonrisa se hizo más amplia. 

-Claro, sin problema. ¿Cómo evito esas trampas mágicas que protegen tu casa?

Antes de que Bayhas pudiera contestar, añadió:

-¿En qué habitación la dejo? ¿Hay más trampas dentro? ¿Algún sitio en particular al que no deba ir?

Interrumpió al mago de nuevo que estaba intentando teleportarse pero no había manera:

-Un momento, ¿qué pasa con la pistolera (*) que he oído vive contigo? ¡Dicen que es muy violenta! ¿Seguro que no prefieres que la lleve a mi propia casa? ¡Al menos allí los perros guardianes los controlo yo!

Viendo que era imposible lograr que Yibul se callara, Bayhas sacó su móvil y marcó el número de la detective. Para cuando contestó, Yibul seguía hablando. 

- Escucha, van a llevar a una persona a la casa. - Ni dijo su nombre ni el de ella, delante del rakshasa. - Quiero que la metas dentro y la acuestes para que duerma la mona. Estaré allí lo antes posible, pero puede que me entretenga. - Tratando de escapar de toda la gente que me quiere matar y que está en el palco VIP. - Ok, no dejes entrar a nadie, solo a la persona que te llevan. Ah, es Nina Bowen. - Silencio. Luego Bayhas trató de hablar otra vez. Yibul le miraba. Escuchó una sarta de improperios al otra lado del teléfono. El tiempo corría. Miró hacia la sala VIP. - Escucha, me da igual. No. NO. Eso no importa ahora. Me lo debes. Sí, me lo debes. Me debes varias, y lo sabes. Solo te pido que hagas lo que te digo hasta que vuelva a casa, ¿de acuerdo? - Otro instante de silencio. - De acuerdo. 

Colgó y miró a Yibul. - Si entras en la casa, no, de hecho, si entras en el jardín, no te va a gustar lo que va a suceder. Mi aprendiz recogerá a Nina en la entrada exterior, ¿entendido, Yibul? 

Venga, venga, venga, ¡tengo que entrar en la sala VIP!

La sonrisa de Yibul era amplia, llena de dientes afilados y su aliento era terrible. No resultaba nada tranquilizadora.

-Claro, ¿por qué iba a querer entrar? ¡Radcliff Manor tiene una reputación terrible! No te preocupes, Nina está en buenas manos.

Puso su manaza peluda en el hombro de Bayhas interrumpiendo una vez más su conjuro de teleportación. Bayhas se volvió con cara de querer echarle un maleficio al rakshasa.

-Es joven y tiene la sangre caliente pero le gustas-dijo Yibul en tono confidencial guiñándole un ojo-Incluso cuando estaba conmigo podía sentir que tenía la cabeza puesta en otro. Eso uno lo nota ¿eh?.

Hubo un momento de silencio incómodo entre ambos. Yibul lo rompió una vez más. Parecía especialmente dotado para ambas cosas: los silencios molestos y las interrupciones más molestas todavía.

-Vamos ¿a qué estás esperando, Al Rashid? ¡Corre a salvar a tus amigos! 

Sabía que se arrepentiría de deberle una a Yibul. Pero no había otra opción. - Llévate a Nina. Que llegue a salvo.

Esperó a que Yibul se marchara, buscó un sitio discreto y se teleportó a la sala vip.