Partida Rol por web

—¿Por qué me llamaste Draku? —preguntó Orion mientras acariciaba la cabeza de la chica a la que había chupado la sangre hacía un rato y cuya debilidad la había dejado amodorrada junto al vampiro. Tenía el pelo corto, aunque era morena y no se parecía nada a Amethyst; ¿quizás le recordaba más a Cleo? Quiso desechar rápidamente esas ideas de su cabeza para concentrarse en aquel tipo tan curioso del que todavía no terminaba de fiarse.

No le había visto morder a la chica, por supuesto, pero parecía conocer la naturaleza de Orion. ¿También lo sabría Zarek? Tal vez debía sumar al viejo polaco a su lista de "deberes", caviló.

-El Draku es el hermano pequeño del diablo y es el culpable de que el pueblo romaní esté condenado a vagar sin hogar. Todos los vampiros y fantasmas trabajan para él. 

Tsagoi extendió juntos sus dedos índice y anular. 

-Esto es la polla del Draku. Los gitanos la usamos para maldecir a nuestros enemigos. Es como vuestro fuck you pero versión gitana

Soltó una carcajada.

-¿Y tú?¿Qué hacías antes de morder a la gente?

—Los gitanos siempre tenéis una excusa para no cotizar a la Seguridad Social —se mofó Orion—. Además, si la mitad de las leyendas sobre los vampiros fueran verdad yo debería tener, al menos, tres pollas, un castillo y un harén de pibas todo el día en camisón de dormir. Y ya ves...

Se puso más serio antes de continuar.

—Yo, antes de ser vampiro era simplemente feliz. Muy gilipollas, pero feliz. Y ahora pretendo volver a serlo, porque no me sale de las pelotas pasar la eternidad cabreado como un votante de los tories.

Apartó a la chica, quizás un poco bruscamente. La miró por si se despertaba, aunque dudaba siquiera que entendiera una palabra de inglés. Aquel burdel, sin duda, era de Zarek o de alguno de sus socios. Le sorprendía la facilidad que tenían los mafiosos de Europa del Este para convertir en putas a sus primas y hermanas. Igual era la única parte que les había interesado del comunismo: socializar a las mujeres. Aunque Pepe siempre decía que lo que había jodido a los rusos y a toda esa gente no era el comunismo, sino el sálvese quien pueda que vino después. Joder, ahora resulta que me acuerdo de las paridas rojeras de Pepe...

—¿Qué tiene de malo Zarek? Aparte de ser polaco, claro.

-Lo normal en un jefe criminal: suele tener muy poca paciencia con los que le fallan. Después de lo del casino ejecutó y mandó torturar a media docena de subalternos buscando traidores. Tiene un elevado concepto de sí mismo y le ha costado aceptar que los hindúes ahora son los más fuertes. 

Tsagoi palmeó apreciativamente el trasero de una chica que pasaba cerca. 

-¿A quién cabreaste tú para acabar así en medio de la nada?

—JA. Pues vaya mierda de búsqueda que hizo. Porque el traidor sigue entre sus filas —se rió al tiempo que dedicaba una mirada muy atenta a la reacción de Tsagoi. No dejaba de rondarle la idea de que precisamente podría haber sido él ese traidor: un gitano siempre preferiría trabajar para un señor, o mejor dicho, señora vampira, ¿o no?

Orion le sirvió otra copa al gitano mientras se fijaba en la propietaria del culo palmeado. Tsagoi tenía buen gusto con las mujeres, con preferencia por la carne abundante. Era mejor guardar ese dato por si era necesario más tarde.

—De lo que se trata ahora es de apostar por caballo ganador, ¿verdad, shuprimo*? Porque, con las prisas, yo he metido la pata y he perdido una pasta en un penco viejo lleno de pulgas —se arrimó de nuevo a la chica que continuaba dormida: debía de haberse metido algo antes de estar con él, porque el vampiro notaba un leve toque de euforia ajeno a su verdadero estado de ánimo—. No voy a tocarle las narices a Zarek, pero me ha quedado bastante clarinete que se ha buscado unos enemigos demasiado poderosos incluso para un aliado como yo —pasó delicadamente la mano por la costura trasera de la media de la chica, desde el tobillo hasta el final—. No, lo mejor es ir por libre, como hasta ahora.

Dijo esto último casi como una reflexión personal, pero estaba pendiente de Tsagoi.

-Yo tambien queria ir por libre pero en South Wales hay que tomar partido. Es un sitio demasiado pequeño y un caballo joven no tiene espacio para correr libre... ni para escaper.

Con un dedo ligeramente tembloroso, señalo los anuncios publicitarios de una revista:

-Mira, este restaurante... ahora es de los hindues. Y este taller, aqui solia llevar el camion. Estos otros han tenido que cerrar despues de que se lo quemaran. Los chinos que solian cortar el bacalao en la zona portuaria ahora son los perros falderos de los hindues...

Luego, con el mismo dedo, se señalo en la cara los lugares donde Orion tenia cicatrices cerradas por Amethyst:

-Tu has intentado ir por libre y mira como te ha ido. Zarek es un mamon pero ahora mismo es el unico que se enfrenta a los hindues y a los rakshasas. Y esos cabritos no perdonan a uno que les ha estado liquidando parentela. Me meo en la sombra de su madre...

— Entiendo. Que Dios dijo hermanos, pero no primos —recordó aquella expresión que decía Pepe a menudo y que le costó tanto traducir que Connor casi se muere de un ataque de risa—. Pues si no cuenta con un as en la manga, no le arriendo las ganancias tampoco a Zarek.

Orion necesitaba pensar. De momento estaba fuera del juego en la lucha por el poder en Swansea. Había apostado y había perdido todo. Le tocaba empezar de cero de nuevo. Esta vez contaba con la ventaja de la experiencia y de ciertos apoyos que esperaba que no le fallasen. El problema era que, a diferencia de cuando llegó a la ciudad, los enemigos eran más numerosos y fuertes.

Le gustaría tener a Tsagoi como su nuevo ghoul, pero no tenía nada real que ofrecerle y a un gitano no se le embaucaba tan fácilmente con las promesas de poder a cambio de la servidumbre hacia un vampiro. Tsagoi no mentía del todo: su pueblo siempre aparecía asociado a las leyendas vampíricas, al menos en ciertas partes de la vieja Europa.

—¿Cómo de bien se duerme en tu camión?