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Notas de juego

Una mujer corría desesperadamente por los tortuoso senderos de arena que conducían hasta el monasterio de Hampshire, dejando tras de sí un rastro de sangre oscura que descendía por sus piernas y su propio vestido, temblando cada vez de forma más pronunciando y aferrando con fuerza el pequeño bulto envuelto entre sus manos, el cuál no dejaba de llorar con insistencia debido a lo incómodo del viaje.
Al fin el monasterio se alzó ante la mirada llorosa y esperanzada de la mujer, haciendo acopio de un último esfuerzo para depositar junto a la puerta el pequeño cuerpo de su hija bastarda no deseada, fruto de una violación por parte de un mongol meses atrás. Sería casi imposible poder hacerse cargo de ella sin un esposo al que poder recurrir, y en este caso la pequeña aún resultaba más extraña a ojos de cualquier británico debido a sus ojos rasgados. Bonitos a su manera, pero demasiado llamativos…
La mujer desapareció del lugar del mismo modo que vino, pero con un gran vacío entre las manos y en su propio interior, de todos modos era poco probable que consiguiera vivir muchas horas más después del tortuoso y solitario parto.

Las monjas del monasterio no se hicieron esperar demasiado, y tras comprobar que otra huérfana había sido abandonada a sus puertas adoptaron a la pequeña como una más a pesar de sus diferencias. La llamaron Cecile, en referencia al cielo al que el Señor nos elevará el día de nuestra muerte.
La vida en aquel lugar no era fácil, las muchachas debían ocuparse de cosechar su propia comida, de las oraciones diarias, el mantenimiento del lugar y ayudar al prójimo, pero aún así el espíritu de hermandad era lo suficientemente fuerte como para que el esfuerzo valiera la pena.
Muchas de ellas al crecer continuaban su estancia entre esas paredes sin llegar a conocer jamás nada del “mundo exterior” esas paredes, sin embargo no todas podían recurrir a ello puesto que el pequeño lugar no podría dar cabida a todas… Por eso muchas debían acceder a servir en casas de nobles, palacios o castillos. Solían ser bien recibidas en sus destinos, pues era sabido que las monjas de Hampshire educaban bien a sus acólitas, algunas incluso aprendían a leer y escribir trabajando muy duro.

Tras cumplir 17 años y puesto que ya era sabido que ellas no iban a ser desposadas con varón, Cecile tuvo que asumir su propio cargo de sirvienta en el palacio real.
Tuvo suerte, dentro de lo que cabe, puesto que en palacio había tantas de ellas que de éste modo llamaba algo menos la atención, habitualmente destinada a la cocina y los establos donde no pudiera ser demasiado vista, pues su imagen no resultaba agradable para la mayoría, de hecho inquietaba a varios de ellos y no tardaron en extenderse los rumores de que podría ser una bruja o estar maldita a pesar de demostrar ser devota de Dios y no haber realizado nada extraño que mereciera esos calificativos.
Pronto empezó a ser dada de lado, y aunque cumplía bien con su trabajo resultaba terriblemente duro sin ningún tipo de apoyo moral en el que refugiarse como estaba acostumbrada.

En su decimoctavo cumpleaños y tras no recibir ningún tipo de felicitación y regalo, aunque hay que admitir que tampoco lo esperaba, fue asaltada en la habitación común donde la mayoría de sirvientas de palacio dormía… Sin embargo las propulsoras del revuelo fueron varias de ellas, que intentaron quitarle la vida con uno de los cuchillos de cocina que habían recogido durante la preparación de la cena para cortarle el cuello y poner así fin a la maldición que aseguraban que Cecile portaba con ella.
No todas estuvieron implicadas en el intento de asesinato, así que varias alertaron a los guardias mientras otras intentaban detener a la que alzaba el cuchillo.
Por suerte los soldados llegaron a tiempo esa vez, y lo único que atestigua esa noche es la cicatriz en el lado izquierdo del cuello de Cecile.

El accidente fue notificado a Lady Katherine, consejera de la propia Reina, que decidió poner a la joven al servicio del Heraldo de Nothumbria a sabiendas de que a éste poco le importaría el aspecto o precedencia de la sirvienta si desempeñaba bien sus labores, y además así la alejaba del resto de criados de palacio impidiendo que otra trifulca similar se produjera. Y por ahora parece que todo va algo mejor…

Notas de juego

*No estoy segura, las habilidades es como máximo 5, ¿no? *_*