Partida Rol por web

Repentinamente suenan ruidos en la puerta de la calle, más allá de la sala en la que os encontráis:

-¡Abrid a la guardia del faraón!

Nosfer se gira por un momento hacia la puerta y acto seguido clava sus ojos en su anfitrion. Su rostro parece preguntarle silencioso, que demonios es lo que pasa.

-Vaya! Demasiado facil el encontraros me parece.

Mirando a todos lados parece ponderar por donde huir.

-Algun plan para salir de aqui? Espero que si.

El ruido sobresalta al íbero, que en seguida ha echado mano a un arma, tal vez como acto reflejo de su entrenamiento como guerrero, mientras el visitante hace más bien lo contrario, echándose hacia atrás a modo defensivo. En unos segundos Aen-ka-beles está dirigiéndose hacia la puerta con intenciones de proteger su casa y sus sirvientes, mientras que Nosfer simplemente se desvanece de la escena...

El íbero parece querer presentar batalla, aunque no sea algo muy inteligente a hacer. Como ya habías estudiado las entradas de la casa, no te resulta complicado encontrar una ventana por la que salir al exterior. Das gracias a los dioses de tu capacidad de no ser percibido a simple vista, pues en torno a la casa hay más guardias apostados con venablos y lanzas. Y los soldados no han ni esperado a hablar con el dueño de la casa para empezar a prenderle fuego. La retirada se presenta como la mejor opción a elegir en estos momentos.

Aen-ka-Beles, que ha escuchado favorablemente a todo lo que Nosfer tenía que decirle, iba a aceptar la oferta de colaboración de éste cuando los soldados irrumpieron en su casa. SU CASA. Sin anunciarse, sin ser esperados, sin ningún tipo de respeto.

Una vez en la puerta, Aen-ka-Beles adopta una compostura lo más intimidante posible, las sombras juegan rabiosas y recrean muertes y torturas temibles, largo tiempo olvidadas, traidas al presente desde el Abismo por la Bestia del Ibero.

Con el arma en la mano y apostado en el portal de su casa, Aen-ka-beles abre y ruge:

¿¿QUÉ HABÉIS VENIDO A HACER AQUÍ??

 El que parece un oficial al mando, tras un segundo de inspeccionarte con la mirada, ruge en respuesta:

-¡Es él, ensartadle el corazón!

Acto seguido los soldados que compañan al guardia, media docena de ellos, tratan de alcanzarte con sus lanzas. Sólo 3 pueden intentarlo a la vez. Aunque se les ve más bien intimidados, la voz de su oficial les ha hecho reaccionar.

Logras esquivar dos de las lanzas, pero una tercera te hace un tajo en tu prominente bícep izquierdo(1). Mutilas al ofensor, pero eso te deja ante 5 hombres armados. Y mientras tanto unos campesinos asustados están quemando los costados de tu casa.

No entraran en mi casa. Hoy no. Combatiré al límite. En Egipto comenzarán a tenerle miedo a la oscuridad. Quizás aprendan a venir de día. Molestar a un Vástago por la noche tiene sus consecuencias. Espero de mis ghouls que combatan a mi lado, yo lo haré al máximo y sin cortarme un pelo. Incluso aunque tenga que dejarme dominar por la bestia. Son atacantes en mi propia casa y no hay piedad para ninguno. Acabaré consumiendo la sangre de todos.

Aen-ka-Beles relaja los musculos y adopta una postura elástica, con las extremidades laxas pero fugaces y la cabeza gacha del que ve con la mente el combate antes de que se produzca. Las sombras a su alrededor muestran su ira, pero su cuerpo no. La oscura Vitae de su clan parece que zurce con oscuros hilos su herida cuando se lo pide. Está concentrado y sabe lo que tiene que hacer y como se tiene que mover.

El combate comienza con ímpetu por tu parte, respondiendo a los agresores con oscuridad, sombras y muerte. Tus ghouls reaccionan igualmente yse reunen contigo para presentar batalla. No obstante, la situación se complica por momentos. Pronto puedes sentir la casa, tu propia casa, crepitando con el sonido de las llamas, el calor y el humo comenzando a sentirse, más y más soldados acuden a presentar batalla, más de los que podías pensar que había. Tal vez haya una veintena, una docena como mínimo. Y en pocos instantes las lanzas llueven en vuestra dirección. Eres impactado de nuevo, aunque de forma no letal(1). Tu fiel guerrero negro no corre igual suerte: una lanza atraviesa su muslo izquierdo, inutilizándolo para el combate. Antorchas, lanzas y decenas de hombres son una mala combinación para vuestro bando. La Bestia asoma en tu alma y no es una hambrienta e iracunda, sino una cobarde y huidiza...

Huiré, no sin antes presentar batalla por mis tres ghouls.

Si es que siguen vivos, no me ire de mi casa sin ellos. Los necesito para destruir el templo de Set, ahora es mi venganza personal. Si la orden de Isis quiere acogerme en su templo no tendré inconveniente en hacerlo, pero no lo iré buscando y de ahora en adelante trabajaré sólo. Mis ghouls tendrán libertad para decidir lo que quieren hacer. Si alguno pide ser abrazado, lo abrazaré. Si alguno quiere acompañarme no me opondré.

La táctica a utilizar será eliminar el mal de raiz. Mediante actos aislados hostigaré día tras día a los hombres del templo. Desde los guardias hasta los propios sacerdotes. Por la noche me dedicaré a cazar a los que todavía sean humanos, y por el día será un nuevo ejercito de ghouls los que mediante la violencia y el miedo siembre de trampas el camino de esos malditos Setitas.

Ahora nada me impele a entrar en palacio. Anum es el único enemigo, y lo que haga en palacio, o con el emperador me da igual. Estoy seguro de que tiene que haber una forma rápida y segura de acabar con ellos. Meditaré sobre eso.

 La noche acaba, pero no con la violencia de la muerte, sino en la seguridad de un sótano escondido. Te hubiera gustado que lo hiciera de otra forma, por supuesto, pero la valoración no es del todo mala: conservas tu no-vida, a dos de tres ghouls, aunque el cazador ha desaparecido, tal vez devorado por las llamas, tal vez huyendo muy muy lejos. Has perdido tus bienes materiales, pero eso sólo son exactamente eso, bienes. Conservas todavía a un guerrero capaz, aunque herido, que cuando se recupere querrá continuar con su condición, vivo pero superior, a tu servicio, sin aspirar o atreverse a más. La concubina, por contra, capta los aromas de la inmortalidad y queda abrumada por ellos. Su ser palpita con antelación a que siegues su vida para convertirla en una maldición eterna.