Partida Rol por web

-Bien podría ser... -respondió Patricia pensativa. Aquella colección se le antojaba grotesca. No pudo evitar pensar en las esculturas del ex número 2 de Adelaida y lo siniestro de todo el conjunto. ¿Sería que el asesino buscaba víctimas con afición por el arte horroroso?

-Necesitamos consultar con un arqueólogo que nos pueda decir qué tienen en común estas piezas, además de lo horribles y el mal sabor que deja su vista... ¿a quién se le ocurre tener una momia en el sótano de la casa? -tal vez eso otro fuera lo que atraía al asesino, ya que para opinión de la detective, había que estar mal de la cabeza para coleccionar semejantes cosas. Sin embargo, ni la medium ni la productora tenían historial médico al respecto, al menos que ellos supieran. Habría que averiguar.

Mientras pensaba en aquellas cosas, tomó su móvil y se dispuso a fotografiar la colección, intentando encontrar alguna clave que la acercara un paso al asesino.

- Seguramente pero ahora, al menos, tenemos algo que relacione a las dos víctimas, ¿no? - respondió a Jurado mientras señalaba con su lapicero las "obras" que tenían alrededor.

Miró hacia arriba, hacia la casa principal.

- Creo que nos va a tocar pedir planos municipales de la vivienda de Adela, no fuese a tener también un hueco secreto aparte de la caja de seguridad...

- ¿Sabemos si el asesino entró aquí? - lanzó la pregunta al aire al no haber analizado la situación y encontrarse a toda la tropa ya allí.

Aquella colección era realmente intrigante pero de primeras arrojaba más luz que sombras sobre el caso. Aunque al menos tenían un nexo común. Un nexo muy débil y sin comprobar, por supuesto, pero algo era algo.

Patricia revisaba la colección. Era dfícil apartar la mirada de la momia o de la monstruosidad alada. Esta última atrajo todo el interés de la mujer. Era una criatura disecada y como tal estaba llena de costuras ocultas, lo que facilitaría sin duda el realizar aquella extraña composición. Pero había algo realmente inquietante en el conjunto. Era su perfección. Como si de verdad estuviese viendo un mono alado que había sido disecado tal cual había vivido. Patricia sabía mucho de historia natural1 y lo que veía allí le desconocertaba. Tendrían que hacerle pruebas pero de primeras no parecía una construcción artificial. ¿Qué tipo de locura era aquella? Aquel gorila alado no tenía cabida en ninguna escala evolutiva... conocida.

La escena debía estar perturbando a sus compañeros, ya que se mantenían en silencio y sin responderle.

Se nota que ninguno de ellos había vivido el Madrid de los ochenta, allí sí que se veían cosas extrañas.... - pensó Gutierrez mientras volvía a encender la linterna para ayudarse del foco de luz extra y tratar de comprobar si alguien había entrado recientemente allí.

Comenzó a centrarse también en las vitrinas pero no tanto en el interior, aquello le daba bastante asco, para qué iba a negarlo, si no en el exterior. Quería comprobar si alguna tenía marcas de haber sido movida o forzada o si estaba vacía, lo que podría indicar un robo.

Y, si no, siempre podía encontrar la marca del fabricante y, con ello, tener una fecha de cuándo fue instalado aquel museo de los horrores privado.

Guillermo permanecía impávido delante de la figura de la Momia. Sus compañeros empezaron a revolotear a su alrededor pero el siguió mirando la momia largamente, mientras las luces le rodeaban. Entonces pareció despertar de su ensoñación y comentó en vos alta. 

—He...est... esta tar. He esta.... Al principio. En un momento dado, sospeché... bueno creo que mejor lo leéis mañana en mi informe. Pero cabe la posibilidad de que hayamos dado con un grupo de chalados que estén jugando a las sectas— metio la mano en su chaqueta buscando sus cigarrillos. Antes era así de sencillo. Delante de la escena del crimen. Ahora no tenía nada en el bolsillo. 

Miró hacia atrás pero ya que había echo el esfuerzo de bajar se obligó a hacer que valiera. ´Saco unos guantes y empezó a recorrer la colección intentando encajar lo que encontraba con los crímenes. 

-Ah? -Patricia estaba tan ensimismada en lo que veía, que tardó en procesar las palabras de Gutiérrez.

-No que sepamos... -respondió distraída-. Montalbano dio con esta puerta hace unos minutos, cuando tú has llegado recién nos poníamos a analizar la escena. Esto es... muy curioso, sí, muy curioso...

Sacó fotos con su móvil y luego activó el programa de grabación.

-Aparentemente, el animal disecado parece natural, no una obra de arte bizarra*. ¿Habrá sido la fuente de inspiración de Frank Baum? -pausó sus notas verbales y se volvió hacia sus compañeros.

-Creo que Pedro va a necesitar ayuda de algún biólogo forense para poder desentrañar qué es esta criatura. No recuerdo que se haya encontrado un ejemplar así antes, ni que sea posible en la escala evolutiva, pero hay tanto que no sabemos de nuestro planeta aún... ¿Una secta? -sí, nuevamente las palabras de sus compañeros llegaban tarde a su centro neurálgico-. Montalbano, ¿de qué coño hablas? Que estos tipos tengan un gusto peculiar para el arte y que crean en la astrología es poca base para establecer esa afirmación. Lo único que falta es que digas que los asesinatos son alguna clase de sacrificio ritual...

Gutierrez no necesitó un análisis en profundidad para descartar el robo. Allí no nada había sido forzado ni parecía haber huecos sospechosos. Tenía incluso la sensación de que aquella sala llevaba algún tiempo cerrada sin visitas por el olor. Era como esa sensación que se tiene cuando se entra en un fallado que lleva una temporada sin ventilar.

Por su parte Montalbano buscaba algo que enlazase lo que había encontrado en la biblioteca. Cualquier referencia sería buena. Pero por desgracia aunque todo lo expuesto tenía un aspecto esotérico más que evidente - e incluso desconcertante en el caso de la momia y la bestia disecada - no había nada que lo conectase directamente con la mencionada Orden de Babel. Ninguna referencia al tarot, al símbolo del ahorcado, nada... Salvo la mujer que estaba muerta en lo alto de la escalera, claro.

Cuando Patricia estaba terminando de apuntar sus notas de audio les sorprendió una voz que exclamaba desde las escaleras:

- No me jodas...

El comisario Robledo estaba en la base de la escalera contemplando aquel escenario. Su rostro mostraba un desconcierto similar al que habían sentido todos al llegar.

- Pero que cojones...- fue lo que articuló mientras avanzaba hacia la momia.

Después pareció recuperar un poco la compostura.

- Me acaban de informar por radio del descubrimiento y decidí acercarme a ver que era. Pero no esperaba este museo subterráneo.- dio una vuelta alrededor de la momia - Madre mía. Como la prensa se entere de esto... a ver como lo explicamos.

Se quedó mirando al grupo que estaba allí abajo. Señaló al policía que había realizado la primera bajada:

- Tú. Sube arriba y que nadie más baje hasta que yo dé la orden. No quiero que entre más gente de la necesaria aquí. Ni los de recogida de pruebas. Yo seleccionaré personalmente a quien deba hacer este trabajo.- miró a los demás agentes de la sala - Esto puede ser una bomba. No sé muy bien de que va el tema pero no podemos dejar ni un mínimo punto de fuga que empañe la privacidad de Bragante si no queremos que se nos eche encima un ejército de abogados.

Se frotó las sienes como si estuviera realmente cansado. La visión de aquel museo parecía haber terminado con la poca energía que tenía el comisario, como si hubiera envejecido unos cuantos años de golpe.

- Mirad... es tarde. Id a dormir. Mañana tenemos que estar a primera hora en la oficina. De esto ni una palabra.- repitió - Hablaré con las altas instancias a ver como lo manejamos.

Guillermo se acercó al comisario cavilando la posibilidad de que hubiese dado con una pista falsa. 

—No parece muy difícil mantener esto en silencio. Aquí abajo no ha entrado nadie en mucho tiempo, así que en lo que a nosotros respecta esto no hace parte de la escena del crimen. Cómo si Bragante tuviese una colección enorme de ganchillo— dijo guiñándole un ojo. 

Se quedó al lado de Robledo esperando a que los demás empezaran a desalojar mientras miraba con la vista perdida todos los objetos. El caso se complicaba. Y no tenía la mas remota idea de por donde seguir. Lo de las sectas le había nublado la mente un buen rato, pero sobretodo la disposición de los cadáveres y la peculiaridad del cadáver de Adelaida. Este en cambio había sido más mundano. Había sangre. Era normal cuando extirpaban un corazón. 

Cuando todos empezaron a desalojar el sitio les siguió aún mascullando estos pensamientos y tratando de dilucidar con que tipo de psicópata estaban tratando ahora. 

Cuando llegó arriba reunió a sus compañeros esperando aclarar alguna cosa más antes de partir. 

—Bueno. Supongo que ahora la prioridad será intentar esclarecer si existía algún tipo de relación entre las dos victimas— mirando a Pedro siguió —Deberíamos hacerle de nuevo una visita a Carmona, para ver si sabe algo de Bragante. ¿no crees Pedro?

- Robledo. - saludó al comisario cuando este se encontró con aquel berenjenal y se dio cuenta que tenía que contener y silenciar aquello si no quería tener que lidiar con el mayor marrón de su carrera. - Yo me encargo de ir dejando a cada pollito en su nido.

Sacó las llaves del bolsillo para indicar a sus compañeros que era hora de irse, salvo que quisieran volver andando

- Relación tiene que haber por pelotas. - respondió a Montalbano. - Mismo modus operandi, mismo perfil... lo jodido será encontrar dónde se cruzan las dos víctimas.

Pedro estuvo paseando la mirada por toda la colección abstraído, intentando dilucidar si alguno de esos objetos de colección podían provenir de algún robo u otro acto ilegal que le sonara.

Cuando Montalbano mencionó la posible relación entre Marina y Adela cayó en la cuenta. Entre los clientes de Adela había gente de poder, de dinero... Y Marina entraba de lleno en ese grupo. Había mirado los documentos de investigación y de negocios en general de la pitonisa... Podía ser que Marina hubiera sido cliente suyo?

- Sí - contesto mientras hacía memoria - deberíamos preguntar al asistente...

-Hola jefe! -saludó Patricia con su característico buen humor. Luego aguardó a que sus compañeros terminaran de intercambiar impresiones con Robledo, mientras intentaba contener, sin mucho éxito, una catarata de bostezos.

-Sí, vamos... Mi cabeza no da para más, necesito algunas horas de sueño para procesarlo todo. Por cierto, Bragante no tenía nada que ver con la producción del programa televisivo de Adelaida? Podemos mirar esto también, además de la lista de clientes. Pero mañana, que en cualquier momento, me quedo dormida -y volvió a bostezar.