La cara de Gutierrez era una montaña rusa de expresiones, incapaz de ocultar su reacción ante lo que Monteros le enseñaba en el móvil.
Su boca se movía, como si estuviera murmurando algo pero sin pronunciar sonido y sus ojos se abrían y encogían mientras pasaban de la pantalla a Durás y vuelta.
Seguro que había una expliación, como es puto tren japonés que flotaba por un tema de imanes y electricidad, lo cual podría ser la causa de que los corazones se movieran, pero tuvo que contenerse para no lanzarse contra el cojo y reventarle la cabeza allí mismo.
- Hay que bajarle abajo. - dijo a Montalbano, acercándose para tomar al sospechoso del brazo y que el otro policia pudiera ver el video. - Tiene que soltar alguna explicación...
Guillermo se retrasó un momento mientras Angel y Patricia se encaminaban hacia el segundo sótano. Había visto lo mismo que los otros y ahora observaba a Durás, antes de que se lo llevasen, en un momento de privacidad al haberse apartado un poco de todo el mundo.
El anticuario le susurró al oído:
—Cree que han atrapado al monstruo pero se equivocan: los monstruos son quienes nos tienen a todos encarcelados. No se dieron cuenta de lo que pasaba y por eso mandaron a durmientes a resolver la investigación. No saben nada pero ahora lo sabrán. ¡Deben mantener en secreto esa sala! Si no sobrevivo busquen en la Fuente del Angel Caído, en la boca de la serpiente deje una tarjeta con información. Pero no podrán conseguir todos los corazones de nuevo: ahora se defenderán. ¡Mantengan la sala en secreto!
En ese momento dos de los agentes del operativo se llevaron a Durás. Todavía estupefacto, intentando asimilar la información, Guillermo bajó con el resto de sus compañeros al almacén, indicando a uno de los agentes que de momento no dejase pasar a nadie más.
Vamos abajo. Seguimos en la otra escena...