Tanto Gustavo como Guillermo parecían alterados en aquel momento por motivos distintos. ¿Qué habían descubierto?
Guillermo descendió por las escaleras visiblemente alterado al tiempo que Cortés y Seoane salían en dirección al porche. Les siguió. Alterado como estaba no se detuvo a preguntarse por la actitud de sus compañeros. Simplemente les abordó y trató de que le prestasen atención lo mejor que pudo.
—Al... Aldara. Cortés. Necesito que confirméis algo conmigo.— soltó en una perorata seguida que revelaba su alteración. Miró al cielo tratando de calmarse y hacia la ventana del piso de arriba. —Esta.. está casa. Está casa es un cascarón. Como la de Adelaida. Si, si... ¡si como la de Adela! ¡Como la de la vieja loca esa! Su piso. Si, si... cómo lo que vimos en su piso. Es un cascarón. Es... es...
Entonces se fijó en sus caras. Algo les había alterado también. Se preguntaba si había sido lo mismo. Pero ellos no habían visto lo que había en el piso de arriba.
—¿Os habéis dado cuenta también?— preguntó tratando de entender sus expresiones —Está... casa. No es la casa de una persona común. Es la casa de alguien sin vida. Es una especie de fachada.. yo, yo la verdad es que ya no se que pensar. Este caso me está jodiendo la vida.
Dio una pausa larga acompañada por un suspiro. Necesitaba un jodido cigarrillo.
- ¿Algo? - preguntó a Monteros mientras revisaba la mochila.
En ese momento revisó la calle, los coches aparcado, por si había algún hueco que pudiera indicar que esos hijoputas habían tenido allí un coche aparcado para huir.
No sabía por qué esta vez habían dejado un rastro con lo cuidadosos que habían sido en las dos anteriores muertes.
Yo quedo a la espera de Potty ;)
Gustavo estaba casi fuera de sí. Había marcado el número del Hospital Psiquiátrico en el que había entrevistado al malhadado Isolino apenas unas horas atrás pero no habían respondido... aún. Los sonidos del teléfono en la línea se hacían eternos. COmo piedras que embozan el mecanismo de una clepsidra e impiden el normal funcionamiento del mismo tiempo... dilatándolo sin compasión.
Hasta que el propio agente decidió colgar. Directamente no tenía paciencia. No en aquel momento. Y sin embargo no sabía exactamente cómo habría de asumir aquel asunto... ¿quién era él para solicitar el traslado de aquel desdichado a unas instalaciones allí en Madrid? Y, lo más importante, ¿cómo podría hacerlo con la celeridad y discreción que requería la situación? Ahora se preguntaba si Robledo le habría ayudado o si, por contra, él efectivamente formaba parte de ese "algo turbio" que parecía envolverlo todo.
Las palabras de Montalbano le sacaron de su ensalmo. Estaba casi peor que el propio Cortés. Agitado... rozando el delirio.
- ¿Qué hay...? ¿Qué has encontrado, Guillermo? Serénate, hombre... - se dijo casi más para sí mismo.
Admiraba la templanza de Gutiérrez que había organizado un operativo para controlar la llegada de efectivos... pero era incapaz de replicarlo. Las manos le temblaban y el corazón amenazaba con salírsele del pecho. Las palabras de Montalbano recordaban una vez más a todo lo que había teñido su viaje a Galicia. Un algo... una organización que vela porque... la realidad no sea percibida...
De locos...
- ¿Un cascarón...? - Cortés puso una mano en el hombro de su compañero. La piel bajo la camisa casi respondió con un espasmo. Con rechazo... - Respira, macho... respira conmigo. Solo respira.
Gustavo intentó calmar a su compañero... pero en verdad sólo quería que siguiera hablando. Que se atreviera a decir lo que a él mismo se le pasaba por la cabeza y no tenía redaños a pronunciar.
- Yo creo que...me estoy perdiendo... no sé se si acababa de entender todo lo que pasaba, ¿qué es aquello que se tiene que ver y les pone así?, la cabeza no la tenía en ese momento muy lúcida, pero unir conceptos era el gran talento de mi vida y en ese momento no me estaba sirviendo para nada más que estorbar.
En ese punto Guillermo se dio cuenta del despropósito que estaba montando. Un poco avergonzado, pero sobretodo atribulado por la necesidad de que todo aquello se esclareciera, respiró hondo y trato de encajar sus propios pensamientos.
—Cuando investigamos la casa de Adelaida, una de las cosas que resultó reseñable fueron los contenidos de la misma. Ni una sola foto personal o familiar. La nevera parecía no haber sido usada nunca. No existía el más mínimo detalle que convirtiese a ese piso en el hogar de una persona. Y por supuesto luego estaban los pasaportes...
Hizo una pausa. Le hubiese encantado darle una calada a un cigarrillo. Pero no tenía ninguno. Metió las manos en la americana en busca de las pastillas de nicotina. Aún las usaba de vez en cuando, sobretodo cuando la necesidad de fumar era acuciante.
—Aquella casa era como una de estas muestras impostadas de IKEA.— sacudió la cabeza y se echo la pastilla de nicotina en la boca al tiempo que empezaba a pasear de un lado para otro —Una persona puede ser. Quizá Adelaida ere de ese tipo de personas. Pero esta casa... esta casa es igual.
—Joder. ¿Conocíamos a Robledo?—
- Vamos a ver...¿qué tiene que ver conocerle o no?, ha sido asesinado y no es querido por nadie especialmente, o lo guarda todo digitalizado, es lo de menos, ¿pretendes decirme que tienen relación entre ellos o que son parte de lo mismo?, si es eso dilo claro...
Montalbano frunció el ceño. Se encontraba atribulado y de repente pensaba que todo lo que había soltado solo eran chaladuras de un viejo que ya chocheaba. Miró a los ojos a Aldara y luego a Gustavo. Se sitió empequeñecido, se sintió viejo y cansado. Pero sobretodo sintió que necesitaba un cigarrillo.
Entonces le sobrevino la mala baba. El cansancio dejó paso a una soberbia iracunda y castiza. Estaba ya hasta los putos cojones de todo lo que estaba pasando alrededor de este caso. En ese momento supo que no iba a haber otro. Este era el final. Ya era hora de buscar un sitio donde dejar podrir sus huesos en paz. La ira hizo que la sangre buyese y con ella la tensión.
—No tengo ni la más puñetera idea de lo que significa. Y ya no sé si es que estoy tarumba o tomé un café de menos. Pero si aún tengo idea de como se hace este oficio, esto debe ser lo que en el cuadernillo viene bajo el epígrafe 'establecer patrones'. ¡Y me cago en mis muertos si esa casa no desprende la misma sensación de impersonalidad que la de Adelaida!— se paró un momento justo cuando un pequeño dolor en el pecho empezaba a asomar, no podía dejar que la tensión ascendiese demasiado, el cocktail para una ataque al corazón estaba servido
—Solo os pido que entréis en la casa y lo confirméis joder. Ya no sé si es que estoy viendo fantasmas.—
Echó mano a la americana. En el bolsillo de atrás, el bolsillo escondido una cajetilla fina de metal guardaba diez cigarrillos intactos. Los llevaba siempre consigo para recordar por que lo había dejado y en que no debería volver a caer. La abrió y sacó uno de ellos, del bolsillo de la camisa una cajetilla de cerillas en la que se podía leer en letras estridentes Sala Bagdad.
Se encendió un cigarrillo.
Parecía una locura pero Gustavo y Adelaida decidieron seguir el consejo de Montalbano. Fueron a la cocina, subieron a la planta superior, regresaron.
Y tenía razón.
Si lo veías como un caso aislado aquella casa no tenía nada de particular, era otro escenario de un crimen brutal.
Pero si lo mirabas en perspectiva, si buscabas patrones como bien había dicho Montalbano, entonces era imposible no sentir un escalofrío. ¿Qué tenían de común los tres escenarios aparte de la brutalidad del ritual? Que parecían escenarios asépticos, como los escenarios de una sitcom donde todo está en su lugar para simular la vida de los personajes. Visto por separado no llamaría la atención pero ahora empezaba a ser preocupante la pauta. Y la pregunta del viejo detective también era relevante: ¿cuánto sabían realmente de Robledo? ¿Lo mismo que los allegados sabían de Adelaida? ¿Lo que los conocidos sabían de Bragante? Repentinamente ese término tomaba peso en la investigación. Tres víctimas tremendamente celosas de su intimidad, a las que nadie —ni siquiera exparejas o asistentes personales— parecía conocer en profundidad, con unos hogares que parecían un decorado para mantener una fachada de normalidad. Lo único que se salía de ese patrón era el misterioso museo de Bragante. Y eso estaba oculto al resto del mundo.
Voy a agilizar un poco la escena. Y participar un poco, que estoy ahí en la sombra atiborrándome de palomitas.
- Tienes razón... fría y analítica como era mi costumbre me quedé pensando en ello, no es que al detective no le hubiese dado mucha coba, pero es bien cierto que todo parecía teatralizado, había que percibir cuando una coincidencia se convertía en un patrón.
- En tal caso, si todos tienen una relaciónentre sí, el asesino debe de ser quien complete el círculo, tiene que haber algo que pudiera comprometerle por eso matarlos y por algún siniestro motivo...quiere un espectáculo.
¡Y no ofreces ninguna!.
Al hallar la mochila una especie de calor reconfortó el pecho de Monteros. Por fin estaban encontrando pistas reales. Ya fuera cosa del destino que los había en la escena del crimen antes de que el asesino pudiera liberarse de todas las pruebas, o que con el correr de los días la ansiedad lo volvía descuidado, esta vez habían podido seguirle el rastro más allá de lo esperado.
-Mira si hay alguna cámara de seguridad por aquí donde podamos ver cómo se ha escapado esta vez ese hijo de puta. Mientras voy a ver si nos dejó algún otro regalo aquí dentro -señaló la mochila, al tiempo que sacaba del bolsillo trasero de su pantalón una bolsa de las de criminalísticas para preservar pruebas. No era tan grande como para contener la mochila, pero a Patricila le serviría para apoyarla sobre el piso y revisar su contenido sin alterarlo demasiado.
Si es necesario, gasto punto de criminalística (o lo que sea) para investigar la mochila.
Patricia examinaba la mochila mientras Ángel tomaba nota de las cámaras de los cruces. No había ninguna cerca de los contenedores pero era posible que en alguna apareciera algo.
Lo que la forense encontró en el interior de la misma fue un mono azul, de los que se usaban normalmente en las obras, empapado de sangre. No necesitaba una prueba de ADN para averiguar a quien pertenecía aquello, pero consideró que lo mejor sería precintar la mochila en una bolsa grande para que la analizasen con cuidado en el laboratorio. En el medio de la calle había demasiado riesgos de contaminación como para ponerse a hacer algo tan delicado.
Completando el examen preliminar de la zona ambos detectives volvieron hacia la casa. En ese momento estaban llegando más coches patrulla al lugar, así que se dirigieron hacia la escena del crimen nuevamente.
No tardaron en llegar más coches patrulla que rodeaban la casa.
El equipo principal de detectives volvía a estar reunido en la entrada de la cocina coordinando a los agentes que iban marcando el perímetro para evitar que los curiosos —ahora muchos: vecinos y transeúntes— se aproximasen demasiado. La televisión estaría allí enseguida, a la caza de sangre fresca.
Tal como Ángel había solicitado había sido Santos el que se estaba encargando en persona de la coordinación del equipo de recogida de pruebas. También se había desplazado hasta allí el propio comisario principal, Jaime Agraman, que parecía no dar crédito a lo que pasaba. Tras pedirle un informe preliminar al equipo1 se preparó para el aluvión mediático que se avecinaba. Ahora ya no podrían parar la información sobre los crímenes. Un comisario había sido asesinado, y nada más y nada menos que el que tenía asignado el caso. Aquello parecía algo personal.
[1] Vosotros diréis si queréis omitir algo o lo ponéis al tanto de todas vuestras sospechas.
Estáis en la escena, sólo que ahora hay un montón de agentes cubriendo el perímetro y esto se está volviendo un circo.
Me diréis si dejáis que los demás agentes cubran la escena, si queréis hacer algo más o regresáis a la comisaría para cotejar pruebas o hablar entre vosotros.
Al regresar a la casa, lo primero que hizo Patricia fue entregar la mochila encontrada en el contenedor a los de la Científica. Su afan por saber más la habían llevado a mirar superficialmente su contenido pero la prudencia se había impuesto y la detective había refrenado sus impulsos por temor a contaminar las pruebas. Seguramente podrían obtener alguna muestra de ADN del asesino y, con suerte, el tipo estaría en el sistema. Con suerte.
-Cómo viene todo por acá? -preguntó a sus compañeros una vez que hubo entregado las pruebas recogidas-. Nosotros pudimos encontrar un rastro de sangre dejado por el asesino y una mochila con un mono todo manchado de sangre... El tipo estaba preparado para la huida.
Cansada, se recostó contra la mesada y se restregó los ojos mientras intentaba ordenar sus ideas. El shock inicial por la muerte de Robledo comenzaba a pasar, dando lugar a la tristeza y desánimo por la pérdida de un querido compañero de trabajo.
Bueno, ando algo espesa, así que me acoplo a cualquier plan de acción que sugieran :)
- Tú y tú, comenzad a peinar la zona, quiero que miréis cualquier puta cámara, me da igual que sea de tráfico, de un chalet o de una jodida güecams de esas. - Gutierrez mandó a varios de los agentes a revisar la zona en dirección al contenedor.
Ya no tenían una escena del crimen aséptica ante ellos, si no que habían encontrado una prueba por fin. Y Robledo... eso lo convertía en personal para él.
Fumaba sin parar, encendiendo un pitillo con el anterior, hasta que llegó Agraman y le contó lo sucedido, incluidas las sospechas de que un poli podía estar involucrado, pero se guardó de hacerlo en voz baja y solo para el comisario jefe.
- Usted dirá. - sabía que el mandamás era quien tenía que decidir si seguían en el caso o no y allí él tampoco iba a hacer mucho más hasta que supieran algo más de la científica.
El nudo que se había formado en el estómago de Gustavo no se deshacía y la indignación e impotencia iban en aumento. Cada cual asumía y procesaba el asunto como mejor podía pero en el alma del detective había un deje de frustración y de "no haber hecho lo necesario" para evitar aquello. Si hubiese creído a Isolino aquello igual se podría haber evitado. En verdad no era así pero ahora, a la luz de lo evidente, las palabras de aquel loco cobraban un nuevo sentido y la necesidad de volver a entrevistarle... interrogarle hasta sacarle toda la verdad aunque fuera a golpes, se hacía acuciante. Pero ya era tarde... quizá.
Conforme Jaime Agraman apareció en la escena del crimen el agente se encaró con él. Necesitaba un segundo de su atención pero era de suma importancia.
- Necesito traer de Galicia a Isolino García. Acabamos de venir de Galicia y creemos que puede tener información sobre este crimen y sobre los anteriores. Es evidente que hay un patrón y él asegura que no va a terminar en breves. Es un interno del Sanatorio Psiquiátrico de Conxo. Lo tienen en unas condiciones infrahumanas y... aunque es complicado creer su visión de todo esto es innegable que posee información que, siendo como es un recluso, es imposible que la sepa de otro modo.
El agente habló atropelladamente y casi con demencia en la voz... pero aquello estaba fuera de sí y cada segundo contaba.
Agraman se llevó a un aparte a los agentes. Cuando Gutierrez le dijo que alguien podría estar implicado en aquello su sorpresa fue mayúscula.
—Es una acusación muy grave Gutierrez. Y sé que usted jamás la haría si no tuviera motivos fundados para ello.— al igual que el detective Agraman era de la vieja escuela —De todos modos hasta que tengan pruebas concretas no quiero que esta insinuación salga de su equipo. Esto ya nos ha desbordado. Que es hijo de puta se haya cargado a Robledo... y de esta manera. Me cago en sus muertos: tienen luz verde para todo lo que necesiten. Hasta el momento hemos estado a la estela de sus movimientos pero es hora de tomar la iniciativa.
Se giró hacia Cortés para atender la insólita petición. Sin embargo no había sombra de duda en su voz:
—Traigan a quien puñetas crean necesario para arrojar luz sobre esto, daré la orden de inmediato. Tenemos que tomar la iniciativa.— repitió nuevamente —Lo que necesiten quiero que lo tengan de inmediato. Cualquier equipo, personal cualificado, orden judicial... me suda la polla como si tienen que tirar abajo la puerta del presidente del gobierno: quiero al capullo que ha hecho esto en una sala de interrogatorios cuanto antes. Ya nada impedirá que salte la alarma social. Alguien ha filtrado información sobre el primer crimen. Nada oficial, pero sí como se encontró el cadáver. Me avisado un contacto de la tele por cortesía pero ahora por la noche saldrá en todas las noticias los detalles del asesinato de la vidente. Y mañana supongo que las fichas de dominó caerán para que salgan en titulares las dos muertes siguientes. Van a tener a la prensa tocándoles los cojones. He nombrado una asistente para el gabinete de prensa, Lucía Somoza, que hará de cortafuegos para intentar que no lleguen a ustedes pero si lo hacen mantengan la calma. Nada de declaraciones y no perder los estribos. Esto va a ser un tsunami mediático dentro de unas horas.
El tipo resoplaba pensando en todo lo que se le venía encima.
—Mientras no tengamos un sustituto para Robledo me informarán a mí directamente de cualquier necesidad que tengan, me darán los informes. Quiero que sepan que estoy de su lado. Están al cargo de esta investigación y confío en su capacidad para parar esta vorágine sangrienta.
Agraman cumplirá su palabra y pedirá el traslado de Isolino en cuanto llegue a su despacho. Mañana por la tarde debería estar en un psiquiátrico madrileño.
Sobre su frase final hay una doble lectura: estáis al cargo (tenéis potestad para hacer y deshacer como si no tuvierais jefe) y estáis al cargo (como la pifiéis Agraman os usará como cabezas de turco).
Vosotros diréis qué haréis de siguiente acción: ¿os iréis a descansar? ¿volvéis a comisaría para cotejar pruebas? ¿seguís alguna línea de investigación adicional? Son las 19:30.
Procedería a cotejar pruebas y reunir los datos disponibles.
Guillermo miraba absorto a un lugar de la pared mientras Agraman les daba la charla. Desde luego tendrían por delante un infierno mediático. Por su experiencia eso iba a empeorar la acidez de su estomago, probablemente terminase con una gastroenteritis. Torció el gesto con la última frase de su superior y asentió.
Espero a que Agraman les dejase solos y entonces pilló por banda a Gutierrez y Monteros.
—Parece que hay un patrón en las víctimas— les comentó en voz baja y con un cierto tono ominoso —Esta casa como en el caso de Adelaida no parece la de una persona normal. No tiene calor, no tiene color. Es un cascarón como si de un mostrario de Ikea estuviesemos hablando.
—Alguien podría vivir así supongo, lo tomaría como una excentricidad de la víctima de no ser por que este mismo patrón lo hemos encontrado en la casa de Adelaida, Bragante y ahora... ¿Robledo?—
—Me jode ponerme así de paranoico pero ¿Que sabíamos realmente de Robledo? ¿Alguno de nosotros entabló una amistad más cercana con él? ¿Le conoció algún amigo? ¿Algún familiar?
Llamó la atención de Cortés en ese momento.
—¿Y que es eso del tal Isolino? ¿Que os dijo que se puede relacionar con el caso?
Cotejar información.
Y antes de irse a la cama quiere pedir un informe detallado de Robledo, todo lo que se pueda reunir de él. Además tratará de hacer lo mismo sobre Agraman, llegando a pasearse por su domicilio para tentar ver algo de su casa por dentro.