Partida Rol por web

El corazón del Centinela

10. Atraco en la Torre Alban

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26/12/2012, 17:24
Narrador

Viernes, 11 de Abril de 1980, 10:35 PM
Union District

Ya había oscurecido en la ciudad de Betlam y las luces blancas y amarillas de los rascacielos eran toda la luz que la ciudad podía necesitar. En Alban Towers' Plaza, prácticamente la mayoría de la luz provenía de las dos grandes torres gemelas que había a cada lado de la susodicha plaza.

Precisamente la Torre 1 era la más transitada esa noche por una poderosa razón: Jonathan Grimm, un empresario alemán que había llegado recientemente a Estados Unidos estaba empezando a crear empresas en el país bajo su nombre y expandiendo su plan de negocios. Aunque a años luz de empresas como EYE Electronics o Industrias Wayland, el imperio de Grimm amenazaba con hacerse un hueco en la ciudad y todos los grandes magnates de Betlam estaban invitados. Grandes personas en el mundo de las finanzas como Brian Wayland o Nelson King, padre del justiciero conocido como Horus, acudieron a la fiesta de inauguración de la nueva empresa de Grimm.

Felina se había hecho eco de aquella inauguración semanas antes. Lo más importante no sería ese petardazo de fiesta-reunión de negocios: si no que esa noche Grimm llevaba consigo un anillo de oro con diamantes engarzados por valor de casi un millón de dólares. La 'baratija' era una especie de amuleto de buena suerte para el magnate, que llevaba siempre que pretendía hacer negocios importantes...

...y aquella era una de esas noches.

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26/12/2012, 22:24
Felina

Aquella era una de esas noches que en las que Felina brillaba con luz propia, pero lo excepcional de la ocasión es que lo hacía sin máscara alguna que ocultase su identidad porque, de entre todos aquellos aristócratas atiborrados de caviar y champán francés, ¿quién iba a reparar en dos hermosos ojos azules? Romy Shepard se sentía como pez en el agua danzando en aquel tipo de eventos, inventando para cada comensal una nueva y sorprendente historia de su pasado. Todas, por supuesto, bien lejanas a la realidad.

La fiesta resonaba en todos los medios de comunicación y la lista de invitados, aunque variable, rondaba de boca en boca desde hacía meses. No le había resultado complicado encontrar un hombre de negocios, mayor y solitario, al que ofrecerse como acompañante. ¿Quién no querría una preciosidad como ella del brazo? Aunque sólo fuese por presumir. Pero, a diferencia de su primer encuentro con James, Romy había optado por un vestido elegante y discreto, poco llamativo. No estaba allí para exhibirse, sino para realizar una de las maniobras más complicadas y arriesgadas que jamás había hecho. Un robo a cara descubierta. Y el objetivo, para más inri, era el magnate que había organizado aquella fiesta para lograr emerger su propio imperio. Todo podía salir escandalosamente mal pero, ¿qué era la vida sin riesgos?

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27/12/2012, 01:57
Narrador

Albert Williams era el empresario que Romy había elegido para llevar a cabo su plan. Agradeció el buen ojo que había tenido, pues en contra de todo lo previsto era un hombre que en ningún momento la había mirado con ningún tipo de intención sexual. Amable y cordial: poco más. Así que o aquel hombre era gay, o sencillamente tenía algo mal en la cabeza.

Pero debía requerirla como reclamo para el resto de hombres. O quizás para dar a entender que era un hombre exitoso con las mujeres y, por lo tanto, exitoso en los negocios. La hipocresía que colmaba aquellas fiestas era tan grande como el precio del 'amuleto' que aquella noche Romy robaría.

Mientras subían en el ascensor de la Torre 1, otro hombre de traje, más joven y acompañado de una mujer de la edad de Romy, se quedó mirando el busto de la muchacha mientras ella le daba un codazo con ganas. Él carraspeó y la puerta del ascensor se abrió con un pitido.

El salón principal de la fiesta era titánico: ocupaba la planta entera y lo atravesaba de lado a lado una alfombra roja preciosa. Una enorme lámpara de araña iluminaba el centro, seguida de infinidad de lámparas por el resto de la estancia que daban la impresión de estar en pleno día. Ya había al menos una treintena de invitados que conversaban, bebían y reían.

Albert salió del ascensor con Romy del brazo. - Vamos, intentaremos hablar con el señor Grimm. -

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27/12/2012, 02:38
Felina

-Por supuesto, querido –ronroneó dócilmente en confidencia, asiendo su mano enguantada al brazo de aquel caballero.

Sin embargo, sus sentidos se hallaban totalmente dispersos por el esplendoroso lugar. Aquellas fiestas eran una debilidad que jamás habría de confesar: Lujo, glamur, exquisitos manjares y, sobre todo, belleza. Una belleza superficial e hipócrita que a veces le hacía sentir tan sucia como los allí presentes, pero cuando recordaba su verdadero cometido todos aquellos pensamientos se esfumaban rápidamente. Ella no era como ellos y, por muchos años que pasaran, jamás lo sería. Tenía un pasado escabroso que no podría olvidar nunca, y eran precisamente sus raíces lo que la volvían una joya única en el mercado. El estraperlo, por supuesto, pues apenas nadie conocía de su existencia.

De camino robó una copa de la que bebió con discreción. Sonrió, respondió a los cumplidos con elegancia y se comportó como una auténtica dama, honrando así la porte de su acompañante.

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27/12/2012, 03:13
Brian Wayland

Albert comenzó a hablar con un par de hombres de mediana edad mientras los temas de conversación variaban. Aquello empezaba a cargarle cuando otro hombre apareció en escena. Con un esmoquin, camisa blanca y corbata negra azulada, sus ojos castaños observaron a cada uno de los presentes, con curiosidad. El acompañante de Romy sonrió levemente, ofreciéndole la mano al magnate, que la estrechó con gusto.

- Albert Williams. No esperaba tener el honor de volver a verle esta noche. Estoy francamente sorprendido, y agradado. - dijo Brian Wayland con un tono que no podía ser ignorado. Los gestos del hombre más rico de Betlam eran precisos, y sus palabras comedidas, pero interesantes. Iba acompañado por Elizabeth Wayland, una mujer con un porte y una belleza que consiguieron dejar a Romy sin habla durante los primeros segundos - Nuestro anfitrión hoy nos tiene a todos intrigados con sus objetivos financieros a corto plazo. ¿Se sabe ya cuándo hará acto de presencia? -

Albert ladeó un poco la cabeza, pensativo. - Dudo que tarde... o mejor dicho, por su bien, espero que no lo haga. - añadió el acompañante de Romy.

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27/12/2012, 03:25
Felina

Romy escuchó a medias la conversación fingiendo una sonrisa y aparentando encontrarla apasionante. Interiormente pensaba cuál de aquellos engalanados hombres poseería una reliquia tan interesante como la de Jonathan Grimm que poder robar. Pronto desvaneció esas cavilaciones, temiendo que la codicia se reflejase en sus bonitos ojos. Dio otro pequeño sorbo y se inclinó ligeramente hacia el oído de su acompañante.

-Cielo, si no te es inconveniente, me gustaría dar una vuelta, ¿sí? -sonrió, buscando una respuesta afirmativa antes de despedirse cordialmente de todos los presentes.

Quería examinar el lugar, averiguar dónde podría encontrase la cueva de los secretos y comenzar el trabajo. Había mucho que hacer y poco tiempo. Y, más importante aún. ¿Dónde estaría el rey de la fiesta?

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27/12/2012, 13:35
Narrador

Albert asintió sin hacerle mucho caso a la joven mientras ésta se daba un paseo por la zona para ver qué podía hacer y por dónde podría moverse. Advirtió que en aquella planta era exclusivamente el baile y la zona donde se servían las bebidas y los canapés, que no daba la impresión de tener espacio para mucho más.

Sin embargo unas preciosas escaleras con alfombra subían al piso de arriba. Romy no vió a ningún invitado bajar o subir, así que supuso que por allí se encontraría Hamelin y sus allegados, preparándose (o no) para bajar. Y eso implicaba que su futuro anillo también estaría allí arriba.

No parecía haber nadie por allí, así que la ladrona aprovechó para dirigirse escaleras arriba con todo el disimulo que podía tener, pero al llegar a la última un hombre con traje y pinganillo al oído se materializó frente a ella. Iba a dirigirse hacia abajo, por lo que se encontró delante de Romy.

- ¿A dónde va, señorita? Esto es una zona restringida. - dijo él, mirándola con severidad. Su tono no era agresivo, más bien informativo, pero no parecía admitir mucha réplica

- Tiradas (2)
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27/12/2012, 14:32
Felina

Romy sonrió amablemente, algo intimidada por la presencia del guardia.

-Oh, vaya -echó la mirada atrás, pero no se retiró. Avanzó mientras rebuscaba en el bolso de mano, algo contrariada-. Me habían indicado que por aquí estaba el señor Grimm. Verá, me han llamado para acompañar al señor esta noche -le ofreció una tarjeta negra con letras doradas al guardia, acompañada de una pícara sonrisa que daba a entender la compañía que ofrecía.

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27/12/2012, 18:30
Narrador

El guardia la miró de arriba a abajo descaradamente, sonrió de lado y cogió el sobre con dos dedos, dejándola pasar con un gesto de cabeza. Al dejarle atrás, el guardia de seguridad le propinó una fuerte palmada en el trasero con una risa entre dientes.

Romy continuó su camino deseando cortarle la cabeza (ambas) a ese hijo de puta, pero la promesa de lucir aquel precioso anillo en su ático por la noche le resultaba demasiado atractiva como para girarse a darle una paliza, mandando al garete todo el plan. El pasillo serpenteaba por toda la planta con un montón de puertas sólo diferenciadas por un cartelito con letra en cada puerta. Teniendo en cuenta que aquellos sitios solían alquilarse y podían albergar desde reuniones como aquella hasta a galerías de arte no le extrañó lo confusa que era esa planta para un ajeno.

Por suerte no parecía haber moros en la costa, al menos en aquel momento.

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28/12/2012, 11:32
Felina

Lejos de ofenderse por aquel descarado gesto, Romy se dio la vuelta guiñándole un ojo y dijo, zalamera:

-Llámene, si puede permitírselo - con una amplia y juguetona sonrisa. No estaba nada contenta con aquello, pero puestosa interpretar un papel, debía hacerlo bien.

Al darse la vuelta hizo un mohín, asqueada, y se alejó lo más rápido posible sin levantar sospechas, temiendo que la osadía de aquel hombre dejase de ser un juego si esperaba más. Se perdió por las habitaciones vacías y los pasillos cruzados, tranquila. Ya tenía una coartada hecha y podía danzar a sus anchas. No tenía intención de llamar mucho la atención del anfitrión y él tenía una fiesta que atender. Esperaba que la rechazase y la acompañara a la salida amablemente, pero ella ya sabría el camino de vuelta y esta vez lo recorrería para alcanzar su objetivo.

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29/12/2012, 15:06
Narrador

Romy continuó por los pasillos hasta que encontró uno que tenía una puerta diferente al resto. Parecía algo más segura, pero la ladrona sacó una ganzúa que llevaba escondida y empezó a forzar la cerradura. Tras unos segundos, aquello hizo click y abrió la puerta mientras se colaba dentro sin que nadie más la viera.

La sala era una especie de estudio oscuro bastante engalanado y elitista. Le recordaba, salvando la distancias, al despacho de Peter Creek, el Príncipe de los Dulces. Sólo que aquí no había arte, sólo baratijas caras cuya fama se basaba únicamente en gustarle a personas influyentes mediante acuerdos financieros. El tipo de 'arte' que a Romy le asqueaba: razón de más para querer sacar aquel anillo de allí.

No parecía haber ninguna caja fuerte a la vista, pero su instinto le decía que debía de estar por allí.

- Tiradas (2)
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29/12/2012, 15:22
Brian Wayland

En la parte de abajo, Jonathan Grimm se había presentado hacía unos minutos y los magnates se habían retirado a hablar de sus negocios mientras la fiesta continuaba. El empresario alemán les contaba al resto las condiciones y ventajas que disfrutarían si se unían a su empresa como socios preferentes. Albert y el resto asentían con curiosidad, bastante contentos con cómo parecía funcionar el contrato en boca de Grimm. Sus palabras zalameras estaban ganándose a las personas más influyentes de Betlam y las posibilidades de sus empresas de empezar a ganar peso en Europa mientras la suya se asentaba en los Estados Unidos parecían un modo perfecto de seguir con un imperio próspero.

Entre tanto, con la mano en el mentón y leyendo el contrato con detenimiento, Brian Wayland escuchaba las palabras del flautista como si comenzara a caer en su canción.

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29/12/2012, 15:38
Felina

Felina examinó la habitación con detenimiento, llevándose los dados a los labios, pensativa. Giró sobre sus talones hacia cada extremo, repasando la decoración interior y aquellas baratijas tan pobres y carentes de valor o historia. Debía de estar en algún rincón, quizá no tan a buen recaudo como esperaba. 

- Tiradas (1)
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30/12/2012, 13:32
Narrador

Romy continuó revisando la habitación hasta que descubrió que una de las estatuas baratas tenía un pequeño botón que accionó. Un crujido hizo que se moviera la madera tras la estatua y reveló la pared de hormigón con una gran caja de seguridad. La ladrona de guante blanco se acercó con cuidado, examinando cualquier indicio de sistema de seguridad previo como un detector de movimiento o un láser invisible, pero no parecía haber nada más allá de la propia de seguridad de la caja fuerte.

Tras examinarla durante unos breves minutos sin tocar nada: recordó que aquel modelo de caja fuerte era el quinto que el Príncipe le había enseñado a abrir. Con cierta combinación de números de doce cifras podría resetear la contraseña de la caja y con su ganzúa abrir después la cerradura.

154 698 345 124

Cling. Un pitido llenó la habitación y la ganzúa de Romy hizo el resto: la puerta se abrió y el anillo se reveló ante sus ojos. Una docena de diamantes, rodeados de cuatro rubíes daban forma a un anillo dorado precioso que dejó a la mujer extasiada durante varios segundos. No parecía haber tampoco alarmas dentro del interior de la caja fuerte, al fin y al cabo era 'de alquiler'.

- Tiradas (2)
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30/12/2012, 13:47
Brian Wayland

Mientras en la parte inferior todo hablaban, la expresión de Brian Wayland se volvió algo más oscura según ahondaba en el contrato. Algunos de los magnates decidió que iba a firmar cuando el propietario de Industrias Wayland carraspeó para llamar la atención del resto. Todos, incluyendo a Jonathan Grimm, se giraron para observar al empresario con curiosidad.

- Aquí hay algo que no me gusta nada. Según estas condiciones, señor Grimm, las empresas asociadas como la suya podrá sacar a mercado un porcentaje de acciones del resto de compañías para propiciar la propia compra por parte de su empresa. Además... - Brian Wayland comenzó a enumerar una serie de puntos en el contrato que permitía a Grimm terminar haciéndose con el control del resto de empresas a través de una serie de OPAs. Los magnates que allí habían empezaron a desconfiar según las palabras de Wayland ahondaban en su cabeza. Muchos se levantaron negándose a firmar aquello y los más fervientes defensores de Grimm empezaron a recelar también.

La expresión de Jonathan Grimm parecía un poema y veía como todo su plan se estaba yendo al traste en aquel mismo instante de mano del hombre más rico de Betlam.

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30/12/2012, 14:00
Felina

Felina se mordió la cara interior de la mejilla al escuchar como la cerradura cedía, revelando el tesoro que guardaba en su interior. Observó el anillo con ojos golosos durante unos segundos antes de proceder a asugurarse de que podía cogerlo sin peligro. Tras cerciorarse, alargó la mano y lo cogió con especial cuidado debido a su estimado valor, tanto material como emocional, dibujando una sonrisa satisfecha en su rostro. Lo guardó en un paño de seda que llevaba en el bolso y dejó todo tal y como estaba al entrar para después abandonar la habitación y disponerse a salir de allí.

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31/12/2012, 02:28
Narrador

Mientras se guardaba el paño de seda, Brian Wayland y varios de los empresarios de la fiesta abandonaron el lugar mientras un malhumorado Grimm subía las escaleras junto a dos de sus guardias. Su plan se había ido a la mierda y sus expectativas de futuro en Betlam habían desaparecido por completo al descubrirse sus verdaderos planes. Cruzó los pasillos con ambos guardias y se topó de frente con una Felina que cerraba la puerta de su despacho.

- ¿Quién cojones eres? - dijo Grimm, frunciendo el ceño y de mal humor. Ninguno de los dos guardias era el que la había parado a ella antes.

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31/12/2012, 23:50
Felina

Romy escuchó los pasos y un nudo se alojó en su estómago temiendo que todo su plan se fuese al garete, tal y como había hecho la elegante reunión del señor Grimm. Lo supo de inmediato al vislumbrar el rostro iracundo del anfitrión. Buscó su mirada, preocupada.

-Em... ¿Señor Grimm? -murmuró, sobrecogida por el desagradable recibimiento-. Le estaba esprando, aunque... no parece un buen momento.

No sabía cómo salir de aquel desastre, pero combatir no era una opción.

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01/01/2013, 00:12
Felina

FELIZ AÑO BICHOOOOOOOOOOOO!!!!

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01/01/2013, 08:04
Director

FELIZ AÑO TIA BUENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!! : D