Partida Rol por web

El corazón del Centinela

12. Una elección decisiva

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07/01/2013, 22:23
Narrador

Miércoles, 17 de Abril de 1987. ¿?:¿? h.

La tenue luz que daba aquella bombilla de 60W apenas iluminaba el habitáculo cuadrado en el que Felina estaba atada. La silla metálica y las correas de cuero hacía un par de días que habían empezado a irritarle la piel, pero sus captores no habían hecho nada por aliviar aquello. Desde hacía días sólo la habían visitado personas con la cara tapada, todas con un acento que no acertaba a distinguir. Le habían hecho preguntas que no había sabido responder y la habían despojado de su traje y de su antifaz, dejándola prácticamente desnuda a Felina para mantener cautiva a una aturdida Romy Shepard.

No sabía los días que habían pasado, pues allí no tenía nada de luz natural. ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Quizás algunos más? La angustia ya se había apoderado de ella: no saber por qué estabas encerrada ni hasta cuándo lo ibas a estar era la peor de las torturas.

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08/01/2013, 01:51
Felina

Romy apenas sentía los músculos, que habían pasado de estar adormecidos a doloridos para luego dejar de sentirlos. Le costaba recordar que seguían ahí, y la incomodidad había pasado a un deprimente segundo plano al verse sobrecogida por algo muy parecido al delirio. Porque, en el fondo, la ladrona ya no esperaba volver a ver la luz del sol. Había hecho todo lo que sabía hacer desde las amenazas hasta el llanto, y nada de eso había servido tan siquiera para recibir una explicación de por qué estaba allí en aquellas condiciones. Al final se había resignado a pensar que a alguien le parecía extremadamente divertido tenerla en aquellas condiciones, despojada de su identidad y reducida hasta la desesperación. No la mataban. No la torturaban. No le hacían pasar hambre o sed. Sencillamente la tenían allí sentada, muerta de miedo y frío, totalmente perdida en una agonía que no parecía tener fin con ella misma.

En silencio y en voz alta, Romy Shepard había rezado, suplicado, pedido auxilio y clemencia, humillándose a sí misma más de lo que había hecho en toda su vida. Jamás había pedido ayuda, no de ese tipo. Había resuelto los problemas de su vida aprovechando las oportunidades que esta le ofrecía. La Banda de la Piruleta y Felina eran la prueba más fehaciente de su orgullo, el cual ahora era inexistente. Y ahora, allí sentada y temblando, se recordaba a sí misma todos los errores y las oportunidades que había desaprovechado, como todas esas veces en las que Reed le había suplicado que dejara el traje y se alejase de aquella vida. Se preguntó si sabía que algo así pasaría, o si pensaría en ella. Y si lo hacía, dónde estaba.

No eran pocas las veces que había imaginado que aparecía por la puerta. Cada vez que escuchaba un ruido, al principio, había hecho esfuerzos por levantar la cabeza. Ninguno de ellos había sido real, y Romy ya no sabía a qué atenerse para mantenerse cuerda. Se le habían acabado las lágrimas, los lamentos y la esperanza. No quería morir allí, sola, pero al perder la noción del tiempo también se le había escapado esa posibilidad. Ahora estaba allí sentada, cabeceando mientras su mente flotaba en las agua de South Beach. Volvía a saltar, pero ya no había agua. No había nada, sólo incertidumbre.

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08/01/2013, 01:54
Narrador

Otro ruido devolvió a Romy la cordura durante unos segundos. Escuchó pasos que bajaban unas escaleras y un intercambio de palabras que no escuchó con claridad. Entonces dos encapuchados bajo pasamontañas se acercaron a ella. Mientras uno le sujetaba los hombros con fuerza para que no se revolviera, otro sacó una jeringuilla llena de un líquido amarillento.

Tras asegurarse de que no había aire en la jeringa, el hombre se la inyectó en una vena a Romy, que por mucho que lo intentó no pudo hacer nada por evitarlo. Una vez que todo el líquido recorría el torrente sanguíneo de la ladrona, ambos se apartaron, apagaron la bombilla y salieron al exterior, dejándola sumida en una completa y total oscuridad.

Ella sentía que su interior ardía, sintió como al principio durante varios segundos se cuerpo se excitó con rapidez y no entendió por qué le habían inyectado algo así: pronto lo descubrió, apenas era una etapa de la droga. Pasados varios segundos más, el calor y la excitación aumentaron de tal manera que todo su cuerpo empezó a doler. Sentía como todos sus músculos estaban ardiendo y todo el anormal éxtasis que había sentido al principio se había cambiado en una agonía que la estaba destrozando por dentro.

Tensa y haciendo fuerza con todo el cuerpo, Romy no pudo evitar gritar. Un grito de dolor tan agónico que rompería el corazón de cualquiera que pudiera escucharlo y no fuera tan insensible como para desear que la muchacha estuviera pasando por aquello. Y entonces, simplemente, perdió la consciencia.

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08/01/2013, 02:27
Rey Dragón

Cuando abrió los ojos, lo primero que sintió Romy fueron las terribles agujetas que sentía en todo el cuerpo. Cada músculo de su anatomía chillaba de dolor cada vez que la ladrona intentaba hacer cualquier movimiento que no fuese respirar. La sensación no podía equipararse ni a correr durante veinte kilómetros para recibir luego una paliza. Sólo entonces se dió cuenta de que estaba en una cama.

Unas sábanas de seda, muy similares a las que ella tenía en su ático en el centro de la ciudad. La almohada de la mejor calidad que en otras circunstancias estaba segura que le brindaría un sueño reparador.Llevaba puesto un cómodo pijama de satén que la cubría por completo a excepción de la cabeza, manos y pies. La habitación en la que estaba era bohemia, con clase y un toque rústico, como sacada de una película histórica. La luz de unas lámparas anaranjadas bañaban la estancia del agradable color del amanecer.

De no ser por el dolor y la confusión, Romy se habría encontrado cómoda en aquel lugar. Intentó girarse y aunque lo consiguió, supo que estaba consiguiendo una proeza.

Cling.

Escuchó el sonido de la porcelana e intentó mirar en la dirección del sonido. Le costó casi un minuto girarse lo suficiente como para poder observar más allá, y lo que vió la dejó sin aliento.

El Rey Dragón estaba sentado en una silla acolchada frente a una mesa de madera con otra silla igual que la suya. En la mesa había una tetera caliente junto a dos tazas con su platito y una suculenta pasta en él. El venerable hombre acababa de llenar su taza y le había dado un sorbo. Fue al dejar la taza en el plato cuando llamó la atención de la ladrona, que empezó a sentir pánico al verle.

- Me alegra que estés despierta, has dormido mucho. -

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08/01/2013, 02:56
Felina

La ladrona ni siquiera puso resistencia a la inyección, pues no había mucho que pudiese hacer excepto gritar. Al menos era un cambio, aunque tardó bien poco en descubrir que no se lo habría deseado ni al peor de sus enemigos. Al principio se sintió confusa por la repentina excitación, que avivó sus sentidos más que durante toda su estancia. Su cuerpo se estiró y las pupilas se le dilataron de inmediato, logrando arrancarle un tímido gemido que rápidamente se perdió entre los espasmos. El calor ascendió por su cuerpo y prendió, transformándose en un dolor insoportable que le arrancó los gritos más agónicos y desgarradores que jamás había proferido. Nunca había sentido nada igual, ni físico ni mental, y cuando la agonía hubo superado con creces su umbral máximo, desfalleció.


No quiso despertar. Una parte de ella sabía los horrores que se ocultaban en la realidad, pero las agujas que perforaban su piel con el más leve movimiento acabaron por sacarla de aquel sueño para arrojarla a una pesadilla todavía peor. Poco a poco fue descubriendo con temor el lugar en el que se encontraba, atemorizada por lo confortable que era y lo absurdo que resultaba todo tras lo último que era capaz de recordar. Quiso hacerse un ovillo, cerrar los ojos y ocultarse en la agradable calidez de las sábanas, pero estaba tan dolorida que el esfuerzo no compensaba al beneficio en absoluto. Trató de no pensar en lo macabro que era todo aquello, deseando abrir los ojos en cualquier otro lugar del mundo; y entonces le vio.

Romy jamás había sentido tanto pánico en su vida. Era él, el psicópata que había intentado tirarla a una cuba de ácido hacía no sé cuántos años. El viejo Dragón de palabras pausadas y modales exquisitos y refinados. El mismo que le había hecho pasar un dolor inhumano para después vestirla como a una princesa, demostrando cuánto poder podía llegar a tener sobre ella y el terrible sufrimiento que le podía hacer pasar, destrozando su mente hasta límites que merecerían atención psiquiátrica de por vida. Y Romy no pudo hacer más que temblar, notando cómo las lágrimas le empañaban la visión y la respiración se le aceleraba tanto que empezaba a no tener aire suficiente. Se le ocurrían muchas cosas que decir o hacer, pero todas se vieron empañadas por la imperiosa sensación de miedo. Y cuando quiso darse cuenta, estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para apartarse de aquel hombre sin importar el dolor o la agonía, porque el miedo a lo que le podía hacer era mucho peor que todo lo que podía padecer en ese instante.

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08/01/2013, 03:00
Rey Dragón

- No deberías llorar. Eres muy bella para dejar que tu rostro enrojezca y tus ojos se hinchen por las lágrimas. Una dama debe saber mantener la compostura en la peor de las situaciones. Y ésta nisiquiera es una mala situación para ti. Sólo deseo hablar. - dijo con una sinceridad desoladora. Otro sorbo al té sirvió a Romy para asimilar las palabras del asiático anciano.

- Estás cansada, y lamento lo que has tenido que pasar. La droga que has recibido se llama comunmente 'veneno de Ra', porque en la antiguedad decían que aquel que lo recibía podía sentir la ira del sol en su cuerpo. Una vez yo mismo sentí en mi carne esa droga. La excitación lleva al dolor. El dolor, a la locura. Y esa locura de sensaciones le llevan a uno a una extenuación que no conoce límites, provocándote incluso el desmayo. - El Rey Dragón se aclaró la garganta con suavidad y miró hacia la ladrona, con curiosidad. - ¿Puedes imaginar ya por qué estás aquí, Romy Shepard? -

Y otra patada fue la que recibió de aquel hombre tan misterioso. Dos simples palabras que formaban su identidad y que la dejaron hecha trizas. Si él sabía quién era ella... ¿qué podía pasar? ¿Cómo lo había descubierto?

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08/01/2013, 04:53
Felina

Lo único que Romy pudo retener en su cabeza fue su nombre y apellido tan bien recitado que ni ella misma lo habría hecho mejor. Lo único que le quedaba para refugiarse acababa de volar bien lejos de su control. Sin su traje no era nadie, pero sin este y sin su identidad real, ¿de qué era dueña? ¿Qué le quedaba estando a merced de aquel hombre que tenía la osadía de hablar de su belleza y de sus emociones después de torturarla hasta el desmayo? ¿El mismo que insinuaba que aquello no era nada en comparación a todo lo que podía hacerle? ¿El que ya había intentado arrojarla a una muerte segura? El mundo, de repente, llegó a su fin.

Pero el peligro de arrebatarle a alguien todo es que, al no tener nada, sólo había dos caminos que elegir: acobardarse o continuar. Esas fueron las dos opciones que se iluminaron en la cabeza de Romy, la de enfrentarle y la de callarse y asentir dócilmente, temiendo qué sería peor que aquello. Poco a poco logró recuperar el control de su propio cuerpo, y empezó a entender la razón por la que estaba allí, llenándose de una ira que jamás había sentido antes y que iba sustituyendo al pánico que poco antes la había sobrecogido. Aquel ser desalmado no tenía derecho a hacerle aquello, y menos por las razones que en su mente empezaban a esclarecerse.

Romy guardó silencio, enjuagándose las lágrimas y reuniendo fuerzas para incorporarse, lo que fue un proceso lento y doloroso. Mientras su cabeza continuó bullendo, transformando la ira en algo más poderoso a lo que aferrarse. Porque, donde otros habían caído, Romy siempre había sido capaz de levantarse, quizá por testarudez más que orgullo. Era parte en parte su naturaleza guerrera y parte de instinto de supervivencia. El conjunto lograba que la mujer, de algún modo, encontrase valor. Había odiado a su madre, sabiendo perdonarla al final. Había odiado a su padre sin saber quién era. También al Príncipe por dejar que le incautaran, destrozando la banda. Había odiado a Dios por darle aquella miserable vida, y así con una inacabable lista de personas que se habían cruzado en su vida. Pero para todas había sabido encontrar un perdón porque gracias a eso le habían hecho llegar hasta el Centinela, y eso nadie podía arrebatárselo.

Los ojos glaciares de Romy se volvieron finalmente hacia el Dragón como dagas afiladas, cargados de decisión.

-No p… -comenzó para darse cuenta de que cada palabra era un infierno. Tomó aire, tranquilizándose, y continuó-. No puedes… obligarme a sentir algo diferente. -Había sido una tortura pero al fin lo había dicho. Sin embargo, reunió fuerzas para añadir algo más-. Y... a él tampoco.

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08/01/2013, 12:09
Rey Dragón

- Es entrañable que estés tan segura de eso. - dijo él con una pérfida sonrisa, terminando su taza de té y rellenando otra. Se levantó cogiéndola junto al platito y la pasta, acercándose a la cama y dejando el líquido humeante sobre la mesita. Mirar a aquellos ojos negros haría encoger a cualquiera, en su interior, Romy tenía mucho miedo, pero cuando un animal se encuentra acorralado es cuando enseña los dientes y garras, sabiendo que de no defenderse está totalmente perdido.

- Pero las desavenencias de la vida son incontrolables, al menos para ti y para tu amor imposible. Si tu amor es tan fuerte, ¿por qué sigues siendo una carga para tu hombre?  ¿Por qué no has hecho nada hasta ahora por facilitarle la vida? - dijo él, alzando el mentón - Sobre sus hombros carga una responsabilidad que tú jamás has sufrido. -

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08/01/2013, 12:29
Felina

Por instinto miró la taza con desconfianza, aunque dudaba que fuese a jugársela con la comida. Empezaba a darse cuenta de la forma de actuar del Rey Dragón, y era mucho más elegante que un truco barato. Sin embargo, no la aceptó porque no quería nada de aquel hombre. De haber tenido su ropa a mano y sentirse un poco mejor, probablemente se habría levantado para vestirse.

Romy escuchó paciente, temerosa no tanto por él como por las verdades que decía.

-Eso no es asunto mío -masculló en contestación a la carga de ser Centinela-. Ni tampoco tuyo.

Y eso fue todo lo que contestó, porque para todo lo demás no tenía respuesta alguna, sólo culpabilidad. Y no iba a dejar que aquel hombre fuese a decirle lo que tenía o no que hacer.

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08/01/2013, 12:52
Rey Dragón

El Rey Dragón suspiró como si todo aquello le diese verdadera pena. En aquel momento y pese a todo lo que había pasado, la ladrona no tenía muy claro si realmente se la daba o no.

- Mucho me temo que sí que son mis asuntos. Son mis asuntos más que nada en este mundo, Romy. El Centinela ocupa una posición muy importante en este mundo... y todo debe seguir el orden establecido. Sin él, el mundo está abocado al caos y la destrucción. ¿Y tú no quieres eso, verdad bonita? - dijo con una sonrisa llena de una hipócrita dulzura. El hombre se cruzó de brazos, observándola con detenimiento. - Has disfrutado mucho en tu vida, ¿no es así? Has actuado a placer, has jugueteado con tu hombre... y has conseguido tenerle prendado de ti. ¿No es hora de que termine el juego? Ya no tienes veinte años, Romy. Una mujer como tú debe sentar la cabeza, comenzar a vivir una vida. -

- ¿No deseas una vida junto a él? -

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08/01/2013, 13:15
Felina

Romy apretó los labios. Si sabía su nombre no le debía haber resultado muy difícil conocer todos los detalles oportunos de su vida, por lo que todo aquel discurso sonó mucho más cruel e hipócrita de lo que en un principio había esperado. Aquel hombre no tenía ningún derecho a meterse en su vida y a decirle lo que tenía o no que hacer con veinte, treinta o cincuenta años. Se llevó la mano a la frente, apretando con los dedos los laterales. Le resultaba demasiado complicado saber qué quería de ella, ¿alejarla o acercarla más al Centinela? ¿Es que alguna de las dos opciones le resultaba favorable?

Le dolía demasiado pensar en todo aquello, y más hacerlo delante de él. No quería dudas, pero en un momento todo estaba claro como el agua y al segundo siguiente ya no sabía si merecía la pena pasar ese calvario por alguien cuyo nombre ni siquiera sabía. Y la pregunta real era: ¿podía sentar la cabeza con alguien como él?

-Yo ya sé lo que quiero -masculló, confusa-. ¿Qué quieres tú de mí?

 

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08/01/2013, 13:58
Rey Dragón

- Sólo quiero lo mejor para todos. Durante un tiempo has sido un curioso añadido a Betlam, pero ha llegado la hora de que la gata comience una nueva vida sin caza. Abandona el traje por tu hombre, Romy Shepard. Deja atrás los robos y entrégate a él. Es algo que siempre has deseado pero que nunca te has decidido hacer. - continuó él, volviendo a la mesa anterior. Se sentó con un suspiro. - Si no lo haces, te convertirás en una carga que le destruirá a él y todo lo que el Centinela significa. -

Entonces su expresión se tornó más seria y fue cuando verdaderamente el Rey Dragón comenzó a dar miedo. - Si no lo haces, habrás tirado a la basura todo una vida. Me ocuparé de que sufras. Aquel hombre que te enseñó todo sufrirá un inesperado y fatídico cáncer. Tu hombre te repudiará y creerá que le has traicionado, que eras la arpía que todos le han dicho que eres. Maldecirá tu nombre y tu existencia. Y tú no podrás hacer nada por evitarlo. -

El Rey Dragón dejó unos segundos de silencio mientras rellenaba su taza de nuevo. Antes de beber, alzó la taza, mirando a los ojos a Romy. - Cuando yo me encargue de que eso ocurra, sabes lo que te quedará, ¿verdad, Romy Shepard? - tras un largo trago, el Rey Dragón volvió a sonreir - Nada. -

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08/01/2013, 14:38
Felina

Ninguno de los argumentos que primeramente le ofreció fueron válidos. Ella no entendía de justicia u honor, no de la forma en que el Dragón o el Centinela lo hacían. Su forma de ver el mundo estaba llena de tintes grises y matices que dependiendo del momento podían resultar buenos o malos. Y no era una mujer dispuesta a renunciar a su vida para sentarse junto a un hombre a dejar pasar la vida, como muchas veces le había explicado a James. Pero las amenazas, la posibilidad de convertir lo bueno que había en su vida en ceniza, tuvieron el efecto deseado. No era tan despreciable como para permitir que algo así le ocurriese a Peter, como para dejar que el mito que había logrado levantar sobre la ladrona de arte cayese podrido como una manzana en mal estado. Así que Romy agachó la cabeza en un gesto de sumisión que le declaraba plenamente ganador.

Romy Shepard permaneció en silencio mirando el suelo, cerrando los puños con tanta fuerza que empezaba a hacerse daño. El corazón le golpeaba el pecho como un tambor de guerra antes de la batalla, y era capaz de escucharlo tan claramente como el huracán de pensamientos que gritaba en su cabeza. Se resignaba a aceptar una derrota así.

-¿Y si desaparezco de su vida? ¿Y si me voy de Betlam? -quiso saber.

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08/01/2013, 15:01
Rey Dragón

- ¿Realmente planteas huir y tirar por la borda el amor de tu vida? No conseguirías nada con ello más allá que sufrir tú y hacer que él sufra por no tenerte a su lado. Es tu decisión. Si aún tienes dudas... háblalo con él. - el hombre se levantó y encendió un televisor de la época. En él pudo verse al Centinela combatiendo contra una docena de hombres. Por los movimientos que él hacía Romy tenía claro que se trataba de Reed.

El Rey Dragón se acercó a ella mientras estaba absorta en la pantalla. - No tengo nada más que hablar contigo, Romy. Es hora de que tomes una decisión. - le pasó la mano frente a la cara y la ladrona notó que caía en un profundo sueño que no pudo evitar.


Al volver a abrirlos, descubrió que estaba de nuevo en el habitáculo del principio, atada a la silla de la misma manera que antes. La misma ropa, la misma bombilla y la misma sensación. Le dolía el cuello y no tenía muy claro si aquello había pasado de verdad. Fue entonces cuando escuchó unos gemidos de dolor y sonido de puñetazos y patadas en el exterior de la sala.

Todos sus sentidos se dispararon cuando la puerta se abrió súbitamente y recortada por la luz del pasillo exterior pudo observar la silueta de su Centinela.

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08/01/2013, 17:06
Felina

A duras penas logró levantar la cabeza para descubrir que volvía a estar en aquel infierno, uno que resultaba incluso agradable tras aquel terrible encuentro con el Rey Dragón. Pero, ¿había sido real? La mera perspectiva hizo que temblase, recordando las palabras de aquel anciano que había llegado como una sombra sinuosa para derribar la poca estabilidad que había logrado, demostrándole lo vulnerable que era. Apenas fue consciente de lo que ocurría en el exterior hasta que la visión de aquel televisor regresó a su mente. Entonces quiso gritar de nuevo, suplicar ayuda para que la sacaran de allí. Pero nada de eso llegó a salir de sus labios. Se quedó inmóvil conteniendo el aliento hasta que la puerta se abrió revelando la figura torneada del Centinela.

En aquel momento no supo si se alegraba o no de verle. Si debía dar gracias por estar viva o llorar ante la tesitura que el Rey Dragón le había planteado. Lo único que tenía claro es que jamás volvería a vestir el traje de Felina y que entre aquellas paredes había muerto la ladrona de Betlam.

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08/01/2013, 17:31
James

- Romy... - dijo directamente la voz del Centinela corriendo hasta donde estaba ella. Clavó una rodilla a su lado y la liberó rápidamente de sus ataduras con un fuerte tirón de cada correa. Entonces se llevó la mano al cuello y se quitó el casco. Romy miró a los ojos a Reed a través del pasamontañas, que le devolvieron una mirada angustiada. Fue entonces cuando su hombre volvió a sorprenderla. De un tiró se desprendió del pasamontañas mostrándole su rostro directamente bajo la luz de la bombilla. El justiciero se lanzó a su cuello para abrazarla con fuerza. - Cuando me enteré que te tenían aquí encerrada temía que te hubiera pasado algo peor... -

La voz de James estaba rota, como si hiciera esfuerzos por no llorar.

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08/01/2013, 20:14
Felina

Verle y mirarle a los ojos hizo que algo dentro de ella se removiera, despertando cierta compasión por el hombre que encarnaba el Centinela. Pero eso no fue suficiente para reprimir el odio, y su primer instinto fue apartarse de aquel sentido y desesperado abrazo, algo que no logró porque estaba pegada al respaldo de la silla. Notó el tacto de su traje sobre su piel y el roce de su mejilla contra la suya. Sintió cómo la emoción de sus palabras la embargaba también a ella, pero gracias a la batalla que estaba librando interiormente contuvo las ganas de echarse a llorar, reuniendo el valor para alzar una mano y posarla sobre su cabeza. El tacto de su pelo le brindó un momento de paz.

-Quiero volver a mi casa -pidió con la voz rota, pasados unos segundos.

El dolor seguía recorriendo su cuerpo, alternando espasmos de frío y terror cuando los ojos del Dragón se aparecían en su mente. No quería ir a ningún otro lugar que no fuese su hogar.

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08/01/2013, 20:54
Narrador

James asintió y volvió a enfundarse el casco tras dedicarle una mirada preocupada. Sin importarle lo que pudiera quejarse la ladrona, la cogió en brazos mientras salía de allí corriendo, No se encontraron con nadie hasta que salieron a la calle, donde James se perdió entre los edificios para luego subir a la azotea con el gancho. Le preguntó a Romy dónde vivía y la condujo hasta allí sin rechistar. El justiciero enmascarado no hizo ningún comentario más allá de dedicarle alguna mirada tras el casco por el camino. No sabía qué había ocurrido, pero debía haber sido algo muy grave para que ella estuviese así.

Una vez dentro de la casa, James se quitó el casco de nuevo mientras dejaba a la mujer de pie en el suelo, mirándola sin saber qué hacer o que decir.

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08/01/2013, 22:20
Felina

Romy quiso demostrar que podía valerse por sí misma, que no necesitaba ayuda de nadie para moverse ni tampoco para continuar con su vida. Era de lo poco que le quedaba. Logró levantarse de la silla sin ayuda, pero después Reed la cogió en brazos y la sacó de allí lo más rápido que pudo, aunque ella sabía que nadie más aparecería para cortarles el paso. El teatro, una vez más, ya había finalizado. Ahora quedaba el tiempo de reflexión.

Sin poder hacer nada por evitarlo, tuvo que abrazarse al traje del Centinela mientras este recorría los tejados de Betlam. Una extraña añoranza se apoderó de ella al recaer en que, decidiera lo que decidiera, Felina no volvería a correr por allí ni a sentir el peso de la gravedad tirando de su estómago. La increíble sensación de casi poder volar... Minutos después ambos se encontraban en el pequeño piso donde Romy vivía, una de las pocas barreras que quedaban para llegar a la verdad. Reed sólo tenía que echarle un vistazo a las cartas de la entrada o mirar el buzón del portal. Así de fácil resultaba robar un secreto, aunque sabía que él no lo haría. El Centinela era demasiado honorable. El Centinela era demasiado importante. El Centinela lo era todo.

Exhausta, se dejó caer en el sofá cerrando los ojos al sentir la superficie irregular y blanda de este. No le importó demasiado que Reed viese el aspecto de aquel sitio, tan pequeño y recargado por la cantidad de cosas que había robado a lo largo de toda su vida. Casi parecía el hogar de alguien con síndrome de Diógenes, sólo que ella trataba de buscar un lugar adecuado para cada una de aquellas valiosas piezas. Pero nada de eso tenía mucho sentido ya.

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08/01/2013, 22:39
James

James la miró con el corazón roto y la mirada ensombrecida por las dudas, deseando saber qué le pasaba por la cabeza a Romy. El hombre se acercó temeroso y se arrodilló junto al sofá, acercando su enguantada mano a la de la ladrona. - Romy... ¿Quieres hablar de lo que ha ocurrido? - murmuró él casi como si le avergonzara aquello. Deseaba volver a lanzarse a abrazarla pero no quería agobiarla, además de que tras haber estado juntos tan íntimamente interponer el traje de por medio era levantar un muro entre ambos.