Tras la cruenta batalla, se reemprendió el camino de vuelta al arlingo de Neruda, no sin extremar las precauciones. No solo contra los engendros tenebrosos, sino entre los propios miembros del grupo. Tiempo antes de llegar a la fortaleza de Stenhold, Alberic se despidió de vosotros para tomar rumbo a su aldea.
La desconfianza entre los miembros de la comitiva era patente. Al no haberse puesto de acuerdo entre si llevar a cabo el plan de Alenka o no, ésta decidió abandonar su plan inicial, no sin cierto fastidio, pues tenía la esperanza de sacarle los cuartos a Neruda. Pero sin consenso, la posibilidad de que se desvelase su plan era demasiado grande y no quería verse ajusticiada en mitad de la fortaleza, por mucho que fuese a devolver a los críos sanos y salvos, con o sin secuestro.
Pero había sentado la base de la desconfianza entre los mercenarios, y más de uno pasó las noches con un ojo abierto, por si las moscas. Cualquier ruido, cualquier conversación, hacía que cada durmiente se despertase alerta, preparado para evitar ser apuñalado mientras dormía.
El tema de Hana Neruda era harina de otro costal. Alenka se hallaba preocupada al respecto. Bajo ningún concepto debían de haberse enterado los demás de que era una apóstata. Claro que de entrada nadie emitió comentario alguno por ello. Pero... ¿Y si hablaban? Bueno, tampoco es que fuese asunto suyo. Era el arl el que se estaba arriesgando a recibir la ira de los templarios, y con Neruda de camino a combatir las hordas de engendros que habían emergido de la Espesura de Korkari y que estaban dispersándose sin orden ni concierto por su territorio, las posibilidades de evitar que se la llevasen serían prácticamente nulas.
Y si Neruda se enteraba y quería echarle las culpas, a ella ya le habría dado tiempo a poner tierra de por medio, eso seguro.
Al llegar a Stenhold fuisteis recibidos por la esposa del arl, Lady Marcia Neruda, quien parecía harto dichosa de tener a sus hijos de vuelta -y de que hubieran llegado de una pieza-. Y en ausencia de su marido, os pagó la suma convenida por él.
Y ni una moneda más. Bien le había leído la cartilla el Arl por ello. Por lo que respectaba a Neruda, habíais hecho exactamente aquello por lo que habíais sido contratados, y no hallaba razón para pagar más de lo que se había prometido. Y Lady Marcia no se atrevió a llevarle la contraria.
Pero la mirada de la esposa del arl, llena de agradecimiento, sí reveló un detalle que quizás en un futuro pudiera ser de importancia. Puede que no hubierais sacado tajada económica de la expedición, pero sí os habíais hecho con una poderosa aliada. No hay mal que por bien no venga. ¿Quién sabe? Quizás podríais aprovechar ciertas influencias en el futuro...
Y si no, siempre os quedaba el hecho de conocer el secreto de la hija del arl. Nada con lo que no pudiera uno enriquecerse en un futuro. A fin de cuentas, siempre se puede llegar a un acuerdo para mantener la boca cerrada...
Doy la partida por terminada pues. No obstante, antes de cerrarla, os doy una semana de margen por si queréis añadir un post final de vuestro pj, ya sabéis, en plan lo que hizo después de entregar a los críos, lo que cuadre, vamos.