Partida Rol por web

El mediano río la gracia al enano Por cierto... no sé como llamarle. Me da cos, sabe. Podría sacarme de la duda...nunca lo hablamos, pero a todos con sus más o con sus menos me sé sus nombres, pero de usted no sé nada. Sólo su humor!  Dijo al enano mientras se cogía una patata 

-Pues... casi mejor. ¿No crees?--replicó el enano a Fosco justo antes de dar un buen bocado para ganar tiempo en la respuesta--Tampoco es que me preocupe mucho. Llámame como quieras. Si te digo un nombre, lo más seguro es que te mienta.

El viejo se llevó una mano a la cabeza para darse un par de fuertes capones.

-¡Nah! De dónde no hay no se puede sacar. No me acuerdo...--terminó confesando el guerrero con una mezcla de enfado y pesadumbre.

Flame no hizo caso del guante del hombre, ni lo recogió, ni gesticuló ni nada. Simplemente llevó su cabeza hacia la bruja para observar lo que decía, luego hacia Onfale, que como siempre estaba cargado de razón, y tal y como él había explicado las cosas, la verdad era, que a Flame le habían parecido mucho más lógicas y sencillas. Luego miró a Fosco y fue entonces cuando enfundó su espadón, era cierto que no había ninguna razón de pelear, tan solo quería intimidar a sus contertulios, para que se dieran cuenta de que no tenían superioridad numérica, ni fuerzas tampoco suficientes. Pero no quería luchar, no acabar con aquel hombre que actualmente, tan solo le había insultado a sus oídos.

No había razón para derramar sangre, sus tres compañeros tenían razón. Pero cuando el enano habló... ahí Flame volvió a hervir en furia y alejándose del Barón Septow se encaminó hacia el enano lo más rápido que fuera capaz, llevando su mano a la empuñadura de su arma. Una vez más estaba haciendo el amago de desenfundarla.

Al enano solo una cosa le salvó la vida, y fue el recuerdo del gnomo del Miseria, entonces no hizo lo que había debido, y quizá fue mejor así, pero quizá, ahora habría otras opciones, quiza mucho más sutiles y como el repugnante enano había dicho, no era momento para que llegase la sangre al río. Desde luego que esa sangre no iba a ser la suya, y la del enano no iba a ser ahora.

Ya habría un mejor momento y además mucho más típico de una mujer en uno de esos días tontos de cada luna.

Guardó de nuevo el espadón, escupió a los pies del enano, y se colocó retirada del grupo, sentada y mirando hacia otra parte que no fueran ellos, pero atenta a todo lo que se decía en la conversación.

 El barbudo Nikeras miró en silencio el devenir de la escena, parecía que la tensión de los últimos días pasaba factura a la mayoría. Habría que andarse con ojo. El destino o las circunstancias más bien, habían hecho que Nikeras compartiera camino con toda esa gente, pero tal vez sería el momento de hacer unos reajustes. Algunos de los presentes era muy pronto en su rabia o irreflexión y eso le podría complicar innecesariamente la vida.

 Permaneció reflexivo, apoyado de nuevo sobre el asta de su lanza, con Zicko a sus pies. El ambiente estaba cargado, a pesar de estar al aire libre, sentía que necesitaba hacer una de sus rutinas para evadirse y dar calma a sus pensamientos para tomar una decisión. Le apetecía fumar, pero el aroma de la pipa se le impregnaría en la ropa y le podría ser molesto en los próximos días, con tanto lobo suelto. Le apetecía tocar su flauta, pero el sonido podría atraer a presencias no queridas. Así que abrió su zurrón y sacó una tabla de madera delgada, un soporte más bien, también sacó una hoja de pergamino y un carboncillo afilado.

 - Sería bueno que todos descansáramos, estamos cansados, nerviosos y tensos por nuestras últimas experiencias, sugiero tomar descanso antes de tomar una decisión en firme. Comamos un poco.

 Dicho lo cual se sentó, con un árbol apoyado a su espalda, y la tabla de madera apoyada en sus rodillas flexionadas y empezó a trazar garabatos con el carboncillo, esbozando los rostros de los distintos miembros del refugiados.

 Sus manos callosas hacían bailar el carboncillo por el pergamino, pronto varias figuras se pudieron reconocer en ellas, los dos Barones, el Septow y Fortich, la mujer y sus pequeños, el posadero...

 Mientras su cuerpo se dedicaba a dicha tarea mundana, su mente divagó en la situación actual.

 El desequilibrio se ha instaurado en el valle, ¿cómo ha podido llegar todo a este punto? ¿Acaso no hay un hermano en esta región? ¿O la maldad inherente de esta tierra lo ha confundido? En cualquier caso, a pesar de lo que me gustaría, siento que mi deber es quedarme. Averiguar que ha sido el druida que ocupaba estas tierras y hablar con él, en caso de que no esté debería intentar hacerme cargo, como representante de Madre, de la situación.

 Las reflexiones del druida hacía que su rostro se fuera endureciendo bajo su poblada barba. Su compañero de tantos años lo notaba, Zicko se puso tenso junto a él.

 Pero sería una locura intentarlo solo, tal vez pueda sacar algo bueno de la compañía de esta gente. Tal vez si fuera hacia el aserradero...

Cuando Flame hizo caso de las palabras tímidas y cobardes del mediano, este se sintió poderoso, tal poder no duró mucho porque cuando fue a hacer el amago de ir furiosa e iracunda a por el enano, el feriante confundió este acto y se agachó y cubrió el rostro. Nunca se sabe hacia donde puede ir una mala patada. Resopló aliviado al ver sólo un escupitajo caer a los pies del enano. Y una risa nerviosa salió de él al ver que el duelo y que la tensión se reducía. Después de las palabras de Nikeras, el pequeño bribón sirvió un buen tazón de potaje al enano Ya meditaré como le llamo... no tuvo que pensar mucho cuando se le ocurrió llamarle Que le parece Señor Bodo? Como mi abuelo! O también le pega Ulmo! Cuyo nombre pronunció con gran fuerza y gesticulando. Sin duda estos nombres era de mediano, pero que nombres se podían esperar de un mediano que no conocía casi nada del mundo exterior. El pobre Fosco pensaba que los nombres medianos eran común por todo el reino. Aunque claro, sus compañeros y todos los que había conocido hasta ahora tenían nombres extraños y desconocidos... 
El feriante siguió sirviendo tazones de comida a diestro y siniestro. A Nikeras se lo dejó a los pies, no quería interrumpir su actividad. A Flame se acercó con extrema cautela y respeto, no quería que le confundiese ni con un ciervo ni con un maleducado ambos sufrirían a manos de su espada. Señorita, tenga usted! Coma algo. dijo Fosco entregándole una porción. El singular Feriante fue acercando uno a uno su plato, ya que bien hubiese preferido que se acercaran ellos, pero entendía que no hubiese esa cohesión y unión.

Mientras todos comen Fosco "ojea" por algo que le pueda interesar en el equipo de los nuevos amigos. Buscará algo como armas de plata, un saco pequeño... Buscará cosas útiles sobre todo, respecto a valor, si me peudes decir que hay de valor Fosco meditará si lo quiere o no. Respecto a las cosas útiles sólo cogerá cosas pequeñas que pueda ocultar.

Como siempre Nikeras había expuesto la idea más lógica, esperar a que se calmaran los ánimos, pero la maga estaba con Flame, no apoyaba el ímpetu y el desaire causado por la misteriosa mujer de la escama, pero estaba de acuerdo con ir hacia Vor Ziyden y luego hacia el oeste en busca del traidor de Victor.

Acepto el cuenco que le tendió el bueno de fosco, cuando todos acabaron de comer y los ánimos se habían calmado, en voz baja de modo que solo la oyeran lo que hasta ahora habían sido sus compañeros de viaje empezó a hablar. Si los lobos atacaran este grupo de personas iba a dar igual que fuera en el aserradero que aquí, todos morirían, incluso nosotros no podríamos hacer nada por evitar la masacre. ¡Son licántropos! Y no tenemos el equipo necesario, solo podríamos huir esperando que los licántropos se entretuvieran comiendo a los más débiles. Si no han atacado todavía el campamento es porque esos monstruos están ocupados con algo más grande. Yo apostaría por ir hacia el oeste, pasar si es posible por el almacén y aprovisionarnos. Pensó unos segundos antes de seguir hablando. Incluso les seriamos de ayuda a estos infelices, puede que nuestro paso por el pueblo sirva para mantener distraídos a los licántropos unos días más.

 Nikeras, con rostro serio y tenso, mientras sus manos grabatean el pergamino, hace un alto cuando siente que Fosco se le acerca con un cuenco con comida caliente. El gesto parece ser un bálsamo para el montaraz, quien deja que una sonrisa se abra paso entre sus entrecanas barbas.

 - Gracias Fosco.

 Tras dedicar un poco más de atención al pergamino, tomó la comida, momento en que Alice se acercó y lanzó su propuesta. Nikeras terminó con su cuenco antes de limpiarse con la manga de su camisa. Aclarándose la voz comentó.

 - Un aserradero tendrá paredes y puertas que den cobijo a la mujer a los críos y a los que se queden con ellos.- Empieza diciendo con su voz grave.- Yo tengo comida sobrante y no me importaría dejar parte de esta con ellos, una vez los deje instalados allí.

 Dice haciendo una pauta.

 - Siento que no puedo irme de este valle. Y a pesar de que me gustaría ir hacia el oeste con la esperanza de dar con Víctor, creo que lograría más información dirigiéndome hacia el aserradero.

Azaron se mantenía en un discreto segundo plano. No tenía mucha intención intervenir, dadas las circunstancias. Él solo debía proteger a Leiath, y la acompañaría haya a donde fuese, aunque eso implicase problemas. Claro que toda la situación en la que se encontraban hacían replantear al mercenario sino debía haber pedido mas dinero por el viaje. Sabía que iba a ser peligroso, pero no a llegar a esos límites. Pero eso ya no tenía remedio. 

Si la mujer quiere ir al oeste iremos al oeste- piensa. 

Onfale tomó también un cuenco de guiso. No le hacía falta comer mucho, pero en estos tiempos de carencias, era de tontos no aceptar una comida caliente.  Observó  cómo Nikeras realizaba trazos sobre un pergamino, tan calmado como siempre parecía. Sus palabras le hicieron reflexionar, no tanto por la decisión a tomar (ir a Von Ziyden directamente o pasando por el aserradero), si no por sus misteriosas palabras. ¿Podría el hombre-perro interceder entre los hombres y los lobos? ¿Era ese su interés?.  Cuando era un esclavo había aprendido a eliminar cualquier traza de afecto hacia cualqueir persona. Era un mecanismo de defensa que ayudaba a sobrevivir. Pero ahora que era libre, el sentimiento de apego que sentía por el hombre barbudo era como una semilla que germinaba y se abría camino en su interior echando raíces. No se lo podía permitir. Sin embargo, una imagen se obstinaba en atormentar su mente. Perdido en las brumas, a punto de desfallecer, adoptando la posición de la flor de loto. Abría los ojos y veía la figura de un hombre, un mediano y sus dos perros. El momento en el que salió de las brumas junto a Fosco y Nikeras había vuelto a nacer.

Haciendo un esfuerzo pensó fríamente en lo que era mejor para él. Si su teoría era cierta el creador de las brumas quería ver muerto a Víctor Wachter, por lo que encontrarlo era una manera de acercarse a la fuente del problema. Algo le decía que el discípulo del viejo loco tendría algo que ver en el asunto. Y allí donde estuviera el discípulo estaría el libro de conjuros, una fuente de poder que le haría más fuerte. Con el libro de conjuros de un mago poderoso ya nadie podría tomarlo como esclavo.

-Mi decisión es firme. Ir a Von Ziyden, encontrar a Victor Wachter, único superviviente de la boda sangrienta.   Yo sólo iría al aserradero como punto de partida, un campamento desde el que partir- y dejar el lastre- y al que poder volver si la ruta del oeste del pueblo no fuese segura.- Sin lugar a dudas Nikeras, en su aparente simpleza, guardaba algún misterio que el mago no podía desentrañar. ¿Qué sabía de los lobos y la licantropía?. Se dirigió a él directamente.- Mi buen Nikeras, ¿crees que la aparicion de las brumas puede tener algo que ver con la citada "edad del lobo"? Esas maléficas brumas amenazan a todo ser vivo de este valle, humano, lobo o abominación. No sería la primera vez que una amenza común y poderosa uniera a enemigos recalcitrantes.- El mago sopesaba la posibilidad, si los cánidos no tenían nada que ver con las brumas, de que la aparición de éstas hiciera pasar a un segundo plano las afrentas entre hombre y lobos.

 Nikeras escuchó atentamente a Onfale, aquel perfumista había demostrado en más de una ocasión una capacidad de abstracción y de reflexión sorprendentes. Ante las observaciones de él, el montaraz tomó aire y se encogió de hombros.

 - Sólo sé que lo desconozco, mi buen Onfale. Por ese motivo debo saber más para poder responder. Y es mi intención el saber más, es por eso que me planteo adentrarme en esa zona.

 El hombre se arregla la barba distraídamente antes de reanudar sus palabras.

 - A simple vista no me parece que tengan que guardar relación la aparición de esa bruma y las palabras acerca de la edad del lobo. Pero como apuntas, tal vez pueda servir para suavizar la situación y hacer que los lobos, y quienes los lideran, cesen sus hostilidades para con los humanos del valle.

 Mirando hacia la dirección donde debe estar el aserradero, termina diciendo.

 - El aserradero creo que puede ser un buen inicio para buscar. Ese debió ser uno de los puntos donde los humanos entraron en mayor conflicto con los lobos. Amenazando sus bosques, sus lugares de caza y auyentándolos para poder establecer nuevas zonas de cultivo o ganadería. Creo que en esa zona debe haber pistas, donde debieron salir los primeros conflictos serios. Allí es donde creo que debo ir yo.

Parecía que la mujer guerrera no aceptaría el duelo propuesto por el noble. Eso estaba bién, un conflicto menos.

Cuando vió cómo se dirigia al Enano, se dió cuenta que iba a ser imposible detener a Flame. Iba buscando pelea y la iba a encontrar. Negó con la cabeza desaprobando la actitud tan altanera de aquella mujer. Pero sabiendo que nada podría hacer para cambiar su actitud decidió posar sus pensamientos y acciones en temas que requerrian más atención.

Azaron. El viaje sobrepasaba con creces el precio que su madre había pagado por su protección. Se vió con la obligación de comentarselo:

Querido Azaron, creo que ya no podeis hacer más por mí, estoy condenada -le susurró la pesimista bruja a su protector- Quizás vos podrías tener más oportunidas si no soportais un lastre como el mio. No dudeis en tomar otra dirección si vos lo deseais. Considero vuestro trabajo como terminado.

Tras esas tormentosas palabras, se sintió algo mejor, sabiendo que no arrastraría con ella a nadie más por propia voluntad. Su mirada recorrió de nuevo el grupo.

Nikeras. Él sobresalía como el lider natural. Todos parecían tenerle afecto y respeto. Se habían reunido alrededor suyo y del guiso que había preparado.

El rugido de su estómago la recordó que no la vendría nada mal algo de comida igualmente. Se acercó al grupo de Nikeras.

Perdonadme- dijo dirigiendose principalmente al curtido druida- ¿podría probar algo de ese delicioso guiso?

Esperó a ser invitada, no debían perderse los buenos modales.

Y en un abrir y cerrar de ojos lo que era su "obligación" rompía sus servicios en un abrir y cerrar de ojos. Claro que en buen momento y en buen lugar, rodeados de vete tu a saber que peligros. Sin embargo, y a pesar de que la idea de marcharse en busca de algún sitio menos peligroso le apetecía sobradamente, lo cierto era que era reacio de hacerlo.. Incluso un mercenario como él, que vendía su espada al mejor postor, tenía su pequeño honor. 

Negó con la cabeza ante las palabras de Leiath- se me pago para protegeros, y eso es lo que voy hacer- o si, si llego a saber que el viaje iba a ser así de complicado había pedido mas o simplemente hubiera declinado la oferta con mucho gusto, pero volver atrás ya no era posible- mal va el camino del mercenario si por cuatro perritos uno debe romper un contrato. Vas a tener que buscar otra manera de librarte de mi. 

Y tras esas palabras acompañó a la mujer hacia donde se encontraba el druida. Lo que estaba cocinando tenía buena pinta y estaría bien que el hombre compartiese algo con el resto.

Al ver a la mujer ceder, el Barón Septow se da por satisfecho. Desenvaina su estoque y recoge con la punta el guante del suelo. Después sacude la prenda antes de volverla a vestir en su mano.

La Capitana, por su parte, regresa al campamento con el joven Andaas. Mientras, el bruto Barón Fortich se dedica a despertar al resto del campamento para que se una a la cena preparada por Nikeras. A Ethan y Mojic les despierta con una suave patada. A la viuda, de la manera más gentil que alguien como él puede, le menea el hombro con algo de brusquedad. Pero Fortich deja que sea la mujer la que despierte a sus propios hijos. Nikola Septow hace una breve presentación...

Señora Yanoff, caballeros... La hábil Capitana Vanator ha encontrado a un grupo de extranjeros perdidos. Gracias a su carne y a nuestras hortalizas, hoy todos cenaremos una comida completa. También aprovecho para aventurar el transcurso de mañana... El Barón Fortich y la Capitana Vanator volverán a Vor Ziyden, en busca de más supervivientes. Si la situación acompaña, uno de ellos partirá hacia Lechberg en busca de ayuda, mientras que el otro protegerá a los rescatados hacia el antiguo aserradero de los Septow. Yo me encargaré personalmente de que los Yanoff, Zlatko, Ethan y Mojic lleguen sanos y salvos. Una vez allí, tapiaremos las ventanas con tablones y trataremos de acondicionar el sitio para nuestros paisanos...

¡Yo quiero ir a Vor Ziyden!

No digas tonterías, chico...-dice Natalija Yanoff-Tu padre no lo querría...

Mi padre ha muerto, señora. Soy el cabeza de familia de los Andaas, mi sitio está con mi madre... mis hermanos... mi pueblo. Iré.

Déjadle ir. Así le saldrá pelo en el pecho.

Está bien. El grupo que irá a Vor Ziyden estará compuesto por Lord Fortich, la Capitana Vanator y... Lord Andaas.

Así, a simple vista, lo más valioso es el estoque de Lord Septow y la daga de Lord Andaas, pero ninguna de las armas es de plata. Luego está el gran hacha de Lord Fortich y el arco de la Capitana. Hay una cadena de plata que lograste ver asomar por el cuello de la viuda Yanoff. Por último, esta la espada larga de la Capitana.

Después de lo comido en esta cena, se pueden mezclar los tomates y las patatas en un mismo saco, dejando el otro libre. Sería un buen saco de dormir para la espalda dolorida de Fosco.

Parece que la situación se iba calmando, en parte gracias a humildad de Fosco sirviendo el rancho. Agradezco asintiendo con la mirada el gesto y me siento con el resto del grupo tras dejar mi mochila a mi lado.

Continúo escuchando en silencio las deliberaciones del grupo. Parece que mañana nos separaremos, unos hacia el aserradero y otros directamente hacia el poblado asediado por lobos. A una parte de mí le gustaría asegurarse que los refugiados llegan a un lugar seguro, pero mi curiosidad me impulsa a buscar a Victor. Tengo la sensación que está relacionado con estos extraños sucesos y quizás podamos ayudar a la gente apresada en sus casas por la manada de lobos, además de conseguir materiales que puedan ser de utilidad.

Cuando acabo de cenar me ofrezco a participar en la guardia que me corresponda e informo de que mañana iré con el grupo que se dirige a  Von Ziyden.

El singular feriante después de servir la cena a cada persona allí presente, se da cuenta de que le faltaba la buena de Leiath, la cual curó sus heridas y alivió su pesar en los momentos más tristes e Fosco, cuando creía que había perdido a Rufus. Ante las palabras amables a Nikeras, Fosco más rápido que el viejo guardabosques se apresura y antes de que termine la frase ya había servido la comida o eso se pensaba Fosco, que con las prisas casi se le cae todo. Aún así ligero le ofrece el cuenco a la curandera Tome usted, mi buena dama. En los momentos más bajos yo le ofrezco comida. Y descanso le dice ofreciéndole un asiento al lado del enano Señor Ulmo! Cuide a nuestra señora dice el mediano al enano, refiriéndose a Leiath. Tras esto ve que Azaron se encuentra tras Leiath y rápidamente sirve otro plato para él. Tímido y con el respeto que le daba el temible guerrero ofrece su mano separándola todo lo posible de su cuerpo con temor a no volver a ver su mano. Coma usted también... señor! Tras servir a todos. Come plácidamente su ración.
Rato después Fosco de un salto se pone en pie, se dirige decidido hacia dos sacos y comienza a hurgar, como un poseso mezcla las patatas con los tomates dejando toda la comida en un saco Ale! dice aliviado. Y el otro saco se lo guarda. Mis señores, con su permiso este mediano ahora es una hortaliza y por tanto este será donde me guarde para descansar! Además miren que práctico es guardar todo en un mismo saco. Todas las hortalizas juntas. Así se transportan mejor. Ale, ale!